jueves, 4 de junio de 2015

SE ME ANTOJA QUERERTE 9

Débora y Alejo

Eran las 6:30 de la mañana y el sonido del celular despertó a Débora. Era una llamada de Alejo.
<<Hola bonita, buenos días>>
<<Mmmmmm …buenos días>>
<<Uy ¿te desperté?>>
<<Sí, pero tranquilo ya me tocaba despertarme>>
<<Discúlpame preciosa, te llamaba para decirte que te invito a desayunar>>
Débora se levantó de la cama como si tuviera un resorte y entró al baño.
<<Ok, ok, >>
Comenzó a ducharse.

Alejo mientras tanto arreglaba la mesa y ponía los platos y cubiertos. Ya el desayuno estaba listo faltaba exprimir las naranjas que lo haría en este instante.
Débora seguía en su cuarto buscando que ponerse.
–Ahora lo llamo no me dijo dónde desayunaríamos. Pensaba mientras escogía la falda.
Alejo, comenzó a servir el desayuno en cada plato; un par de arepas, huevo revuelto, tocineta, pan tostado y el jugo, luego un café con leche.

Ya vestida, comenzó a maquillarse y a peinarse. Luego de verse tres veces en el espejo abrió la puerta de su habitación y salió. Quedó paralizada.

–¿Qué haces aquí?
–Hola, te dije que te invitaba a desayunar ¿no?
–Pero…¿cómo entraste?
–Tengo una suegra alcahueta, ya esto lo tenía pensado desde hace días con tu mamá.
–No es tu suegra.
–A lo mejor eso cambia hoy, ven siéntate, ya te sirvo el jugo.

Le sirvió el jugo, puso a calentar el café y antes de sentarse a desayunar se le acercó y le dio un beso en la boca –Buen provecho–.
A Débora se le iluminó la cara y una sonrisa se dibujó y no se le fue durante todo el desayuno. Le agradeció mil veces el gesto diciéndole que nadie excepto su mamá había tenido un detalle como ese en su vida.
Alejo la volvió a besar y le dijo que a partir de hoy eso cambiaría.

Terminaron de desayunar y Alejo se levantó para servir el café con leche. Conversaron mientras disfrutaban del café y le hizo la pregunta: –¿Tú quieres que tu mamá sea mi suegra?–.
–¿Qué?
–Ja, ja, ja ¿Quieres ser mi novia?
Débora lo vio a los ojos y luego lo besó –Sí, quiero–
Volvieron a besarse y Débora se detuvo para decirle algo.
–Me da pena hablar de esto…contigo, pero es que si vamos a  ser novios...bueno, es que como sabes yo…no estoy operada sigo teniendo un pene…–Alejo le puso dos dedos en su boca para que no hablara más.
–Yo eso lo sé, ya lo hablamos hace tiempo–. Se le acercó al oído y le susurró –¿Tú no sabes que hay mujeres que les gusta hacerlo por el culo?–
Débora se rió y se puso roja y no levantaba la mirada.
–Tonta, en serio, deja la angustia, lo haremos cuando estés preparada, yo no tengo problema en hacerte el amor por ahí el tiempo que sea necesario, además hay muchas cosas que podemos hacer–Le guiñó el ojo y le pasó la mano por la mejilla.–No te preocupes por eso que a partir de ahora vamos a trabajar para tu operación ¿De acuerdo?
–Sí, de acuerdo, novio je, je, novio que lindo suena mi amor.
–Sí, ya somos novios. Pero ahora usted se va a la peluquería y yo me quedo a recoger.
–No chico ¿cómo te voy a dejar con todo esto?
–Ve para el trabajo que yo termino aquí  y me voy, paso por  tu local y te dejo la llave.

Débora cogió su cartera y las llaves del local y se fue. Alejo recogería todo.

Se abrieron las puertas del ascensor y se encontró con alguien de frente que la asustó. Era Rendel.
–¿Por qué cada vez que me ves te asustas?
–Déjame pasar por favor.
–Shhhh vengo en son de paz, mira estoy desarmado, sin pistola y sin navaja y sin amigos, yo solito.–Débora tragó saliva y estaba tensa.
–Rendel por favor.
Rendel la agarró por los hombros y la trajo hacia él–Tú no entiendes Arquímedes que me gustas de hace tiempo coño y ahora te pones a jugar a que quieres ser una jeva.
–Yo no estoy jugando Rendel, soy mujer.
Rendel la acercó más y la besó en la boca, la tomó por la cabeza. Como pudo Débora se soltó y le dio una fuerte cachetada.
Se tocó la mejilla sintiendo el calor del golpe, se sonrió. –Tú vas a ser mío Arquímedes, eso te lo juro.
–Ya soy novia de Alejo, aquí no tienes nada que buscar Rendel y por favor suéltame.
Rendel la soltó, Débora se echó a un lado y siguió hacia la salida del edificio. Rendel miraba por el espejo del ascensor. Cuando vio salir a Débora entró en el ascensor y comenzó a darle golpes al espejo hasta volverlo añicos.
–Ay primito, te jodiste conmigo, pero Arquímedes va a ser mío.

Alejo iba rumbo al salón de belleza para dejarle las llaves de la casa, en el camino se encontró a su primo..
–¿Qué pasó bicho?
–Que más Rendel
–Así que empatado con el maricón de Arquímedes ¿no?
Alejo se le fue encima para golpearlo.
–¡La vuelves a llamar así y te reviento a coñazos!
–Ya, ya primito, ¿vas a golpear a la familia? Somos panas y primos guevón, no me lances pa' la calle.
–¿Qué te pasó en la mano?
–Me corte con un vidrio.
Alejo, se puso a pensar en el espejo roto del ascensor.
–¿QUÉ CARAJO LE HICISTE A DÉBORA?
–Chao primo, ve a hablar con tu mujercita–Rendel se fue–.

Alejo corrió hasta el local y entró desesperado buscando a Débora.
–¿Dónde está Débora?
–En el depósito contando una mercancia.
Entró a la parte interna del salón de belleza y vio a la muchacha sentada con las cajas alrededor.
–¿Estás bien?
–Sí, sí, ¿qué pasa?
–¿Qué te hizo Rendel?
Débora se quedó callada pero no quería decirle a Alejo que su primo la besó para evitar un problema mayor.
–Nada, me agarró en el edificio a decirme estupideces, pero me solté y me vine.
–Pero rompió el espejo, ¿estabas con él?.
–No...bueno mientras estuve con él no había roto nada, habrá sido después.
–Pero te hizo algo, dime, dime lo que sea que voy y lo mato.
–No, no mi amor, no me hizo nada quédate tranquilo, lo que hizo fue asustarme, estaba solo y no sacó nada para amenazarme o cortarme, ya, ya quédate tranquilo, vamos a tomar un jugo allá en frente.

Cruzaron la calle para relajarse mientras tomaban algo. Un simple abrazo reconfortó a Alejo.

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