jueves, 22 de febrero de 2018

INQUEBRANTABLE 7 Capítulo 11


La iglesia estaba abarrotada de gente entre políticos, actores, actrices y periodistas. Incluso se acercó  Gonzalo Cienfuegos.



–¿No es como raro que a estas alturas hagas el novenaro de tu esposa?

–Nunca es tarde, esto me hace más cercano a la gente, estar cerca de la iglesia, de Dios.

–Por ahí se habla que tú la mataste.

–Se dicen muchas cosas

–De tu hijo también dicen muchas cosas. Es impresionante que los rumores de una familia disfuncional y extraña te mantenga con unos niveles altos de popularidad. Te manejas muy bien para la reelección.

–Parte de eso te lo debo a ti y tus medios.

–Siempre es rentable ayudar a los amigos.



–Permiso. –Se acecaba Ana a Ricardo.

–Adelante, yo me voy a  hacer relaciones públicas, los dejo.



–Me da miedo esta iglesia mi amor.

–Tranquila, ¿qué puede pasar? Es la primera misa de nueve, no tienes que venir a las otras, pero en esta te quiero a mi lado. Me gusta esta iglesia para casarnos.

–Ni lo sueñes, aquí no me caso.

–No seas tonta, es perfecta.

–Vamos que ya va a empezar, voy a avisarle a la gente y a la prensa.



En la primera fila estaban Ana, Ricardo, Victor, Teodoro y los socios de Ricardo. Teodoro estaba sentado en la esquina del pasillo casi al frente del cura.



–Hoy estamos aqui reunidos para honrar la memoria de nuestra Rebeca Montenegro…

El cura hablaba y Teodoro lo miraba fijamente, se mordía los labios cada vez que lo veía, se tocaba la entrepieran apretando su pene sobre el pantalón.

El padre lo veía y desviaba la mirada para seguir con la misa.

Se sentaron y Teodoro no le quitaba la mirada al cura, seguía tocándose el pene mientras lo veía.

El contacto visual continuó, el padre estaba nervioso pero no dejaba de ver al muchacho que ya delataba una erección.

–¿Qué haces con el guevo paraó? Acomódate esa vaina que se nota que jode. –Le sususrra Ricardo que no entendía lo que pasaba.



–Ahora su hijo Teodoro Sucre dará unas palabras para todos nosotros.

El padre invitó al muchacho a subir al altar y colocarse en el podio que estaba cerca del cura.



Mientras decía unas palabras, El chico miraba  al cura, bajó su mano al pantalón y se abrió el cierre y con cuidado sin que se notara sacó su pene y se pegó al podio para que no se notara pero el cura podía verlo, sudaba frío. Teodoro tocaba su pene mientras leía las palabras, miraba al cura, se sonreía y seguía leyendo.



Roberto Ayala es el cura de la iglesia de la urbanización donde vive Ricardo y gran parte de las personas más adineradas de la ciudad, tiene 32 años, atlético, blanco y usa barba corta. Es gay, muy pocos lo saben y le gustan los adolescentes.



Mientras seguía leyendo se acerca al altar uno de los fotógrafos para tener fotos del muchacho. Se da cuenta que Teodoro tiene el pene afuera y cuando va tomar la foto se escucha una explosión y se va la luz en toda la iglesia. La gente comenzó a murmurar, otras gritaban. La bulla de la gente iba en aumento.



Teodoro se acerca al cura. –¿Por qué no lo tocas?.

Roberto lo ve a  los ojos a pesar de la oscuridad y baja su mano para sentir el pene grueso y largo del chico, quita la mano en seguida. La iglesia comienza a vaciarse.



–Te dije que esta iglesia me daba miedo, se fue la luz, esa es Rebeca.

–¡Deja la ridiculez Ana, no te me pongas ahora que eres esotérica, oyes voces, ves muertos y sientes presencias!

–Búrlate, pero esto es obra de la muerta de tu mujer, hay que hacer un trabajo.



La gente salió de la igleia y el cura le pidió disculpas a la gente y les dijo que mañana vinieran a la segunda misa. Todos salieron, el cura habló unos minutos con Victor, Ricardo y Ana, los despidió y cerró las puertas.



Al voltearse se encuentra de frente con Teodoro. Se asusta dando un brinco hacia atrás.

–¿Qué haces aquí?

–Quiero confesarme.

–A esta hora no lo hago.

–No te lo estoy pidiendo, te estoy diciendo que quiero confesarme. –Teodoro lo miraba a los ojos, apenas se veían con las escasas luces de emergencia y algunas velas.

–Acompáñame.



Subieron al altar y Teodoro vio el enorme Cristo en la cruz colgado de la pared.

–¿Ese bicho no está como medio suelto? Lo veo como hacia acá.

–¡Por favor, es Cristo!, ¿cómo le dices bicho?

–Le digo bicho porque es una escultura, más nada, podría decirle bicho si fuera una figura de un animal también.

–Eso está bien, vamos al confesionario.



–Padre me quiero confesar.

–Se dice Ave María Purísima.

–Ay padre, vamos a saltarnos eso, escuche. Cuando era un chamito, tenia 10 años maté a un compañero del colegio, lo ahorqué con el collar que cargaba, hasta que no se dejó de mover no lo solté.

Roberto miraba de reojo al muchacho un poco sorprendido por la historia.

–Pero te arrepientes de lo que hiciste.

–La verda no, me gustó matarlo, era un hijo de puta que nos acosaba a mi amigo y a mi.

–Ya, ¿y para que vienes a confesarte?

–Porque quería contárselo a alguien y tú como no puedes abrir la boca pues te lo cuento a ti. Tambien hubo un accidente con mi carro y se murío un chamo y lo lancé por una quebrada para que no lo consiguieran pero por mala leche la policía lo encontró y tuve una mega rumba en un restaurante de mi papá y se murió un chamo por una sobredosis de heroína, total la muerte me persigue, ah y me dio un fresquito cuando mi mamá murió que no sabes.

–Te voy a pedir que te retires.

–Tú eres cura ¿no? te debes a tus feligreses, tienes que escuchar sin juzgar y no he terminado y quiero confesarte algo.

Roberto estaba temblando, las manos le sudaban y se las pasó por la cara. –A ver.

Teodoro dio la vuelta y se puso al lado del cura. –Tengo unas ganas de mamarte ese guevo. -Se agachó y le levantó la sotana, le desabrochó el pantalón y le sacó el pene. Era  más oscuro que el resto de su piel blanca, tenía prepucio, era largo y no tan grueso, estaba humedecido de tanta lubricación. Teodoro se lo metió en la boca.



Roberto se agarró de la madera de los lados.

–Chamo vete de aquí, va a venir alguien y nos va a ver.

–No hay luz relájate que yo sé que te gusta esto. -Teodoro se metía todo el pene en la boca mientras moveia su lengua y dejaba que la saliva se escurriera por el pene. Roberto le puso su mano en la cabeza y empujaba, terminó de desabrocharse la sotana y la camisa, dejando al descubierto un pecho y abdomen trabajados, Teodoro le pasó la mano por los pectorales y pellizcaba las tetillas, algo que excitó a Roberto y lo hizo acabar en la boca del chico que tragó el semen sin protestar. Siguió mamando hasta que Roberto no aguantaba la sensibilidad de su pene y empujó a Teodoro.



–Chamo desde cuando no hacias nada, tragué leche que jode.

–Suelo acabar abundante, te voy a pedir que te vayas, estas cosas no las hago en la iglesia.

–Pero siempre hay una primera vez.

–Me tengo que ir.

–Si quieres te doy la cola.

–¿Tienes chofer?

–No, tengo mi camioneta, yo manejo.

–¿Tú? Pero si tu papá me dijo que tienes 16 años.

–Si, pero tengo licencia, bueno eso no importa ahora, ¿te doy la cola?

–Bueno, en realidad tomo un taxi, el carro está en el taller.

–Yo te llevo, tú me dices y vamos.

Roberto lo vio a los ojos, se sonrió y terminó de vestirse, dejando la sotana doblada en un rincón. –Está bien, acepto la cola, pero mosca como manejas.

–Ponte la vaina en el cuello así no hay peo en la calle.



Se montaron en la camioneta y los escoltas en las motos.

–¿Y tienes escoltas?

–Mi papá que me los puso, no me dejan ni a sol ni a sombra, son un tostón. Mira ¿vives solo? Tengo ganas de que me cojas.

–Vivo solo pero ahora está mi…un amigo en el apartamento.

–Tu pareja, tienes novio.

–Bueno sí…pero mosca, no digas nada, la gente no sabe.

–Eso es lo que tú piensas, en estas casas la gente habla y sabe lo que pasa a su alrededor, saben que eres marico.

Roberto se quedó sin palabras e inmóvil.



–Ya relájate, la gente lo dice pero hasta ahí, no te van a decir nada, dirán, si saben que te metes con chamitos como yo y que te los coges, ahí si te van a joder.

–¡Por favor Teodoro no digas nada que me hundes, mira que ese tema de la pedofilia está muy a la luz en la iglesia.

–Mmmmm eres pedófilo, te gustan los niños ¡Que morbo! Debe ser excitante verte con la sotana puesta y un niño agachado mamándote el guevo viendote a los ojos.

–¡Teodoro por favor, no digas esas cosas! Tampoco es  así.

–Marico, me encantas, eres un sucio, vamos a tu apartamenteo y que me cojan los dos.

–¡Estás loco! No le puedo decir eso a mi pareja!

–Dile ahora, subimos y le dices que yo quiero que me cojan ambos.

–No Teodoro, me dejas en mi casa y te vas.



Llegaron al edificio y Teodoro estacionó.

–¿Te vas a perder de este culito adolescente por miedo a tu novio? Capaz y le gusta.

–Podemos tirar en otro sitio pero aquí con él, no.

–Subamos y vemos que pasa, no le decimos hasta ver su reacción.



El cura volvió a ver a Teodoro a los ojos y así se quedó unos segundos.

–Ok, pero solo si el dice algo.



Subieron al apartamento, Roberto abrió la puerta y le dijo al chico que pasara.



–LLEGUÉÉÉ TRAIGO VISITAAA.



Se escucharon unos golpes y luego unos pasos, la pareja aparecía en la sala, al ver a Teodoro se impresionó.

–¡Coño pero si es mi médico! ¿Qué tal? Esto va a ser más fácil de lo que pensamos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario