miércoles, 27 de abril de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Preso.


Llegamos al CICPC, el policía que manejaba la patrulla me llevó a la celda mientras llegaba mi abogado para rendir declaración. De mi mente no se iba la imagen de Jack.


–Yo también soy gay, yo estaba en el local en el lanzamiento de la película. –Me dijo el policía, un tipo corpulento, muy blanco y de cabello negro igual el vello de sus brazos era negro y abundante. –Me dio un morbo cuando estabas tirando ahí arriba, cuando dijeron que querías ser pasivo estuve a punto de decir que yo subiría pero se me adelantó aquel tipo.

–Gracias. -Alcancé a decirle. Me dejó ahí y me senté en el banco de cemento, apoyé mis manos en mi cabeza y comencé a llorar, no por estar preso, era por Jack, no sabía nada de él y no iba a saber, su celular se había quedado en la playa y ahora lo tenía yo.



Media hora después llegó mi abogado y le pedí que llamara a Humberto y le avisara de mi situación. Rendí declaración, dije la verdad, que el hombre que se había montado en la tarima me sacó de ahí y me llevó a Choroní y estando allá lo secuestraron. –Sólo sé que se llama Jack, lo he visto otras veces, sí, es un sicario, pero no le había visto la cara hasta esa noche. -Esa historia la repetí una y otra vez, me dejaron en comisaría, al día siguiente luego de declarar nuevamente y pagar la fianza, saldría en libertad.



Ya en la noche el policía se acercó a la celda y me trajo un sanduche y un refresco.

–Toma, come algo debes tener hambre, por cierto, me llamo Eduardo. -Me dio la mano y me la apretó. –Más tarde paso a verte.





3 de la mañana y Eduardo pasó por mi celda, yo estaba dormido estaba teniendo un sueño con Jack, reviviendo el secuestro y luego veía como lo torturaban. En eso siento una mano que acaricia mi antebrazo y abro los ojos y me asusto.

–Shhh no hagas ruido. -Me dijo susurrando. –Sólo estamos mi compañero tú y yo pero ahora duerme y la en la otra celda están durmiendo también.

Yo seguía recostado y el comenzó a desabrocharse el pantalón, se los bajó hasta las rodillas y con la poca iluminación que había y a contraluz le vi el interior, era pequeño y blanco. Guardaba un pene grueso que luchaba por salir de aquella diminuta tela. Lo sacó.



Me levanté del banco de cemento y me arrodillé para mamárselo. Sorpresivamente el guebo le olía muy bien, como recién lavado, algo que agradecí. Me lo introduje todo en la boca y él me sostenía la cabeza. Sus piernas y nalgas eran muy peludas, eso me excitó. Aunque ya estaba con el guebo parado seguía pensando en Jack, tanto así que no me di cuenta cuando Eduardo me levantó del piso y me dio un beso en la boca.

–Lo haces muy bien. –me dijo susurrando. –En el bolsillo del pantalón tengo un condón, sácalo y me lo pones. Mientras lo buscaba, me agaché para seguir mamándolo un rato más, él no le molestó la idea. Le puse el condón y volví a mamárselo mientras me llenaba el culo de saliva. Eduardo hizo lo mismo con su guebo y mi culo. Volví a ponerme de pie, Eduardo me volteó y me puso contra los barrotes, poco a poco fue metiéndolo.



Cuando ya lo tenía todo adentro, me tomó por el pecho y empujó más. Y así, sin sacarlo nos fuimos caminando hacia la poceta, se sentó y me empecé a mover yo. Luego de varios minutos me dijo que me pusiera en 4 en el suelo, se agachó y volvió a penetrarme. Abrió mis nalgas y lo metió todo. Así como lo metía, lo sacaba completo y volvía a meterlo.



A lo lejos sonaba un celular. –Coño mi celular está en la oficina. –Luego de unos segundos dejó de sonar y siguió cogiéndome mientras yo me volteaba para besarlo. Comencé a masturbarme.

–Estoy punto uf, apriétame el guebo. -Me dijo. Lo hice, seguí dándome hasta que sentí como me agarró fuerte de la cintura y dio un empujón acabando dentro. Se apoyó en mi espalda y poco a poco retiró el guebo sujetando el condón.



–Eduardo, Eduardo, Eduardo. –Lo llamaba el compañero en voz baja.

–Mierda, vístete rápido. –Me dijo mientras él se levantaba el pantalón, estábamos sudados. Cuando el otro policía llegó me encontró abrochándome el cinturón pero Eduardo ya estaba de pie y vestido pero sudado y con la respiración acelerada.

–¿Qué estás haciendo ahí?

–Nada conversando con el preso.

–No puedes estar ahí guebón, como te vea el jefe te va a joder.

–Pero si no hay nadie, estamos tú y yo.

–Igual, se pueden aparecer, tienes una llamada perdida, creo que es tu jeva.

Yo sólo me sonreí cuando lo vi a la cara, Eduardo puso cara de culpa y salió de la celda.

–¿Tú qué? Ve a dormir y deja de molestar. –Me dijo el policía. Me di media vuelta y me acosté en el cemento, esperé que se fueran y me hice la paja.



A las 7 de la mañana era el cambio de guardia pero no habían llegado los compañeros pero Eduardo le dijo al suyo que se fuera que él los esperaría. Entró a la celda con unos cachitos y un par de jugos.

–Te invito el desayuno. Buenos días.

–Buenos días, gracias. –Se sentó a mi lado y me pasó la mano por la pierna.

–Así que tienes novia.

–Disculpa, sí, no debí hacer lo que hice.

­–Tranquilo, eso no es mi peo, ¿lo disfrutaste?

–Si.

–Entonces nada, sigue y listo.

Me dijo que tenía 2 años con ella pero que en realidad lo que le gustan son los hombres pero dentro de la policía es complicado salir del closet.

–Te entiendo, -le dije. Llegó el relevo y salió de la celda. A los minutos llegaba mi abogado que se puso a hablar con los policías. No sé que hablaron pero no hubo que pagar nada.



Al salir de la celda Eduardo me dice que si puede hablar conmigo un momento. Le digo al abogado que me espere afuera y me pongo a hablar con él.



–Quiero volver a verte, pero en otro sitio y en otras condiciones, tomando unas cervezas o comiendo, para charlar y conocernos. –Le di mi número y de inmediato lo guardó en su celular.

–Te advierto de una vez que yo no ando buscando novio para estar de manitos agarradas y esas pendejadas. –La cara de Eduardo cambió totalmente, justamente era eso lo que buscaba, un novio.

–No vale tranquilo, de todas maneras ahí vemos, es solo salir y ver que pasa.



El abogado me acompañó a buscar mi carro donde lo había dejado hace 2 días cerca del local gay, me tocó pagar un realero de estacionamiento. Llegué a casa y Guillermo al verme me abrazó.



–¿Dónde estabas? Me tenías preocupado. –Le expliqué lo que había sucedido, me volvió a abrazar y me dio un beso en la boca. –No vuelvas a perderte así. Lástima que estás saliendo con ese tipo que tiene una cara de matón, yo estaría encantado de ser tu nov…

Le puse la mano en la boca. –Primero yo no quiero un novio y segundo te dije que a Jack lo secuestraron, no estoy saliendo con él porque no somos novios, ahora me quiero duchar y acostarme estoy reventado.



Me duché, al salir del baño me sequé y me acosté desnudo en la cama. Entró Guillermo.

–Se me olvidó decirte que te llamó Ernesto. –Se me quedó viendo el guebo. –¿Estás muy cansado?

–Bastante, ¿por?

–A ver si me cogías en un rato.

–Déjame descansar Guillermo, no estoy de humor para eso.

–Debes tener fiebre, algo te pasa, tú tiras hasta en un velorio. ¿Estás preocupado por Jack verdad? –Guillermo dijo eso y yo arranqué a llorar, se  me acercó y me abrazó.

–¿Por qué no te sinceras y asumes que estás enamorado de Jack?

–Jack es pasado Guillermo, ahora tengo que concentrarme en otras cosas.

–Te dejo descansar.



Salió del cuarto y llamé a Ernesto para decirle que ya estaba en casa. Me contó que a raíz de lo ocurrido las ventas de la película se dispararon y estaban preguntando por mi para hacer unas entrevistas sobre lo sucedido. No le di importancia y le colgué. Salí del cuarto y fui al carrito de las bebidas, tomé una botella de whisky y me fui al cuarto. Sólo esa botella podía calmarme y hacerme olvidar todo lo que me ha pasado en los últimos meses.

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