miércoles, 8 de junio de 2016

SODOMITA. Capítulo 3


Gonzalo con dificultad abría los ojos con el sol entrando por su ventana, el pantalón de su piyama estaba tenso en su entrepierna, se estiró y se bajó el pantalón para masturbarse, unos segundos después, tres lenguas blancas se posaban en su barriga que brillaban con la luz natural. Se fue al baño para limpiarse e ir a desayunar, pero antes abrió la Biblia y leyó lo primero que vio:



"Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales."- Hebreos 13:4



Cerró la Biblia y salió de su habitación. Fue a la cocina y estaba Sebastián sentado desayunando.

–Por favor Sebastián, ponte una franela y un bóxer, te he dicho que en mi casa no puedes estar así.

–Bueno, bueno, disculpa, pensé que aún no te levantarías.

–No es el hecho de que me levante tarde o no, en mi casa no puedes estar así, esté yo o no.

Sebastián puso los ojos en blanco y lanzó un suspiro pero fue a vestirse. Regresó.

–Buenos días Gonzalo, ¿cómo amaneces? –Algo le llamó la atención y bajó la mirada hacia la entrepierna de Gonzalo, tenía una mancha. Se sonrió. –Tienes el pantalón mojado creo que te orinaste.

Gonzalo bajó la mirada y vio la mancha, se puso rojo y se fue a cambiar.



Al regresar preguntó por Darwin.

–Tú sabes que él los sábados sale a correr, debe venir cerca del mediodía.

–Ese muchacho está en malos pasos, voy a tener que hablar con él, ya ni quiere venir al Salón conmigo.

–¿Por qué dices eso?

–Ha llegado borracho a casa, llega tarde y la otra vez lo vi desnudo saliendo de tu cuarto, que se quería duchar y se había masturbado. Por más que le digo que esas cosas son inmorales insiste en hacerlo.

–Gonzalo, es un carajito, déjalo quieto, ¿para que quieres convertirlo  a tu religión?

–Porque me ofrecí a ayudarlo y le di casa cuando su familia le dio la espalda, pero él viene con muchos vicios de la calle y quien sabe de su propia casa y Jehová lo puede ayudar.

–Jehová, Jehová, a mi me sacaron de la iglesia y no me ayudaron nada.

–Tú sabes muy bien porque te sacaron y porque estás aquí conmigo.

–Deja a Darwin que viva su vida, es un muchacho sano como cualquier otro.

–Va por el camino de la perdición, sexo, alcohol y quien sabe si drogas.

Sebastián terminó de desayunar y se fue a duchar.

–Voy a salir a comprar unas cosas para la casa, ¿quieres algo en especial?

–Trae huevos y detergente si consigues por favor yo te lo pago aquí.

–No vale tranquilo.

–Yo voy a estar en el Salón todo el día, tenemos trabajo con los hermanos y los pastores. Y vamos a recorrer un barrio.

–Ok, me saludas a todos los hermanos, dile que los extraño mucho.

–No te burles y no me vengas con ironías Sebastián.

–Me voy al baño.




Abría la reja del apartamento con cuidado.

–Déjame ver si hay alguien, espérame aquí. -Entró, revisó el apartamento y estaba solo. –Entra, no hay nadie. –Cerró con doble llave la reja y la puerta.

–Vamos a mi cuarto.

–Mámamelo aquí. –El hombre se bajó el cierre y sacó su pene por la abertura, Darwin se puso en cuclillas y se lo metió en la boca mientras se desabrochaba el pantalón.

–¿Trajiste condón?

–No, ¿cómo voy a tener? Soy casado, no hago estas cosas.

–Ah ok, ya veo, yo tengo uno en el cuarto, vamos.

Darwin se desnudó por completo pero el hombre solo se bajó el pantalón. Darwin le puso el condón, buscó una crema humectante y se puso un poco en el culo y en el pene del hombre.

Se puso al borde de la cama, se agachó apoyándose con sus manos en la cama para que  lo penetrara.

–Me hiciste caso, tienes el culo afeitadito, como me gusta, que se vea como de hembra, eso me excita.

–Mételo pues que no tenemos todo el día.

El hombre comenzó a penetrarlo poco a poco, cuando lo metió completo Darwin se montó en la cama para quedar en 4, se abrió las nalgas y comenzó a moverse.

–Que rico culo, que rico culo, apretadito y caliente, me vas a hacer acabar. –Darwin apretaba para que el hombre se viniera. Seguía embistiéndolo cuando de pronto detrás de él una sombra. El hombre voltea.

–Caramba Pastor, en estas estamos.

El hombre sin detenerse, estira el brazo y lanza la puerta para cerrarla, le da unos cinco empujones a Darwin y acaba.

–Mierda, es Sebastián, mierda, mierda, mierda.

–Ay ya cálmate, ¿qué tanto?.



El hombre se subió el pantalón y salió.

–¿Cómo está Pastor Germán? ¿todo bien? ¿Y su esposa e hijos?

–No te atrevas a abrir la boca, ¿cuánto quieres? ¿10, 20, 30 mil?

–40 está bien así se me olvida todo todo lo que vi.

–Ok, ok, ok te doy 40, hoy te deposito en tu cuenta. Mándamela por mensaje

–Váyase ya que por ahí viene el hermano Gonzalo.

Se fue y Sebastián entró al cuarto.

–Dame esos cinco pedazo de puta jajajaja, eres un bicho.

–Coño, pensé que te ibas a tardar más.

–Vístete que Gonzalo está por venir en cualquier momento, eres bien osado viniendo a tirar acá.



Darwin se fue a bañar, mientras Sebastián guardaba las cosas del mercado que trajo.

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