viernes, 24 de febrero de 2017

FINAL DE TEMPORADA. De Repente Tú.


Encuentro cercano con aquel tipo.



Era domingo y, religiosamente, Pablo iba a trotar al Parque del Este para luego sentarse en la cafetería de siempre a trabajar en su laptop mientras toma un café y alguna torta o cruasán. Ese ritual dominguero le gustaba hacerlo solo. Siempre.



Se puso una camiseta que dejaba al descubierto su pecho con unos pectorales marcados cubiertos de vellos que rebajaba. Un short para trotar, unos zapatos especiales para tal fin y en su bicep derecho, su porta iPod.

Montó en su auto un bolso con la ropa para cambiarse luego, la laptop y su bebida para antes y después de trotar.

Llegó al parque y estacionó. Se acomodó el iPod en el brazo para salir. El sol amenazaba con una mañana caliente, su barba brillaba con la luz natural, parecía un campo de trigo. Comenzó a trotar.



Hombres y mujeres se le quedaban viendo -como cada domingo que iba al parque- su barba llamaba la atención, su porte y cuerpo atraían las miradas, exudaba sex apple.

Cuando ya llevaba una vuelta comenzó a recordar el sueño que había tenido la noche anterior.

Un muchacho al que besaba y luego tenía relaciones con él, vivía con él, dormían juntos, compartía el día a día. Pablo sabía que a ese muchacho lo había visto en algún sitio pero no recordaba donde y ya había soñado con él dos veces.



_______



Esperanza salió de su casa para buscar a Jesucristo e ir a un mercado de cosas usadas para luego tomarse un café y hablar de sus cosas.

Mientras recorrían el mercadito, repasaban las cosas que habían hecho para la inscripción en la universidad y lo que les faltaba hacer. Tenían que comprar algunas cosas para el semestre.

–No puedo creer que ya vamos a entrar a la Universidad.

–Estoy loca por empezar. Me fijé en la lista de inscritos para este semestre y solo hay dos hombres. Tú y otro, que seguro es gay también, así que tienes chance.

–¿Y por qué usted dice que es gay? ¿Lo conoce?

–No mi amor, pero hombre que estudie odontolgía es gay. Es una verdad como un templo.

–Ay pero usted si es como, no sé, tan predecible y básica, se deja llevar por los patrones.

–Pero yo no tengo prejuicio con eso, por mi, buenísimo que sea gay o hetero, solo es un comentario, tampoco me pongas homofóbica mijo, bien open que soy.

–Tan open que se besó con una mujer.

–Aah pero ya te acuerdas de lo que te dije, ¿ya se te limpió el cuerpo de droga y regresó tu memoria?.

–Usted si es boba, yo la escuché y le presté atención, no me venga con tonterías ni quejadera.

–Mariquito. Me voy a llevar estas blusas y esta gorra. Yo te regalo algo, escoge lo que quieras.

–Mmmmm no se, es que no veo nada que me guste.

Jesucristo vio un pasamontañas rojo tejido a mano que le llamó la atención y un lata muy vieja de un refresco.

–¿Me puedo llevar estas dos cosas?

–Si, tráelo para pagar.

Esperanza sacó una tarjeta negra.

–No sabía que usted tenía una tarjeta de esas.

–Mi mamá me la sacó para que no tuviera problema en la calle. Con esta te invito hoy.

–Pero no se vuelva loca ¿oyo? Mire que las cosas no están para botar el dinero.

–Yo estoy clara mi amor, a mi madre la retribuiré cuando sea una odontóloga profesional y exitosa igual que tú. El gocho odontólogo jajaja.

Llegaron a la cafetería.



__________



Pablo terminaba de trotar, se lavó la cara en un bebedero y tomó de la bebida energética que trajo. Se quitó la camiseta y la exprimió.

–Niño, ¿todo eso es tuyo? Dios. -un muchacho que pasó cerca de él mientras se quitaba la camiseta.

Una mujer también lo miró más de la cuenta, él se sonrió y siguió su camino hacia el carro.

Lo encendió y puso el aire acondicionado. Aprovechando que sus vidrios son ahumados y no se ve para adentro se quitó el short y el interior, buscó una toalla y se secó.

Pasó la toalla por su pene para luego tomarlo en sus manos, echar para atrás el prepucio y ver el glande. Volvió a taparlo, su pene estaba a media erección. Buscó un mono que trajo, era rojo. De tela holgada pero que se pegaba al cuerpo. Se lo puso sin interiores lo que hacía que se le marcara el pene con el roce de la tela.



–Anoche volví a tener sexo. Cada vez es mejor.

Habían pedido unos sanduches con jugo y café. Esperanza se ahogó con un trago de jugo. –¿Cómo que volviste a tener sexo? Me vas diciendo cuando perdiste la virginidad que no me has contado.

–Baje la voz que nos van a oir. Soñé con el barbudo, cada vez que estoy con él el sexo es mejor y acabo, me levanto con el boxer mojado, con semen.

–Ay no mi amor pero ¿tú vas a seguir?, tienes sexo en los sueños con un tipo que no conoces, solo lo viste una vez ¿eres tonto?. Necesitas tirar de verdad, mira un amigo que es gay también me habló de una aplicación gay que se llama Grindr, entra y busca un hombre que te quite el virgo.

–¿Pero usted que va a hablar si también es virgen?

–Si pero no estoy desesperada que sueño con eso. -Mintió, había soñado hace días con la mujer que la besó, pero no quería contar eso para no levantar sospechas de que es lesbiana.



Mientras comían y revisaban sus celulares, en un momento en que Jesucristo levantó la mirada vio entrar al hombre de sus sueños. Se quedó inmóvil, lo seguía con la mirada. Esperanza contestaba unos mensajes sin enterarse de lo que ocurría.

Pablo se sentó en una mesa diagonal a ellos.

–Esperanza, voltee disimuladamente hacia su derecha y vea quien está ahí.

Su amiga volteó. –Dios, que hombre más bello, mira eso brazos y la barba, de muerte.

–Es el barbudo, mi novio, bueno con el que tengo sexo.

–En tus sueños Cristo, nunca mejor dicho.



Pablo pidió un capuccino, un cruasán relleno de queso amarillo y pavo y un te frío de Jamaica.

–<Hola mi amor ¿dónde andas?>

–<Hola amor, ya estoy en la cafetería, me voy a poner a revisar con calmita los correos del trabajo>

–<Estoy aburrido en casa, ¿me acerco y estamos juntitos?>

–<Nos vemos en la tarde bebé, ahora quiero estar solo en mis cosas>

–<Nunca me dejas estar contigo los domingos>

Pablo cerró los ojos. –Ya vamos a empezar.

–<Gilberto tengo 5 años, los que tengo contigo, diciéndote y haciendo lo mismo cada domingo. Es mi momento de estar solo, solo, sin ti, sin mis padres, sin nadie. SOLO>

–<Yo séééé…pero bueno un día es un día cónchale, estoy que me subo por las paredes, quiero hacer el amor contigo>

–<Escoges unas horas para querer hacerlo, cuando estamos juntos que podemos, no quieres porque estás cansado>

–<Contigo no se puede hablar, avísame cuando te canses de estar solo, chao>

–Coño que ladilla de verdad. Disculpe, gracias, ¿me puedes traer edulcorante porfa?, llévate este, gracias.



–Mira que brazos y que barba, ¿le vio la sonrisa? Es perfecto. Y tiene un pene enorme.

–¿Ah si? ¿dónde se lo viste?, no me digas, en el sueño. Cristo en los sueños se lo puedes poner de burro si quieres, deja la estupidez.

–Yo sé que lo tiene grande, es muy real lo que vivo con él. Mira, se va a levantar, se va a levantar, ¿dónde irá?

–¡Aaaau Cristoo! No me aprietes.

–Va al baño, va al baño. Mira va jalando un hilo del mono, Dios ¿le vio el pene que se le ve? ¿Vio? Lo tiene grande. Voy al baño.

–Cristo, Cristooo, ay este niño es una vaina.



Pablo se puso en un urinario y comenzó a orinar, a su lado un hombre terminaba y se sacudía, lo vio y se fue. Un muchacho salía de los cubículos hacia los lavamanos. Entró Jesucristo.



Se fue hacia los urinarios pero antes de llegar se le vino Pablo que se enredó y se dieron una vuelta, él siguió hacia el lavamanos y muchacho a orinar o eso es lo que hizo creer.

Pablo frente al espejo se acomodó el mono y lo ajustó con el cordón, Jesucristo se fue al lavamanos.

–Hola. -Pablo volteó a verlo, lo vio a los ojos, ¿te conozco? -Miró con extrañeza. –Yo te he visto.

–Si, nos tropezamos en la torre donde trabaja, le tumbé unas carpetas y el café.

–Ah sí, verdad, ¿cómo estás? Pero yo te he visto en otro lado a ti.

–Yo bien, lo vi sentado en la mesa y me decidí a venir. Usted y yo hemos hecho el amor.

–Ah caramba ¿ en serio? No recuerdo haber tenido sexo contigo.

–En mis sueños, usted ha estado conmigo cuatro veces en la cama, hemos hecho el amor y ha sido maravilloso. -A Jesucristo le brillaban los ojos, Pablo se rió.

–¿Tú estás bien chamito?.

–Usted me gusta mucho, yo sabía que me encontraría de nuevo con usted.

Pablo lo veía y se sorprendió al recordarlo en sus sueños teniendo sexo, le recorrió un escalofrío por la columna. Le puso la mano en el cuello y le acaercó la cara a la suya y besó a Jesucristo en la boca. El beso duró segundos pero para Jesucristo fue una eternidad. Sintió como desaparecía el olor a desinfectante y amoníaco y entraba una brisa impregnada de frutas. Se separó.

Todo volvió como antes. Pablo se quedó a escasos centímetros de su boca.

–Esto ya lo había vivido.

–Soy virgen, no he estado con nadie. Sólo contigo en mis sueños.

–Tranquilo, hoy no será el día en que dejes tu virginidad en el pasado

Jesuscristo aún no abría sus ojos y su boca reclamaba los labios de Pablo.

–Me voy. -Pablo llegó a la puerta y Jesuscristo lo detuvo con un: –Espera.

–No me has dicho tu nombre.

–Pablo.

–Me llamo Jesucristo.

–Chao Jesucristo.

–Pero…ya va…¿cómo voy a volver a verte si no me has dicho tu número o dónde vives.

–¿Vives en Caracas?

Jesucristo tragó saliva y respondió. –Sí.

–No hay problema, nos volveremos a encontrar en esta ciudad inmensa y pequeña a la vez. De todas maneras esta noche nos volveremos a ver, en nuestros sueños.



 Cerró la puerta y al cerrarse, Jesucristo sintió un tirón entre sus tobillos. Un hilo rojo se había enredado entre sus pies y se rompió al salir Pablo, se lo quitó y al ver la maraña de hilo rojo recordó el que tenía en casa. Lo metió en su bolsillo.



Al reaccionar se dio cuenta que estaba sudando y con ganas enormes de orinar, fue al uinario y al bajarse el pantalón vio su interior humedecido, había lubricado en cantidad. Orinó y luego se lavó las manos.

–Estuvo cerca de usted Cristo, muy cerca, lo besó. Se llama Pablo. –Se abrió la puerta al del baño y el bullicio de afuera lo sacó de su ensimismamiento.



Salió y al llegar a su mesa ya no estaba Pablo.

–Esperanza, me besó, Pablo me besó.

–¿Quién es Pablo? ¿qué tanto hacías en el baño?

–El barbudo se llama Pablo y me besó y no fue un sueño, me besó, su lengua entró en mi boca.

–Bueno terminó de comer y se fue. Me fijé que su pipí estaba medio parado. Tiene algo ahí.

–Ay Esperanza, me besó Pablo, mi Pablo me besó. Esta noche voy a estar con él.

–Mijo pero no perdiste el tiempo, te van a coger.

–No me dio su número, pero me dijo que nos volveríamos a ver.

–¿Pero no me dijiste que se ven esta noche?

–Usted no entiende Esperanza, no entiende nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario