jueves, 11 de junio de 2015

TERCERA TEMPORADA Se me antoja quererte 3


Asdrúbal y Asier

Asdrúbal accedió y se quedó en el restaurante a cenar. Pidieron vino. Asdrúbal optó por una pasta; Macarrones con pollo y espinacas en salsa de queso. Asier pidió carne; Medallones de lomito en salsa de champiñones.
Aunque Asdrúbal estaba serio, lo estaba pasando bien, Asier le contó una anécdota de los momentos en el metro y por fin se rió.

–Así te quiero ver, riendo, no con esa cara seria. ¿Por qué te da tanta rabia lo que hacemos? Te dije que eso lo retribuimos a la gente.
–Si claro, eso es como los narcotraficantes, ellos negocian con droga, la gente la consume y muere pero ellos retribuyen todo eso ayudando a los barrios y haciendo canchas y arreglando calles. Que bonito eso.
–La diferencia es que no somos criminales.
–Pero si cometen delito cuando roban dinero.
–Mira Asdrúbal, te lo voy a poner en dos platos: me gustas mucho desde hace mucho tiempo y quiero salir contigo. ¿Qué me dices?

Asdrúbal se quedó inmóvil por unos instantes y viendo a Asier fijamente.
–Wao…no sé que decirte.
–Dilo, yo también te gusto, eso lo sé, pero quiero escucharlo.
–Sí…bueno, claro que me gustas, pero, es que…
–¿Qué? Deja el moralismo a un lado tampoco soy un asesino.
–No…no es eso…bueno sí algo de eso hay pero. Si me gustas Asier, vamos a ver qué pasa.
–El sábado que viene te llevo a la empresa para que la conozcas y veas lo que hacemos.

Siguieron conversando pidieron otra botella de vino y el postre. Ya pasadas las 11 de la noche, Asier le propone irse a su apartamento para que pase la noche con él. Asdrúbal con unas copas de más le dice que sí, pero que tiene que ir temprano a su casa para cambiarse de ropa para irse a la oficina. Asier no tiene problema, él lo acercaría a su casa temprano.

Llegan al apartamento, no es muy grande pero se ve amplio, hay pocos muebles, una decoración minimalista. Todo muy sobrio y elegante.

–¿En que habitación voy a dormir?
–Ja, ja, ja, en la mía por supuesto. ¿O es que tú crees que no va a pasar nada entre los dos?
–Con la rasca que cargo puedes hacer conmigo lo que quieras.
Al escuchar eso, a Asier se le empieza a mover la entrepierna. Se acerca a Asdrúbal y lo besa comenzando a desabotonarle la camisa, luego él deja caer sus pantalones y le dice a Asdrúbal que se agache.

Cuando se acerca a su pene percibe un agradable aroma, el mismo perfume que tiene Asier, está en su zona genital. Un pene con el vello púbico rebajado, los testículos perfectamente redondos y un pene  grueso con el glande asomándose por el prepucio. Comenzó a pasar su lengua por el borde de la piel que cubría el glande y con su boca echó completamente hacia atrás todo eso dejando al descubierto una cabeza gruesa de un rosado oscuro.

Se introdujo todo el pene en su boca hasta donde pudo, pero Asier con su mano le empujó su cabeza para que terminara de entrar. Asdrúbal sentía el pene en la curvatura de su garganta, se echó para atrás y lo retiró de su boca para comenzar de nuevo, unos minutos después Asier lo levanta y le pide que se ponga en el sofá agachado con su culo mirando hacia él, este se agachó y se acercó al culo y comenzó a rozarlo con su cara, que tenía una barba de dos días. Recorría cada nalga, se detenía, las olía y luego se acercaba al ano y hacía lo mismo para luego comenzar a deslizar su lengua por aquella cálida piel.
Iba lamiendo y mordiendo, con su lengua dilataba la zona, escupía y mientras lamía introducía uno de sus dedos dándole vueltas. Se detuvo, volvieron a besarse con ese olor a sexo en sus bocas. Se fueron a la habitación.
Asier fue a buscar un condón y lubricante. Se acerca a la cama con un pote, lo deja en la mesita y se coloca el condón. Toma el lubricante, derrama gel en su mano para colocarle a Asdrúbal y el resto en su pene.
–Yo no sé si te gusta ser pasivo pero quiero cogerte.
–Cógeme.
Asier se puso sobre Asdrúbal colocándole las piernas abiertas hacia los lados, comenzó a penetrarlo lentamente –Relaja el culo, anda, te va a doler –Poco a poco iba metiéndolo hasta que sintió el contacto con Asdrúbal que tenía a Asier tomado por los hombros y el rostro le había cambiado, estaba excitado.

Muy lentamente iba moviéndose, sus caderas bajaban y subían a un ritmo constante pero suave. Asdrúbal se aferraba a las sábanas. Asier se agachaba para besarlo y seguir. Se levantó de la cama y le dijo que se volteara. Ahora lo penetraría boca abajo. Esta vez entró rápidamente pero siguió con suaves movimientos.
Unos minutos después se levantaron de la cama ambos y se fueron al baño. Le dijo a Asdrúbal que montara una pierna en el lavamanos y ahí, los dos de pie volvió a penetrarlo.  Sintiendo como le tocaban la próstata, Asdrúbal no podía aguantar más las ganas de venirse y lo hizo derramando todo sobre el lavamanos. Esta vez Asier comenzó a darle más rápido y duro para el venirse también.
–¿Dónde la quieres, dónde la quieres dime?
––Donde tú quieras.
–Dime donde te gusta que ya me vengo.
–En las nalgas.
Asier retiró el pene y se sacó el condón y le acabó donde había querido, en las nalgas.

Entraron a la ducha y comenzaron a besarse. Enjabonó a Asdrúbal de pies a cabeza. Al salir de la ducha se secaron y se quedaron desnudos. Ya eran las tres de la mañana y tenían solo un par de horas para dormir así que se fueron directo a la cama.
–Estuvo muy rico lo que hicimos, tienes un culo espectacular, yo quiero repetir otro día
–A mi también me gustó, me gustó que lo hiciste con calma, eso me gusta.
–Bueno, no te confíes, a veces me gusta salvajito, pero como eres mi novio te trato bien la primera vez.
–¿Qué te pasa? ¡Todavía no somos novios!
–Exacto, todavía.

Se levantaron a las cinco de la mañana con ganas de quedarse durmiendo. Asdrúbal tenía dolor de cabeza y le pidió un analgésico. Se ducharon juntos y no pudo aguantar las ganas de mamar de nuevo, así que se agachó le hizo acabar en unos segundos a Asier, que estuvo a punto de venirse dentro de la boca de Asdrúbal.

Tomaron un café y salieron del apartamento. Dejaría a Asdrúbal en su casa para él regresar a la suya para dormir un rato, vestirse y salir de nuevo.

–¿Esta tarde nos vemos?–Le preguntó Asier
–No lo sé, déjame ver que pasa en mi casa, ni siquiera avisé que me quedaba afuera.
–Te quiero en mi cama otra vez.
–Yo te aviso–Se agachó en la puerta del carro y le dio un beso a Asier en la boca–.
–Avísame cuando estés en la oficina.
–Seguro, ten cuidado por ahí.


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