Cuando
mi esposa y yo compramos la casa, antes de mudarnos le
tenía que hacer unos arreglos como pintarla y otras cosas, ya habíamos
llevado algunas cosas; la cama, cosas de la cocina, muebles, etc, casi todas las tardes mi
mujer llegaba después del trabajo y nos traía, al obrero y a mi, comida
y se sentaba con nosotros a hablar.
Ya teníamos tres días trabajando y esa tarde mi mujer llegó vestida diferente, un vestido corto y escotado mostraba gran parte de su cuerpo y el obrero la miraba con ojos de lujuria, ella se fue a hacer unas diligencias y no vendría hasta muy tarde, así que nos quedamos solos. Noté que el pene lo tenía parado, quizás pensando en lo que había visto o quién sabe.
Cuando ya casi terminábamos ese día, un pote de pintura le cayó encima al obrero, después de reirnos, él fue a darse una ducha y limpiarse, cuando terminó me pidió una toalla, abrí la puerta y no sé porque pero mis ojos se dirigieron a su pene y estaba medio parado, el notó que yo lo miraba, busque ropa mía para dársela, mientras él se secaba, yo no dejaba de pensar en lo que había visto y tenía curiosidad por saber que se sentiría ser penetrado, él se acercó a mí para que le entregara la ropa y veía como su pene se balanceaba, le había crecido más.
Cuando
ya se vestía noté que aún tenía rastros de pintura en su espalda, tomé
la toalla, se volteó y lo comencé limpiar, yo me estaba excitando y
quizás de la emoción se me resbaló la toalla mientras lo limpiaba y con mis
manos y le toqué su espalda y llegue hasta sus nalgas, el brincó al
sentir mis manos y se volteó rápido quedando muy cerca el uno del otro,
mi mirada se dirigió a su pene que ya estaba rígido.
–Quieres
tocarla?, tócala–. Yo tragué saliva con dificultad pero estiré una mano
y se la toqué suavemente, respirando fuerte, lo sentía bien grueso y
caliente, le agarré las bolas, eran grandes, él me tomó de la nuca y me
acercó para que le besara y chupara sus tetillas, mientras mi mano
jugaba con su pene, el obrero puso presión en mi nuca para que fuera bajando y
cuando estuve a unos centímetros de su pene, abrí la boca y me fui
acercando, cerré la boca para sentirla, me la fui metiendo hasta que
sentía que no podía más, entonces el comenzó a moverse, me tomó de mis
nalgas, me fui soltando el pantalón.
Fuimos
caminado hacia la cama y mientras yo me desnudaba, él se jalaba su pene,
me acosté a un lado y comencé a besarle sus tetillas hasta llegar a su
pene, se lo volví a mamar y tomándome de la nuca para que no me lo
sacara, sentía su pene palpitar y comenzó a soltar el chorro de semen, yo
tragaba pero era tanta que no podía, el me acarciaba el culo, paré de
mamarlo y viéndolo le dije. –¿Me quieres coger?–.
Me
acosté y poniéndome de rodillas me abrí las nalgas, el llenó de saliva
su pene y luego mi culo, con ganas esperaba la cogida, fue empujando
con suavidad, yo trataba de relajarme pero la emoción no me dejaba.
Cuando por fin entró el dolor fue grande, pero solo duró unos momentos,
él lo sacaba para luego meterlo más adentro y así lo hizo hasta sentir sus
bolas golpear mis nalgas.
Sin
tocarme me vine, el siguió penetrándome, lo sacaba casi todo para
metérmelo de un golpe hasta que se vino dentro de mí, al sentir su leche, me hizo apretar para exprimirlo todo, los dos caímos
en la cama, él encima de mi. Luego, acostados uno al lado del otro sin
decir nada, nos levantamos y nos metimos a la ducha juntos, yo le
limpiaba su pene y poniéndome de rodillas se lo volví a mamar. Nos
vestimos y salimos de la casa.
Al día siguiente nos saludamos sin hacer ningún comentario. Al final del día nos metimos a la ducha juntos para limpiarnos y al salir nos fuimos directamente a la cama a tirar de nuevo.