miércoles, 18 de mayo de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Temporada Final. Papá por la gracia de Dios.


Hace unos días había muerto el papá de David, un fuerte golpe ahora que iba a ser abuelo y estaba ilusionado a pesar de lo extraño de la situación. Sólo pudimos estar un rato pues David no puede estar mucho tiempo de pie ni agitándose.


Abel y yo llevábamos unas semanitas bastante difíciles. Empezando porque ocultábamos la relación de Humberto y lo otro que al muchacho se le había desatado unos celos enfermizos, yo no entendía porqué, él sabía desde que nos conocimos que yo tiraba con cualquiera y no quería relaciones pero estaba insoportable.



Decidí ir tempranito el sábado para La Guaira y pasar el día juntos y solos en la playa. Abel estaba contento, montamos la cava con bebidas y comida y arrancamos. Durante el camino no hacía otra cosa que preguntarme por los hombres con quien me acosté antes que él y si le había montado cachos en estos casi 2 meses de relación. No le hice mucho caso y puse música.



­–Yo sé que cuando aparezca el fulano Jack me vas a dar una patada en el culo. -Apagó la música. –No estás enamorado de mi.

–Estamos empatados Abel, es lo que querías ¿no?

–Si pero sabiendo que también sentías algo por mi, no esto.

–Abel no te engañé nunca, no me reclames ahora ¿sí?, quiero pasar un día agradable en la playa contigo, mañana me tengo que ir a Valencia por 3 días y va a ser estresante, no me lo hagas más hoy, te lo pido por favor.



Abel se acercó a mi y me abrazó mientras yo seguía manejando. Cuando estacioné se separó de mi y me vio a los ojos.

–Perdóname. -Me dio un beso en la boca y me puso la mano sobre el guebo. –tenemos días que no me hacemos el amor. –Me bajó el short y se puso a mamar, tuve que poner el tapasol, encender el carro con el aire y disfrutar de la sorpresiva mamada.

Mientras mamaba me masturbaba y emitía sonidos, la saliva le escurría de la boca y rodaba por mis bolas, le metí la mano por el short hasta llegar a su culo y le metí un par de dedos.



–Cógeme aquí, tengo ganas.

–No tengo condones –Algo rarísimo en mí, siempre cargo-.

–No importa, confío en ti, métemelo. –Se quitó el short y se sentó sobre mí guiando mi guebo hacia su agujero. Comenzó a metérselo hasta sentarse por completo. Se movía de arriba abajo mientras se sujetaba del apoya cabeza, eché el respaldar hacia atrás para estar más cómodo. Abel se volteó y se agarró del volante, ahora se movía más rápido y de manera circular.
–Me vas a hacer acabar coño.

–Acábame adentro, adentro, échame la leche adentro. –Lo detuve y me corrí, dentro. Unos segundos después se bajó y se acostó sobre mí.



–Tengo el presentimiento que esta es la última vez que me vas coger.

–¿Por qué dices eso?

–Lo siento así.

–Vamos, vístete que nos tenemos que bajar.



En la playa Abel estaba más cariñoso que de costumbre y debo reconocer que yo también, había tenido unas semanas bastante seco con él. Nos metimos al mar y me abrazó dándome besos en la boca sin importar si nos veían o no. Unos niños se nos quedaron mirando y se reían. Al rato se nos acercó al toldo un señor.



Disculpe que los interrumpa y quiero que no se tomen a mal lo que les voy a decir, a mi no me importa si ustedes son gais y son pareja y todo eso, pero aquí hay niños que no saben de estas cosas y preguntan y lo ven raro, entonces les voy…

–¿Lo ven raro? -Le dije. –Lo ven raro porque usted como padre y su esposa como madre no le han dicho a ese niño que es normal eso, que dos hombres o dos mujeres se demuestren cariño porque se quieren al igual sus padres que son hombre y mujer. ¿No le parece que eso es mejor que estar negando una realidad que se le planta frente a usted y a sus hijos?.

–Bueno ya veo que no se puede dialogar con ustedes.

–Perdone estamos dialogando, lo que no se puede es razonar con usted que es bien cerrado.

–Sólo les pido un poco de recato.

–Señor llame a la policía si le parece que con nuestra demostración de amor alteramos el orden público.

–Buenas tardes.

El hombre se fue sin argumentos pero con homofobia. Peor para él.

–Wao mi amor lo pusiste en su sitio, ¡que bien!

Le escuché decir mi amor y me recorrió un escalofrío por el cuerpo. –La gente tiene que aprender por las buenas.

En ese momento pasó un tipo en un traje de baño de esos brasileros con un cuerpazo y todo depilado, bronceado hasta los párpados y se me quedó viendo mientras pasaba por el toldo.

–¿Te gusta ese tipo? -El hombre iba al baño. –Está bien bueno. -Le dije.

Unos minutos después me levanté para ir al baño.

–Yo sabía que ibas a ver al tipo, verga como te conozco.

–¿Quieres dejar la guevonada? Voy a cagar nada más. –De verdad iba al baño por la urgencia del número 2.

Llegué al baño y ahí estaba el tipo, en el urinario junto a otro hombre. Me metí a la poceta hice lo mío, me limpié y salí, al ir al lavamanos estaba Abel parado ahí.



–¿Qué coño haces aquí?

–Vigilando. –Lo agarré del brazo y salimos de ahí.

–Nos vamos, recoge tus vainas y subimos.

–¿Pero por qué?

–Porque me tienes ladillado con tus celos Abel, eso es todo

El regreso fue en total silencio escuchando música. Lo dejé en su casa y me fui a la mía a hacer la maleta para Valencia.



Cuadré todo para que la mamá de David se quedara en mi casa con la muchacha de servicio para que lo acompañaran, ya estaba en los días de dar a luz pero yo necesitaba ir a Valencia.



El domingo llegué en a media mañana a Valencia, necesitaban de mi ese mismo día así que al mediodía ya me puse a trabajar en la asesoría.

Lunes en la  mañana, me despierto con una parazón y unas ganas inmensas de tirar, decido masturbarme para no entrar al Grindr. Acabo, me relajo, me quedo unos minutos viendo al techo y cierro los ojos, me quedo dormido de nuevo.



Suena mi celular, abro los ojos y veo el reloj, 11 de la mañana. Atiendo la llamada, es Yesenia, la muchacha de servicio.



–<<Señor François, vamos pa’ la clínica, el señor David rompió fuente y está sangrando>>

–<<¿Sangrando? ¿Por qué? ¿Qué pasó? Con quién estás? Aló, aló, aló>> Mierda.

Me quedé sin batería y me levanté de la cama volando, mientras llamaba desde el teléfono del hotel. Volví a hablar con Yesenia y me medio explicó, la llamada se cortó, salí del cuarto con el bolso y a medio vestirme, pagué la habitación  y me fui, no pude ni avisarles a la gente del laboratorio.



Para rematar cola. Eran las 12:30. El calor y la cola me estaban estresando, el dolor de cabeza era matador, volví a encender un rato el aire. Puse a cargar el celular desde el carro, pero ahora no había señal y la puta cola no se movía.



4 horas después entraba a ccs y volvía a tener señal. Llamó Yesenia.



–<<¿Dónde está?>>

–<<Estaba en cola y sin batería ni señal, cuéntame, ¿cómo está David y Rebeca?>>

–<<Ya es papá de una hermosa bebe de 3 kilos y medio y 50 cms>>

–<<Ay Dios mio mi princesa>> Comencé a llorar. <<¿Y David? ¿Cómo está? ¿Puede hablar?>>

–<<Bueno…no…es que…ay señor François…el señor David…murió…no aguantó el parto, tuvo paro cardíaco, lo siento>> Colgué



Estacioné el carro en el hombrillo y comencé a golpear el volante una y otra y otra y otra vez hasta que mis  manos estaba rojas y empecé a llorar, a maldecir, a echarme la culpa de lo que pasó. Yo casi lo obligué a que siguiera con el embarazo.

Unos minutos más y luego encendí el carro cuando se detuvo un carro de la policía.



Llegué a la clínica. Al pisar la planta baja se fue la luz y me tocó subir las escaleras, 4 pisos, el cuerpo me temblaba. Llegué. Un pasillo largo, no había casi nadie, estaba en penumbras solo las luces de emergencia alumbraban muy poco el camino. Al final del pasillo justo en el vitral del fondo una persona de pie, solo veía una silueta, comencé a acercarme. Cuando estaba a escasos metros de esa persona, se encienden las luces del pasillo, la persona voltea, tiene un bebé en los brazos. Me acerco.



–Felicidades papá. -Era Jack, tenía a Rebeca entre sus brazos, me quedé inmóvil, me extendió sus brazos dándome a la niña, cuando la tomé, ya nada importaba, ya todo estaba bien, levanté la mirada y al lado de Jack, su madre, cerré los ojos y apareció  Yesenia que se llevó a la niña para que comiera.



Jack se quitó el tapabocas, se acercó a mi y me abrazó.

–Siento mucho lo de David.

–Gracias. –Un silencio nos envolvió para luego fundirnos en un beso. Me tomó la cara y así nos quedamos un rato, besándonos.

–Volviste, volviste en el momento justo.

–Te dije que volvería y ahora no te voy a dejar solo.

–Me tienes que contar muchas cosas.

–Hoy no será, hoy es el día de Rebeca ve a ese cuarto a estar con ella, te necesita.



Entré a la habitación. Jack se fue.

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