lunes, 23 de noviembre de 2015

MALAS INFLUENCIAS. Sólo es química. #FrançoisSomosTodos



Mi jefe había cambiado mucho conmigo, ya no me saludaba como antes, casí no me dirigía la palabra, prácticamente teníamos una conversación vía correo. Cuando nos reuníamos evitaba verme. La verdad que me sintió mal esa actitud a pesar de pedirle disculpas en varias oportunidades en persona y por correo.

Pero mi cabeza estaba en otro peo; el trabajo y el chico que limpia en las mañanas. Cada vez que se ponía a limpiar los vidrios frente a mi cubículo se me quedaba mirando y se sonrreía. En cada vidrio, que es bastante extenso, se tardaba varios minutos y me observaba.
Era muy lindo, delgadito, blanco y los ojos verdes. Verlo ahí limpiando daba cómo cosita, se veía frágil.

En las mañanas llegaba muy temprano, de hecho cuando yo llegaba él ya estaba ahí. Me fijé que al llegar entra al cuartico de limpieza para organizar lo que va a usar. A veces cuando salía a hablar por teléfono, se me quedaba viendo y me sonrreía.

Una mañana que llegaba tarde, entré directo al baño, me estaba orinando. Me puse en el urinario y empecé a soltar el chorro represado, en eso escucho la puerta y al voltear era él. Se acercó donde estaba y se puso a limpiar los paneles que dividen los urinarios, cuando llegó al mío de la derecha se detuvo y se asomó a verme el guevo. Lo miraba y me miraba, seguía limpiando, se volvió a acercar e hizo lo mismo, hasta que…
–¿Lo puedo tocar?
–Claro. –extendió su diminuta mano, unos dedos delgaditos y blancos rodearon mi guevo. Su mano se veía aún más pequeña con mi guevo entre ella. Lo acarició varias veces y cuando se disponía a agacharse se abrió la puerta. Llegaban 2 compañeros, él siguió limpiando y yo solté y seguí meando. Me fui.
Al rato lo veo limpiando otros vidrios más apartados de mi visual pero él me buscaba con la mirada. El carajito me daba morbo, quería cogérmelo, dominarlo.

Al día siguiente llego un poco más temprano que de costumbre y hay muy pocas  personas, 4 para ser exactos, ni mi jefe había llegado. Me acerco al cuartico de limpieza y él está ahí. Yo hago que tomo agua del bebedero y él deja la puerta abierta y me invita a entrar. Entro.

Él se agacha y se encarga de sacarme –como pudo- el guevo por el cierre y comenzó a mamarlo. Esa boca no podía ni con la mitad de mi pipí pero ahí estaba fajado. Lo sacaba de su boca y me lamía la cabeza viéndome a los ojos. Una cara de sucio vicioso tenía el niño ese. Se levantó, bajó completamente el cierre de su braga y la dejó caer. Se bajó los interiores y me dio un condón.
–Métemelo. –Mientras me ponía el látex el niño se embadurrnaba el culo de saliva. –Dale despacio.
–No puedo, estoy apurado, aguanta. –Apoyé la cabeza en su hueco y ese culo se abrió solo, no hubo necesidad de empujar mucho. –Estás abierto, ¿ya te cogieron en tu casa? Le susurré, no respondió, no sé si es que no escuchó o el que calla otorga. Lo cierto es que ese culo estaba apretadito allá adentro y caliente. Se lo metía completo y se lo sacaba, estaba gimiendo y le puse la mano en la boca y comencé a darle duro.
Le levanté una pierna para que la pusiera encima de la batea. Ese culo quedó expuesto y más abierto. En una de esas que se lo saqué completó se echó un peo, uuf eso me dio un morbo, el hueco se le abrió más y se lo metí de coñazo y así empecé a darle lo más duro que pude.
–Ya me vengo, ya me vengo.
–No acabes adentro, sácalo, sácalo. –Lo saqué, me quitó el condón, se agachó y comenzó a mamarlo. Le agarré la cabeza y la empujé hacia mi para que se tragara mi verga completa y ahí me descargué. No tuvo más remedio que tragar. Se le aguaron los ojos al pobre pero disfrutó, estaba ¡rojo!.
Me acomodé el guevo y salí primero, luego él. Luego cuando coincidimos en el pasillo que yo iba a tomar café le pregunté su edad.
–19
–25, le dije.
–Cuando quieras repetimos, tienes una verga muy rica y grande. – El carajito me excitaba pero era una jevita, muy pasivita y muy mariquita pero con un culo delicioso.
–Claro que vamos a repetir.

Un sábado que tuve que ir al laboratorio a terminar un trabajo, me fui temprano para salir de eso y luego poder reunirme con unos amigos. Cual fue mi sorpresa al ver al niño de la limpieza limpiando la oficina.
–¿Y eso? ¿qué haces aquí?
–Bueno me tocó guardia hoy, limpiar una parte de la alfombra.
–Antes que la limpies vamos a ensuciarla. –Le dije.
 Se quitó la ropa y yo hice lo mismo y nos tumbamos en el piso. Me agarró el guevo y empezó a lamerlo y dejármelo bien mojado. Me masturbaba con sus babas, el guevo lo tenía brillante y lubricado.
–Cógeme sin condón. –Me dijo el inconsciente niño.
–Nooo que va, tú tienes pinta de ser bien puta y si me dices eso es que lo has hecho.
–Yo estoy sano.
–Si y yo pero ni a ti ni a mi nos consta. Ponte en 4 y pélame ese culo. –Busqué un condón en mi koala y le escupí el culo que ya lo tenía abierto. Este pana debe cagarse encima, tiene el hueco abierto. Mi guevo volvió a entrar como Pedro por su casa. Esta vez se puso a gemir como una loquita pero como estábamos solos lo dejé que se desahogara.

En una de esas que saco mi guevo le veo el hueco y lo tiene extremadamente abierto, me sorprendió, se levantó y buscó entre sus cosas un consolador de goma.
–Méteme esto y tu verga, anda.
Vi el consolador, mi guevo y su culo y pensé –Todo esto le entra -Y así fue, le entraron, 2 vergas en su distendido culo.
En la emoción del momento se me suelta el consolador y entra en su culo y yo me asusto. Saco mi guevo y la goma esa se queda adentro. Lo que me pasó por la cabeza fue el bolso del gato Félix, que cabe todo.
–Chamo tienes el bicho ese adentro.-Dije eso y la puerta de la oficina comienza a abrirse, gateamos a toda prisa a escondernos debajo de mi cubículo, pero la ropa queda tirada en el pasillo. Me asomo y la persona que vino se va al otro lado de la oficina. Vuelvo a agacharme debajo del escritorio.
–Mira, ya se me salió. –No me extrañó que se le saliera, el culo es un túnel. ¿Cómo un niño de 19 años puede tener el culo así? ¿Habrá tirado más que yo?. A veces me ponía a pensar unas estupideces, como si estuviera compitiendo con el mocoso este o con cualquiera.
Como pudimos nos vestimos, él siguió con su trabajo y yo con el mío.

Una hora después del episodio en la alfombra,  ya estaba a punto de irme cuando se me acerca el carajito de nuevo.
–Este es mi celular y mi dirección, comparto casa con 3 amigos, somos gais todos, puedes visitarme y quedarte a dormir.
Mi mente se trasladó al apartamento que compartía sin conocerlo y me imaginé un lugar asqueroso, lleno de condones usados, camas sin hacer, cocina sucia y culos abiertos. Volví a la oficina y leí el papelito que me dejó, ya se había ido.

~Barrio La Amapola, casa 43, La Vega~

–¿Y este pana pretende que yo me meta a esa zona? –Bueno, tocó conocer La Vega.

Hasta luego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario