martes, 14 de junio de 2016

SODOMITA. Capítulo 9


Darwin volvía a trabajar en la zapatería. Esa mañana se había levantado más temprano pues acompañaría a Gonzalo a la Iglesia antes de irse a trabajar.



–Pórtate bien ahora que te dieron otra oportunidad vale. El Pastor Benito es de carácter fuerte pero es buena gente.

–Si, si, buena gente. –Le decía Darwin con indiferencia. –Acepté de nuevo por el trabajo, más nada, necesito el dinero.

–Ok, pero ponte serio en el trabajo. ¿Tú…tú, siempre eres así?.

–¿Cómo así? No entiendo.

–Bueno, que estás…te acuestas…¿lo haces con todo el mundo? Ya que seas gay no está bien, pero si encima vas por la vida de promiscuo ya es peor.

–Yo tiro con quien quiera y bueno que me guste.

–¿Y Sebastián y yo te gustamos?

–¿Ah?



–Hermano Gonzalo, menos mal que llegaste, ayúdame con el reparto de las revistas para los hermanos que van a la calle hoy, hola Darwin.

–Hola. –Respondió con desgano. ¿Qué me habrá querido decir este con eso? –Pensó Darwin mientras entraba al Salón.



–<Epa Sebas, el Gonzalo me acaba de preguntar una vaina que me dejó loco. Me preguntó si a mi me gustabas tú y él, que tal?>

–<Jajajaja te lo he dicho, Gonzalo es gay y no quiere aceptarlo y se escuda en su secta>

–<Está burda de loquito, hay que sacarlo del closet, ¿lo hacemos? Jejeje>

–<Deja esa vaina mira que nos jugamos el techo jejeje>



Darwin llegaba a la zapatería, mientras se ponía la chemise del uniforme adentro en el depósito, Benito se le acercó por detrás. Le pegó una nalgada apretándosela.

–Hoy quiero que me hagas algo carajito, sal a atender a esos clientes y luego vienes.

Darwin se limitó a sonreir y salió hacia la tienda.



Luego de atender a 3 clientes volvió al depósito y se acercó a la pequeña oficina de Benito.

–Cierra la puerta. Siéntate aquí.

Darwin se sentó en la silla que desocupó el hombre y este desabrochó su pantalón y lo dejó caer. Un interior blanco bastante holgado y percudido estaba frente a los ojos del muchacho.

Benito se bajó el interior hasta el medio muslo. Una maraña de pelos entre castaños y canosos cubría casi en su totalidad el diminuto pene con prepucio que apenas se asomaba.

–Mámalo.

Darwin con su mano apartó los largos vellos y tomó aquel pequeño pene, al acercar su boca sintío un fuerte olor a orine que despedía esa zona. Darwin cerró los ojos y retrajo el prepucio, ya el pene iba poniéndose duro pero no más grande. Al dejar al descubierto el glande, otro olor penetró sus fosas nasales. El esmegma alrededor del glande hizo que la cara del muchacho se arrugara. Intentó llevarse el pene a la boca, cuando sus labios rozaron la cabeza del pene se echó para atrás.



–¿Qué pasó? No tengo todo el día, mámalo.

–No puedo pana, verga no. Que asqueroso, tienes el guevo podrido. –Se levantó de la silla y se fue a la tienda.



Entre su compañero y él atendieron a 9 personas hasta el mediodía. Al irse a comer a la trastienda, Benito se le acerca al muchacho de nuevo.



–Mira carajito a mi nadie me rechaza, quiero que regresemos y termines lo que empezaste.

–¡Que no! Eres un cochino.

–Ya me lo lavé.

–No quiero, si quieres me botas pero yo no quiero nada contigo.

–Sal a atender a los clientes.

Darwin se levantó, lavó sus utensilios y se fue a trabajar de nuevo. A la hora de irse no había vuelto a hablar con Benito, pero este se le acercó.

–Mañana te quiero en la tienda puntual y volveremos a hablar. –Le puso la mano en el cuello apretándole con fuerza. –Vas a ser mío carajito.

Darwin se soltó.



–¿Qué se habrá creído este viejo? Yo no regreso más.

Darwin se fue de la tienda y caminando se puso a pensar en meterse a prepago.

Ya he vivido en la calle y sé lo que es eso, lo que tengo que averiguar es como se mueve el negocio y dónde es mejor, conozco gente, puedo hacerlo, me quiero forrar de plata.

Comió en la calle, luego fue al cine. Dentro de la sala le escribió a Gonzalo que llegaría tarde. Ya al salir de ver la película era la hora perfecta para acercarse a la calle de “chanceo”.



Se dirigió allá con el miedo en el cuerpo pero decido a averiguar.

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