jueves, 16 de junio de 2016

SODOMITA. Capítulo 11


Estaba cerca de la calle donde el diputado lo montó en su carro, todavía estaba oscuro y decidió quedarse –Quien quita y me sale otro tire–.



Un carro se detuvo.

–Chamo, ¿dónde está tu compañero? Elías, el chamito que se la pasa aquí.

–No sé, soy nuevo aquí.

–Ah, ya, ya lo vi está allá. –Cuando Darwin volteó, se trataba del muchacho que lo amenazó hace unas horas.

–Pero llévame a mi, así me pruebas, te cobro menos.

–Si va, móntate.

Elías se dio cuenta y comenzó a correr pero el vehículo ya había tomado la avenida principal, le mostró la mano y el chuzo a Darwin mientras el carro se perdía en la noche.



–Espero que valgas la pena, Elías es un diablo tirando.

–Yo soy bien perra, y hago lo que me pidan.

–Me gusta eso, así como te portes así te pago.

–4.000 con todo.

–Me vas a salir barato, pero puedo darte más si te portas bien.



Entraron a la habitación. El hombre cerró la puerta dándole la espalda.

–Hey. -Le dijo a Darwin para que volteara. Volteó y el hombre le dio una cachetada. –Ahora me obedeces, sácame el guevo y mámalo.

Darwin comenzío a hacerlo y el hombre lo agarró por el cabello empujándole la cabeza a su pélvis para que se metiera todo el pene en la boca. Darwin se ahogaba y tenía los ojos húmedos. La saliva le corría por los costados de su boca, levantaba la mirada y veía al hombre.

–Eres tragoncito. Pélame ese culo que quiero cogerte ya.

Lo hizo ponerse en el piso y en 4. Él, se quitó la ropa y se arrodilló, le abrió las nalgas y escupió repetidas veces hasta humedecer la zona, se puso el condón, se apretó el pene y comenzó a penetrarlo.  Cuando ya había metido la cabeza, le habló.

–¡Mueve ese culo pues! Cómetelo tú.

Darwin comenzó a mover las caderas al mejor estilo twerking. Con cada movimiento entraba el pene y el cliente excitado –Coño sigue -Siguió, empujó hacia atrás y se lo metió completo, mienras el hombre le agarraba las nalgas con fuerza apretándolas y ahora era él el que le daba empujones.

–Acuéstate. –Se puso sobre Darwin y ahora el muchacho movía las caderas mientras le apretaba la cabeza contra el piso. En un arrebato, el hombre se levantó y levantó al muchacho del piso, lo puso contra la pared y volvió a penetrarlo, le alzó los brazos apoyándolos a la pared y comenzó  darle con fuerza. Una, dos, tres, cuatro, siete veces, el sudor hacía que sus cuerpos sonaran al chocar. Se detuvo, retiro el pene.

–Voltéate y quítame el condón. –Darwin se agachó quedándole el glande cerca de su nariz. Enrrolló el condón hasta la punta y luego la haló. Un chorro de semén bañó su nariz y su labio superior, otro, su mejilla y la oreja izquierda, tomó el pene y los siguientes entraron en su boca. Darwin siguió mamando el pene que aún se mantenía rígido. Arrodillado comenzó a hacerlo con rapidez y fuerza, movía su lengua por todo el pene mientras lo tenía dentro, lo masturbaba. El hombre se volvió a correr, esta vez dentro de la boca del muchacho.

–¡Coño chamo, que divina esa acabada! Te mereces un plus, deja que me reponga y te vuelvo a coger. –Encendió un cigarro y se lanzó a la cama. Darwin fue al baño.

Se apoyó al lavamanos y miró al espejo. –Verga, en menos de 24 horas me metí un sueldo mínimo y teniendo sexo.­ – Vio el reloj. Las 7:37 am. –¡Mierda que tarde! MI PANA YO ME TENGO QUE IR.

En eso tocaron la puerta del cuarto. 4 golpes duros, mientras que Darwin se vestía, El hombre se tapó con las sábanas y fue a abrir. Era Elías. Cargaba el puñal en la mano.

–Te dije que te fueras de mi zona y de mis clientes mamaguevo y no me hiciste caso.–Se le fue encima pero el hombre se atravesó.

–EPA, EPA cálmate mi pana, baja ese chuzo. –Elías estaba excitado y con la respiración acelerada, las fosas nasales abiertas y los ojos rojos, miró a Darwin que ya estaba vestido y vio al hombre.

Movió con fuerza una y otra vez el chuzo que entraba en la piel del hombre. 8 puñaladas recibió, cayó al suelo con las sábanas teñidas de rojo. Elías se le quedó viendo al cuerpo inerte, Darwin gritaba pidiendo auxilio. Elías se fue dejando el chuzo en el piso.

Darwin se puso nervioso miró hacia los lados y vio el pantalón, sacó la billetera y se cobró. Llegaron las de la limpieza y Darwin salió despavorido del hotel.

Corrio, corrió, corrió hasta llegar al metro. Se detuvo, sentía que el corazón se le iba a salir por la boca, se vio la mano y tenía apretados con fuerza los billetes, relajó la mano y se metió el dinero en el bolsillo.

De los nervios se puso a llorar, aunque cuando estuvo viviendo en las calles vio de todo en la ciudad, lo de esta mañana lo había dejado en shock, nunca había presenciado un asesinato tan de cerca.

Llegó al apartamento. Cuando intentó meter la llave en la reja se desmayó.

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