miércoles, 11 de noviembre de 2015

MALAS INFLUENCIAS. Visita al pediatra. #FrançoisSomosTodos



De los 15 a los 20 años fue una época jodida, no para mí, para mi mamá. Luego de estar con Soto, el técnico, yo me sentía que era el mamador del siglo. Muchacho que se resbalaba en el colegio, pum yo me agachaba y le mamaba el guevo, los hacía acabar pero no en mi boca, me daba asco aunque nunca lo había probado.


A los 17 en mi fiesta de fin de curso se lo mamé a 2 compañeros y ellos me dijeron que uno de los profesores le gustaba la vaina, ese día estaba pasado de tragos y bueno, terminamos los 3 agachados como Rómulo y Remo con la loba. Luego nos enteramos que al profesor lo botaron pues lo consiguieron en eso con dos chicas.

Ya en la universidad  casí para cumplir 18, nos lanzábamos unas rumbas diabólicas con alcohol incluído, mi carro era el territorio para las prácticas felatorias. Siempre llegaba a casa oliendo a alcohol y semen. A eso olía mi carro todo los días.

Llegaron los 20 años, con un carro nuevo –el anterior, le insistí a mi madre para venderlo porque fallaba mucho,en realidad no hubo manera de quitarle el olor que ya parecía parte de el carro. Ya vendrían nuevas aventuras y experiencias por explorar.

Ya estaba avanzado en mi carrera de Química, modestia aparte era un cerebrito, en la Universidad Simón Bolívar me llamaban así, pero también me apodaban felaneitor. Se creó el mito urbano que yo le mamaba el guevo a todo bicho de uña que entraba a la Universidad. No era cierto, de hecho nunca nadie me había visto en esas cosas, pero sí, he mamado guevo en esa universidad en los sitios más insospechados. En las montañas intentaron penetrarme pero me dio miedo, no había salido de mi zona de confort nunca , que eran las mamadas, así que todavía era virgen aunque la universidad dijera lo contrario.

Un día, luego de salir de la Universidad, queria estar solo y me fui a una cafetería en Los Palos Grandes, Arábica, epicentro de la tarde de café más gay. Pido mi café y me pongo a revisar mi celular, al levantar la mirada veo a un señor, su cara me es familiar, al volverlo a ver, lo llamo.
–¿Guillermo?
–¿Sí?
–Epa, soy yo François, tu paciente cuando era niño –Él me miró sin acordarse mucho pero algo lo hacía dudar.
–El hijo de Rebeca –La memoria es una vaina muy arrecha y mi pediatra a pesar de los 50 años se acordó.
–Coño carajito tú si estás grande y fuerte, ¿haces ejercicios? –me tocó los brazos como quien quiere algo más. Además que Guillermo era bello, es bello.
–¿Y el doctor Antonio? ¿Siguen juntos?
–No…Antonio murió hace 5 años, un infarto.
–Wao…lo siento, ustedes tenía años juntos.
–15 años, pero bueno, ya tengo pareja de nuevo desde hace 2 años ¿Y tú? ¿las novias?
–Soy gay también – Guillermo se le iluminó el rostro, yo creo que hasta su pipí lubricó
–¿Nos tomamos el café juntos? –Le dije que sí, un sí que casi raya en deseperación.
En 30 minutos nos pusimos al día, para luego montarnos en mi carro para darle la cola a su casa pues su carro estaba en el taller.
Ya montados en el carro, paso la llave y hago la pregunta –¿Dónde vives? –Su respuesta fue un beso endoscópico que duró una eternidad y más allá.
–Vivo en Chulavista, ahí te voy a coger –Me volvió a besar.
–Te llevas a un virgen –Dije.
–Te voy a reventar ese culo. –Dijo. -Creo que no creyó mi gran verdad.

Llegamos y el apartamento era EL APARTAMENTO. Ahí vive un gay, todo era de diseño, diáfano, minimalista, sutil, casi quirúrgico todo, nada fuera de lugar, aséptico.
–¿Quieres tomar algo?
Me volteé para responder y ya la lengua estaba en mi garganta. La verdad es que tenía sed pero necesitaba deshacerme de algo; mi virginidad.
–Vamos al cuarto. –Fue una orden.

Me quitó la ropa ahí, los dos de pie, se desnudó y al bajar la mirada vi con lo que me iba a estrenar, no era Soto, pero aquello tampoco era para principiantes, tragué saliva y le dije –Me lo metes despacio-.
Me agarró la cara por las mejillas un poco fuerte y me besó luego me dio una cachetada y me escupió la cara. En se momento me sentí humillado. Mi primera vez iba a ser de manera ruin. No puse resistencia.
–Ponte boca abajo y relájate. –Buscó un pote de lubricante y el condón, cuando lo vi ponerse la capucha en aquella vara larga y algo gruesa se me tensó hasta el dedo meñique.
Derramó un buen chorro de lubricante en mi culo, estaba frío, lo sentí llegar a mi hueco y luego sentí sus dedos jugar ahí dentro dilatando con suavidad, para mi era un experto, bueno es médico sabe lo que hace, dilatar es su trabajo.
Yo me sentía una vaca a punto de parir, sentía que mi culo era un túnel y ni siquiera me había penetrado con su falo, pero ya iba a eso, volteé mi cara para verlo.
–Afloja el culo coño. –Separó mis nalgas y la cabeza tocó la entrada, cerré y me dio una nalgada. Me acordé de su novio muerto.
–Puja, como si fueras cagar.
–Es que me voy a cagar.
–Coño puja –Pujé y lo metió. Sentí que me había metido el tubo de la cañería, mis ojos se pusieron blancos y ahora si que apreté ese culo, creo que le exprimí el guevo, luego aflojé y ese hombre comenzó a darme duro y yo boca abajo con la cara pegada a la almohada y la mordía –De ahí que a los pasivos le digan muerdealmohadas –me gradué de pasivo con mi pediatra-
–Me estoy cagando –le dije y era literal, sacó el guevo y mejor pasemos a que estaba en el baño pasando la vergüenza de mi vida. Luego de darle 25 veces al aparatico de Glade, salí.
–Perdón, que pena.
–Tranquilo, esas cosas pasan, pero para la próxima hazte el lavado.
En mi cabeza yo pensaba -pero si yo me lavé el culo - luego aprendí que para ser un buen pasivo hay que meter agua adentro hasta que salga limpia.
–No hemos terminado, ponte en cuatro.
–Y si sale otra vez…
–Shhh – de nuevo condón y lubricante, yo sentía que olía a mierda por todos lados, me lo metió y esta vez sin contemplaciones, aquello se deslizó como cuchillo caliente en mantequilla y volvió darme duro y duro y duro. Volvi a sentir que me cagaba pero no, era mi próstata en plena estimulación.

De repente se puso más agresivo y me agarró por los hombros y empezó a gruñir, 2, 3, 4 veces –Este debe haber acabado. Pensé. –Y sí, acabó, se retiró de mi culo y al ver el condón colgaba de tanta leche que había en el látex. Se fue al baño a limpiarse, el condón salió sucio de nuevo.
Regresó y fui yo a limpiarme para echarme en la cama.
–No te instales mucho que mi pareja debe estar por venir. –Me dijo eso y yo me sentí la otra, me vestí rápido y me abrió la puerta.
–Ya te quité el virgo, cuando quieras te vuelvo a coger. ¿quieres una chupeta? Ja, ja, ja

Luego de este momento inolvidable de perder el virgo y removerme las tripas me dije que para la próxima quiero cogerme un culo, pero primero seré el mejor pasivo de esta ciudad.

Nos vemos luego.

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