lunes, 6 de junio de 2016

ESTRENO. Sodomita. Capítulo 1


Una noche oscura, sin luna, en el apartamento no se veía nada. Sólo cargaba su celular, y la pantalla guiaba sus pasos hacia la habitación. Llegó a la puerta y giró suavemente el pomo, al empujar la puerta el chirrido de las bisagras llenó el espacio, se detuvo por unos instantes y muy lentamente abrió la puerta lo suficiente para que pudiera entrar y de nuevo, despacio, cerró.



Se acercó a la cama, dejó el celular en la mesita de noche, se quitó la franela y el bóxer. Su pene lubricaba, un hilo de líquido transparente bajaba y tocó su pierna, el delicado frío de esa gota le hizo llevar su mano al pene y recoger con sus dedos la humedad, se limpió pasando sus dedos por sus labios y lengua.



Se agachó y levantó la sábana para meterse, abrazó a la persona que dormía y esta de un brincó, despertó.

–¿¿Qué haces aquí?? – Le habló en susurro

–Tengo ganas de tirar. –Le dijo el muchacho.

–Ya te dije que aquí no podemos, si Gonzalo nos pilla nos bota.

–Está durmiendo, lo hacemos calladitos. –Le agarró el pene y comenzó a mamárselo.

Sebastián apartó la sábana, estiró su brazo para buscar en la gaveta de la mesita un condón.

­–¡Coño, no me muerdas!

–Disculpa. –Sebastián encendió la luz para poder ver y ponerse el condón, Darwin seguía en lo suyo.

Apartó a Darwin, se colocó el condón y apagó la luz. –Siéntate para que te entre de una.

–Así no me gusta, métemelo de lado.

–Pero siéntate primero para que te entre más fácil. ¡Au coño, fíjate por donde vas!. –Darwin le clavó el talón en el muslo.

–Verga como voy a fijarme si está oscuro prende la verga esa.

Se sentó y tomó el pene ubicándolo en la entrada de su ano, se relajó y fue bajando mientras hacía presión en el pene. Comenzó a gemir.

–¡No hagas ruido coño! -Le decía en voz baja Sebastián. –Muévete y date la vuelta. –El muchacho se volteó dándole la espalda y Sebastián lo echó aun lado para penetrarlo acostado y ambos en posición de cuchara.



Darwin Hernández es un muchacho de 20 años, delgado, moreno claro, cabello y ojos negros, es extrovertido y vive su sexualidad libremente, no le oculta a nadie que es gay y eso le trajo problemas en su casa. Es afeminado y ha sido objeto de burlas de algunas personas. Trabaja en una zapatería.



Su madre siempre le reclamaba que se comportara como un varoncito, ella extrañaba a su esposo el padre de Darwin que murió cuando el tenía cinco años, cuando cumplió los 10 años, su madre se puso a vivir con otro hombre que a Darwin no le gustaba, no se llevaron bien nunca. Desde que entró a la casa el padrastro no paraba de descalificarlo y discriminarlo: “maricón” “niñita” “en el barrio te van a coger los machos” “tu madre parió un hombre no una mujercita”.



Su padrastro lo llevaba a las reuniones con sus amigos para burlarse de él, le dejaba a alguna prostituta del barrio para que se hiciera hombre, –Tengo 11 años -le decía Darwin. –Mejor, desde temprano, para que se te quiten esas mariqueras.



Una noche Darwin que ya contaba 15 años, estaba con su padrastro solos en la casa, el hombre entra al cuarto del muchacho con una correa en la mano. Había bebido con los amigos.

–De una buena vez vas a aprender a hacer hombre.

Comenzó a darle correazos para luego quitarse el pantalón, desnudar a Darwin y violárselo. Forcejearon pero el hombre lo sujetó con fuerza., Darwin intentaba soltar una de sus piernas que estaba aprisionada  con las de él, cuando pudo hacerlo, lo empujó y le dio una patada en los testículos. Se soltó, pero el hombre lo volvió a agarrar y le dio otro correazo.



Cuando ya estaba a punto de penetrarlo, llegó la madre.

La mamá comenzó a pegar gritos, Darwin la abrazó llorando explicándole a gritos que lo quería violar.

–Tu hijo se me insinuó, yo entré a preguntarle algo y estaba desnudo tocándose y m dijo que me quedara. Yo no soy de hierro mami, se me puso fácil y bueno. Tu hijo es un desviado.

–VETE A TU CUARTO Y NO SALGAS DE AHÍ.

Darwin le hizo caso, estuvo llorando un buen rato tumbado en la cama. Al salir para buscar algo de agua, se acerca a la puerta de la habitación de su mamá y apoya la cabeza para oir. Lo que escucha son gemidos de su madre y las cosas que le decía el padrastro. Abre la puerta suavemente y los ve.



Su madre en la cama en 4 y su padrastro haciéndole sexo anal. Vuelve a cerrar la puerta con cuidado, se va a su cuarto, busca un bolso y en él mete toda la ropa que puede. Va a la cocina, en un frasco de cerámica que tiene su mamá sobre la nevera, saca el dinero que hay ahí, va a la sala y revisa el koala de su padrastro, hay dos pacas de billetes de 100, se las lleva.



Va a la entrada del apartamento, se pone a llorar. Sale, se va por las escaleras con su bolso a cuestas bajando 9 pisos del bloque donde vivía en Caricuao. No sabía donde ir, sólo sabía que a esa casa no regresaría jamás.



Sebastián tenía penetrado a Darwin, estaban de lado. Sebastián le puso una mano en la boca al muchacho porque no paraba de gemir.

–Deja de chillar.

–Es que tu tienes el guebo grueso.

–Ya te lo has metido, no es algo nuevo. –Agarró a Darwin por la cintura y lo volteó poniéndolo en 4.

–No me gusta esta posición.

–A mi si, aguanta. –Para no hacer ruido, Sebastián lo penetraba suave pero profundo evitando que el choque con la piel sudada sonara y despertara a Gonzalo que estaba en la habitación de enfrente.

Sebastián siguió penetrando a Darwin hasta que estuvo a punto de venirse.

–¿Te vas a tragar la leche?

–Si

–Vente, abre la boca. –Se arrancó el condón, se masturbó por unos segundos y le metió el pene en la boa sujetándole la cabeza a Darwin para que se tragara todo.

–Tu leche siempre sabe ácida.

–Pero te gusta, siempre la quieres.

–Me voy a duchar.

–¿Estás loco? Vas a despertar al guebón este.

–Estoy todo sudado.

–Te bañas más tarde vete a tu cuarto.



Darwin agarró su celular, su bóxer y su franela y se fue desnudo a su cuarto que estaba al lado.

Cuando sale del cuarto se le cae el celular, se agacha a recogerlo y se abre la puerta del cuarto de Gonzalo.



–¿Qué haces a esta hora  despierto y desnudo fuera de tu cuarto?

Darwin se puso nervioso y se le volvió a caer el celular. Gonzalo encendió la luz.

–¿Que tienes ahí en la cara, en la boca? Le limpió con su mano y se lo llevó a la nariz para oler. –Esto es semen, ¿qué estabas haciendo? ¿tienes a alguien en tu cuarto? –Se fue directo a la puerta y la abrió encendiendo la luz.

–No, no, no hay nadie es que me estaba masturbando y me cayó en la cara y fui a ducharme pero Sebastián no me dejó me dijo que era muy temprano.

–Por supuesto, yo les dije las normas de esta casa, ya deberías saber que a esta hora no puedes bañarte, ve a vestirte que no me gusta que estén desnudos en mi casa.

Gonzalo cargaba un piyama de pantalón largo y camisa manga larga y unas pantuflas.



–Que ladilla es este hombre, no me extraña que esté solo, no sé que mujer se va a querer acostar con él con lo estricto y meticuloso que es. Y encima con su temita religioso menos que menos.

Se metió en la cama para dormir unas horas más, feliz por haber tenido sexo con Sebastián nuevamente y sin que Gonzalo supiera.

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