martes, 12 de julio de 2016

A QUE NO TE ATREVES 2 Primera temporada


Con la muerte tan cerca.



Uno de los bomberos lo tomó del brazo y fue ahí que Carmelo reaccionó y cayó en cuenta donde estaba y con quién.

–¿Qué pretendías hacer o que fue lo que hiciste?

–Nada, nada iba a rescatarlo.

–¿Con los pantalones abajo? Este hombre lleva horas muerto, se ve.

–Se me cayeron los pantalones cuando me desabroché el cinturón para usarlo.



Los bomberos llamaron a la policía cuando subieron a Carmelo a la autopista. En un descuido corrió hacia su carro y se fue de ahí lo más rápido que pudo.



Comenzó a conducir sin rumbo, y sin querer llegó a la casa donde está recluida Fernanda, su mamá. Estacionó el carro y entró a la casa. Preguntó por su madre y la directora nerviosa le dijo que se había escapado. –No debe haber pasado mucho tiempo, la gente de seguridad la está buscando.

Carmelo se fue a su carro para buscarla en las cercanías. A escasas 6 cuadras del lugar consigue a una mujer tirada en el piso con 2 botellas, una vacía y la otra a la mitad. Apaga el carro y se baja.

–Mamá, mamá ¿qué haces? ¿por qué te fuiste? Mira como estás.

–Acaba con esto y déjame en paz. Déjame sola pero antes acaba conmigo.

–Tienes que regresar mamá.

–¿Regresar a donde? A esa cárcel donde no me dejan hacer naaaadaaaa.

–Es por tu bien.

–Es por tu culpa, si tú no hubieras nacido yo hubiera sido muy feliz con mi esposo, pero el maldito ese me lanzó en esta cárcel y tú no hiciste nada, ¿ese es el amor que me tienes carajito de mieeeerda, que te di de comer, te di ropa, deje que nacieras, porque ¿sabes? iba a abortar, pero no quería perder al guevón de tu papá. Tú no sabes el dineral que tiene ese viejo y mírame como estoy jodida y moriré jodida.

Acaba conmigo hijo, si de verdad me amas termina con mi vida y acabamos con esto, te dejo libre a ti y a tu padre.

Partió una botella y se la dio a su hijo. –Córtame el cuello para que sea rápido anda.

–Estás loca mamá, ven que te voy a llevar de vuelta.

Levantó a la mamá y la llevó al carro. La montó en el asiento de atrás y de vuelta a la clínica.

Cuando estacionó el carro, se bajó y abrió la puerta de atrás. Fernanda se había cortado las venas con el pico de una de las botellas. Se había desangrado. Carmelo cerró la puerta y tomó la carretera rumbo a su casa.



Aprovechando que su papá estaba en su cuarto convaleciente con la enfermera cuidándolo. Subió el cuerpo de su madre a su cuarto donde tenía una mesa de acero inoxidable donde practicaba con animales muertos,  esta vez lo haría con el cuerpo de su madre.



Colocó el cuerpo en la mesa, se cambió y fue al cuarto de Gerardo, su padre para saludarlo. Estaba con el abogado.

–Ya estoy en casa papá, ¿necesitas algo? Voy a estar en mi cuarto estudiando.

–Me queda poco hijo, estoy arreglando todo -Estaba con oxígeno.

–Yo vengo ahora y me quedo contigo papá, ¿te vas a quedar un rato más Rogelio?

–Si, un rato más ve a hacer tus cosas yo estaré con tu papá.



Regresó al cuarto. Iba a preparar el cuerpo de su madre. Se lavó bien las manos, se puso unos guantes y sacó lo imprescindible para comenzar: bactericidas, antifúngicos, formol, virucidas, etc.. Con todo lo que había leído de medicina forense desde que tenía 12 años hasta ahora, estaba decidido a preparar el cuerpo para mantenerlo por años consigo.



Vació el cuerpo de vísceras, lo rellenó, utilizó cal, lavó, limpió, higienizó cada parte del cuerpo. Cosió el cuerpo. 8 horas después había terminado. Estaba agotado pero satisfecho. Colocó una luz sobre el cuerpo de Fernanda y vio que lo que él había visto desde hace 18 años de su madre, no se parecía a lo que estaba viendo ahora, pero no le importó, había conseguido conservar el cuerpo. Se quedó unos minutos viendo su obra, detallando cada parte y de nuevo, a pesar del cansancio, tuvo una erección. 2 lágrimas recorrieron sus mejillas. Se bajó del taburete y fue a ver a su padre.



Chequeó los monitores, todo estaba en orden, se acercó y le dio un beso en la frente. –Papi, mami está con nosotros. -Se fue a su cuarto, la enfermera y el abogado se habían ido hace un par de horas.



Ya en el cuarto vio a su madre en la penumbra y comenzó a desvestirse. Una vez desnudo, bastó unos segundos para que apareciera una erección y su pene comenzara a lubricar hasta gotear.

Su piel se erizó y un frío recorrió su cuerpo cuando tocó el de de su madre. Se acostó sobre el inerte cuerpo, dejó que su pene mojara la vulva para luego hacer lo que había soñado desde hace años; hacerle el amor a un cadáver.

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