lunes, 20 de junio de 2016

SODOMITA. 2da parte. Capítulo 3


Mientras Sebastián se colocaba el condón, Rodrigo se ponía sobre la cama en 4 abriendo con sus manos las nalgas. –No te puedes quejar, te he cogido que jode estos días. –Dijo Sebastián mientras se acercaba al culo de su novio.

Cuando sintió que ya lo estaba penetrando, Rodrigo soltó sus nalgas y se aferró a las sábanas.



Sebastián esperó a penetrarlo completo para luego comenzar a embestirlo con fuerza, Rodrigo no paraba de gemir en alto escapándose de vez en cuando algún grito.

–¡No grites coño!

–Deja vale, el que me va a oir es tu amiguito, cógeme, dame duro, sigue. -Sebastián siguió, le apretaba las nalgas mientras se las estiraba para introducir todo el pene. Los gritos seguían.



Mientras Sebastián no paraba de moverse y tomar por los hombros a su novio, la puerta de la habitación se abría lentamente, los gemidos se hicieron más audibles. Una vez abierta de par en par se enciende la luz, se ilumina toda la habitación. Sebastián voltea hacia la puerta y brinca fuera de la cama tapándose con las manos la entrepierna. Rodrigo se tapó con las sábanas al mismo tiempo que se caía de la cama.



Gonzalo quedó petrificado frente a ellos.

–Sólo te voy a decir una cosa, agarra todas tus cosas y te largas de mi casa ahora mismo.

–Gonzalo, ya va, espera déjame explicarte. ¿qué haces aquí? ¿no venías mañana?

–¿Esa es tú única preocupación? Dijiste nada tengo la casa para mi solo déjame meter a todos los machos. Te vas ya y te llevas a este señor.

–Gonzalo, es tarde, si cometí un grave error pero déjanos pasar la noche aquí.

–Se van ya, recoge tus cosas y te vas. ¿Dónde está Darwin?

–En su cuarto supongo.

–No está ahí, te dije que estuvieras pendiente de él y tampoco hiciste eso.

–Darwin no es asunto mío, Gonzalo, es mayor de edad. ¿te puedes salir mientras me visto?.



Gonzalo salió de la habitación y se fue a la suya. A pesar de sentirse traicionado por lo que hizo Sebastián, al verlo teniendo sexo con otro hombre lo estremeció y por unos instantes deseó ser él el que estaba en esa cama.

Se tiró en la cama aún vestido y cerró los ojos. Media hora después escuchó ruidos afuera.

–GONZALO, YA ME VOY, TE DEJO AQUÍ LAS LLAVES. –Gonzalo se puso de pie y salió de su habitación.

­–Sebastián, no tienes que irte, dile a tu amigo que se vaya pero tú te puedes quedar aquí y te vas mañana.

–No, tranquilo, es tarde y no voy a dejar a Rodrigo solo por ahí, Rodrigo es mi pareja. -Hubo un silencio incómodo y luego Gonzalo habló. –Ah es tu pareja, o sea que sigues siendo gay, nada ha cambiado. No sabía que tenías pareja, pensé…

–Bueno Gonzalo toma las llaves yo me voy, chao.



11 de la noche. Darwin entraba con cuidado, abrió la reja y la puerta de la casa despacio, estaba todo oscuro.

–No hagas ruido. –sususrró el muchacho.

–¿Pero hay gente> dijiste que no había nadie.

–Bueno está mi roommate pero el dueño no está.



Cerró con cuidado y se fueron a su habitación.

–¿Me puedes traer agua?

–Si, ve quitándote la ropa. -Encendió la luz y se fue a la cocina.

Al regresar el hombre estaba de pie sobre la cama y desnudo. –Ven a mamarme el guevo.

Darwin dejó el vaso en la mesita de noche y se subió a la cama y fue directo al pene del hombre. Un pene curvado a la izquierda, largo y no muy grueso. No circunciso. Lo tomó entre sus manos y le retrajo el prepucio para comenzar a mamarlo. Se dedicó a jugar con el glande mientras se quitaba la ropa.

Una vez desnudo, el hombre lo levanta, lo pega a la pared mientras se coloca el condón y le echa lubricante en su culo y en su pene.



Lo empujó hacia la pared, le abrió las nalgas y comenzó a penetrarlo.

–Esta cogida te va a salir cara.

–¿Ah si, por qué?. –Lo penetró.

–Porque me vas a coger varias veces. –Terminó de decir eso y el hombre empezó a moverse con fuerza, Darwin gemía sin importar si lo escuchaban.



Gonzalo en su cuarto escuchaba voces, abrió los ojos pero no sabía de donde venían, de hecho no sabía donde se encontraba, encendió la lámpara de la mesita de noche. Se restregó los ojos y se levantó, salió de su habitación.

Al estar afuera ve la puerta de la habitación de Darwin abierta y la luz encendida. Se acerca y lo primero que ve son un par de nalgas blancas y velludas del hombre penetrando a Darwin que estaba pegado a la pared. Se queda apoyado del marco de la puerta viendo la escena de sexo.



5 minutos después el hombre agarra por la cabeza a Darwin. –Ya me vengo, apriétame el guevo anda, sácame la leche.

El hombre acaba dentro de Darwin mientras el muchacho se corre hacia la pared. Retira el pene del culo del muchacho, al voltearse ve a Gonzalo. Se asusta, pierde el equilibrio y sale de la cama sin caerse.

–¡Gonzalo! ¿Qué haces aquí?

–Vivo aquí, ¿Qué significa esto?. –El hombre se vistió rapidísimo. -Te transfiero el dinero. –Le dijo al oído al muchacho y se fue del apartamento.



–¿Tú no estabas con tus hijos?

–Después de todo lo que he hecho por ti y me pagas metiendo hombres a mi casa, mi casa Darwin. –Gonzalo tenía el pene erecto pero no se le marcaba pues lo tenía hacia abajo pero sentía como lubricaba dentro del interior.

Darwin se bajó de la cama pero seguía desnudo, Gonzalo no le quitaba la mirada  a su cuerpo.

–Discúlpame, pensé que no vendrías hoy y le dije a mi amigo que viniera.

–Que bien, así respetas la confianza que yo deposité en ti. Vístete y sal a la sala.

Gonzalo se fue a su habitación. Entró al baño y se masturbó.



"Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca." 1 Corintios 6:18. –Cerró la Biblia y salió.



–Que no se vuelva a repetir Darwin, esta casa se respeta, esta casa es de Jehová, la fornicación homosexual es pecado y aquí no lo harás, yo no puedo evitar que lo hagas fuera de aquí, pero en mi casa más nunca.

–Te lo prometo y mil disculpas por esto, no va a volver a ocurrir. –Si supiera que Sebastián está con su novio en su cuarto –Pensaba Darwin.



Se levantaron del sofá y Gonzalo abrazó a Darwin. –Te quiero mucho carajito.-le dio un beso en la mejilla y con su mano derecha le acaricio la mejilla, ese gesto lo estremeció y a Darwin lo desconcertó.



–A Sebastián lo boté de aquí, estaba con el supuesto novio.

–¿Qué? ¿Lo botaste? ¿Por qué? ¿Y por qué a mi no?

–Ve a dormir, mañana me acompañas al salón. Descansa.



Darwin entró a su habitación más deconcertado que antes.

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