miércoles, 6 de julio de 2016

SODOMITA. Penúltimo capítulo.


Gonzalo sube a su apartamento ya tarde en la noche, abre con cuidado la puerta y la cierra despacio. Se va sigilosamente a la habitación de Sebastián, al entrar ve la cama tendida, piensa que no llegó nunca a casa y se va a la habitación de Darwin.

-Esta noche vas a ser mío mi amor. –Pensaba Gonzalo mientras abría con cuidado la puerta.



Cuando termina de entrar a la habitación ve que Darwin tiene compañía en la cama. La sangre le sube a la cabeza y aprieta los puños hasta hacerse daño.

Se acerca a Sebastián y saca de su bolsillo un pañuelo y se lo pone en la cara tapándole la nariz. Sin quitar el pañuelo, saca su navaja y se la clava en el cuello retorciéndola hasta ver salir la sangre a borbotones. Retira la navaja, la limpia en la sábana y se la guarda. Se acerca a Darwin y apoya sus labios en los del muchacho para luego irse rápidamente Darwin siente una brisa, abre los ojos y vuelve a cerrarlos.





Darwin se había encargado del funeral y el entierro de Sebastián. Corrió por su cuenta, le avisó a sus padres para que estuvieran presentes en el velatorio.

Mientras estaban en el funeral se le acercó a la madre de Sebastián, el papá no quiso ir.

–Buenas tardes señora, me llamo Darwin, yo vivía con su hijo.

–¿Tú eres el enfermo que tenía relaciones sexuales con mi hijo? Mi hijo no era así, él era un hombre que le gustaban las mujeres y ustedes lo corrompieron.

–No señora, yo solamente vivía con su hijo, compartíamos apartamento, vivíamos con el del dueño del apartamento.

La señora no dijo nada, luego de varios segundos, habló.

–Te agradezco lo que hiciste por mi hijo pero me acaban de decir que lo van a cremar, yo no quiero eso, yo quiero enterrarlo.

–Pero ya cuadré todo eso.

–No me interesa, yo tengo una parcela aquí, que la acondicionen.

–Eso va a tardar.

–No me importa, a mi hijo lo entierro.

–Déjeme hablar en la oficina para resolver eso, dígame su nombre completo para ir averiguando.

Luego de darle los datos y el número de cédula, Darwin se disponía  a ir a la oficina pero la mujer lo detuvo sosteniéndolo en la mano.

–Espere, mi hijo me dijo que tiene un carro que se ganó en la empresa donde trabajaba. Ni pretenda quedarse con ese carro, nos pertenece a mi marido y a mi.

–Tranquila señora, tome las llaves, allá está estacionado, se lo puede llevar cuando quiera.



Darwin resolvió lo del entierro y regresó a la sala donde velaban a su amigo. Se acercó al ataúd. Al lado de él había un joven de unos 30 años que veía a Sebastián fijamente, cuando se le quedó viendo se dio cuenta que el hombre sudaba y tenía como escalofríos, cuando Darwin bajó la mirada vio que el hombre tenía su mano sobre su pene que estaba erecto.

–Disculpa, ¿estás bien? ¿te sientes bien?

–Si, si…

–¿Lo conocías?

–Sí…Sebastián y yo tuvimos algo hace tiempo.

–¿Fueron novios?

–No…no, tuvimos sexo 2 o 3 veces. Lo extrañaba pero ahora está aquí, ya lo tengo cerca.

–¿Perdón? ¿Cómo te llamas?

–Carmelo

–Joven, venga para acá un momento. -Lo llamaba la mamá de Sebastián. Darwin se alejó de la urna un poco aturdido con lo que dijo Carmelo.



–¿Qué significa esto? –Le pegó contra el pecho el titular del periódico.

<<NUEVA VICTIMA SE COBRA EL MATAGAIS>>

<<Y como en las víctimas anteriores, dejó un mensaje escrito en el pecho del occiso: “Un maricón menos en el reino de Jehová”



–Señora, es un asesino en serie que está matando a los homosexuales en la ciudad.

–Mi hijo no era homosexual.

–Si, si lo era.

–Eso es lo que se buscan ustedes, que los maten, son unos desviados, enfermos.

–¿Entonces usted está de acuerdo con el matagais? Es un testigo de Jehová, el asesino es nuestro casero.

Una cachetada que sintió en el oído cruzó la cara de Darwin. La mujer se alejó. El muchacho volteó hacia la urna y Carmelo pasaba la mano por el vidrio. Darwin cerró los ojos y movió la cabeza. Se fue de nuevo a la oficina para gestionar la apertura del foso.



3 horas después la gente que se acercó al entierro se dirigía a la parcela. Al llegar Vio a Carmelo a lo lejos hablando con uno de los obreros que abrió el foso, le dio un dinero, luego se acercó donde estaba la gente esperando al cura.



Mientras la urna bajaba lentamente, cerca del foso estaba Carmelo y a unos pasos la madre de Sebastián. Darwin estaba apartado, llorando. Respiró hondo, se limpió las lágrimas y al levantar la mirada frente a él, en un árbol estaba Gonzalo.

Darwin llamó a la policía y al 911 para informar que el asesino estaba en el cementerio.



Terminó de hacer las llamadas y decidió acercarse a Gonzalo pero este se fue de ahí cruzando por detrás del árbol. Darwin lo siguió.

–¡Párate asesino! -Gonzalo se detuvo.

­­–No soy un asesino mi amor, simplemente limpio la ciudad de la escoria que pudre al mundo.

–Yo formo parte de esa escoria Gonzalo, yo también soy gay igual que tú.

Gonzalo se volteó. –Tú eres el amor de mi vida, eres un ser puro, de luz, ya fuiste mío, eres mío.

–Yo no soy tuyo y no quiero estar contigo, mataste a mi mejor amigo.

–Sebastián no era tu amigo, estaba estorbando entre nosotros.

–Eres un enfermo.

–No me digas eso mi amor. Te amo

–YO NO TE AMO, Y LA POLICÍA VIENE EN CAMINO PARA METERTE PRESO,

 ASESINO.

Gonzalo sacó un arma y apuntó a Darwin. Al muchacho se le paralizó el cuerpo, los músculos no le respondían.

–Tu vas a ser mío por las buenas o por las malas y si no quieres estar conmigo no vas a estar con nadie. Si no eres para mi, no voy a permitir que sigas vivo y te vayas con otro.

–¿Me vas a matar? ¿Vas a matar al amor de tu vida? ¿así es que me vas a demostrar tu amor? Matando gente y luego matarme a mi.



4 detonaciones se escucharon. La gente que estaba alrededor de la fosa gritaban, unos corrieron y otros se lanzaron a la grama. Darwin caía al piso bañado en sangre. A lo lejos se escuchaban las sirenas de la policía.

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