jueves, 12 de mayo de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Temporada Final: Ahí voy de nuevo.


Eduardo entró y me entregó las flores dándome un beso en la boca. Sus besos me recordaban a Jack, eran tan distintos pero todo me lo recordaba.
–Quiero hacerte el amor como si fuera mi último día en este mundo. –Me susurró al oído.

Puse las flores en un jarrón con agua fría y ahora fui yo quien besó a Eduardo. Nos desnudamos en plena cocina. Me montó en el mesón y por primera vez desde que estoy con él, me mamó el guebo. Lo hizo excelente. Iba poco a poco y se lo tragaba todo, mientras lo hacía me miraba a los ojos. Me hizo un guiño. Despacio lo sacaba de su boca y al llegar a la cabeza, con sus labios me estiraba el prepucio y lo mordía. Se levantó. Me volteó y ahí mismo sobre el mesón comenzó a penetrarme.



Cuando ya me tenía clavado su ya épico movimiento de cadera lo disfrutaba con cada embestida. De repente lo sacaba y volvía a meterlo. Lo sacó y se agachó para chuparme el culo y aprovechando que lo tenía abierto, metió su lengua para luego besarme.

–Tu culo sabe a Gloria. –Me susurró. Me volvió a voltear, me cargó y volvió a meterlo. Me llevó cargado al cuarto, se agachó para acostarme en la cama. De nuevo sus caderas se movía de manera circular, su guebo lo sentía en cada parte de mi culo. Mientras seguía moviéndose alcanzó mi boca y nos besamos.

Se apartó de mi y se montó en la cama con cada pierna a un costado de mi cuerpo y empezó a masturbarse, yo hice lo mismo. Con su mano derecha se pajeaba mientras su mano izquierda la tenía apoyada en el techo.



De pronto comenzó a estremecerse y desde abajo vi salir el primer chorro que cayó en mis labios, el otro en el cuello y almohada, el siguiente en mi pelo. El resto, una serie de gotas que tocaron mi abdomen y se mezcló con mi semen.

Se agachó y su lengua recorrió mi abdomen hasta subir al pecho y dejar todo aquello en mi boca en un beso que se prolongó varios segundos.



Luego de varios minutos para recobrar el aliento, rompo el silencio.

–Si quiero, quiero que estés conmigo, quiero comenzar una relación contigo.

–¿Estás hablando en serio?

–Estoy hablando en serio. No vale la pena vivir del pasado y desaprovechar las buenas cosas que me está ofreciendo la vida.

–¿Eso quiere decir que somos novios? ¿Debo tomar tus palabras como de que somos novios?

–Si…no hay que darle más vueltas al asunto. -Volvió a besarme. –Voy a preparar café para tomarlo juntos ¿te parece?.

La cara de Eduardo había cambiado totalmente, sus ojos brillaban y su sonrisa era más amplia que de costumbre.



En la noche preparó la cena, lavó los platos, planchó mi ropa para el día siguiente y cerramos con un 69 maravilloso, nos corrimos en las bocas de cada uno y se unieron para intercambiar algo más que saliva.

En la mañana, cuando apenas levantaban los primeros rayos de sol me encontré solo en la cama, a mi lado una nota.

“Hola dormilón, lávate los dientes y ven a desayunar”. Me levanté con una parazón y me fui directo a orinar para luego lavarme la boca. Me fui desnudo a la cocina. Al llegar, Eduardo estaba vestido y colocando los platos en el mesón.

–Dios, pero que rico mi novio desnudito y con ese guevo alborotado. Se agachó y me lo mamó por unos segundos.

–Deja que se me va a parar. –Nos sentamos a desayunar.

–Me tengo que ir temprano, tengo asuntos pendientes en la policía y hoy me sale calle.

–Yo dormiré un ratico más y salgo a dar clases.



Luego de un beso apasionado, despedí a Eduardo y me fui al cuarto. Llamé a Juan Carlos para que viniera a casa hoy a final de la tarde para conversar.

Me acosté y no hacía más que pensar en Jack, todos los días esperaba un mensaje o una llamada y nada, desde aquella llamada no he sabido nada y es probable que ya no vuelva a saber de él.



Me vestí y salí de casa. Un mensaje.

–<Hoy amanecí más feliz que de costumbre, amanecí con novio. Que tengas un excelente día, besos, te quiero>



Ese mensaje me estremeció, no tanto por la emoción sino por leer la palabra novio, no me acostumbro.

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