viernes, 22 de abril de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Un cumpleaños preAdulto.


Llegaba el cumpleaños 17 de los gemelos y Humberto me pidió que organizara la fiesta en su casa, que por precio no me detuviera, simplemente que hiciera algo con los amigos de los chicos, unos amigos míos y amigos de Humberto.


Quería invitar a David para que conocieran al otro padre de mi hijo. Me interesaba incluirlo en la familia para tener apoyo. Hablé primero con Humberto para contarle.



–¡Qué vaina tan loca! Sólo a ti se te ocurre tener relaciones con una persona así y encima embarazarla. No me quiero imaginar como está ella o él ¿Él, no?.

–Sí, él. Como te dije no quería tenerlo, eso fue un shock. Pero luego se arrepintió y bueno seremos papás.

–Y yo abuelo. Lo voy a querer como un nieto.

–Ahora tengo que contarles a mis papás que serán abuelos. Luego a los gemelos.

–Ay Abel se va a poner como loco, ama a los bebés. Caín no tanto pero le gustará la noticia.



Había llamado a mi mamá para que viniera a Venezuela con Esteban porque les tenía una noticia y era en persona que se las tenía que dar, le dije a mi papá y los reuní a los 3, bueno, a los 4, Laura también estaría.



–Espera, espera, espera, ¿tuviste relaciones con un transexual que quiere ser hombre pero todavía tiene vagina? Y lo dejaste embarazado. –Me decía Esteban que no asimilaba la información.

–Exacto voy a ser papá.

–Ay hijo, tú te metes en unos problemones, pobre muchacho, ¿David?. Pero estoy feliz que voy a ser abuela. ¿Tú no estás emocionado que vas a ser abuelo? –Le dijo mi mamá a mi papá.

–Lo que estoy es impresionado, esto me parece una aberración.

–Estoy de acuerdo contigo mi amor. -Habló la estupidez llamada Laura.

–La verdad Laura tu opinión no me interesa.

–Más respeto François que es mi prometida.

–Bueno papá, si, es un poco bizarro todo esto pero el punto es que voy a ser padre y ustedes abuelos y quería compartirlo, tienen derecho a saberlo.

–Hijo cuentas conmigo y con Esteban para lo que necesites, a tu padre que le den. Estoy feliz por ti, creo que te hace falta un hijo para que sientes cabeza.

–Ahora le doy la razón a usted doñita. –Dijo Laura, mi madre la vio con cara de odio.

–Tú me vuelves a  decir doñita y este hombre será viudo antes de casarse contigo.



Mi papá se fue con la motolita y yo me quedé con mi mamá y Esteban.

–François te voy a dar mi regalo por hacerme abuelo. Toma esta tarjeta te vas a esa tienda, le dices que vas de mi parte y escoges lo que quieras para el bebé. Corre por mi cuenta.

–Esteban te pasas, no lo puedo aceptar.

–Amor, es un regalo de ambos, acéptalo.

–Están como locos ustedes 2, tienen soluciones para todo.

–La ventaja de tener contactos muchacho. Nos mantienes informados del proceso del embarazo.



Cuando se lo conté a los gemelos se emocionaron. Efectivamente Abel ya quería ir a comprar de todo pal bebé.

–Marico que fuerte, vas a se papá y con un transexual, ¿lo vamos a conocer? Yo quiero verle la cuca.

–ABEL TÚ ERES UN ENFERMO.

–Ay si Caín, ¿tú no tienes curiosidad?

­Si pero no le voy a pedir que se baje el pantalón para verlo.

–Bueno, dejen sus mentes morbosas a un lado. Gracias por alegrarse con mi alegría y mis nervios, estoy cagao.

­–No chico, nosotros vamos a cuidar a ese bebé, todos te vamos a ayudar. –Dijo Abel.

–Así es, seremos sus hermanos mayores. -Caín.



Le organicé la fiesta a los gemelos con un par de strippers, cuadré para que vinieran sus 4 amigos gais del colegio y de la urbanización, los amigos gais de Humberto, Arlindo que invitó a su ex el muchacho que limpiaba las oficinas del laboratorio ¿se acuerdan? Y David, el padre de mi hijo o hija.

Contraté un karaoke, compré pasapalos, bebidas –como estarían en casa le pedí permiso a Humberto para que los chamos bebieran y se quedaran a dormir ahí–, unos concursos y cotillón.



Despejé la sala y el comedor y se montó una barra donde un bartender prepararía los cocteles y bebidas, puse varios puf, alfombra y todos tenían que venir de bluyín y franela blanca menos los gemelos que se vestirían como quisieran.



Llegaron los invitados a la hora acordada 8 de la noche, todos fueron directo al bartender que estaba en un diminuto traje de baño y un corbatín, ambos en negro y por supuesto el cuerpo de gym. Mandé a sacar los primeros pasapalos y ya sonaba la música de fondo. Mientras la gente conversaba yo me acerqué a Humberto.



–La otra vez me conseguí a un amigo tuyo, Eugenio, no sé como supo que yo te conocía, pero me dijo que quiere cogerte de nuevo. Tiene trillizos. –Humberto abrió los ojos.

–¿En serio te dijo eso? Bueno él sabe de ti porque te ha visto buscar a los gemelos al colegio y me preguntó quien eras tú, si eras mi noviecito. ¿Te lo tiraste?

Silencio.

–No, bueno, no hubo tiempo pues…se lo mamé y cuando acabó se desmayó. Pero me cogí al farmaceuta del lugar donde estábamos

–Verga carajito pero tú te coges hasta el aire que respiras.
–Bueno si te cuento que el carajo de la farmacia me invitó a una vaina sadomaso, me dio el número para que llamara.

–No se te ocurrirá ir. –Humberto me vio la cara y supo la respuesta. –Yo no puedo contigo, ¡ni se te ocurra llevar a los gemelos a esa vaina!.

–No vale, ahí no aceptan menores.

­–Ni cuando cumplan 18, déjate de vainas. Vamos por unos tragos, ¿Cuándo vienen los strippers?

–Más tarde, deja la angustia y disfruta, ahora vas a cantar.

–¿Yo? Estás loco.

–Vas a cantar con Arlindo la canción de Vicky Carr y Ana Gabriel.

–Jajajaja si claro, dile a los chamos que la canten.



Llegaron los concursos, todos participaron. Desde quien inflaba más un condón hasta explotarlo, pasando por el mejor besador de la noche y por ahí se fueron. Llegó el Karaoke y por supuesto que cantaron Humberto y Arlindo, fueron la sensación de la noche, la cantaron 3 veces y cada vez mejor que la anterior.



Mientras seguía el karaoke sonó el timbre. Eran los strippers. Humberto fue a abrir. Era un moreno alto y otro blanco de la misma estatura, por encima se veía que tenían buen cuerpo, bueno, me costaron bien caritos, tenían que ser así. Cuando el moreno pasó cerca de mi que lo detallaba bien el rostro me resultaba conocido pero no recordaba de donde.



–Los muchachos me dicen que donde se pueden cambiar.

–Ah yo les digo, vengan por acá. -Los llevé al cuarto de servicio. –Aquí pueden cambiarse y ahí tienen el baño.

–Gracias. –Me dijo el moreno. Cuando me iba a retirar para dejarlos que se cambiaran me devolví.

–Yo a ti te conozco y no sé de donde.

–Haz memoria. –Me dijo. Ahí caí en cuenta. –Claaaaro tú eres el que estaba en la consulta del psicólogo aquel y después te vi en el Pullman.

–Buena memoria.

–Y me dijiste que te llamas Jack -Ese día estaba borracho y escuché lo que quería escuchar.

–Me llamo Jacobo.

–¿Y tu esposa sabe que te dedicas a esto?

–No, ya me divorcié. Esto lo hago de hobbie, tengo un trabajo fijo.

–¿Y tú cómo te llamas?

–Richard. –Dijo su nombre y parecía que hablaba una mujer, era una loca, loca, loca pero con un cuerpo para lanzarse ahí y perderse. Jacobo se quitó la camisa y cada pectoral era una montaña y encima con pelos. –Bueno yo los dejo.

Salí de ahí porque ya no iba aguantar.



En el comedor dejé un espacio con una alfombra negra y un tubo para los strippers.

Jacobo salió de policía vestido de negro y Richard de bombero, todo amarillo y naranja, parecía un macho, macho mientras no abriera la boca. Se apagó el karaoke y comenzó la música a todo volumen y las luces dispuestas para el evento.



Caín y Abel estaban sentados en una silla mirando hacia nosotros , dándole la espalda a los muchachos.

Esos tipos comenzaron a quitarse la ropa y los invitados vueltos locos, gritaban, se acercaban para tocarlos hasta que se quedaron en unas tangas diminutas.

Yo veía al moreno y me tenía mal, sus pectorales me transportaban a otro sitio, a otra persona, su cuerpo parecía que fuese esculpido a mano.

Ambos se pusieron frente a los gemelos. Jacobo con Abel y Richard con Caín. Les agarraron las manos y se las pusieron en las nalgas. Los strippers se quitaron las tangas y los gemelos tenían en sus caras los guebos de aquellos hombres, no podían tocarlos pero Abel se atrevió a mamárselo –No se toca chamito– Le dijo Jacobo que se volteó igual que Richard tapándose adelante.



Se quitaron las manos que tapaban sus penes y se fueron para volver luego.

­–Yo me tengo que ir porque tengo otro evento pero Jacobo se queda para hacer un show adicional por mi. –Me dijo Richard. No puse objeción, se vistió y se fue. Jacobo saldría en unos minutos, el karaoke se activó.



Volvió a salir Jacobo ahora vestido de leñador y cortando troncos. Puso a los gemelos a cortar mientras les daba nalgadas e iba quitándose la ropa y le quitaba alguna prenda a ellos.



Su último show fue vestido de blanco y bailando mientras que los demás iban quitándole la ropa dejándolo desnudo completamente. Se retiró luego de lanzar condones y sobres de lubricantes. Luego vendría Humberto a repartir los cotillones para la hora loca. Yo me fui tras Jacobo que iba a cambiarse.



–Que buen show hiciste, te felicito.

–Bien vale la pena lo que pagaste. Disculpa a mi compañero, de verdad tenía otro evento pues nos falló otro chamo.

–Tranquilo. -Jacobo estaba desnudo mientras me hablaba.

–¿Puedo ducharme? Tengo calor.

–Si claro, ahí tienes una toalla. -Se tocaba el guebo mientras me daba las gracias.

–Si no estás apurado te puedes duchar conmigo y me enjabonas la espalda.

Se me estaba parando el guebo, pero le dije que tenía que estar pendiente de la fiesta. –Como quieras. -Se sonrió. No aguanté, me quité la ropa y entré.



Me besó y ese beso volvió transportarme, tomé el jabón y se lo pasé por la espalda y las nalgas, incluso entre ellas. –Ahí no vas a hacer nada, soy yo el que te va a coger. –Salió de la ducha y buscó un condón.

–Pónmelo. –Se lo puse y me alzó en brazos, ubicó el guebo en mi culo y me fue penetrando. Me pegó a la pared y comenzó a moverse hasta penetrarme por completo. La sensación que tuve me llevó a aquella noche en la playa con Jack. Cerré los ojos y me dejé llevar. Me bajó hasta quedar su boca cerca de la mía y me besó abrazándome. Ese beso era un deyavú. Me bajó volteándome hacia la pared y volvió a penetrarme.

–Sé que tienes que salir así que voy a acabar. –Comenzó a darme con fuerza y muy muy rápido hasta que me aprisionó contra la pared y se corrió dentro de mí. Se retiró y yo me quedé ahí dejando que el agua corriera sobre mí, cerré las llaves y dentro de mi, algo me decía que ese hombre ya había estado conmigo.

–Vístete que te esperan yo me tengo que ir a otra fiesta.

Nos vestimos y salimos del cuarto, la gente entretenida con el karaoke no se dio cuenta de que acompañaba a la puerta al stripper.



–Tú me recuerdas a alguien y no es que te conocí aquella vez en el consultorio, es de antes, en esa ducha no tiramos Jacobo, yo he estado contigo. –Abrí la reja y él tomó mi cara y me besó, otra vez ese beso.

–Tienes buena memoria, así que piensa y piensa en mi. Cerró la reja y se fue corriendo por las escaleras.



Yo me sentía confundido. A Jacobo lo conozco de algo, de antes, de hace poco.

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