sábado, 14 de mayo de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Temporada Final. La vida me da las mejores cosas y luego me castiga.


–Vamos a comernos la pizza que se enfría.
–No te hagas el loco y respóndeme.

–Coño me hice la paja y me puse lubricante para que se sintiera mejor.

–Mmmmm ¿Y te hiciste la paja sabiendo que venía yo? Es como raro.

–¿Y cuál es el peo? Vamos a tirar igual eso no me va a detener.



–Sácame una birra mientras voy al baño a mear y lavarme las manos

Saqué unos platos y puse dos cervezas en la mesa mientras Eduardo llegaba. Al regresar estaba más serio que cuando fue al baño pero le resté importancia y le pregunté por su día de trabajo.

–Bien, terminando unos informes y patrullando una zona, atrapamos a un par de choros que rondaban una urbanización, de resto normal.

–Que bueno. Yo pasado mañana me voy por 3 días a Valencia a hacer una asesoría en un laboratorio, por supuesto me quedo allá.

–Ah ¿y eso?

–Tú sabes con los contactos que tengo entre las empresas que les doy clases de ingles pues siempre sale algo.

–Bueno mosca por allá y te sale un tire.

Hubo un silencio. –No chico, para nada.

­–Te quiero coger. -Se me acercó y me plantó un beso en la boca mientras me metía la mano por detrás del pantalón.

–¿Me quieres coger ya?

–Si, ya. –Se sacó el guebo y se lo mamé mientras me bajaba el pantalón y me lo quitaba.

–Siéntate encima de mi y te lo metes, quiero ver que tan perra eres.

–¿Sin condón?

–Si, sin condón. Tú te portas bien y yo también así que plomo, métetelo.



Piernas a cada lado de su cuerpo, le agarré el guebo y lo dirigí a mi culo para luego sentarme y sentir como iba entrando. Cuando me lo metí completo, me agarré del respaldar mientras ponía los pies en la silla en el borde del asiento para luego moverme de arriba abajo.

–Coño así, dale cabalga, eso me gusta, que divino. Tienes ese culo rico coño. –Me agarró las nalgas con fuerza para ayudarme con el movimiento. Yo estaba sudando, la cara de Eduardo era de excitación.

–Cuando te avise te bajas y me lo mamas para acabarte en la boca.

Me avisó. Me bajé de la silla y me metí su verga en la boca. Se corrió y me inundó, tuve que tragar aquella leche tibia y dulce para luego besarlo y seguir cenando.

–Saca 2 birras más. Está buena la pizza ¿verdad?

–Si, pero mejor estuvo esa cogida.

–¿Te gustó?

–Si, quiero más.

–Espero que sea la única cogida que te echen, la mía y más nadie que quiera cogerte. –Su cara era de que quería decirme algo pero yo fingí demencia.

–Que gafo eres. Terminemos de cenar en el cuarto, lleva esto y yo busco otras cervezas.



Nos pusimos a ver televisión desnudos y abrazados hasta que Eduardo volvió a besarme y lo volvimos a hacer. Esta vez me puso de lado y me penetró, me levantó la pierna mientras seguía moviéndose, me abría las nalgas y lo metía más profundo. Esta vez se corrió dentro, se estremeció y me apretó la pierna hasta que lanzó un gruñido y me soltó.



–Uf voy al baño. -Le dije. Al entrar encendí la luz y sobre la tapa de la poceta estaban 2 condones usados con su estuche roto y el consolador que lo había lanzado a la repisa sin darme cuenta.

–Mierda. -Salí del baño, Eduardo estaba con el control remoto en la mano viendo la tele, cuando me acerqué se volteó.



–Así que te hiciste la paja. Te la hiciste con el culo de alguien supongo.

–Eduardo déjame explicarte.

–A ver que me vas a explicar, no es lo que parece, te pusiste un condón para pajearte y el otro se lo pusiste al guebo de goma para metértelo ¿cierto? Que cabeza la mía de estar pensando cosas que no son vale. Yo mejor me voy y te dejo aquí solo para que putees con quien quieras en esta cama sin remordimiento, si es que lo tienes en este momento. –Comenzó a vestirse.

–No tienes porque irte, vamos a hablar, déjame explicarte.

–¿Explicarme qué? ¿Qué eres bien puta? Ya me di cuenta. Si eso lo haces en el inicio de una relación , no me quiero imaginar dentro de unos meses.

–Perdóname Eduardo, ¿Qué quieres que te diga? Si, tiré, soy un tirón, no puedo dejar de tirar, me encanta y mientras más lo hago más quiero.

–¿ENTONCES PARA QUE COÑO TE EMPATAS? ¿Para que me dices que sí? Háblame claro y yo veo si me calo los cachos o no.

–Pensé que contigo iba a ser distinto.

–Coño, pero en menos de 48 horas caíste en la tentación, que bien. ¿Y así pretendes tener una relación con Jack? Estás bien jodido porque si da la casualidad que está vivo y regresa, tampoco se va a calar esto.

–Yo lo sé, nunca he tenido novio Eduardo, lo más cercano a un novio que he tenido eres tú…y Jack y ahora la cagué.



Eduardo se acercó a mi y me dio otro beso en la boca poniendo su mano en mi nuca y apretando hacia él. Una lágrima corría por su mejilla.

–Yo de estúpido pensé que tú eras distinto, pero ya veo que eres igual que el resto, una cuerda de putas que solo quieren un polvo con los que más puedan y listo.

–Son las 3 de la mañana Eduardo, ¿cómo te vas a ir?

–No te preocupes por mi ahora François, no ahora. Chao.



Me senté en la cama apoyando mi cabeza en mis manos. Escuché el portazo que dio. A los 5 minutos escuché el sonido de su moto. Me recordó a Jack. No pude evitar llorar.



9 de la mañana, abro los ojos y reviso mi celular, tengo un mensaje. Eduardo.



–<Ya estoy en mi casa. Lástima lo que sucedió, me había hecho ilusiones contigo, el único culpable soy yo por ser tan confiado. Que estés bien y suerte>.

–<Perdóname…Un abrazo, no quiero perder el contacto>.

10 minutos después me responde.

–<Si lo que pretendes es que tengamos sexo nada más, conmigo no cuentes, no me escribas más>.



Me sentía de la patada, no tenía cabeza para dar clases, suspendí la de la mañana. Hablé con Guillermo y quedamos en que regresaría pero luego de mi viaje. Me suplicó que fuera ya, no quería ir a casa de su madre, no tenía dinero para pagar un hotel, pero le dije que no, que dentro de 4 días.



Me fui a Valencia en el carro que me dio el novio de mi mamá, era más cómodo y amplio. Mi mente estaba ocupada con la imagen de Jack y Eduardo. Al llegar a Valencia me concentré en lo que tenía que hacer y me distraje. La verdad que esos 3 días me desconectaron de la realidad de mi vida y de Caracas, estaba en otro peo.



El tercer día terminamos temprano y me fui al hotel a descansar un poco antes de irme, la culpa no me dejaba en paz y decidí llamar a Eduardo para pedirle perdón hablándole.



Llamé. Repicó hasta que cayó la contestadora, esperé 5 minutos y volví a llamar, cuando estaba a punto de caer la contestadora de nuevo atiende.

–¿Aló?. -Era una mujer.

–Buenas tardes, disculpe por favor con Eduardo. –Hubo un silencio y luego escucho unos gemidos de llanto.

–Perdone, soy la mamá de Eduardo…ayer falleció en un enfrentamiento en un barrio…a las 4 de la tarde lo estaremos enterrando.



Yo me quedé helado con el celular en la oreja, atiné a anotar cual era la funeraria y el cementerio. Colgué y las lágrimas corrían solas por mi cara, me senté en la cama y una película pasó velozmente por mi cabeza, desde el día que lo conocí hasta hace 5 días que se fue de mi casa muy molesto.



Llegué a la funeraria 20 minutos antes que arrancaran para el cementerio, al llegar pregunté por los familiares y me acerqué a la mamá y al papá  a darles el pésame, la mamá me preguntó de donde conocía a Eduardo porque nunca me había visto, al decirle mi nombre se acordó que su hijo le había hablado de mi. Pedí permiso para retirarme y fui por un café.



–¿Y tú qué haces aquí?.

Me di la vuelta, era Agustín, el policía que conocí cuando choqué con la mujer y el gay.

–Hola ¿cómo estas? Conocía a Eduardo.

–¿Te lo tiraste?

­–Estábamos saliendo­

–Entonces te lo tiraste.

–Obvio.

–¿Cuándo repetimos?

–No creo que este sea el momento para hablar de eso.

–Vamos al baño, está apartado y ya la gente se está yendo.

–No estoy de humor para eso en este momento.

–En el cementerio me da morbo, podemos hacerlo ahí.



Me di media vuelta y me fui a buscar el carro.



Llegué al cementerio, estacioné el carro y al salir camino unos pasos y me tropiezo a un cura.

–¡Carlos! Epa ¿cómo estás?

–¡François! Qué sorpresa, que bueno verte. Voy a un entierro.

–Yo también, de un amigo

–Un policía que mataron.

–¿Eduardo?

–Si, ese mismo, ¿lo conoces?

–Si.

–¿Te lo tiraste?

Cría fama y acuéstate a dormir. –Estábamos saliendo.

–Te lo tiraste sinvergüenza. -Me dio una palmada en la mejilla.  –Ya que te encontré vamos a cuadrar para que comulgues. –Se agarró el paquete mientras me veía a los ojos.

–Ya veremos



Cuando estábamos en la parcela, a un lateral estaba Agustín que no hacía otra cosa que verme, frente a mi, Carlos que hacía lo mismo, de repente las personas que tenía al lado se apartaron unos pasos.



–Sé que ahora te sientes mal por lo que pasó. Era un buen muchacho y buen policía y hasta podría decirte que un buen novio para ti, pero no sabes aprovechar las buenas personas que se acercan a ti.

Me volteé hacia mi izquierda. Era la señora de la iglesia de El Hatillo, la mamá de Jack.

–¿Y usted cómo lo sabe?

–Lo sé todo, veo todo, me entero de todo.

–Fui un estúpido, me porté muy mal con él, no se lo merecía.

–No te lo merecías, pero todavía tienes otra oportunidad de acomodar las cosas y ser mejor persona.

–¿De qué habla?

–Mi hijo Jack, aunque no esté cerca de ti te piensa y te ama. Él volverá a ti.

–¿No ha muerto? ¿Cuándo vuelve?

–Ten paciencia, va a estar contigo.

–¿Paciencia? ¿Más? Me quedaron preguntas sin respuesta, necesito saber. –Volteé y la mujer se esfumó, a mi alrededor regresó la gente, la urna ya había bajado.



Me quedé a unos pasos de la fosa viendo como le echaban tierra y la gente se iba. Carlos conversaba con los padres de Eduardo, cuando se alejaron, se acercó a mi.



–Es triste ver como muere gente joven y valiosa en este país.

No pude aguantar y comencé a llorar. Carlos me abrazó.

–¿Quieres venir a mi casa y nos tomamos algo y conversamos?

–Solo quiero conversar y beber, no quiero sexo. –Le dije.

–Prometido, no habrá sexo.

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