lunes, 22 de agosto de 2016

A QUE NO TE ATREVES 1 Tercera Temporada


Una macabra obsesión.

Aún el cuerpo caliente, tumbado sobre la tierra, Carmelo, con sus manos a cada lado del cadáver, estaba sobre él teniendo sexo. Cada vez que lo penetraba hasta el fondo era un escalofrío que le recorría el cuerpo.

Ya se acercaba el alba y se incrementaban los carros por la autopista pero Carmelo lo tapaba el vehículo volteado. Él seguía disfrutando del sexo post mortem, le abría las nalgas y le daba con fuerza. Con cada gruñido venía un empujón fuerte, hasta que se corrió dentro soltando un grito ahogado, pero eso no lo detuvo para seguir, con su pene aún erecto le dio chance para comenzar de nuevo. Ya estaba aclarando el día.

Mientras estaba concentrado, soportando el calor que sentía y viendo la cabeza del hombre, de repente escucha un ruido que lo saca de su concentración.

–A…yúda..me, sá..came, sá..came de a..quí.
Carmelo se levantó de golpe y se subió el pantalón. El corazón le latía con fuerza, sentía como su pecho se movía con cada bombeo, su respiración estaba entrecortada, vio el cuerpo y vio el carro. Se agachó.
–¿Estás herido? ¿Puedes moverte? ¿Te duele algo?
–Creo que…no me he roto… nada.
–Ya va, ya te saco. –Llamó al 911 y luego se agachó para entrar al carro y desabrocharle el cinturón al muchacho.
–Voy a desengancharte, Agárrate a mi.
–Desenganchó la hebilla. –AAAAAAy, YA VAAAA, AAAAU. –El joven tenía un fuerte dolor en el abdómen pero no había sangre, la que había era de su cabeza por una herida que no era grave.
–¿Sientes las piernas, los brazos?
–Si, si.
–Ok, Ayúdame para sacarte, te tengo que arrastrar un poco.
–Lo haló y se quejó, pera más por las contusiones que otra cosa. Lo sacudió para quitarle los vidrios, lo revisó. Fue a su carro y buscó su maletín de primeros auxilios.
Le revisó los ojos, los oídos, escucho sus pulmones y lo fue tocando.
El muchacho lo veía extraño a pesar del dolor.
–Soy médico forense, tranquilo. ¿Puedes levantarte?
–Ya va, au, si, déjame sentarme primero.
Luego de unos segundos habló.
–Luis…mi amigo, ¿está…muerto?
–Si…lamentablemente si.
El muchacho se puso a llorar y Carmelo lo abrazó.
–¿Era tu hermano?
–Mi novio, estábamos celebrando 3 años. Tú estabas ahí con él, estabas sobre él. ¿qué hacías? ¿por qué, por qué tenías el pantalón abajo? ¿Qué estabas… -En eso llegó la policía y una ambulancia.
Carmelo se apartó del muchacho y fue a hablar con la policía. Uno de los paramédicos vio a Carmelo y lo saludó.
–El otro joven que esta ahí, ¿está muerto? ¿Estaba así, medio desnudo?
–Si oficial, lo saqué del carro para revisarlo, soy médico forense.
–Ah coño, pero si tú eres Carmelo el carnicero, así te llaman ¿no? Jeje.
–Si oficial, mire hay que llevar rápido a la otra persona para que lo revisen bien, yo lo veo bien, con algunos golpes y rasguños pero es mejor que le hagan un chequeo.
–¿Tú viste el choque?
–No, pasaba y vi el carro y decidí acercarme a pesar de la soledad, eso fue hace un par de horas más o menos.

El policía tomó los datos, anotó otras cosas y dejó ir a Carmelo, que se acercó al muchacho.
–Estás en buenas manos, te van a llevar al hospital para que te hagan unos exámenes.
–Gracias, pero tú no me respondiste, que hacías con mi novio ahí tirado, te vi, sobre él.
–Estás confundido, debe ser el golpe, cuídate. –Carmelo se fue.

Se montó en el carro, el corazón volvió a acelerarse, apoyó la cabeza del volante y así se quedó varios segundos. Estaba sonriéndose.
–Ja, ja, ja lo hice, lo hice, Dios que rico estuvo, todavía tibiecito ese cuerpo, que morbo, eso es lo que me gusta, recién muertos, eso me excita. –Encendió el carro, llegó al distribuidor para tomar el retorno para irse a casa, ducharse e ir al trabajo.

Cuando ya estaba a punto de salir de su casa, aprovechó y llamó a Sebastián. El celular repicó varias veces y justo cuando iba a colgar atendieron.
–<Aló, ¿Sebastián?>
–<Buenos días, no, no es Sebastián, es un amigo. ¿quién habla?>
–<Carmelo, soy un amigo de Sebas, ¿está contigo?>
–<Disculpa Carmelo, si está conmigo, pero ayer lo asesinaron, está muerto. Me llamo Darwin. Chamo no puedo hablar ahorita, esto es muy fuerte, luego te doy los datos de funeral.

Carmelo colgó la llamada y su rostro se iluminó.
–Está muerto, Sebastián muerto, ahora sí va a poder ser mío.

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