jueves, 27 de abril de 2017

DE REPENTE TU 4. Capítulo 4


Conflictos e indecisiones.



Yovana invitó a Esperanza a almorzar.



–Entonces estuviste con el tipo. ¿y que tal?

–¿Te soy sincera? ¡Estuvo genial! Fue alucinante, no pensé que mi primera vez fuera así, una locura.

–Falto yo, no has estado conmigo, solo te di un abreboca. Quiero tenerte en mi cama para que sepas de lo que soy capaz de hacerte sentir.

Esperanza tragó saliva y un escalofrío le recorrió el cuerpo.

–Me dices eso y me emociono, siento allá abajo cosquillas.

Yovana se quitó el tacón y por debajo de la mesa le puso el pie en la entrepierna.

–Yo lo que quiero es darte orgasmos aquí abajo. –Apretó con sus dedos el pantalón.

–No sigas haciendo eso.

–¿Por qué?

–No me voy a contener y voy a querer hacerlo ya.

–Tranquila, no será ya, pero esta noche te hago el amor.



Luego de almorzar y pedir el postre se quedaron un rato conversando aunque Yovana ya tenía que regresar a la tienda.

–¿Entonces esta noche te vienes a mi casa?

–Si, no me perderé esta nueva experiencia por nada del mundo.

–No te vas a arrepentir.



Pidieron la cuenta.

–Que pena contigo Yovana pero no traje mis tarjetas para compartir el pago.

–Te dije que yo invitaba esta vez, así que nada de pena. –Yovana dio su tarjeta de crédito y su cédula.



–Disculpe señorita pero estos no son sus documentos.

–Si son, esa es mi cédula y mi tarjeta de crédito.

–Dicen ambos documentos Juan Carlos.

–Pero usted es una mujer…

–Soy transexual, ¿puedo hablar con el gerente del restaurante?

–Acompáñeme.

–Espérame aquí, siempre es lo mismo, disculpa.

–Voy contigo.

–No, no, tranquila.



–El mesonero no me acepta mi tarjeta porque dice que no soy yo, le acabo de decir que yo soy Juan Carlos Hernández.

–Pero en la cédula no es usted. ¿Cómo sé yo que es la dueña de esta tarjeta?

–Soy transexual. -El mesonero y el gerente se vieron a la cara.

–¿Será que puede pagar en efectivo? Yo la espero mientras retira dinero de un cajero.

–No, no puedo pagar en efectivo, quiero pagar con mi tarjeta de crédito. Mire mi cartera, todo dice Juan Carlos Hernández, ¿acaso cree que se la robé a Juan Carlos y vengo a usar sus documentos así como si nada? Ya vengo.



Fue hasta la mesa, buscó su bolso y se fue al baño. Sacó las toallitas desmaquillantes, se lavó la cara y se recogió el pelo. Volvió a salir.

–¿Ahora? ¿si me parezco a Juan Carlos?

El hombre vio la cédula y la vio. –Pasa la tarjeta y que se vayan. Disculpe este momento incómodo, no volverá a ocurrir.

–Gracias. -Yovana se fue visiblemente molesta.



Fue a la caja para pagar. Pasaron la tarjeta pero ni el chip ni la banda la leía la máquina, intentaron 3 veces y no hubo manera.

-Ay Dios mio tanto rollo y ahora no pasa la tarjeta.

–¿No tiene otra?

–No.

–Mientras decide como pagar permítame cobrarle al señor.

–Gracias, disculpe pase mi tarjeta primero por el monto de la señorita y luego me cobra a mi.

–No señor, tranquilo, no hay problema, yo resuelvo.

–No se preocupe, resolvemos en este momento su pago y luego arreglamos usted y yo, vamos a salir de este desafortunado percance.



Esperanza desde la mesa estaba impaciente mirando hacia la caja que no sabía que pasaba, veía a Yovana hablando con un hombre que estaba de espalda, toma su cartera y el bolso de Yovana y se acerca.

–Yovana, ¿qué pasó, resolviste?

–Si, bueno casi, este señor puso su tarjeta para pagar.

El hombre voltea a ver a Esperanza, y ella queda petrificada.

–Preciosa, ¿qué haces aquí? ¿se conocen?

–Vamos a la mesa para anotar su cuenta.

–Si vinimos juntas, ella es Yovana, Yovana, la mujer que te hablé.

–Ah caramba… has logrado confundirme. Eres muy guapo, guapa, disculpa. Mucho gusto Clemente.



Llegaron a la mesa y se sentaron unos instantes para anotar el número de cuenta.

–Pero que casualidad, estamos aqui los tres, mi preciosa y sus dos conquistas ¿y ahora que vas a hacer? Este es mi número de cuenta. –Le pasó el celular, cuando terminó de anotar tocó una tecla y se fue al incio y vio la foto de Clemente y Esperanza de fondo de pantalla, se le revolvió el estómago.



–Eso es hasta hoy que va a tener dos conquistas Clemente, porque Esperanza va a ser mi novia. Esta noche te hago la transferencia.

–Ok, no hay problema, no me tienes que pagar nada, yo las invito al almuerzo.

–Noooooo mi amor, yo pago mis deudas.

–Esperanza está feliz conmigo.

–Esta noche va a ser mía.

–YA VA, YA VA, hello, estoy aquí no me he ido, no soy un trofeo para ver quien se lo gana, por favor. Me siento como una mercancía.

–Disculpa preciosa, tienes razón, aquí la que decide eres tú y hoy no es el día ni el momento. ¿Quieres que te lleve a algun lado?

–Ella viene conmigo a la tienda.

–Ok, bueno preciosa, llámame cuando quieras.

–¿Saben que? Me voy por mi cuenta, esta disputa que tienen no me interesa, no soy un trozo de carne. Chao.



Yovana se rió y Clemente la vio desconcertado.

–¿Por qué te ries? Esta situación es bastante bizarra.

–Si lo dices por mi, no le veo el chiste, no soy un fenómeno.

–No lo digo porque seas trans, sino esta situación, un hombre y una mujer peleando por el amor de otra mujer  y conociéndonos así, casi que te echo los perros. Eres hermosa.

–Muchas gracias Clemente pero te recuerdo que soy lesbiana.

–¿Es verdad que no estás operada?

–No.

Clemente se le queda viendo, levanta la mano al mesonero. –Dos cervezas por favor.

–Tengo que ir a trabajar.

–Por media hora no va a pasar nada. Vas con ventaja y eso me deja no fuera de juego, pero con menos chance.

–¿Te parece?

–Eres un mujerón, buenas tetas, buen culo, un bombón para una mujer lesbiana y además con pene, eso ya es el paraíso lésbico. ¿cómo compito con eso?

–Eres hombre, cazador por naturaleza, sabes llegarle a las mujeres, eres guapo, caballero, la indiscresión de Esperanza me hizo saber que la pasó excelente contigo, ¿crees que no tienes chance? Te recuerdo que Esperanza es bisexual. Tenemos las misma posibilidades ambos.

–Me caes bien.

–Jajajajaja, tu también y de nuevo gracias por el pago. No le hagamos daño a Esperanza es una niña apenas mayor de edad y está confundida.



Esperanza tomó un taxi para su casa, el taxista no paraba de hablar, era un señor mayor.



–Señor, usted que se ve que ha vivido muchas cosas, ¿ha estado alguna vez entre dos amores? Ha estado enamorado de dos personas a la vez?

–De dos mujeres, si claro, antes de casarme con mi esposa, estaba ella y otra que que me gustaba mucho, ambas me gustaban.

–Yo estoy en la misma situación pero estoy entre un homnbre y una mujer.

El hombre la vio por el retrovisor.

–Ah vaina, pero eso está complicado.

–Terrible señor y disculpe la confianza pero con ella estuve haciendo ciertas cosas que me gustaron pero cuando me acosté con el hombre aquello fue alucinante, algo del más allá, fue mi primera vez y vi cohetones.

El hombre volvía a ver a la muchacha por el retrovisor. –¿Qué edad tienes niña?

–18 años.

Cerró los ojos y los volvió a abrir.

Yo no sé si a usted le va a funcionar, pero a mi me resultó y llevo 30 años casado con mi esposa. Ponga en una balanza a ambos sujetos y vea los pro, los contra si los conoce bien, claro. Cuando tenga todo eso bien separado quédese con el que menos enamorada esté. Todo lo que es perfecto que te deslumbra te pone mariposas en la panza y todo es una maravilla, por algún lado cojea y anda mal.

Piénselo hija. Sea el hombre o la mujer, haga ese ejercicio.

–Gracias, ¿cuánto le debo?

–Son 5.000 pero deme la mitad, me cayó bien y muchas gracias por la confianza.

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