sábado, 21 de mayo de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Penúltimo capítulo.


El Karma.



–Fue culpa mía lo que le pasó a papá. –Habló Caín entre llantos con su cabeza apoyada en sus manos.

–No digas eso, estábamos borrachos, y bueno cometimos el error de tener sexo los 4 y tu papá ya había sufrido un infarto, no te culpes.

–Caín llevó a un amigo que consume y vende droga. Nosotros nos metimos una raya de coca y el carajo le ofreció a mi papá y como estaba con un amigo le dijo para recordar viejos tiempos. –Comentó Abel que estaba serio.

–¿Ustedes y Humberto estaban drogados? Ya me parecía que por más borrachos que estuvieran no podían haber tirado así sin problema, Dios. Carajitos ¿qué coño hicieron?. “Y que hice yo, que tiré con los 3 y estoy con Jack y prometí comportarme”. Ahí viene el doctor, que nos explique que pasó.



–Hola muchachos, su padre sufrió una hipotermia a causa de la mezcla de droga y alcohol, cayó inconsciente y su corazón comenzó a bombear muy despacio y debido a eso sucedió lo que ya saben.

–¿Pero va estar bien? ¿Se va a recuperar?

–Está estable pero delicado, no se va a morir, tuvo suerte que no pasó  mucho tiempo entre que lo que le pasó y la llamada al 911, unas horas más y hubiese sido fatal. Está de más decirle que su padre no puede beber alcohol, ni fumar y ni mucho menos consumir drogas.



Abel y Caín comenzaron a llorar. –¿Podemos verlo?

–No, Mañana, ahora está en terapia intensiva, como evolucione hoy, mañana lo pasamos a una habitación.



Dejé a los gemelos en su casa con la promesa de buscarlos más tarde para que vieran a Rebeca, tenía que llegar a casa para relevar a Jack que se quedó con mi hija desde anoche y sólo he hablado con el por mensaje y teléfono.



Me detuve en una estación de servicio para echar gasolina y que le revisaran el aceite al carro. De repente se me pega de la ventana un pordiosero pidiendo plata, saco unas monedas y bajo la ventana para dárselas.

–Mi pana, no tienes más fuerza, tengo hambre y necesito piedra, anda dame 100 bolos.

–No tengo viejo.

–Te mamo el guebo, pero dame más plata porfa, te lo mamo. –Lo vi a los ojos.

–Móntate en el carro. –Se montó y salí de la bomba para estacionarme.

–¿Te lo mamo aquí? ¿Ah? ¿Si? Dame los 100 bolos y te lo mamo dale.

Me saqué el guebo y comencé a llorar. –Tomás detente por favor, no sigas.

Tomás se detuvo, se levantó y me vio a los ojos y se puso a llorar también y me abrazó. Estaba demacrado, muy flaco, con la barba larga y la piel bronceada, cargaba una pestilencia espantosa pero no me importó que me abrazara.

–AYUDAMEEE POR FAVOR, AYUDAME FRANÇOIS, SÁCAME DE AQUÍ, CÓMPRAME PIEDRA TENGO HAMBRE QUIERO PIEDRA, AYUDAME.



Recliné el asiento y lo recosté, se quedó dormido. No podía manejar, ver a mi amigo en esas condiciones me derrumbó, se me agolpaban en la mente lo que habíamos hecho en la madrugada los gemelos, Humberto y yo, todo el sexo que había tenido, las muertes que tenía a mis espaldas, el engaño a Jack y ahora esto, en parte por mi culpa de dejarlo solo.



Antes de llegar al apartamento, le avisé a Yesenia que viniera y le dije a Jack que traía a Tomás, que me preparara la ducha para bañarlo.

Jack me recibió y quedó sorprendido de ver a Tomás en esas condiciones. Cuando lo desnudamos le vimos cicatrices en todo el cuerpo, en los brazos pinchazos, se le marcaban los huesos de las caderas y las clavículas.

Lo sentamos en una silla de metal y lo bañamos sentado, casi no se podía sostener. La ropa se la botamos y le di un pantalón y una franela junto con ropa interior y zapatos.

Jack se encargó de vestirlo, yo fui a darle de comer a Rebeca para acostarla. Jack acostó a Tomás luego de comer algo, le dio unas pastillas para dormir y le quitara la ansiedad por droga.



–Tengo amigos que pueden trasladarlo a Cuba y lo desintoxiquen y lo ayuden con lo del VIH, yo lo veo muy mal. -Me dijo Jack que me miraba con cara de saber algo más. –Quiero que me expliques lo de Humberto y porque ayer no respondiste mis llamadas ni mensajes.



Le expliqué lo que le había pasado a Humberto y luego el porqué le pasó. Jack me miraba y apretaba los puños, una vena de la sien le latía, estaba brotada.

–Discúlpame Jack, estaba borracho y los gemelos peor que yo y se pusieron fáciles y bueno…pasó, sé que no tengo justificación pero pasó y me siento mal, muy mal.



Jack no abrió la boca, sólo me miraba, se dio la vuelta y se fue a la cocina, escuche varios golpes en la pared, luego lo escuche buscando algo como un vaso, buscó hielo y se sirvió algo, salió de la cocina con una botella de whisky en la mano y el vaso lleno, me volvió a ver y se bebió todo lo del vaso.



–Mañana vamos a resolver lo de tu amigo y luego vamos a resolver lo tuyo. Necesitas ayuda François, lo tuyo es enfermizo, patológico, tienes que salir de ese espiral de sexo. Si vas a estar conmigo y yo contigo  debemos respetarnos. Una cosa es que en algún momento te tires a alguien así de repente, pero otra cosa es que lo hagas a diario con cualquiera y donde sea. Basta François, basta.



Luego de escucharlo acepte que necesitaba ayuda e iba hacer lo que tenía que hacer. Le dije que necesitaba de su apoyo.

–Y lo tienes, lo sabes, estoy aquí contigo, quiero que salgas de eso y seamos felices y plenos.

Nos abrazamos y yo no puede contener el llanto, nos quedamos abrazados un buen rato hasta que mi niña Rebeca demandó nuestra presencia. Fui a buscar a los gemelos y pasamos la tarde/noche juntos.



Al día siguiente muy temprano, Jack ya estaba despierto llamando a sus contactos, movió a un gentío para que mañana Tomás viajara con sus padres a Cuba.



Una semana después Humberto salía de la clínica, Tomás estaba en los peores días del tratamiento pero estaba en Cuba bien atendido, sus padres estaban de vuelta, sólo pudieron quedar 24 horas con él.



Yo tenía mi segunda cita con mi psiquiatra, Jack me acompañaba pero entraba yo solo.

Me perdí el lanzamiento de mi nueva película porno, era parte de mi tratamiento, cortar con todo vínculo sexual, incluso con Jack.

Una semana después Caín regresaba a Estados Unidos y Abel de nuevo solo con su padre pero estudiando también.



Semanas duras para todos, pero me reconfortaba que a mi lado seguía Jack a pesar de todo.

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