martes, 2 de agosto de 2016

A QUE NO TE ATREVES. 2 Segunda Temporada


Todo cambia en un instante.



Darío estaba sentado en el borde de la cama y Rogelio sobre él. Con sus piernas en la cama se impulsaba mientras el pene de Darío entraba y salía. Rogelio gemía y gritaba sin inhibición, era el momento de ellos dos, sin nadie alrededor, sin que los juzguen, sin contar los segundos. Solo ellos.

–Como te gusta ¿verdad? Coño que rico tiras Rorro, te quiero.

–Yo te amo Darío, te amo. –Dijo eso y lo besó en la boca mientras seguía moviéndose y Darío lo aprisionaba hacia él. –No me dejes nunca, no me dejes por favor.

–Eso no va a pasar tú eres mio.

–Soy tuyo, tuyo Darío lo sabes. -Se detuvo y Darío le dio un apasionado beso. Se levantó de la cama y sin dejar de penetrarlo lo volteó poniéndolo en 4 en el borde de la cama. Esta vez Rogelio gritaba y repetía que el diera duro.



Darío, el padre del novio llegó al pasillo donde estaba la habitación de los novios, al estar frente a la puerta, escucha ruidos que vienen del interior. Pegó la oreja a la puerta y abrió los ojos sorprendido.

–¿Será Darío? ¿Está con otra mujer ahí dentro?. ¿Cómo se le ocurre hacer esto justo hoy? Como su madre se entere…-Metió la tarjeta en la ranura y movió la manilla con cuidado mientras escuchaba como el ruido se intensificaba a medida que abría la puerta. Entró y su mirada se fue a la cama, que tan solo se veía la esquina.

Vio las nalgas de su hijo moverse y contraerse con cada movimiento, al tratar de enfocar para ver con quien estaba, se dio cuenta que no era una mujer. Instintivamente su mano derecha se la llevó al pecho sintiendo como el corazón le brincaba en el pecho, un fuerte dolor de cabeza le nubló la visión y como pudo salió de la habitación sin cerrar la puerta. Al salir al pasillo el dolor en el pecho fue más intenso un hormigueo en su brazo lo asustó y cayó al piso.



–¡Me vengo Rorro, me vengo, coño!.

–Ácabame adento, adentro, échamela adentro.

Darío se tensó y apretó las nalgas de Rogelio mientras descargaba el semen dentro de su amigo que se corrió sobre la cama y cayendo agotado.

Darío se estiro, sacudió su cabeza. –Uf que tirada más buena coño, me hacia falta esto carajito. –Se volteó y vio la puerta abierta.

–Rorro, Rorro la puerta está abierta, párate Rorro, PÁRATE. –corrió a la puerta y se asomó. Vio a su padre tendido en el piso.

–¡Papá, papá, óyeme, papá! ¡Rogelioooo, llama a recepción, papá, papá despierta!



Tanto Rogelio como Darío se colocaron el pantalón pero no la camisa, llegó el médico del hotel con una camilla y bajaron al servicio médico pero ya había llamado a una ambulancia.

–No puedo adelantar nada ahora pero creo que su padre tuvo un ACV aparte de un infarto.

–MIERDA, MIERDA, MIERDA. –Llamó a su mamá y a Bertha que venían en camino.

–¿Tú crees que nos vio tu papá?

–¿Todavía lo dudas? Estoy metido en tremendo peo Rogelio, en tremendo peo.

–Bueno pero, a lo mejor tu papá no se acuerda o con el ACV no puede decir nada. –Darío le clavó una mirada directa a sus ojos inyectados de rabia.

–Discúlpame, estoy nervioso como tú, no sé lo que digo, perdón.

–Rogelio, escúchame, estábamos en la habitación porque fui a cambiarme y llegó mi papá y nos quedamos hablando con él y le dio el infarto. Eso es lo que vamos a decir.

–¡Darío! –Era Bertha que llegaba agitada. –¿Qué hacen sin camisa los dos?

–M e estaba cambiando cuando llegó mi papá.

–¿Y este?

–¡Hijo, hijo, Dario, tu papá! ¿qué le pasó? –Llegó su madre y Bertha quedó relegada atrás donde estaba Rogelio.

–¿Qué estabas haciendo con mi marido en el cuarto?

–Lo que hacen dos hombres Bertha, cuando uno de ellos es padrino de la boda del otro, ayudarlo en sus cosas.

–Aléjate de mi esposo maricón, no te lo vuelvo a repetir.



Mientras estabilizaban a Darío padre para trasladarlo a una clínica Bertha no se separaba de su ahora esposo.

–¿Qué va a pasar con nuestro viaje a Roma?

–Bertha, ¿de verdad me estás haciendo esa pregunta? Tú eres una mujer sensata y sabes la respuesta. No puedo creer que lo que te preocupa a ti es el viaje.

–Bueno mi amor hay que reorganizar todo y cancelar las cosas a eso me refiero.

–¿Tú crees que yo tengo cabeza para eso ahora? Mi papá está grave Bertha, el viaje en estos momentos me sabe a mierda. –Se levantó y fue a buscar a su mamá.



–El viejo Darío vio o escuchó algo, estoy segura. Maldito maricón Rogelio, ojalá desaparezcas de nuestras vidas.

–Por favor mi amor, ve a la salón de banquetes y excúsate con la gente y que se vayan, por favor, házlo por mi.

–Claro mi amor, yo me encargo, quédate con tu mamá



Al papá de Darío lo trasladaron a la clínica, Bertha se quedó en el hotel, finiquitando todo. Rogelio, Darío y su mamá se fueron a la clínica.



Bertha antes de ir a la fiesta a informar sobre lo sucedido fue a la habitación. Entró. En el ambiente había un olor peculiar, se acercó a la cama y la vio revuelta sólo en la punta.

Observó una mancha apenas húmeda y acercó su nariz. –¡Qué asco. Lo hicieron, estos dos lo hicieron!. –Su cuerpo se tensó y su cuello se enrrojecía mientras la vena de esa zona le latía cada vez que se enfurecía con algo.–Rogelio se salió con la suya y el viejo los vio. Retiró la sábana de la cama, la dobló lo más pequeña que pudo y la guardó en la maleta debajo de la ropa.

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