martes, 17 de noviembre de 2015

MALAS INFLUENCIAS. El mar como afrodisíaco. #FrançoisSomosTodos



Al día sigueinte luego del festival de ron y sexo que tuvimos, nos fuimos levantando progresivamente  desde las 11 am. Perdimos el desayuno bufé del hotel así que decidimos salir en busca de desayuno ya sean empanadas o cachitos en una panadería.
Lo más rápido de conseguir fueron las empanadas, están por todos lados, así que nos atragantamos 4 cada uno con el respectivo jugo y nos fuimos a la playa.

En mi carro iba Tomás, el que me cogí anoche y una de las chicas y en el otro carro el resto. Por el camino ibamos hablando Camila y yo, a ratos Tomás decía algo pero no participaba mucho.
Ya en la playa, alquilamos 2 toldos y 6 tumbonas. Las chicas se dispusieron a echarse crema entre ellas y luego a sus machos, que una vez folladas se sentían novias –nada más lejos de la realidad, una vez en Caracas las iban a despachar a sus casas-Tomás me aplicó crema a en la espalda y uno de los carajos nos vio.
–¿Y ustedes qué? Tuvieron fiesta anoche. –No abrieron la boca en todo el desayuno y lo sueltan ahora en la playa…pero bueno…respondí.
–La misma que ustedes pues. Le vi la cara a Tomás y no era de felicidad precisamente. Tampoco dijeron más nada. Entendieron.

Ya cuando estábamos instalados le dije a Tomás para entrar al agua, él se adelantó y me agarró Ernesto, el dueño del otro carro. –¿Te lo cogiste anoche verdad?
–Sí marico, pero deja la vaina, no digas un conõ que creo que está arrecho.
–Tranquilo,  peo de ustedes, ve a hablar con él, ahora vamos nosotros.

Entré al agua. –¿Qué te pasa chamo?
–Nada.
–Andas con una cara y no me diriges la palabra.
–Guevón ¿tú crees que yo no sé que en la universidad estaban con el peo de que alguien se acostara conmigo para confirmar que soy marico? Bueno ayer lo  comprobaste.
–Bueno ¿y cuál es el peo? Yo no te puse un arma pa’ que te dejaras coger.
–Si François lo sé, lo que quería es que dejaran la ladilla. Ya lo puedes decir a todo el mundo.
–Ya salimos de la universidad y tranquilo,  no le voy a decir a nadie yo quería saberlo porque me provocaba tirar contigo. Eres bien perra –le dije para relajar la situación, el se rió.
–¿Te gustó?
–Buuuuurda, que tirada marico, me dejaste loco.
–Tienes el guevo grande.
–Si pero mamando pareciera que te estabas metiendo un dedo ja, ja, ja.
–Por fa no le digas a nadie lo de anoche, yo sé que Ernesto y los demás ya saben pero no quiero que se riegue, además no es por ofenderte ni nada pero tienes una fama de puta en la Universidad, que bueno, te salva lo buen estudiante que fuiste y por eso la gente te respeta.
–Es que hay que ser puta con clase je, je, je. No me molesta eso. La gente que piense lo que le dé la gana y no voy a decirle a nadie.
Salimos del agua y pedimos unas cervezas.

Al rato les dije que quería caminar por la playa. –¿Te acompaño? –Me dijo Ernesto.
–No, quiero ir solo. –Me hizo un gesto con la mano de que me iba a tirar y me guiñó el ojo, me dijo con mímica si llevaba condón y le dije que sí.

Comencé a caminar, cuando ya tenía unos 50 metros, un hombre que estaba en un toldo se me quedó viendo, estaba con la mujer y su hijo. Un poco más alto que yo, cuerpo marcado sin ser musculoso, algo de vellos en el pecho y en traje de baño corto. Lo vi y seguí. Luego de caminar un buen rato y llegar a la montaña de piedra, me empiezo a montar por las rocas y veo como una cueva pero no decido entrar y me bajo para regresar.

Cuando comienzo a caminar veo que viene el hombre con su familia. La mujer está jugando en la orilla con el niño que debe tener 8 años, y él las espera, nos vemos me toco el guevo él me ve el bermuda y aparta la mirada hacia su mujer, yo sigo mi camino pasándole muy cerca.

Aún estaba lejos de mi toldo y doy la vuelta para ir a la montaña de nuevo. Paso de nuevo donde está el hombre, volvemos a vernos y le hago un gesto con la cabeza y sigo. Al llegar a la montaña, espero unos minutos ahí y emprendo el regreso, pero a lo lejos veo que viene el hombre hacia la montaña y me espero. Cabe señalar que no había nadie en esa parte de la playa, era perfecto para romper el hielo y se entregara o yo a él.

Ya más cerca comienzo a tocarme, el guevo se comienza a parar y al verlo a él, también está encarpado. Me le acerco y lo saludo tocándole el guevo que estaba lubricando y traspasaba la lycra.
–Vamos a la montaña
–No, me da miedo –Su guevo cada vez más duro y le daba miedo.
–Aquí no nos ve nadie, vente.
–Mi mujer está allá.
–Exacto, está allá, no aquí.  Ven -le suelto el guevo y me alejo esperándolo detrás de una roca. Luego de unos segundos va donde estoy yo.
–Yo subo primero y luego vas tú. Así hicimos, entré yo a la pequeña cueva y los pocos segundos llegaba el hombre. Le quité el traje de baño de un tirón y comencé a mamarlo, yo me desabroché el bermuda y lo deje caer. Estaba nerviso, la mano que ponía en mi cabeza le temblaba, pero su erección no bajaba.
–Ahora tú. –le dije. El tipo al ver mi guevo no sabía ni como agarrarlo, sumándole que le temblaban las manos
–Es grande.
–Mámalo. Te quiero coger.
–No, no, aquí no y menos me vas a meter esto. Me va a doler.
-No chico, anda, dame el culo.
–No, eso duele.
–Entonces cógeme tú.
–No tengo condón. –Se lo pasé y me volteé.
El tipo estaba muy nervioso, pero el guevo no se le bajaba, se puso el condón. Me daba la impresión que le gusta sentir que lo iban a descubrir. Comenzó a meterlo hasta que entró todo. Se sentía muy bien con eso adentro, no tenía las dimensiones mías pero era un buen guevo. Me agarró las nagas duro y las abrió. Dio 3 empujones y acabó.
–Disculpa, estaba muy excitado.
–Hazme acabar –Le dije. Estuve un buen rato pajeándome mientras el lo mamaba y no acabé.
–Me voy, me deben estar buscando, gracias.
–Ya va espera. Lo agarré y le di un beso en la boca.Le metí la lengua, le sostenía la cabeza para que no se apartara hasta que cedió y respondió el beso.
–Chao.
–Chao, no me veas ni saludes cuando pases.
–Tranquilo.

Regresé al toldo y solo estaba una de las muchachas. Ernesto y Tomás estaban en el agua hablando.

–¿Y la parejita?
–Se fueron a caminar hace raaaaato, creo que están en otra cosa.
–Je, je, je ok.

Entré al agua para conversar con los muchachos. Sorpresivamente Tomás se me acercó y se apoyaba en mi.
–¿Estabas tirando verdad? –Me dijo. Me quedé callado, me sentía culpable, ¿de qué? Era mi vida. –Se te nota, el rostro te cambió, estás como, no sé, algo hiciste.
–Un casado con ganas, ¿comemos algo?.
Salimos del agua y la otra parejita llegaba.
–¿Ves? A eso me refiero, tu cara era así como la de Felipe, no sé explicarte.
–Ya te dije que tiré con un casado, ya, listo.

Comimos todos juntos en uno de los locales de la playa, volvimos a los toldos a seguir charlando. Ya era casi la hora para irnos y de repente veo venir al casado. Me asusté, no sé por qué me asusté. Hay veces que la gente te hace sentir culpable o responsable de algo y entonces cuando pasa algo que a la otra persona le incomoda uno se siente mal.
Tomás me estaba haciendo sentir así. Me lo cogí y ya asumió que tiene poder sobre mí.

–Hola, este es mi número, escríbeme en hora de oficina, me llamo Julio.
–Ok, gracias. –Julio se fue rápido, la mujer salía del baño, iba con el hijo que también fue al baño.

Tomás volvió a poner la cara de culo y se fue en el carro de Ernesto, conmigo se vino la parejita. El asiento de atrás fue testigo de una mamada de guevo y yo manejando.

Las historias de playa continuarán.

2 comentarios:

  1. Guaoooo... bueno... eso suele suceder, tal vez el carajo se empepó con el por eso reaccionó como lo hizo... algunas veces sin sentirse obligado el corazón de las personas hace jugadas y terminas enamorándote por un largo tiempo...

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