domingo, 25 de febrero de 2018

INQUEBRANTABLE Final de Temporada


Llegó el día de la boda entre Ana y Ricardo, el gobernador del estado. La boda más eperada en el ámbito político sobre todo entre la gente porque para todo el mundo ella es la amante de Ricardo Sucre desde hace muchos años, incluso él casado.

Teodoro se escapó de los escoltas y se fue bien temprano a la iglesia donde horas después se casaría su padre. Iba a ver a Roberto, el cura. Estacionó la camioneta y se fue a la parte de atrás de la iglesia donde estaban la pequeña oficina/casa del cura. Tocó la puerta y le dio la vuelta al pomo.

–Caramba ¿y todavía tienes el descaro de venir para acá después de lo que hiciste?
–Jajaja me da risa tu comentraio siendo tú cura y con novio y además te tiras a todo el mundo y hasta menores de edad.
–¿Me estás amenazando?
–No chico, vine a tirar contigo.
Roberto se levantó mirando a Teodoro, se quitó la camisa quedándose con la camiseta. –Le jodiste la vida a una persona por el solo hecho de hacerlo, sin ninguna razón ¿te parece justo?
–Si, su mujer vivía engañada, le abrí los ojos. –Teodoro comenzó a quitarse la ropa.
–¿Qué haces?
–Vine a tirar contigo para que estés ligerito en la boda.

Roberto se le acercó al muchacho y lo tomó del brazo para que no siguiera desvistiéndose.
–¿A mi también me vas a denunciar y contarle a la iglesia que soy gay y tiro con carajitos?
–Sabes que quieres cogerme. Quítate toda la ropa y te pones la sotana, eso me da morbo.
Roberto se le acercó y le dio un beso, su mano la puso en la nuca de Teodoro y su otra mano entre las nalgas metiéndole un dedo en el culo.
–Ponte la blanca.

Roberto buscó la sotana y un preservativo. Todoro se acostó en la cama boca arriba poniendo una almohada debajo de él. El cura abrió la sotana a la altura del pene y por ahí lo sacó y se colocó el preservativo.
El muchacho cogió sus piernas y las echó hacia atrás hasta tenerles cerca de su cabeza, su culo abierto y expuesto hacia el cura que tenía el pene en extremo erecto.

Se colocó lubricante y al chico también le puso, acercó su pene restregándolo alrededor del ano para ir dilatando. Comenzó a penetrarlo. Teodoro lo veía a los ojos pidiéndole que lo metiera de una vez, el cura se sonreía y se detenía, acercaba su mano y le metía el pulgar, lo movía para dilatar. Lo sacó y comenzó a introducir su pene que se abría paso en el ya diatado culo del chico.

Deslizó el pene, Teodoro sonreía con una expresión de morbo, haló más sus piernas para levantar su cadera, el cura se puso sobre el chico y comenzó  moverse. Teodoro veía como el pene entraba y salía de su cuerpo, un pene grueso que brillaba por el lubricante y el látex.

Roberto no paraba de moverse mientras Teodoro gemía y le pedía más fuerza en su penetración, bajó las pieranas, el cura se acercó a su cara y besó al chico mientras seguía moviéndose.
Con cada empujón sus testículos golpeaban la piel del muchacho que no paraba de pedir más y más.
–Voltéate. -Teodoro lo hizo poniéndose de rodillas dándole la espalda, volvió a penetrarlo. Se quitó la sotana, pusos sus manos en las caderas del chico y comenzó a moverse rápido y con fuerza. Acercó su cara a la de Teodoro y volvieron a besarse. El chico comenzó a masturbarse.
El chico acabó encima de la cama gritando y poniéndose tenso.
–Coño ¿acabaste?
–Si, tú sigue, no le pares.

Roberto se bajó de la cama y le dijo a Teodoro que tomara el espejo que estaba colgado en la pared. Era rectangular, lo puso en el piso, y, ambos de pie se colocaron sobre el espejo con sus piernas a los lados del espejo y volvió a penetrarlo.
–Mira como entra todo el guevo en tu culo, mira, mira.
Teodoro bajó la espalda y veía su culo abierto siendo penetrado por un pene grueso.
Cada empujón era un gemido del chico. El cura lo sostenía con fuerza de las caderas. Del pene del chico colgaba un hilo de semen que cayó en el espejo, comenzó a masturbarse de nuevo.
Roberto sudaba, su cuerpo brillaba, las gotas le corrían por el rostro cayendo al espejo, su respiración estaba entrecortada, sus músculos iban contrayéndose, sacó su pene y jaló el preservativo, se masturbó unos segundos y descargó su semen entre las nalgas de Teodoro, el líquido corría por las piernas, el chico volvía a eyacular esta vez sobre el vidrio.

Teodoro se enderezó y se volteó. Se puso de cuclillas y comenzó a mamarle el pene al cura  que cerraba los ojos aguantando, la sensibilidad que tenía en el pene no la aguantaba pero el chico seguía mamando. Comenzó a sentir la flacidez del pene y lo sacó de su boca mirando a los ojos al cura.
–Menos mal que no querías tirar conmigo.
–Te voy a pedir que te vayas Teo.
Teodoro se levantó y le dio un beso en la boca.
–No te duches, casa a mi papá así, oliendo a sexo.
–Eres un enfermo.
–Te gusta. Después de la boda me vuelves a coger.
–No Teo,
–Si Roberto, yo regreso por más.


Victor aún dormía, estaba desnudo tapado con la sábana pues el aire acondicionado estaba encendido.
De pronto siente algo tibio que envuelve su pene, no sabe si está soñando o está sucediendo pero no abre los ojos. Su pene va humedeciéndose mientras siente la calidez de una boca que juega con su pene. El roce de la lengua hace que el pene comience a levantarse y crecer dentro de esa boca. Dejan caer saliva sobre el glande y vuelve a sentir como humedecen el pene. Ya en total rigidez, su cuerpo se estremece, estira los pies y dejar correr su semen dentro de la boca. Vuelve a estirar los pies y se quita la sábana, abre los ojos. Su respiración está agitada y lo ve a los ojos.

–¿Te gustó?
–Mucho. Estuvo bueno.
–Me tragué la leche porque me dijiste que no había problema.
–Sí. Hace tiempo que no me despertaban así.
–Que bueno. Me tengo que ir Victor, mi papá me va a regañar.
–Tranquilo Lucas, yo te llevo a tu casa, le dijiste a tu papá que estabas en casa de Teo.
–Si, pero a él no le gusta mucho que yo esté con él después de todo lo que a sucedido.
–No te preocupes, yo hablo con tu papá y todo arreglado.

Lucas lo vio a los ojos y sonrrió.
–¿Cuándo vamos a ser novios? -Le preguntó Lucas.
–Vamos a levantarnos para desayunar y llevarte

Victor se fue a la cocina desnudo y se puso a preparar el desayuno, a los minutos llega Lucas.
–Se supone que tú eres el adulto, el maduro el que tiene una respuesta para todo y no se pone nervioso y me dejaste con la pregunta sin responder.
Victor dejó la masa que estaba preparando y se detuvo, se volteó a ver al chico.

–Lucas, vamos a ver, prmero, eres menor de edad, tienes 16 años, esto es un delito lo que estoy haciendo, segundo, tengo 47 años, soy un viejo para ti, tú apenas vas a salir de bachillerato y tercero, y espero que no te lo tomes a mal, no estoy enamorado de ti, te quiero mucho, pero hasta ahí hacemos el amor muy rico pero ya, no estoy buscando más nada, somos a amigos, sabes que te apoyaré en lo que necesites pero novios, no.
–¿Estas enamorado de Teo verdad?
–No Lucas.
–Pero te gusta, como es tu ahijado…
–Lucas no estoy enamorado de Teo, lo que tengo con él es…”me tiene obsesionado ese carajito”…lo mismo que tengo contigo.
–Entonces ¿el sexo que hemos tenido no significa nada?
–Significa lo que es chamo, sexo, muy rico, la paso bien, pero ya. Por fa te lo advertí desde el principio.
Se me quitó el hambre, ¿me puedes llevar a mi casa?
–Lucas, Lucas, no te pongas así.
El muchacho le corría una lágrima, se la limpió con la mano. –No vuelvas a llamarme si quieres tirar, búscate a otro o a Teo pero a mi no me llames.
–Estoy enamorado de Ricardo. -Victor no sabía si diciéndole eso era una buena idea o no, pero se lo dijo.
–Me alegro porque creo que no te va a parar bolas nunca, espero que sufras que jode. ¿me puedes llevar a mi casa?
–No Lucas, vamos a desayunar y te llevo.
–NO QUIERO, NO QUIERO ESTAR AQUI.

Victor guardó la masa en la nevera y se fueron a la habitación a vestirse.

Llegaron al edificio.
–Gracias por traerme. Te voy a pedir que borres mi número y no me llames más.
–No seas carajito Lucas, te creía más maduro que Teodoro.
–Y tú eres un…¿vas a subir a hablar con mi papá?
–Te dije que sí. -Le pasó la mano por la mejilla.
–No hagas eso.
Subieron al apartamento.


Un vestido sencillo sin adornos, ceñido al cuerpo color hueso fue el escogido por Ana para casarse con Ricardo esa tarde, el novio vestido de smoking negro.
En la iglesia no cabía más nadie, se habilitaron unas sillas en los laterales pero igual quedó gente fuera.

Ricardo estaba en el altar esperando a Ana que ya estaba en camino. El cura no aparecía, Teodoro tampoco.

–¿Será que buscas al cura? Va a llegar Ana y este carajo no va a estar.
–A lo mejor se está arreglando, tú sabes que ellos tienen sus  rituales.
–Lo que es es marico mosca y te lo coges, porque tú eres medio enfermo.
–Deja de hablar estupideces, a lo mejor es otro que se lo está cogiendo. –Victor dijo eso y se estremeció pensando que metió la pata.
–¿Qué coño hablas? ¿quien se coge al cura? Echa el cuento.
–¡Que se yo! Algún feligrés quesúo, ya vengo.

Teodoro estaba agachado con el pene del cura en su boca, apenas asomándose por la sotana. Roberto ya listo para salir a oficiar la misa de boda.
–¿Me vas a dar tu hostia líquida?
–Eres un enfermito.
–Igual que tú. –Siguió mamando mientras lo miraba a los ojos.

Entraba Victor a la pequeña oficina en vista que estaba abierta la puerta. Pasó al cuarto.
–Permiso padre, ¿usted ya está…?
Roberto se echó para atrás tapándose el pene, Teodoro se levantó limpiándose la boca.
–Hola padrino, estaba a punto comulgarme.
–Sal de aquí Teo y espérame afuera.

Teodoro salió del cuarto mirando al cura haciéndole un gesto que después seguirían.
–Padre, acomódese y salga de una vez
–Disculpe, lo que vio, yo no suelo.
–No me tiene que explicar nada, es un secreto a voces que usted es gay y le gustan los carajitos, pero por favor, hoy no ¿sí?.

–¿Tú no te cansas de estar tirando con cuanto hombre se te atraviesa en el camino? Ni siquiera porque tienes…esa vaina.
–¿Estás celoso padrino? ¿quieres solo tú me cogerme? Deja la rabia yo tengo para todos.
–Teo, Teo, va siendo hora que te enseries y cojas el carril, no vas a terminar bien, sigues jodiendo gente, ¿también vas a joderle la vida al cura?
–Si me  jode lo jodo, de momento va todo bien.
–La otra vez te fuiste de la oficina y no regresaste, no creas porque eres el hijo del dueño vas a hacer lo que te de la gana.
–Ay Victor, me aburres,  si quieres cogerme me dices y ya.
–No quieres nada conmigo, lo dijiste. “¿Pero que coño estoy diciendo? Este carajitro me hace decir unas vainas”.
–Es verdad, ya no me despiertas ese morbo y encima ahora te da por cogerte a Lucas, mas huevo sin sal y muere.
–Un golpe en la cara y Teodoro cayó al piso.
Teodoro se levantó y fue a reponderle el golpe a Victor pero este lo detuvo.
–Te lo dije la otra vez Teo, yo no soy tu papá, a mi no me levantas la mano ni me alzas la voz porque te respondo.
–Estás celoso porque no te paro bolas, estás arrecho porque Ricardo no te coge, eso es lo que te pasa, eres un marico frustrado, con mucho dinero pero no tienes amor.
–Victor soltó a Teodoro se apoyó en la pared y el chico siguió su camino. Se detuvo.

Retrocedió y se puso frente a su padrino de nuevo.
–Discúlpame, no quise decir eso, perdón.
–Anda, déjame solo Teo
Teo le levantó la barbilla y le dio un beso en la boca.
–La boca te sabe a guevo.
Teodoro se sonrió y apoyó su frente a la de Victor.
–Te va a gustar ese cura, tira divino.
–Teo por favor, cambia, no sigas por ese camino de maldad por favor. -Comenzó a llorar.
–Tranquilo padrino, todo va estar bien. Dale una oportunidad a Lucas, él quiere ser tu novio, no lo hagas esperar, ese carajito está enamorado de ti.
–Vamos a la iglesia.
–Ricardo casándose, él no aprende.

Luego de dar el sermón y la misa llegó el momento cumbre de la boda. Declararlos marido y mujer.

–En vista que ambos están aquí voluntariamente y sin obligación o presión de nadie y que tampoco nadie se opone a esta unión.
Teodoro mira a Roberto y le señala el Cristo para que lo viera. El cura voltea y suena un crujido. Roberto se aparta y el enorme Cristo se desprende cayendo al altar. Estalla en mil pedazos cayendo las piezas donde estaba la gente que cayó al piso herida. Ricardo se tiró al suelo recibiendo golpes.

Ana tumbada en el suelo con el rostro lleno de sangre. La punta de la cruz le dio en el hombro fracturándole el brazo. Estaba desmayada. La gente gritaba y corría hacia la puerta, Teodoro había salido por un lateral al igual que Roberto.

–Marico, no los casaste, verga. La maldita de Rebeca sigue jodiendo.

sábado, 24 de febrero de 2018

INQUEBRANTABLE 7. Capítulo 13


–¿Hasta cuándo vas a vivir en mi casa y dormir en mi cama, zorra?
–Estoy viviendo en esta casa porque soy la mujer de Ricardo y me voy a casar con él.
–¿Y tú crees que te voy a dejar? Odio a mi hijo, a ti te detesto y soy capaz de matarte y lo haré.
–Tú no vas a hacer nada, ya no eres la esposa de Ricardo.

Rebeca sacó un cuchillo largo, brillante y un filo que abarcaba el largo de la hoja y la enterró en el abdómen de Ana dándole vueltas mientras la cogía del cabello y Ana gritaba.

Ana se despertó pegando gritos, estaba bañada en sudor, con sus manos se tapó la cara punto del llanto.
–¿Ahora qué pasó coño? ¿vas a seguir en lo mismo? ¡Todas la noches la misma vaina!
–Vámonos de este país Ricardo, vámonos de aquí.
–Deja la estupidez, aquí en este país tengo muchas cosas, muchos negocios y mi carrera política, coño ya se me quitó el sueño. Voy a orinar y ducharme.

Ana se quedó en la cama tumbada boca arriba mirando el techo, en su mente revivía las pesadillas que había tenido.
Ricardo se paró frente a la poceta y se dispuso a orinar.
–¿Qué pasa? Coño, au ¿y el chorro? Unas goticas. -Pujaba para impulsar la orina pero apenas caían unas gotas. Se detuvo y entró a la ducha a ver si con el calor lograba orinar normalmente.

Salió de ducharse, se medio secó con la toalla y salió del baño.
–Ana, Ana, Ana.
–¿Qué pasó? Me estaba quedando dormida.
–Coño es que estaba orinando y no pude, me salían apenas unas gotas y unos chorritos pendejos. ¿Será que tengo piedras?
–¿Te has revisado la próstata?
–No, nunca. ¿Es cáncer? ¿Conoces un médico? ¿Me llevas? Yo no puedo tener esa vaina.

Ana se volteó y lo vio. –Mis problemas no te importan pero con los tuyos tengo que estar pendiente y resolverlos. Te pregunté si te habías chequeado la próstata, no tiene que ser cáncer.
–Con lo que me gusta ir a los médicos. Seguro que es arenilla en los riñones, más tarde orino.
Cuando Ricardo se fue, Ana comenzó a alistarse para salir y averiguar varias cosas para la boda de ambos.


Teodoro estaba en la oficina de su padrino trabajando, no era lo que quería hacer pero sabía que más adelante haría otras cosas. Mientras tanto sacaba copias, enviaba documentos a otras oficinas, hacía diligencias en los bancos y se encargaba de recibir algún pedido de productos para los restaurantes.

En un descanso se fue al baño a orinar. Mientras estaba en el urinario entró uno de los empleados, estaba en silla de ruedas.
Teodoro se le queda viendo mientras seguía orinando, el muchacho, de unos 30 años también lo ve y sonríe. Se va al lavamanos para discapacitados. Teodoro termina y se acerca al lavamanos para asearse.
–Hola.
–Epa, ¿que más? ¿Eres nuevo? No te había visto.
–Si, comencé hace unos días, ¿tú?
–Año y medio.
–¿Y todo fino? Digo en la silla de ruedas, es cómodo para moverte.
–Me acostumbré no me queda de otra llevo 10 años sentado en ella.
–Coño, ¿un accidente?
–Un disparo, una bala perdida. Tú eres bien chamo, ¿qué edad tienes?
–16 años. Mira ¿y tú como haces para tirar y eso? ¿puedes?
–Puedo. -El joven vio a Teodoro a los ojos y sonrió. –Me ayudo con una pastilla pero tengo erecciones.
–Wao interesante. ¿Tienes novia?
–No tengo novia, tuve un novio, antes del accidente, me acompañó en el proceso por  dos años y se ladilló.
–Bueno, no lo culpo, debe ser frustante estar con un novio inválido no pueden hacer muchas cosas.
El joven se rió, soltando una carcajada. –Bueno a lo mejor el se frustró, yo le eché bolas y hago miles de vainas, hago deportes, salgo, subo, bajo, tengo sexo.
–Disculpa si te molestó mi comentario, es que es mi forma de ver las cosas.
–Tranquilo, esas vainas ya no me afectan, antes sí. Mucho gusto, me llamo Lorenzo López, trabajo en informática.
–Teodoro Sucre, hago de todo en esta vaina.
–Ah tú eres el hijo de Ricardo Sucre. Eres candela mi pana, he visto las noticias.
–Gracias, me da morbo montarme en esa silla mientras me coges.

Volvió a reirse y sacó su billetera para entregarle una tarjeta al chico, aunque le hizo ver que no harían nada por ser menor de edad, no dijo que no, Teodoro le dijo que dejara la preocupación que a él no lo iba a denunciar, aunque Lorenzo le recordó que en las noticias salía que había denunciado a un hombre por abuso sexual.

Teodoro salió del baño y se fue directo a la oficina de Victor.
–Epa.
–Teo, no puedes estar entrando a mi oficina cada vez que te da la gana.
–Perdón pues….mira tienes a un carajo trabajando que está en silla de ruedas.
–Aja, si, ¿qué pasa? -Victor no levantaba la cabeza, estaba metido entre miles de documentos.
–El carajo es gay marico y se le para el guevo.
Victor soltó el bolígrafo y levantó la cabeza. –¿Tú entraste a mi oficina a decirme esa tontería? Con el trabajón que tengo y tienes y me vienes con eso.
–Bueno a lo mejor te interesaba saberlo si un día quieres descargar y no sabes con quién, ya tienes uno a mano y en silla de ruedas, que morbo.
–Sal de aquí.
–Me lo voy a tirar para que sepas. Esa vaina voy a probarla.

Teodoro salió y Victor se levantó del escritorio. Se pasó la mano por el cabello y resopló, se preguntaba si no sería un error meter el chico a trabajar en la empresa, cerró los ojos y recordó cuando tuvieron sexo ambos y tuvo una erección inmediata.


–Carajito como logras que me excite rápidamente y ahora no quieres nada conmigo.
Volvió a sentarse y pensó en Ricardo, su amor frustrado, platónico, imposible. Tocaron a la puerta.
–Compadre ¿cómo estas?

Teodoro salía a la calle a almorzar aprovechando que tenía que enviar unos paquetes para otras oficinas. Se fue a almorzar a uno de los restaurantes de su papá que estaba lejos del circuito de restaurantes de la zona donde se encuantran las oficinas.

Pide una mesa, ya saben que es el hijo del dueño y se esmeran por atenderlo, al sentarse, frente a su mesa un hombre de lentes revisaba su tablet, entre los lentes y el reflejo de la pantalla, Teodoro no lograba ver quien era.

–Soy yo Teo, François, ven siéntate en mi mesa y me acompañas a almorzar.
–Verga marico, tú te apareces de la nada y cuando menos lo espero, ¿tú estás muerto y  yo soy el chamito de sexto sentido?.
–JAJAJA estoy más vivo que nunca carajito. ¿cómo te portas? Hace unas semanas hiciste desastres, eres terrible.
–Con todo y eso me invitas a tu mesa a comer, por cierto hoy almuerzas gratis.
–¿Y esa vaina, me invitas?
–No, invita Ricardo, sabes bien que este es uno de sus restaurantes.
–Si, lo sé, es uno de los mejores, por eso vengo. Tranquilo, yo pago mi almuerzo.

Estaban conversando de los acontecimientos en la vida de Teodoro. François extiende su brazo y le pasa la mano por el brazo al chico acariciándolo. Teodoro se pone nervioso y su piel se eriza.
–Marico, yo hablo contigo y se me para el guevo, tócalo.
–Mi mano no llega hasta allá.
–Marico, con la pierna, tócame con el pie.
–¿Estoy yo en edad de hacer esas cosas?
–Anda, tócalo.
–François sonrié mientras se quita el zapato y extiende su pierna hasta llegar al pantalón del chico. Sintió el pene erecto y apretó. El chico volvió a ponerse nervioso y su corazón se aceleró.
–Hermosa juventud que tiene erecciones inmediatas y duraderas.
–Marico no me digas que a ti no se te para por eso no me coges.
–Lo has tenido en tu boca, ¿lo notaste flácido?
El chico se enrrojeció de la pena y agachó la mirada.

–Deja la pena que tú no eres así. Tu papá te debe amar con locura, porque mira que le has hecho cada cosa y a pesar de eso te dio una camioneta blindada, te da dinero y sigues viviendo con él.
–Ricardo no me ama, ama tener descendencia, un hijo, uf varón, el heredero y tal el que se va a quedar con su imperio bla bla bla.
–Te molesta eso.
–Bah, me da igual, yo lo que quiero es tener dinero.
–¿Te da igual? ¿No quisieras que tu papá se ocupara de ti, estuviera pendiente, compartiera contigo, te dijera que te ama, te abrazara cada noche?
Teodoro bajó la cabeza puso su mano en la cara, respirando con molestia.
–¿Podemos hablar de otra cosa?
–¿Por qué, te da rabia escuchar verdades?
–ME DA ARRECHERA QUE CADA VEZ QUE NOS VEMOS ES PARA LA MISMA MIERDA, SIEMPRE ME HABLAS DE LO MISMO.
–Cálmate y siéntate. No estoy hablando con un niño de 8 años.
–Se me quitó el hambre y tengo que regresar al trabajo.
–Yo creo que deberías comer, luego te comes el postre en mi casa, no creo que boten del trabajo al hijo del dueño.
–Yo no voy a ir a tu casa.
François le lanzó el menú. –Pide lo que quieras, yo invito y en mi casa el postre.
¿Será que este pana si me coge hoy?, Me va a dar el postre en su casa. Marico que morbo me da este viejo.