miércoles, 3 de junio de 2015

SE ME ANTOJA QUERERTE 8


Asdrúbal y Asier

Asdrúbal salía de su casa rumbo al trabajo a las siete de la mañana, al doblar la esquina para bajar al metro se consigue a Ramón.



–¿Qué haces aquí?
–¡Sorpresa! Vine a invitarte a desayunar.
–Verga marico, tú vives a las afueras y te vienes para acá, ¿estás loco?
–Por ti…

Un silencio se apoderó del entorno, Asdrúbal bajó la mirada y volvió a ver a Ramón, comenzaron a caminar y fueron a una panadería famosa cerca de casa de Asdrúbal.

–Estás loco chamo, yo hablé contigo.
–Te estoy invitando a desayunar, relájate.
–Pero nunca has hecho esto antes.


Ramón lo abrazó y lo arrimó hacia él pasándole la mano por la cabeza, llegaron a la panadería y le dijo a Asdrúbal que se sentara que él compraría el desayuno.

Minutos después regresaba con la bandeja, compró unos croasán rellenos de queso amarillo, jugo de naranja y café con leche.

–Gracias por el desayuno, vamos a llegar tarde por tu culpa.
–Je, je, je valdrá la pena, buen provecho.
–¿Me prestas tu celular un momento? Voy a llamar a mi celular.
–¿ Y eso?
–No lo tengo yo, me lo quitaron, ahora te explico.

Marcó su número y comenzó a repicar.

<<Aló>>
<<Asier, es Asdrúbal te llamo para que me devuelvas el celular>>

Ramón estaba comiendo su croasán pero atento a lo que hablaba Asdrúbal y no entendía.
<<Ah caramba pero el hombre se echó unos días para saber de su teléfono, chico no seas tan antipático y dime buenos días aunque sea>>
<<Buenos días ¿cuándo me das el teléfono?>> –Asdrúbal se levantó de la mesa haciéndole un gesto a Ramón de que ya regresaba.
<<Pero no te pongas con esa actitud, hoy te lo regreso, te invito a cenar>>
<<Yo no quiero que me invites a cenar, quiero que me devuelvas ya el celular>>
<<A las ocho de la noche en el restaurante Capri, nos vemos>> –Colgó la llamada sin dejar que Asdrúbal respondiera.

–¿Pero este imbécil que se cree? Que se quede con esa mierda.–Volvió a llamar pero el celular ya estaba apagado–.

Regresó a la mesa y le pidió disculpas a Ramón por dejarlo solo, le pidió hacer otra llamada, ahora al teléfono de Asier. Repicó hasta que cayó la contestadora.
–¿Pasa algo?
–No, bueno, si, un carajo que conocí y me quitó el celular.
–Ya va, ya va, ya va ¿cómo es la vaina?

Asdrúbal le contó la historia desde el comienzo, mientras iban rumbo a la oficina. Ramón estaba sorprendido de ese enredo.
–Me imagino que no vas a ir a esa cena, ese carajo quiere algo contigo eso está clarísimo.
–¡De bolas que quiere algo conmigo! Pero ni de vaina, ese tipo es un estafador y embaucador, que se quede con el celular, mira tú si me importa, yo trabajo en la empresa donde me lo dieron, pido otro y listo.

En el tono, los gestos y la mirada de Asdrúbal le decían a Ramón que eso lo decía de la boca para afuera. De lejos se notaba que le gustaba el hombre.

Llegaron a la torre, al entrar a la oficina Ramón le pone la mano en el hombro a Asdrúbal.

–Ya me quedó claro porque no quieres nada conmigo.
–Bueno, te lo dije la otra vez ¿no?
–No soy gafo papá, que estés bien y feliz día.

Asdrúbal bajó la mirada, cerró los ojos y apretó los puños, sentía rabia, no por Asier sino con él mismo. Ramón tenía razón.



El día transcurrió atendiendo a más usuarios que de costumbre y aunque hizo su trabajo bien como siempre, no se le iba de la cabeza los dos hombres que ocupaban sus pensamientos.

A las 5:35 de la tarde empezó a recoger, Ramón pasó por la oficina de Asdrúbal.

–¿Vas saliendo?
–Si, voy.

Bajaron juntos y se fueron caminando hacia el metro.

–¿Te vas a ver con el tipo?
–¡No Ramón no me voy a ver con el tipo! me voy a mi casa.
–Disculpa…
–No vale, discúlpame tú, ando estresado. Hoy el trabajo estuvo agotador y en mi casa hay un rollo con un dinero que se perdió y estaba en la casa y me estaban culpando a mi, voy a eso a ver que pasa.

Ambos ya estaban en el andén, cada uno iba en dirección contraria así que se despidieron. Ramón lo abrazó de una manera más cariñosa, Asdrúbal no supo que hacer, sólo dijo –Hasta mañana–.



Llegó a su casa, sus papás lo estaban esperando, apenas cerró la puerta comenzó la lluvia de preguntas y reclamos. Asdrúbal caminó hasta el cuarto de sus papás, abrió el closet, metió la mano al fondo de unas sábanas y suéteres y sacó un sobre de manila.

–¿Este es el dinero que estaban “buscando” todo el día?.

Le puso el sobre a su mamá en las manos y se fue a su cuarto. Se metió a duchar, en su mente llegaban las palabras de Asier: “A las ocho de la noche en el restaurante Capri, nos vemos”. Terminó de ducharse, abrió el closet para escoger que ponerse.

Un pantalón negro skinny, unos zapatos negros y camisa lila. Se colocó un perfume de aroma amaderado y un reloj de acero.


–¿Y tú adónde vas?–Le preguntó su madre–.
–Me invitaron a cenar.
–¿Una chica?
–No, mamá, un amigo. Regreso más tarde, un beso.
–¿Te quieres llevar el carro de tu papá?
–Nooo, me da miedo, me darán la cola, ahora tomo el metro.



A las 8:07 de la noche entraba al restaurante.

–Buenas noches caballero, ¿una mesa?, ¿cuántas personas?
–Buenas noches, no, estoy buscando a alguien.
–¿Cuál es el nombre de la persona?
–Ya debe estar aquí
–Si señor pero es por reservación
–Asier
–Correcto, acompáñeme.



Asdrúbal llegó a la mesa y Asier estaba sentado con una copa de vino tinto en la mano, al verlo se levantó.

–Llegas tarde, quedamos a las ocho
–¿Cómo sabías que iba a venir?
–Porque no estás aquí por el celular, estás aquí porque te gusto.
–Dame el celular que ya me voy –Tomó su celular que estaba en la mesa, se dio media vuelta para irse. Asier lo tomó del brazo.
–No creo que te hayas vestido así sólo para venir a buscar el celular. Hueles muy bien, quédate, te va a encantar la comida y la compañía.

Asdrúbal bajó la mirada viendo la mano que lo sujetaba.  Hizo una sacudida con su brazo para soltarse y se sentó.
–Eres un idiota.
–Hoy seré la persona que te haga sonreir, no te he visto sonreir desde que nos vimos en el metro. Si eso me hace un idiota, seré un idiota.

1 comentario:

  1. Amigo estás descuidando la ortografía y escritura. No me puedo quejar de la novela, está interesante.

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