jueves, 1 de septiembre de 2016

A QUE NO TE ATREVES 9.


Los opuestos se atraen.

Cuando Eduardo se desvestía para entrar a ducharse, sonó el timbre, se volvió a colocar el interior y así mismo abrió la puerta.
–¡Holaaaa sorpresaaa! -Era Victor que traía un par de bolsas de papel con comida de un local de comida rápida. –Te traje la cena, buenas noches.
Eduardo, pasó la llave para abrir la reja y lo dejó entrar, Victor dejó las bolsas en la mesa y le dio un beso en la boca y le tocó el pene sobre el interior.
–¿No te alegras de verme?
–No me gusta este tipo de sorpresas y menos me gusta esa comida.
–Ay chico, un día es un día, mañana la quemas en el gimnasio.
Eduardo se le quedó mirando unos segundos. –Siéntate que busco unos platos, esa mierda fría es aún peor.
Fue a buscar los platos mientras se acomodaba el pene que se le estaba parando.
–¿Y eso que estas desnudito papi?
Eduardo cerró los ojos al escuchar eso.
–¡No me digas papi coño! Estaba llegando del trabajo, hoy tuvimos inventario y estoy mamao.
–¿Muy mamao o me puedes coger?
–¿Quién coño te dijo que podías dejar el cepillo de dientes en mi baño?
–¿Qué?
–No te hagas el guebón, dejaste tu cepillo ahí, ¿tú te crees que tú y yo somo novios? ¿o te vas a mudar conmigo?
–Bueno, lo dejé para no estar trayéndolo a cada rato. Además hoy me quedo, ¿ves?.
–Mira Victor ya te dije que no somos novios, no me interesa, si quieres venir a que te coja, yo no tengo peo pero hasta ahí.
Victor se le acercó y le dio un beso en la boca y volvió a ponerle la mano en la entrepierna. Se separó escasos centímetros de la boca de Eduardo. -¿Y hoy quieres cogerme? ¿me puedo quedar a dormir contigo?
–Ya es muy tarde para que te vayas a tu casa, ni modo.
Victor se sonrió y le dio otro mordisco a su hamburguesa. –¿Ves? Para que formarme un zaperoco si después me voy a quedar.
–Mañana te llevas tu cepillo, lo sacas de la papelera.
–¡Qué bolas! Lo botaste.
–Anda come. ¿Cómo te fue en la peluquería?
Le contó que una de sus compañeras estaba de cumpleaños.
–Ivonne, la trans estaba de cumple y no sabes, le adornamos la peluquería invitamos a sus amigas, le llevamos un stripper, mariqueamos, nos vestimos de mujer todos e hicimos un show, te iba a invitar, lo hubieses pasado muy bien.
–Nooooo, gracias, demasiada mariquera junta, ese poco e locas no, no, no.
–Odioso…¿y tu que tal?.
Eduardo recordó el sexo que tuvo con su compañero de trabajo en la propia tienda.
–Como te dije haciendo el inventario, ese día no abrimos, estamos toooodo el día en ese peo ordenando mercancía, clasificando, una ladilla.
–Pero estás sonreído.
Eduardo borró la sonrisa, bajó la mirada y comió papas fritas. –Nada, ¿que sonreído? Estoy reventado.

Terminaron de comer y Victor recogió las bolsas y empaques para botarlo y lavó los platos, tomaron agua y se fueron a la habitación. Se tumbaron en la cama a ver televisión.

–Coño, yo me iba a duchar.
–Ay ya va, vamos a tirar y luego nos bañamos juntos ¿si?
­–Ok, pero vamos a reposar un rato. -Encendió el televisor.
Victor empezó a acariciar los pectorales de Eduardo e iba bajando hacia el ombligo recorriendo los abdominales, llegó al interior y metió la mano, tomó el pene que ya estaba erecto y lubricando. Bajó y comenzó a morder su pene sobre la tela, percibió un particlar olor y se detuvo.
­–El interior te huele a sexo, semen ¿qué hiciste hoy?
–¿Qué coño hablas?
Le quitó el interior y agarró el pene y lo olió. –Te huele a leche y a latex. ¿tú tiraste hoy?
–¿Qué, qué coño hablas? Marico tengo todo el día vestido, sudando el guevo se me para, voy al baño, se me vuelve a parar, a que quiere que huela? Si tiré ¿a ti que coño te importa?.
–Ay bueno, disculpa.
–¿Quiere que te coja? Mámalo y ponlo duro.
Victor le quitó el interior y comenzó a mamarlo, lo tomaba con sus dos manos y lo metía completo en su boca mientras jugaba con los testículos de Eduardo que ya tenía el pene completamente rígido. Cada vez que succionaba sentía como el pene lubricaba dentro de su boca.
Eduardo le dio un condón a Victor para que se lo pusiera, una vez puesto volvió a mamarle el pene hasta mojarlo bien y se sentó. Victor comenzó a moverse, se puso en cuclillas para subir y bajar, entrara y saliera. Eduardo veía como lo penetraba, pero no quiso que el muchacho manejara la situación y lo volteó.
–Acuéstate.
Victor se puso boca abajo y Eduardo se acostó sobre él penetrándolo, mientras lo hacía una mano la ponía sobre la cabeza empujándosela a la cama. Con la otra le levantó un poco la cadera para terminar de penetrarlo y comenzar a empujar con fuerza.
Mientras lo penetraba con saña le hablaba.
–Que te quede claro carajito, no soy tu novio, ni tu marido, soy el que te coje ¿ok?
–Si papí sigue, dame duro. –Victor abrió sus nalgas con la ayuda de sus manos y apretaba el esfínter mientras Eduardo continuaba empujando con fuerza y lo tomaba del pelo. Lo volteó.
Viéndose frente a frente, Victor le habló.
–Por qué no me dices que te tiraste a alguien si no somos novios, eres un perro.
Eduardo le dio una cachetada y comenzó a embestir con más fuerza.
–Si vas a pegarme hazlo como un hombre.
Le marco la mejilla y el muchacho se corrió sobre su barriga mientras Eduardo continuaba.
–¿Te gusta que te maltraten mariconsito? ¿Te gusta?
–Sí, cógeme.
Eduardo siguió mientras lo tenía agarrado por el cuello, cuando estaba a punto de venirse retira el pene y se arranca el condón derramando el semen sobre el muchacho, que al ver todo eso encima lo restregó con su mano y luego la lamió.
–Me encanta como me coges, eres un perro.
–Y tu una perrita, anda a ducharte, ya voy yo.

Victor entró al baño y Eduardo revisó su celular.
Rodolfo. –<Quiero repetir> -Eduardo leyó el mensaje, resopló, lanzó el celular a la cama y se fue al baño.

–¿Por qué no quieres ser mi novio? Si yo te gusto.
–Eres demasisado marica, no me gusta eso. Que te pongas marica en la cama no me importa, pero que siempre te comportes así, no.
Victor le dio un beso que Eduardo respondió.
–Yo te gusto, claro que te gusto, nada de esto estuviera pasando si no te gustara. Voy a dejar el cepillo de dientes aquí.
–Haz lo que quieras.
Salieron del baño y se pusieron a ver una película desnudos hasta que se durmieron.

Apenas entraban los primeros rayos de sol de la mañana y caían sobre los cuerpos de ambos. Victor abrazaba a Eduardo por detrás, así durmieron casi toda la noche.
Sonó el timbre, ninguno de los dos se movió hasta que sonó por tercera vez.
–Mierda, ¿quién coño será a esta hora? No son ni las 7.
–¿Quieres que vaya yo?
–Si, debe ser la conserje para alguna guevonada, vístete.
Victor se puso el interior y una franelilla, antes de abrira se estiró y bostezó. Abrio la puerta.
–Buenos días, ¿que desea?
La persona echó para atrás unas flores que sostenía.
–Buenos días, ¿aquí vive el señor Eduardo?
–Si, ¿viene a traer unas flores? ¿A esta hora? Coño madrugaron.
–Eh no, no, disculpa, vine a ver a Eduardo, ¿tú quien eres?
–Soy su novio, soy yo el que le tengo que regalar flores no tú.
–Soy su compañero de trabajo.

Victoooor ¿quién eeeees?
Este fue con quien tiró. -Pensó Victor mientras le sonreía.

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