martes, 21 de junio de 2016

SODOMITA. Capitulo 4


En una de las tantas visitas al Salón acompañando a Gonzalo, Darwin se tropezó con Benito, su exjefe. Gonzalo los vio a ambos desde lejos y se le contrajeron los músculos de la cara y el cuello.



–Hasta que te veo por fin carajito. Estás muy rebelde y me debes algo.

–Yo no le debo nada, ya no trabajo para usted así que quiero que me deje en paz.

–¿En paz? Pero si no te he hecho nada, además no tienes trabajo, te ofrezco un buen sueldo y buen sexo.

–Ya tengo trabajo y gano bien.

–¿Prostituyéndote en la calle? Eso no es un trabajo, puedes contagiarte de mil enfermedades y pueden matarte.

­–Ese es mi problema, además ¿cómo usted sabe que yo trabajo en eso? Soy vigilante en un local.

–Mira cagaleche, yo sé donde trabajas, eso se lo podrás decir a tu protector a mi no.

–Definitivamente usted no es nada mío así que deje la ladilla conmigo.

Benito lo tomó con fuerza del brazo sacudiéndolo, en ese momento se acercaba Gonzalo.

–Hola Pastor Benito ¿cómo está? ¿pasa algo con Darwin?

–Este carajito que es un insolente y maleducado, no sé que clase de valores le estás enseñando.

–Los mejores Pastor, Darwin, vete a casa y déjame solo con Benito.



Darwin se alejó pero no se fue a casa, esperó a Gonzalo.



Al rato ambos se van del Salón. Mientras Gonzalo llevaba a Darwin a la casa este le insistió que dejara regresar a Sebastián a casa. Accedió.

–Yo lo llamo y le doy la noticia, ¿sí?.

–Esta bien, lo hago por ti, no por él. Subo contigo a buscar algo que necesito para el carro y me voy.



Entraron al apartamento, Darwin se fue a su cuarto a llamar a Sebastián, Gonzalo fue a la cocina, abrió varias gavetas buscando algo.



–<Marico, Gonzalo me dijo que puedes volver>

–<¿De verdad? ¿y por qué no me llama él y me lo dice?>

–<Yo le dije que te iba a llamar yo, vente, recoge tus peroles esta tarde y te vienes>

–<Ok, la verdad es que estoy viviendo en una pensión de mala muerte en el centro, esto es un malandraje, ya me han atracado>

–<Bueno marico vente ya, sal temprano y te vienes>



A las 5:35 de la tarde Sebastián ya estaba instalado en el apartamento. Como agradecimiento a Gonzalo estaba preparando la cena para cuando llegara.



–DARWIIIN ¿DÓNDE ESTA EL CUCHILLO GRANDE, EL DEL MANGO NEGRO DE GOMA?

–NO SÉ, DONDE SIEMPRE, EN LA PRIMERA GAVETA.

 Sebastián buscó y no lo encontró y picó con otro cuchillo.



–Bueno, yo me voy a trabajar.

–¿Tan temprano?

–Claro, mientras más clientes haga más dinerito, me quiero mudar de aquí, pero primero tengo que tener bastante plata y nos mudamos tú y yo juntos

–Después de todo lo que ha hecho por ti Gonzalo, ¿lo vas a dejar?

–A vaina ahora lo defiendes después que te botó.

–No lo defiendo, pero Gonzalo no es mala persona.

–Lo sé, pero bueno igual quiero vivir en otro lado, chao un beso. –Le dio un beso en la boca.

–Ten cuidado, llama por cualquier cosa.



Luego de haber hecho la cena, lavó los platos y acomodó la mesa para esperar a Gonzalo.

Llegó pasada las 9 de la noche, Sebastián ya se había quitado la ropa y lo había estado llamando pero el celular estaba apagado.



–Hola, te estaba esperando desde temprano, te había hecho una cena de agradecimiento, pero el celular lo tienes apagado ¿qué te pasó?. –Gonzalo traía la camisa manchada de sangre.

–Disculpa, es que me quedé sin batería y estaba arreglándole algo al carro que me quedé accidentado y me corté, deja que vaya a la cocina.

Al entrar a la cocina Sebastián escucha el sonido metálico de algo que cae en el lavaplatos, al entrar ve el cuchillo grande de mango negro.

–Ah coño el cuchillo lo tenías tú, lo estaba buscando esta tarde. A verte la herida.



Le quitó la camisa. Era un herida superficial pero larga, un corte recto. Buscó alcohol y unas gasas para limpiarle la herida.

–Gracias Sebastián, gracias por regresasr.

–Gracias a ti tonto.

–La verdad fue Darwin que me lo pidió.

Gonzalo tenía el corazón acelerado y se le notaba, la mano derecha la tenía hinchada y y con raspones, su respiración estaba entrecortada.

–¿Tú estás bien Gonzalo? Te noto alterado.

–Estoy cansado y estresado con lo del carro, ahora me doy una ducha y se me quita, necesito quitarme la ropa. ¿Y Darwin?

–Trabajando.

–¿Está bien? ¿lo llamaste?

–Si, si está bien, le dije que me llamara si necesitaba o le pasaba algo.

–No me perdonaría si le llega a pasar algo, no voy a permitir que nadie le haga daño.

–Tranquilo, lo cuidaremos, ve a bañarte y te pongo la cena.



Gonzalo se fue a duchar. Al abrir la llave esperando que saliera agua caliente, comenzó a temblarle el cuerpo. Se puso debajo de la ducha y mientras le caía el agua caliente se fue calmando.

–Darwin, Darwin, Darwin, nadie te va a hacer daño, nadie, yo te voy a cuidar, nadie te va a molestar, yo voy a estar ahí para ti.



Se colocó el piyama y salió a cenar.



–Te quedó muy buena la cena, como se ve que estás arrepentido de lo que hiciste.

–No estoy arrepentido, es simplemente un gesto que quise tener contigo, pero lo que pasó no va a volver a suceder.

–Puedes traer a tu amigo a casa, pero no se puede quedar a menos que yo esté y lo autorice.

–Esta bien pero trataré de que eso no ocurra a menos que sea necesario.

 –Me voy a acostar, estoy cansado. Darwin debe venir tempranito en la mañana, si no me he despertado, levántame.

–Seguro.



Sebastián lavó los platos, estaba extrañado de la reacción y actitud de Gonzalo; pausado, relajado y no tan rígido con las reglas de la casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario