miércoles, 10 de febrero de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Yo y mis ganas de sexo.


Ya estábamos en la ambulancia rumbo a la clínica. Había llamado a Humberto y a Caín. Abel no reaccionaba, estaba inconsciente y había perdido sangre.


–Aguanta Abel, aguanta. –Yo no paraba de llorar y uno de los paramédicos me puso la mano en mi hombro.

–Va estar bien, ya vamos a llegar. –Me dijo. Le vi a los ojos y sonreí, él quitó su mano del hombro y bajó la mirada.

Al rato caí en cuenta que mi carro lo había dejado en el estacionamiento del centro comercial.



Llegamos a la clínica y entramos a Emergencias yo los seguí, una vez que lo estaban estabilizando para entrar a quirófano le puse el escapulario que me regaló Jack. –No se lo quiten. -Le dije a la enfermera.  –Para que lo proteja. –Me sonrió y siguió en lo suyo.

Salí y llegaba Humberto con Caín que apenas me saludaron y entraron a Emergencia.



A los pocos segundos salieron pues iba directo a quirófano. Le expliqué a Humberto lo que sucedió y me agarró de los hombros -Yo estaba sin camisa– y me zarandeó.

–¿POR QUÉ LO DEJASTE SOLO?

–Papá déjalo, ya te explicó lo que pasó.

–Tú cállate, cada vez que dejas a tu hermano solo, le pasa algo.

–¿En serio?. -Les dije, Caín afirmó con la cabeza. En 3 oportunnidades pasó, cuando eran niños, Caín dejó a su hermano solo en el parque y el columpio donde estaba montado se partió y se dio un fuerte golpe. A los 11 años Caín se fue a una fiesta de cumpleaños pero Abel no pudo ir pues estaba castigado, le dio sarampión y casi se muere. A los 14 años –esto no lo sabe Humberto– Explorando por primera vez el sexo se fueron a un baño. Abel comienza a mamarle el guevo a un tipo como de 35 años y Caín se sale del baño pues hay mucha gente. El hombre intentó violarse a Abel y lo golpeó, pero los gritos de Abel lo salvaron, Caín lo sacó corriendo del lugar antes que llegaran los vigilantes.



Uno de los médicos que estaba atendiendo a Abel sale y nos dice que necesita sangre para el chamo pues ha perdido mucha. Humberto no puede donar pues le dio hepatitis y Caín es menor de edad.

–Doctor sáqueme la sangre que necesite, toda la que necesite.

–Vamos a ver, necesitamos reponer busquen donantes y usted vaya al banco de sangre ya.



Llegué al banco de sangre y tuve que mentir en la planilla, pues si uno es gay es persona promiscua y de alto riesgo, en mi caso estaban en lo cierto, pero necesitaba dar sangre y yo estaba sano.

–Sáqueme 2 bolsas.

–Sólo se le va a extraer una bolsa.

–Le dije que me saque 2 yo asumo el riesgo, yo firmo lo que tenga que firmar. -Tanto insistí que accedieron. Luego de sacarme la sangre me tuve que quedar una media hora acostado, me trajeron un jugo 3 en 1 para recuperar fuerzas. Entre la espera llegaron 3 personas más para donar sangre.



Al salir de ahí me fui a la cafetería para comer algo. Seguía mareado pero nada para preocuparse. Me coseguí de frente al paramédico que venía en la ambulancia.

–¿Cómo sigue el muchacho? ¿es tu hijo, sobrino?

–No, no, es un alumno al que le doy clases particulares, al parecer estable, más tarde lo bajan a la habitación.

–Qué bueno,  ¿vas a tomar algo?

–A comer, doné sangre.

–Ah bien, bueno te invito, tienes que alimentarte.

–No chico, acompáñame nada más.



David se llamaba el paramédico. Comenzó a preguntarme si estaba casado, si vivía solo. Me veía a los ojos.

–Soy químico y profesor y soy gay David, no le des más vueltas.

–Ah que bien. Me encantaría conocerte más pero hoy me provoca hacer otra cosa.

Le dije que yo también y me dijo que fuéramos al 5to piso que está en obras y hoy no hay obreros que podíamos hacerlo ahí. Le escribí a Humberto para saber de Abel y que estaba con un amigo conversando que ya regresaba. Afortunadamente Abel estaba estable y en un par de horas más bajaría a la habitación.



Llegamos al 5to piso y fuimos hacia la izquierda, estaba oscurísimo, cuando caminamos unos pasos se detuvo y se volteó a darme un beso. Como pudo me metió la mano por dentro del pantalón y tocó mi guevo.

–Coño…¿qué tienes ahí bajo?

–Un trozo que te voy a meter.

–No chamo es vaina no me la voy a meter. Sólo te lo voy a mamar.



Le desabroché el pantalón, hasta que cayó al piso y le bajé el interior. Un pequeña línea de luz que entraba por una ventana sucia se distinguía una mata de pelo entre sus piernas y el guevo… ¿qué guevo?.

Brillaba por su ausencia…

…allá abajo había una cuca, vagina, vulva ¡Dios! Un trans.

–Ya va, ya va, ya va, ¿qué es esto? –Volví a tocar y no había duda. –¿Eres una mujer?

–Si, pero no me he operado y no lo haré, he tenido éxito así como estoy. Pensé que te gustaría por eso no dije nada…

Lo volteé y me puse el condón. –Yo vine a cogerme a un hombre y eso voy a hacer, así, con el culo peluo igual que el pecho. -Ahí de pie, le abrí las nalgas y se lo metí. El hombre, o mujer ya no sabía nada, comenzó a gemir fuerte, le dolía pero lo disfrutaba, cada vez gritaba más duro y le ponía la mano en la boca pero él se la quitaba, se lo estaba metiendo completo, el calor era insoprtobable y además vestidos.

Ahí seguíamos de pie y yo partiéndole el culo a un trans.



–¡Métemelo por la cuca anda, métemelo, sácalo y mételo por el otro hueco!. -Estaba tan excitado que ya no me importaba donde lo iba a meter pero me saqué el condón y más abajito lo metí, ahí David se volvió loco o loca, ya no gemía sino que me formba peo. –¡Dame duro coño, mételo duro, cógeme!. –Shhh no grites. -Él seguía gritando insultos. Eso me estaba poniendo mas quesúo. Sentía mi guevo mojado y caliente y ya estaba a punto, ya teníamos un buen rato en eso y me corrí.

Acabé en una vagina, en mi primera vagina. El orgasmo de David fue impresionante, de su cuca destilaba el flujo como un grifo hasta que terminé por sacarlo.



Yo mismo estaba impactado de lo que había hecho. Cuando levanto la mirada teníamos a un médico y una mujer que salían de no sé donde, estaban en lo mismo que nosotros.  Como si nada, se fueron y nosotros hicimos lo mismo.



–Fue la mejor cogida que me han dado, verga que divino y por los dos lados. Eres un bestia, que guevo tienes. Anota mi número. –Le repiqué, para que tuviera el móo, algo me decía que yo volvería a ver a este tipo y repetiríamos. De verdad que se siente bien mi guevo dentro de una vagina, pero una vagina así que la tengo un tipo pelúo. ¡Dios! ¡que retorcido!.



Regresé al piso 2 y ahí estaba Caín hablando por su celular.  Le pregunté por la habitación y me señaló la puerta mientras seguía al celular.

En la habitación estaba Humberto y una amiga de él, Abel estaba despierto hablando con la mujer.

Abracé a Humberto. –Discúlpame por haberte hablado así antes, estaba nervioso.

–Tranquilo, luego te cuento algo.



–¿Cómo está el que se cree superhéroe?

–Gracias por estar ahí y no abandonarme.

–¿Pero como te iba abandonar ahí, si estaba más angustiado que tú? Me moría si te pasaba algo.

–Tú estabas tirando. –Me dijo Abel para luego toser.

–No estés hablando mucho que te agotas.

–Estabas tirando ¿verdad?. -Me dijo en susurro.

–Si, luego te cuento, no vas a creer lo que me pasó.



Un par de días estuvo Abel hospitalizado. Luego en su casa, me comprometí a cuidarlo. Caín se puso un poco celoso porque no le prestaba atención, pero la verdad es que a ambos los quiero y no quiero que les pase nada nunca, en esos días abracé a Caín y se lo dije y lo que me respondió me dejó frío.



–Yo sé y estoy seguro que Abel está enamorado de ti, pero es que yo también y no sabes las ganas que tengo que algún día te fijes en mi para otra cosa más que tirar. Eres el tipo ideal para empatarse y hacer una vida juntos. Pero si en algún momento escoges a mi hermano, lo entenderé y me aparto, a mi hermano lo adoro y quiero que sea feliz.



A mi se me arrugó el corazón y por primera vez sentí algo distinto a lo que siento cuando tiro con alguien, sentí algo bonito, sentí que puedo enamorarme, pero es que con los gemelos no me veo en una relación. Pero lo que me dijo Caín me conmovió.

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