jueves, 17 de agosto de 2017

DE REPENTE TU 9. Capítulo 10


Cambio interno.



–Este es un cobio y te digo que es muy bueno, mama pinga buenísimo y me dijo que está dispuesto a trabajal aquí, contigo.

–Vaya un pájaro, un pato..buen colirio, a los turistas le vas a gustar, quítate la ropa para verte mejor.

Gilberto se bajó el pantalón y se lo quitó.

–Pulover y calzón también, vamos.

Se desnudó y se tapó los genitales.

–¿Pasivo o activo?

–Pasivo.

–Muéstrame las nalgas y el culo.

Gilberto se volteó dándole la espalda al hombre y viendo al taxista que le guiñó el ojo.

–Mmmmm, buenas nalgas, ábrelas a ver como tienes el hoyo.

El muchacho estaba rojo de la vergüenza.

–Yo creo que te voy a sacar unos buenos pesos.

–No entiendo, vine para prostituirme, ¿que van a hacer conmigo?

–Eso mismo, te vas a tirar a los turistas, pero yo quiero recibir 300 dólares diarios. A ver mámale la pinga a este, quiero verte.

–¿Ahora?

–Si, agáchate.



Gilberto cerró los ojos, se agachó e hizo lo que le pidió. Tomó el pene entre sus manos y comenzó a lamerlo y metérselo en la boca lentamente.

–Listo, eres bueno. Quiero que te pongas perra con los clientes eso les gusta. Tú lárgate y toma esta plata por la mercancia. –Le dio unos cuantos billetes por haber traído al muchacho y se fue.



–Pásame tu bolso.

Gilberto se lo lanzó, el hombre lo vació, cogió el pasaporte y se lo metió en el bolsillo del pantalón. Se queda conmigo, eso va a garantizar que no te vas a ir, a partir de ahora me perteneces.

–Pero eso es tráfico de personas, es ilegal.

El hombre sacó el pasaporte y se lo entregó.

–Bien, aquí tienes, puedes irte y trabajar por tu cuenta pero no te van a dejar estar en la zona de hoteles, conmigo tienes acceso garantizado, te daré ropa y clientes de una vez o te devuelves a tu país.

Gilberto lo pensó unos instantes, no tenía nada que perder, no tenía mucho trabajo en su país, aquí ganaría en dólares y podría estar un año en eso.

–Acepto. ¿que tengo que hacer?

–Vístete y acompáñame.



__________



Ernesto, luego de varias semanas sin ir al centro de salud donde estaba recluído Emilio, decidió acercarse para visitarlo pues ahora ya era permitido todo tipo de visitas, hasta conyugales.



–Hola, ¿cómo has estado? Quería verte y ahora si puedo con toda tranquilidad y además podemos hacer el amor aquí mismo sin que nadie nos moleste.

Ernesto se le acercó y le dio un beso en la boca. Emilio no respondió al beso.

–¿Qué pasó? ¿no quieres?

–No es eso Ernesto, verte me hace daño, me hace retroceder en mi tratamiento, cada vez que venías quedaba mal, lo unico que me calmaba era el sexo y tú venías a dármelo. Te convertiste en otra droga y no quiero eso.

–¿Quieres que me vaya? Volví a pesar de tus peos con el niñato ese que intentaste violarte, que aún lo amas, a pesar de eso estoy aquí, porque quiero estar contigo.

–Y tengo mucho que agradecerte, de hecho estoy aquí gracias a ti, pero ahora no quiero verte, no ahora. Todavía me quedan unas cuantas semanas para terminar mi tratamiento.



Ernesto se puso a llorar aunque intentaba no hacerlo.

–Discúlpame, no pensé que te estaba haciendo daño con esto, yo me alejé por tu obsesión con ese niño pero quería volver a verte.

–Yo quiero estar contigo Ernesto, de verdad que si pero es que ahora no quiero tenerte cerca, ni a ti ni a nadie, no quiero que te lo tomes personal.

–Esta bien…me iré de la isla y regreso en unas semanas para buscarte. Por cierto, en la isla está tu ex, Gilberto, no te había dicho pero vino a verte y se quedó, se está prostituyendo, trabaja en la zona hotelera.

–¿Qué? ¿Gilberto? No puede ser… ¿cómo entró en eso?

–Ni idea, lo he visto por ahí y he preguntado y al parecer es bueno en lo que hace.

–Que desastre, todo lo que está cerca de mi se vuelve un desastre…

–Gana bien, no le va para nada mal.



Emilio se puso las manos en la cabeza y caminó en la diminuta habitación. –Déjame solo Ernesto, por favor…vete, nos vemos en unas semanas, vete ya.



Ernesto se fue del centro de salud rumbo a la zona turística para ver si veía a Gilberto.

–Disculpe señor…-le preguntaba al taxista. –¿Dónde puedo conseguir a estos muchachos que trabajan en la calle…que… son…trabajadores sexuales.

–¿Quiere estar con uno de ellos? Yo lo puedo llevar con uno que es un bárbaro, es nuevo, lleva semanas aquí y lo conocen como el chamo, es muy muy bueno, lo sé porque yo lo probé el primer día que llegó a la isla.

–¿Cómo se llama?

–Lo conocen como el chamo, ya le dije.

–Si, si, pero sabe el nombre real.

–Mmmmm creeeeo que se llama Gilberto.

–Lléveme donde está él, ¿puede?

–Si claro.



Llegaron al hotel donde estaba Gilberto que se tomaba un coctel en la barra  de la piscina.

–Allá está, si de verdad lo conoces ve tú solo, yo me voy a trabajar.

–Gracias, tome. –Le pagó en dólares, cosa que el taxista agradeció. Atravesó el lobby y se fue a la piscina.



–Hola Gilberto ¿o te tengo que decir chamo?

–Hola, caramba, cuanto tiempo, desde que me mandaste a dar la golpiza y me robaron. Aunque gracias a ese evento hoy estoy aquí y te lo agradezco.

–Si, lo sé, desde hace unos días que me enteré a lo que te dedicas.

–¿Y qué? ¿quieres pagar por sexo? Cobro caro pero soy bueno.

–No, no, no estoy para pagar por eso. Vengo a buscarte para que vayas a ver a Emilio, nunca lo fuiste a ver y viniste a eso.

–No me interesa, ahora gano dinero, les envío a mis padres y vivo bien. Emilio, Pablo y todos con los que estuve no me interesan, ahora estoy en otro nivel.

–Ve a verlo, aunque sea un abrazo dale, le hace falta.

–Estoy esperando a un cliente ahora muy importante, cuando salga veré si paso por allá, no te prometo nada.

–Nunca estuviste enamorado de él ¿verdad?

Gilberto se quedó callado y luego habló. –Fue un puente para poder irme de casa de mis padres y vivir en su apartamento mientras el estaba perdido, borracho o drogado y luego cuando se vinieron acá.

–Eres un miserable.

–Aprovecho las oportunidades.

Llegaba el cliente de Gilberto y este le hizo señas a Ernesto para que se fuera. Era un alemán.

–Pasa por el centro por favor.

–Vete que el alemán se va a espantar.



Ernesto se fue y Gilberto subió a la habitación con el turista.

Una buena inhalación de Popper precedió lo que venía. Tuvieron sexo salvaje, el hombre amarró a Gilberto a la cama y le daba latigazos, lo sodomizaba, le introducía dildos, luego lo penetró con su pene, lo orinó. Luego de penetrarlo, acabó sobre él resregeandole el semen poe su cuerpo. El hombre no paraba de hablar aunque Gilberto no le entendía, lo desató y cayó en la cama rendido.



Gilberto revisó las gavetas buscando dinero o algo que le interesara. Le abrió la maleta y lo primero que vio fueron billetes de 100 y 20 dólares regados por la ropa.

–¡Bingo! Ay alemán, lástima pero esto también será mío. Salió de la habitación y se fue al pequeño hotel donde vive.





Dos días después de estar con el cliente alemán, decidió acercarse al centro de salud para ver a su ex, Emilio.



Mientras esperaba la llegada de Emilio, Gilberto estaba nervioso. Vio llegar a lo lejos a su ex, se levantó, se peinó y se limpió el sudor del bigote y la frente.

–Hola Chamín. Tanto tiempo.

Gilberto se le acercó y se le abalanzó para abrazarlo, cerró los ojos y a los segundos los brazos de Emilio rodearon la espalda del muchacho.

–No entiendo a que viniste…deduzco que fue Ernesto que te dijo.

–¿Cómo estás?

–No puedo estar bien en este lugar, pero si, estoy mejor, pronto saldré de aquí a comenzar de nuevo. ¿Y tú? Prostitución en la isla. ¿No pudiste conseguirte otro trabajo?

–Gano mucho dinero Emilio, lo suficiente para vivir y mandarle a mis padres.

–Que supongo que no saben a que te dedicas.

–No… Toma esto, se que lo vas a necesitar cuando salgas de aquí. –Le dió un fajo de billetes de 100 dólares que eran 1.000 en total.

Emilio se rió con la mano extendida y el dinero en sus manos. –¿Tú piensas que voy a aceptar este dinero que sé de donde viene? Además yo no estoy pidiendo ayuda.

–Es un dinero robado, a un cliente.

–Qué bonito, menos voy a aceptarlo.

–Acéptalo Emilio, tómalo por todo lo malo mientras estuve contigo, por lo que hice y dejé de hacer, por favor.

Emilio apretó el puño con los billetes y luego los tiró al piso. –Prefiero que se lo des a un hospital y no me lo des a mi, un dinero mal habido.

–No lo voy a recoger, ese dinero es tuyo, adiós Emilio.

–Adiós.

Gilberto dio media vuelta y se fue. Emilio se quedó viendo el dinero en el piso que se volaba con la brisa que entraba por el pasillo mientras sonreía. También dio media vuelta y regresó a su habitación.

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