viernes, 31 de julio de 2015

FINAL DE TEMPORADA Se me antoja quererte 10

Adriano y Américo

–¿Cómo pudiste ocultarme algo así Adriano? Yo lo sospechaba pero no quería aceptarlo y además todo lo que me ha contado tu amigo. –Decía la mamá de Adriano con lágrimas en los ojos al igual que Américo–

–¿Pero que es esto, de qué hablas?
–Yo mejor me voy, ustedes tienen cosas que hablar
–¡TÚ NO TE VAS DE AQUÍ, ENFERMO!

–Él me contó que eres gay y que lo estás acosando, que te tiene miedo y acudió a mi para que hablara contigo, pero yo los voy a dejar solos para que hablen y luego hablaré contigo.

Se levantó de la mesa limpiándose la cara con un pañuelo y se fue a su habitación. Adriano se quedó en la sala con Américo que se levantó de la mesa y le dio un beso en la boca. Se lo llevó hasta su habitación y cerró la puerta con llave.
–¿Me vas a golpear aquí en tu casa? Hueles a alcohol, ¿estabas bebiendo? ¿con quién? –Sacó una navaja y se la puso en el cuello– Adriano se quedó paralizado sintiendo la hoja de la navaja presionando su cuello.
–¿Qué coño pretendes con todo esto? ¿Acabar conmigo, qué coño te hice?
–Eso es lo que quiero saber, ¿qué coño me hiciste para estar así de enamorado. No me has respondido, con quien estuviste?
–Con un pana, no tengo porque darte explicaciones.
Américo tomó de la repisa una figura algo pesada y se dio un golpe él mismo haciéndose daño. Comenzó a sangrar.
–Mira lo que haces cuando te pones violento. Quítate la ropa –Volvió a ponerle la navaja en el cuello.
Adriano se quitó la ropa y se quedó en interiores. A pesar de lo asustado tenía una erección.
–Túmbate en la cama –Américo se desnudó y se montó encima introduciéndose el pene, una vez dentro volvió a ponerle la navaja en el cuello. Comenzó a subir y bajar sobre Adriano. Le dijo que agarrar la navaja, una vez que la tenía en su mano, Américo le tomó fuerte la mano y se hizo una herida en el pecho, la sangre salpicó las sábanas.
Seguía encima  y comenzó a apretarle el pene con su culo lo que hizo que Américo se corriera dentro de él. Américo se puso a llorar, se levantó de la cama y comenzó a tirar cosas y lanzarlas a la pared, salió del cuarto gritando con la ropa en sus manos.
La mamá de Adriano salió y vio a Américo sangrando.

–SU HIJO ESTÁ LOCO, LO VOY A DENUNCIAR. –Salió de l apartamento así desnudo como estaba, cerrando con fuerza la puerta. Un par de vecinos se asomaron y vieron al joven salir desnudo y con sangre pero no se atrevieron a salir.

La mamá de Adriano seguía llorando y nerviosa. Se acercó a la habitación de su hijo que estaba tirado en la cama desnudo mirando al techo mientras las lágrimas le corrían  por su sien.

–Nada de lo que te dijo ese psicópata es cierto mamá…la única verdad es que soy gay y tuve la genial idea de enamorarme de un enfermo. Nueve meses de relación tuve con él. Y estoy enamorado de ese tipo mamá, me persigue, me busca, va a mi oficina, se ha metido en mis cuentas, me pinchó los cauchos y para rematar no se llama Américo. ¿le sigues creyendo a él o a tu hijo? –Adriano seguía acostado sin moverse con la mirada fija en el techo y continuaba hablando –Me tiene vigilado, hizo que en mi trabajo se enteraran que soy gay, igual que en la oficina de mi papá. y ¿sabes qué? Ese hombre me gusta, me da morbo lo que hace, me excita pero no lo quiero cerca de mi, pero si le pasa algo me muero. Ahora te estarás preguntando quién es más loco de los dos.

Ella se acercó a su hijo y lo abrazó y comenzó a llorar. –Vamos a denunciar a ese tipo mi amor, lo vamos a meter preso–

–¿Cómo, no es quien dice quien es, tiene una denuncia en la policía pero no sirve de nada, irán a su casa a buscarlo. Déjame sólo mamá, me quiero duchar y vestir, es primera vez que me ves desnudo, sal de mi cuarto.

Adriano quedó acostado así toda la noche. En la mañana lo despertó su celular. Era la policía para decirle que ya habían ido a la dirección que él le había proporcionado.
El apartamento ya estaba vendido, lo vendió una inmobiliaria, el dueño del apartamento era un empresa fantasma que nadie sabe de su existencia fiscal. La policía estaba como al principio, sin nada, necesitaban más información o pruebas distintas a las  tienen.

Adriano se levantó de la cama. Eran las 10 de la mañana y tenía que ir a la oficina, fue al baño y se vio sangre en su pecho. Entró a la ducha.
 

La ciudad en el oeste estaba en plena ebullición. Gente en la calle, tráfico y los buhoneros instalados en la acera dejando un pequeño espacio para que pasen los peatones. Uno de esos buhoneros es Alejo que seguía instalado vendiendo sus productos.

Un vehículo se estacionaba en la esquina frente a los buhoneros. Se bajó y cerró la puerta, comenzó a caminar hacia la calle donde estaban los comerciantes informales. Al llegar, se acerca a una muchacha –Disculpe ¿conoce a Alejo? –La muchacha levantó la mirada y le señaló a la persona que buscaba –El de la chemise azul de rayas–.

Llegó hasta el puesto de Alejo.
–¿Tú eres Alejo?

–Si, mi pana, ¿quién pregunta?
–No soy tu pana –Sacó un arma y la gente alrededor se alejó de inmediato dejando los puestos solos –No te metas con lo ajeno si es que quieres seguir vivo.
–¿Qué te pasa viejo baja esa arma que se te puede escapar un tiro.
Américo activó el arma –No se me va a escapar, te voy a disparar si  vuelves a ver a mi novio.
–¿Tú estás loco? ¿qué novio? Baja el arma.

–Adriano es mi novio –Le dio una patada a la mesa y la tumbó al piso –Se fue de ahí caminando de espaldas viendo a Alejo y apuntándolo hasta que llegó al carro y se fue.

–Maaarico…¿quién carajo es este frito? –Alejo cogió su celular y marcó el número de Adriano.

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