jueves, 23 de junio de 2016

SODOMITA. Capítulo 6


Sebastián y Darwin llegaron al apartamento, estaba todo muy tranquilo, hasta pensaron que Gonzalo no estaba en casa, Sebastián le dijo a Darwin para ir a la cocina.

–Mira, este es el cuchillo que traía cuando llegó a casa, ¿te acuerdas que yo te pedí un cuchillo? Era este.

–Ay marico, no me cagues. Gonzalo no puede ser un asesino.



Se acercaron a la habitación a verificar si estaba ahí. Gonzalo estaba desnudo, algo rarísimo en él y al lado había una botella de ron que le quedaban 3 dedos de la bebida.

­–Este pana le pasa algo, no es normal que esté desnudo y además a esta hora ya debería estar levantado. ¿Lo despierto? –Dijo Darwin mientras se acercaba y le daba un empujón por el hombro.



–Eh eh eh, ¿qué pasa? Au que dolor de cabeza, apaguen la luz.

–¿Qué luz Gonzalo? Es de día, ¿qué te pasó? Estás desnudo y bebiste.

Gonzalo al abrir los ojos y verse sin ropa y en la cama se tensó.

–¡SALGAN DE MI CUARTO, SALGAN DE MI CUARTO! –Ambos salieron, Gonzalo se agarraba la cabeza con ambas manos, no aguantaba la jaqueca.

–¿Qué he hecho? ¿qué he hechooo? –Los otros 2 estaban pegados a la puerta intentando escuchar. Gonzalo movía cosas y se tropezaba con otras.

–MIERDA, MIERDA, MIERDA. – Se escuchaba el sonido de las teclas del celular.

–<<Aló, aló, hola, hola Milagros es Gonzalo, voy a llegar un poco tarde hoy, tengo un inconveniente aquí en casa…si, si, yo voy pero más tarde, avisa por favor. Gracias>>



Escuchaban que Gonzalo se acercaba a la puerta y se fueron a la sala.

Salió en interiores. –Necesito un ibuprofeno, búsquenme uno por favor o 2.

–Voy. –Dijo Darwin.

–¿Me puedo tomar una cerveza de las tuyas Sergio? Sebastián perdón.

–Sí claro, ¿te encuentras bien?. –se tomó las 2 pastillas junto con la cerveza que se la bebió de un golpe.

–No, voy a recostarme. -Se fue a su habitación de nuevo.



Buscó la Biblia y donde la abrió, leyó.

Gálatas 5:19-21 dice: "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, ENEMISTADES, PLEITOS, celos, iras, CONTIENDAS, disensiones, herejías, envidias, HOMICIDIOS, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que LOS QUE PRACTICAN tales cosas no heredarán EL REINO DE DIOS". –Cerró los ojos y corrían sin esfuerzo las lágrimas. Tiró la Biblia al suelo y se acostó.



Sebastián entró al cuarto, lo secundaba Darwin.

–Gonzalo, cuéntanos que te pasó. Puedes confiar en nosotros, habla.

–Déjenme solo por favor.

–Mataron a Benito de varias puñaladas, lo encontraron cerca del Salón, en la quebrada. -Dijo Darwin. Sebastián le abrió los ojos como diciéndole que no dijera eso.

–Ahora está con Jehová en el reino de los cielos, descansa en paz, quiero que me dejen solo.

–¿Tú mataste a Benito?

–¡Darwin! -Le gritó Sebastián.

–Lo mató sus más bajos deseos carnales, su pecado, su homosexualidad, su mente retorcida y pedófila.

–Gonzalo, te recuerdo que Darwin y yo somos gais. ¿Quieres y deseas que nos ocurra eso mismo a nosotros?

–Están en pecado, arrepiéntanse y serán salvados, irán al reino de Jehová, las puertas del cielo estarán abiertas para ustedes si se arrepienten.

–¿Tú te arrepentiste? ¿Confesaste que eres gay?

–Darwin por favor déjalo, no es el momento. –le susurró Sebastián.

–¿Por qué mataste a Benito? ¿Por qué se metió conmigo? ¿Por qué tuvo sexo conmigo?

–Yo no maté a Benito, el consiguió la muerte por sus actos, yo fui un vehículo de liberación.

–Marico este pana está loco. –Susurraba ahora Darwin.

–Vamos a dejarlo que descanse.

–Nos vamos para que descanses Gonzalo, estaremos afuera.

Gonzalo se volteó y miró fijamente a Darwin.

–¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.



Darwin tragó saliva y se puso pálido, Gonzalo no le quitaba la mirada.

–Nosotros nos vamos, vente Sebastián.



–Tengo miedo Sebas, no me queda duda que Gonzalo lo hizo.

–No podemos asegurarlo, vamos a esperar unos días.



Sebastián se fue a duchar para irse al trabajo que también iba a tarde.

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