viernes, 8 de mayo de 2015

SE ME ANTOJA QUERERTE 5

Adriano y Américo

10 años antes
Eran casi las nueve de la noche, el centro comercial estaba casi vacío, las tiendas cerradas. Se veía caminar a lo lejos gente como zombies bajando por las escaleras mecánicas apagadas,  había un silencio y frío que helaban.
Américo caminaba por uno de los pasillos buscando un baño, apenas salía del cine. Consiguió uno abierto y entró. Estaba vació excepto un urinario.

Américo tenía 21 años, estudiante de medicina, viene de una familia estricta con un padre recio y una madre que acepta todo lo que dice el marido. Estudiaba medicina porque así lo quiso el padre que es médico retirado por causa del Párkinson. Es hijo único, no ha tenido novia, es virgen y le gustan los hombres pero no se atreve a tener nada con nadie por miedo a que su padre se entere que su heredero no le de decendencia. Asustadizo y nervioso, cuando algo le interesa quiere tenerlo no importa de que manera.

Se coloca al lado del joven y comienza a orinar mientras veía de reojo como el muchacho se tocaba el pene y se le iba poniendo duro. Tragó grueso y enfocó la mirada a su urinario pero volvió a mirar.

–Tócalo, ¿te gusta?
–Me da miedo ¿y si entra alguien?
El muchacho le hizo un gesto con la cara de que no se procupara. Américo no le agarró el pene sino que se agachó y comenzó  a mamarlo.
Cuando llevaba unos segundos agachado se levantó y le bajó los pantalones al joven, el hizo lo mismo.
–Voltéate que te voy a coger –No terminó de decir la frase cuando él mismo lo volteó, escupiendo su pene y su mano para colocarle saliva en el culo. Abrió las nalgas y lo penetró. Hizo que se doblara hacia delante y comenzó a darle con fuerza mientras que el muchacho se agarraba de la lámina que divide cada urinario. Seguía empujando con fuerza mientras que el otro gemía y apretaba los dientes.
Américo dio dos empujones más y se corrió dentro de el muchacho. Retiro su pene, se subió los pantalones y le dio un beso en la boca.
–Que cogida tan rica.
–Si, tienes el culo apretadito. Eres el primer hombre que me cojo, soy, era virgen.
–Vaya..que honor…
–Te quiero ver de nuevo, yo te busco–Le dio un beso y salió del baño.

–“Yo te busco” qué loco este tipo…–decía el muchacho mientras se subía el pantalón. Entraban dos hombres al baño y apuró el paso.

Cinco meses después.
Américo estaba en la cola del supermercado comprando un par de botellas de vino que le pidió el papá, delante de él un joven que compraba varias cosas, parecía que se iba a la playa.

Cuando le tocaba pagar al muchacho sacó la cédula. Américo se fijó en el nombre: Adriano Vargas. Lo memorizó. El muchacho entregó la tarjeta de crédito.
–¿Te acuerdas de mi?
–¿Disculpa?
–Te cogí en el baño del centro comercial, fue en la noche.
La cajera vio a Américo y luego al joven, este le devolvió la mirada a ella.
–Tome su cédula, ponga firma, cédula y teléfono.
–Creo recordar pana, pero este no es el momento pa´ hablar de eso. -Le susurró.
Américo, vio el celular y lo memorizó.
–¿Pero te acuerdas de mi? Te gustó, me lo dijiste.
–Si chamo me tengo que ir.
Adriano se fue y Américo se quedó pagando. Salió y vio a lo lejos al muchacho que se montaba en el carro. Anotó el nombre y el número en su celular.
Días después, le envía un mensaje al celular:
_<Hola, me llamo Américo yo te cogí en el baño del centro comercial y nos vimos en el supermercado, pagando>
–<Chamo, déjame en paz>
–<Te quiero coger de nuevo, yo sé que te gustó>
No recibió respuesta.
Américo entró en internet y averiguó el correo electrónico de Adriano y comenzó a escribirle por ahí, recibió un par de respuestas, una de ellas insultándolo.
Todos los días le escribía al celular dándole los buenos días y le enviaba un correo. Nunca recibía respuesta.

Cinco meses después.
Volvieron a encontrarse en el supermercado. Américo cogió una caja de bombones de un anaquel y se acercó a Adriano.
–Hola, ¿Cómo estas? Yo feliz de verte de nuevo después de cinco meses y dos días de la última vez. Te regalo esto, para ti.
–Gracias mi pana, pero estoy apurado.
–Llámame, tienes mi número.
Ambos salieron del supermercado y Américo se le acerca al carro.
–¿Me vas a llamar?
–No lo sé coño, déjame en paz.
–No me rechaces, te quiero mucho.
Adriano se le quedó mirando y aceleró el carro. Américo memorizó la placa.

Seis años después.
Américo estaba en su cuarto, sentado sobre la cama tenía unas tijeras y varios hojas impresas. Su padre había muerto hace tres años a causa del Parkinson, su madre, hacía seis meses como consecuencia de un cáncer fulminante. Ahora vivía solo en una casa que para él se hacía inmensa.

Estaba recortando fotos que iba pegando en una pared de su cuarto, cada vez que obtenía una nueva foto la imprimía, la recortaba y la pegaba en la pared “la pared de mi novio Adriano”, así le decía. La mayoría eran fotos de Adriano que recolectaba de facebook, otras que él mismo le tomaba de lejos, también había de su carro, de su perro, de su familia, de sus amigos y de ellos juntos gracias al photoshop.

Cuatro años mas tarde.
Luego de casi seis meses de salir, cenas, cine, teatro, playa, etc, Adriano y Américo se hicieron novios. Américo estaba feliz de haber conseguido, luego de muchos años, estar con el hombre que amaba. Adriano también feliz de conseguir por fin a alguien que se parecía mucho a él y compartían muchas cosas.

La relación ya llevaba nueve meses. Normalmente Adriano se quedaba en casa de Américo ya que este vivía solo. Una noche mientras hacían el amor, Américo, que estaba sobre Adriano viéndose a los ojos, comienza de repente a empujar con fuerza, algo que a Adriano le gustaba.
–Dale más duro.
Américo le hizo caso hasta que lo vio directamente a los ojos.
–¿Tú sabes quien soy yo? ¿Te acuerdas de mi?
Adriano se sonreía –eres mi novio–.
–¿Pero te acuerdas de mi?
A Adriano se le tensaron los músculos del cuello y soltó a Américo.
–¿Qué te pasa?
–Hace 10 años te cogí en el baño de un centro comercial y te gustó como te lo hice.

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