lunes, 4 de mayo de 2015

PRIMERA TEMPORADA. Se me antoja quererte 1


Amado y Alonso

Seis de la mañana y como todos los lunes  Amado se dedicaba a acomodar su huerto que tenía detrás de su casa en la playa. Tenía árboles de naranja, limón, aguacate, plátano, cambur y guanábana. Recogía las hojas secas, alguna fruta que ya estaba madura y regaba sus árboles. En los extremos del jardín, llenos de rosas como le gustan a su esposa.



Amado Gutierrez, un hombre de 65 años jubilado de la empresa petrolera. Una vez que se hizo efectiva su baja laboral se mudó cerca de la playa con su esposa Daira a disfrutar de la vejez a nivel del mar.


Lleva 20 años casado con Daira, antes de ella estuvo casado con la madre de sus hijos con la que también duró 20 años, hubiesen sido más si el cáncer no le hubiera ganado la batalla. De ese matrimonio hay tres hijos, dos varones y una hembra;  Adrián de 40 años, Albano de 38 años y Dulce de 36 años. Los dos menores viven en el extranjero pero Adrián se quedó en su país y actualmente tiene un importante cargo en la industria petrolera donde trabajó su padre.


Daira, de 58 años, lleva una vida tranquila junto a su esposo Amado desde que decidieron desde hace cinco años vivir lejos del estrés y la contaminación de la capital. Quiere a su esposo y le dedica todo su tiempo a él, a pesar de que hay situaciones que se les escapan de las manos pero ha llegado a una etapa de su vida que lo mejor es callar y seguir. Por estar con su esposo es capaz de todo.


Tanto Amado como Daira llevan una vida rutinaria, marcada por las cosas que tienen que hacer cada día. Los martes Amado se dedica a limpiar la piscina y luego a sentarse a leer un libro o a hacer un crucigrama frente al mar. Daira pasa el día cocinando y manteniendo la casa al día. El miércoles se levantan temprano y van al pueblo a hacer el mercado y comprar alguna cosa que necesiten.


Desde que comienza la semana, Amado no saca de su cabeza el jueves. Es el día en que se va a la capital para visitar a su hijo y regresa el domingo en la mañana.

Mientras Amado caminaba por la playa ese miércoles luego de regresar del pueblo, pensaba en el día siguiente. Cada vez que lo hacía se le iluminaba el rostro y aparecía una sonrisa que lo hacía sentir libre. Daira desde la cocina veía a través de la ventana que daba a la playa a su esposo caminar y deternerse para mojar sus pies.

¿Cuándo te cambiaron Amado? Ya no eres el mismo de hace un tiempo. Mañana vuelves a dejarme sola –Pensaba Daira mientras lo veía regresar del paseo.


Amado entró a la cocina y abrazó por detrás a su esposa dándole un beso en la cabeza –Voy a preparar la maleta para mañana–

–¿Por qué no dejas ropa y articulos de aseo en casa de tu hijo y así no tienes que cargar con eso cada jueves?.
–Lo he hecho mi amor pero esta vez quiero llevar otras cosas.



4:30 de la mañana, Amado ya estaba calentando el carro para irse a la ciudad. Volvió a entrar a la habitación para despedirse de su esposa. Un beso en la frente, ella abrió los ojos para verlo salir del cuarto y cerrar la puerta. Cada jueves a las 4:30 de la mañana Daira se quedaba sola en casa y, aún acostada, corrían como cada jueves, las lágrimas por su rostro.



6:35 de la mañana, Amado busca su celular y hace una llamada.

–Mi amor ya estoy cerca.
–Te espero abajo.

Llegó al edificio y como siempre lo esperaba para recibirlo. Estacionó el carro y se abrazaron.
–¿Cómo has estado? ¿Los niños?
–Todo bien, el trabajo full, sabes como es mi trabajo. Pero bueno, lo importante que ya estás aquí.
–Así es. ¿Subimos en este ascensor?

Llegaron al apartamento. Abrió la puerta y se fue directo al baño, había aguantado las ganas de orinar para no detenerse en el camino a oscuras.

Regresó a la sala y ahora si vendría el saludo. Un apasionado beso le dio la bienvenida de nuevo al apartamento que compartían tres días a la semana.

–No sabes como te he extrañado todos estos días, se me hacen eternos. A veces quiero dejarlo todo y vivir contigo.
–Mi amor no podemos, por lo menos no todavía.
–Lo sé Alonso, lo sé, pero en estos seis meses de relación a distancia se me hacen pocos.
–Pero son intensos y productivos. Vamos a desayunar.
–Dame otro beso.

Alonso y Amado volvieron a besarse. Ambos se quitaron las franelas para ir a desayunar en la terraza del pent house.

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