martes, 19 de abril de 2016

MALAS INFLUENCIAS 7. En buena compañía.


Me monté en la moto de Jack y rodamos y rodamos y rodamos. El camino nos llevó a La Guaira y ya era de noche.


–¿No crees que es peligroso que estemos aquí de noche?

–Estás conmigo. ¿Cuando estoy cerca de ti te ha pasado algo?

–A mi no, a los que tengo alrededor, voy a pensar que soy pavoso o que tú eres el pavoso.

No sentamos en la arena cerca de la orilla del mar, creo que la playa era Alí Babá, no estaba seguro. Jack cargaba dos armas. Estaba todo oscuro, apenas la luna menguando iluminaba algo.



–Cuéntame, ¿cómo es eso que vas a ser papá?

Le conté lo que había sucedido hace un par de meses con David y mi posición al respecto del aborto. Mientras le contaba Jack me miraba fijamente a los ojos, o bueno lo poco que podía ver entre lo oscuro y su pasamontaña. Se quedó callado unos segundos y luego habló:



–¿Tú no crees que David está en todo su derecho de decidir? Tú no estabas esperando a ese bebé y él tampoco, para que traer un problema, están a tiempo de interrumpirlo.

–¿Te parece bien que se practique un aborto? ¿No es mejor que nazca y decidamos que hacer, a lo mejor nos encariñamos y queremos tenerlo o lo podemos dar en adopción a alguien que de verdad lo quiera?

–Deja que David decida. Yo si quisiera tener un hijo.

–Yo no estoy preparado para ser papá.

–Nadie está preparado François, ni las madres, pero hay que echar para adelante y punto. Pero este no es el caso, tú quieres que lo tenga, David no quiere y debes respetar la decisión que tome y si decide tenerlo espero que estés tu ahí para apoyarlo. -Hubo una pausa. –Yo lo que no entiendo es cómo se te ocurrió tener relaciones con un transexual que no está operado y tener relaciones por la vagina ¿en qué estabas pensando?

–Es que no estaba pensando con la cabeza de arriba…que quieres que te diga.

–No dejes a David solo en esto, mira que tú tienes tu cuota de responsabilidad, ya no tanto por el aborto que quiera hacerse o no, sino que él está en una transición y esto le puede afectar.

–Él es paramédico.

–Como si fuera psicólogo François. A veces creo que piensas con la cabeza del guebo.

En un descuido le arranqué el pasamontaña y pareciera que le hubiese mentado la madre. Me agarró por el cuello y me tiró en la arena.

–¡No vuelvas a hacer eso!

–¿Y hasta cuándo esta mariquera de estar ocultándote tras una tela? Ya tiramos, ¿Qué más vas a esperar?, además con esta oscuridad no te veo nada igual. –Se colocó el pasamontaña de nuevo.

–Yo decidiré cuando te daré la cara. Antes no.

–Ya me tienes cansado con esa frase.

–Pero igual quieres estar conmigo y saber de mi.

Me quedé callado, se me acercó y me dio un beso. Nuestras lenguas jugaban, sólo nos tocábamos con nuestras bocas. Se separó y miró hacia el frente.



–¿Cómo quieres que me enamore de ti si vas por la vida tirando con cualquiera?

–Yo no quiero que te enamores de mi, yo no estoy enamorado de ti. –Me volvió a besar, esta vez tomó mi cabeza con fuerza y el beso fue más profundo. Se volvió a alejar.



–La noche que te entregaste a mi en la posada no lo haces con todos los que tiras, eso se siente. -Tenía razón…esa noche fue increíble. No le discutí eso.

 –¿Cómo están los gemelos y su papá?

–Bien, todos bien gracias a Dios.

–Esos chamos te adoran, en el colegio son buenos estudiantes y hablan de ti y sólo cosas buenas, del sexo que han tenido no hablan. Eso es otra cosa que me mortifica de ti, andas tirando hasta con menores de edad y luego te vas al extremo y lo haces con un anciano que era mi abuelo. -Otro silencio largo.

–Lo siento Jack…de verdad, como saber que era tu abuelo. Por todo eso que me dices no sé porqué aún sigues cerca de mi y con ganas de ser más que mi protector.

–Es que soy tu protector no porque me dio nota…sino porque…-Otro silencio. Se levantó y comenzó a quitarse la ropa. –Vamos, desnúdate que nos vamos a bañar.



Se quitó la chaqueta y al quitarse la franela, la poca luz que bañaba su cuerpo delineaba sus bien formados pectorales y sus abdominales marcados entre luz y sombra. Dejó caer el pantalón. Un interior blanco guardaba unas nalgas redondas, firmes y duras y por delante un pene grande con un par de bolas de buen tamaño. El muy perro se quitó el interior despacio, sacudió su guebo para luego quitarse los zapatos y el pantalón. Ya yo estaba desnudo, se quitó el pasamontañas y me tomó de la mano. –Sígueme.



El agua estaba helada, por primera vez no tenía una erección y no porque no quisiera repetir con Jack, creo que iba más allá del sexo, estar con él se convirtió en una necesidad, en unas ganas de verlo. En cambio Jack se le estaba parando. Terminamos de entrar al agua, dábamos pie pero él me dijo que me abrazara a él y lo rodeara con mis piernas.



–¿Por qué nunca terminas de decirme el porqué estás cerca de mi?

–Porque estoy enamorado de ti. –Me dio otro beso y nos sumergimos en el agua helada. Debajo, en aquel silencio el tiempo se detuvo con los ojos cerrados besándonos ya no me importaba nada, ya no quería saber de nadie, sólo él y yo en esa playa de noche.

Salimos a la superficie, me alzó y colocó su guebo en mi culo para penetrarme, el agua no ayudaba mucho pero con su mano fue guiando la penetración hasta que lo metió, iba cediendo, cediendo, cediendo hasta que entró completamente.

–Quiero que seas sólo mío, te quiero para mí.

–Te quiero conmigo Jack. –hablábamos y con nuestras bocas a escasos centímetros una de la otra, sentía su aliento, mi corazón latía con fuerza, sus brazos me rodeaban y me sentía protegido. Me aprisionó contra su pecho, muy fuerte y se corrió dentro de mi.



Retiró su guebo, tomó mi cara acercándola a él y de nuevo un beso. –Vamos a salir. -Nos acostamos en la arena.



–Hoy por fin te confesaste.

–No creo que haya sido sorpresa para ti lo que te dije.

­–No, pero me encantó escucharlo de ti.

–Para mi tampoco fue sorpresa  saber que tú no sientes lo mismo.

Me puse sobre él, ahora veía algo más de su rostro pero era confuso. –No estoy enamorado de ti, pero estoy sintiendo cosas que con más nadie he sentido y creo que eso es un gran avance, yo no quiero dejar de verte y estar contigo y hacer el amor.

–Hacer el amor, eso es lo que quiero que hagas a partir de hoy, el amor y conmigo.

Me volví a acostar boca arriba al lado de él, nos tomamos de la mano.



–De momento vamos a disfrutar de este cielo estrellado y ya se verá que pasa con nosotros. -Me dijo.

–Gracias por esta noche mágica.

–Esta es la segunda de muchas. –Comenzamos a hablar de mis inicios sexuales, él se reía pero me criticaba, yo le preguntaba de sus cosas y evadía el tema contándome sólo lo que quería y llegó un momento en que me dormí y no supe de mí.



Abrí los ojos y estaba amaneciendo, la playa seguía sola, busqué mi reloj, eran las 5:47 de la mañana y estaba solo en la playa, Jack no estaba y me puse nervioso. Me vestí rápido y me fui hacia la calle.



–Hey hey hey ¿para dónde vas? No has desayunado.

Era Jack que venía con unos jugos y una bolsa de papel grasienta y supuse que eran empanadas. Me estiré y bostecé.

–Dormilón.

–Pensé que ya no tendrías el pasamontaña. -Me lanzó mi bolsa de empanadas.

–Come y calla.

­¿Y tú dónde conseguiste estas empanadas a estas horas?

–Tengo mis contactos.

–Eso es lo que tienen los sicarios ¿no? Contactos. –Hubo un silencio incómodo, Jack se metió un buen trozo de empanada en la boca, bebió jugo y se puso el casco.

–Epa disculpa, fue un chiste malo.

–Móntate para llevarte a casa.

–Ya va Jack, te pido perdón.

–Tienes razón François, no tienes que pedir disculpas, lo que hago no es fácil de digerir y creo que eso es lo que te frena para estar conmigo.

–Algo de eso hay, pero anoche lo dijiste muy bien “ya se verá que pasa con nosotros”. Te propongo algo.

–¿Qué será?

–Yo manejo la moto.

–¿Tú? ¿Sabes manejar?

–Raro que no lo sepas, tú que sabes todo, dame las llaves.

–Mosca. –Me monté y él detrás de mi.

Arranqué la motó y salimos a toda velocidad.

–Ve con cuidado, nunca he ido de parrillero. –Aceleré y agarré la avenida, no había nadie y levanté la moto en una sola rueda, cayó al suelo de nuevo y seguimos y crucé el volante y frené.

–¿ESTÁS LOCO?

–Tranquilo, sé manejar, agárrate. -Luego de pasar el primer túnel sentí los brazos de Jack rodeándome y la sonrisa no se fue de mi cara. Llegamos al edificio.

–Quítate el casco. –Jack se retiró el casco y me acerqué para darle un beso. –Gracias por la noche de anoche.

–Sube, que tienes que irte a trabajar. –Detrás del pasamontañas había una sonrisa, hermosa, que descubría a medias la dentadura perfecta y blanca que tenía.



Entré a mi casa, me sentía muy bien, tanto que volví a escribirle a Jack para que se quedara conmigo hoy en la noche.



–<No puedo, tengo trabajo, me desaparecí desde la tarde de ayer y ahora todo se ha complicado>

–<No importa, otro día>

–<Otro día a lo mejor no estaré en este mundo François, hablamos luego>



Otra vez Jack desconcertándome.

No hay comentarios:

Publicar un comentario