jueves, 15 de septiembre de 2016

A QUE NO TE ATREVES 4. Capítulo cuatro


Pelea de gatas.



Eduardo se acercó a la puerta al ver a Rodolfo se impresionó.

–¿Quién es este Eduardo? -Le decía Victor, Eduardo abrió la reja y lo dejó pasar.

–Soy Rodolfo trabajo con él en la tienda.

–¿Y por qué tienes que traerle flores?

–Me provocó.

–Bueno, bueno ya va, ya va, están en mi casa y no se van a poner aquí con peleas de mujercitas. ¿A qué viniste Rodolfo? Tu nunca vienes a mi casa.

–Vine a traerte  estas flores un detalle, por lo de la otra vez.

–¿Con esta fue que tiraste? ¡MARICA!

Le arrancó las flores y tumbó a Rodolfo al piso y comenzaron los golpes. Rodolfo le pegaba con las flores mientras Victor le daba golpes en la cara y en los costado, se jalaban la ropa y rodaban por el piso gritando.

Eduardo no podía creer lo que estaba viendo.



–¡EDUARDO ES MIO! COMO ME ENTERE QUE TE LO ESTÁS TIRANDO TE MATO.

–SUELTAME MARGINAL, EDUARDO NO ES TU NOVIO.

Una seguidilla de cachetadas recibió Rodolfo que estaba sobre Victor, Eduardo se limitó a ver, cerró la puerta y puso música. Victor le rompió la camisa y lo rasguñaba en el pecho, Rodolfo lo halaba del cabello.

Victor cerró el puño y ahora no paraba de golpearlo en la cara.



Eduardo se fue a la cocina y llenó un tobo con agua helada, regresó con el tobo y se los lanzó encima. Rodolfo no se movía mientras Victor seguía golpeándolo. Eduardo lo alzó y lo lanzó al sofá.

–¡¡¡YAAAAAAA, YAAAAAAA, DEJA LA MARIQUERA COÑOOOO!!!! ¿NO VES QUE NO SE MUEVE?

Rodolfo, Rodolfo. –Eduardo le dio unas cachetadas suaves en la cara pero no reaccionaba, tenía sangre en la nariz. Victor con la respiración agitada estaba sentado sobre el sofá.

–Ojalá esté muerto para que aprenda a respetar.

Eduardo se levantó del suelo y le dio un golpe a Victor.

–CALLATE LA BOCA ¿TÚ ESTAS LOCO? ¿CÓMO SE TE OCURRE CAERLE A COÑAZOS ASI?

–Se lo merece por puta.

–¿Qué carajo? Acaso tú y yo somos novios? ¡Sal de mi casa, vete de mi casa ahora!

–¿Me vas a botar a mi?

–Si, mamaguevo. Y ni se te ocurra llamarme o aparecerte por aquí.

Victor se fue a vestir llorando. Eduardo había alzado a Rodolfo y lo acostó en su cama mientras reaccionaba.



–Que bolas que me vas a botar de tu casa.

–Vete Victor antes que te reviente a coñazos a ti.



Eduardo buscó un estuche de primeros auxilios, y curó a Rodolfo que ya había reaccionado, la nariz le sangraba pero no la tenía fracturada.

–Gracias Eduardo, tu noviecito es un malandro, ¿dónde sacaste a ese antisocial?

–No es mi novio, ya te lo dije.

–Ah pero él dice que sí y se quedó a dormir en tu casa, aaaauuu, me tengo que ir.

–No, tú te quedas aquí. Ya llamé a la tienda, uno de los muchachos de los fines de semana nos va a cubrir hoy.

–¿Qué dijiste?

–Que te habían asaltado y me llamaste. Tenemos que ir a poner la denuncia, lo hacemos luego. Necesitan eso como justificante.



Eduardo ayudó a ducharse a Rodolfo y le prestó una franela para cuando se fuera.

–Ahora te ayudo a acomodar la sala, marico me echaste un balde de agua helada.

–Coño necesitaba que se calmaran, a Victor lo tuve que sacar de encima porque ni se movió cuando le eché agua fría.

–De bolas ese marginal está acostumbrado a ducharse sin calentador.

–No hables así Rodolfo. Victor es un persona humilde, pero trabajadora y honesta.

–¿Ahora lo vas a defender luego de lo que me hizo?

–Ese es otro peo, ya hablaré con él para aclararle las vainas.

–¿Qué vas a aclarar aaaaau, coño, déjalo así, no lo busques.



Eduardo llevó a Rodolfo a su casa para volver a decirle a los padres que lo habían asaltado.

–Gracias mijo por haberlo traído, que bueno que trabajan juntos y además eres un buen amigo para mi hijo, no lo dejes. –La madre de Rodolfo le pasó la mano por la mejilla. Eduardo sorprendido por el comentario de la señora.

Aquí todo el mundo asume que soy el novio de fulanito, que vaina tan arrecha.–Gracias señora, en lo que pueda ayudaré a su hijo con todo gusto.

–Si, usted se ve todo fuerte, -le apretó el brazo debajo del hombro- protéjalo él es muy delicado.

–Si, si, señora, hasta luego.



Ya estaba cayendo la tarde y Eduardo salió de su casa a caminar un rato por su barrio. Los pasos lo llevaron hasta la peluquería donde trabaja Victor.



–Mira Victor, mira, mira, quien viene por ahí, hay marica que hombre tan bueno, mira esos brazos, pero nunca me va a parar.

–Bruja, es el novio de Victor por supuesto no te va a parar a ti.



­–Hola. -Eduardo lo saludó y se sonrió.

–¿Qué haces aquí? Vienes a  caerme a coñazos o a formarme un peo.

–Vine a hablar contigo, pero no aquí.

–Hola Eduardo ¿cómo estas? -Una de las peluqueras transexuales se le acerca y le da un beso en la mejilla, algo que incomodó a Eduardo pero le respondió el beso.

–Hola, bien gracias.

–¿Quieres un café? Ya estamos cerrando pero si tú me lo pides te lo hago con gusto…el café, digo.

–Bueno sí, tráeme uno.

–Vámonos de aquí ¿para que le pides un café?

–Para que nos deje solos. Quiero hablar contigo sobre lo ocurrido.

–De una te digo que no me arrepiento de lo que hice y si lo vuelvo a ver la dejo calva.

–Deja la agresividad, verga carajito me saliste un fosforito, no sé que voy a hacer contigo si sigues así.



Victor se le aceleró el corazón y se puso nervioso. El hombre que le mueve el piso asomó la posibilidad de tener una relación con él.

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