Victor entraba a la casa de Ricardo con los
escoltas. Previamente estos habían agarrado a Francisco y le dieron un golpiza
dejándolo desnudo y tirado unas cuadras más allá de la urbanización.
Entró a la habitación y no pudo evitar
tener un flashback en su cabeza de
los muertos de Carlos al ver a Rebeca
tendida en el piso bañada en sangre. Se sentó, el mareo no lo dejaba estar en
pie.
–Guevón, no te quedes ahí sentado, te llamé
para que resolvieras, que dolor de cabeza, creo que voy a vomitar de la pea. Maldita sea ¿qué hice,
qué hice?
Victor cerró los ojos por un instante y
respiró hondo, se levantó.
–No es lo que hiciste, es lo que vas a
hacer. Mierda Ricardo acabas de ganar las elecciones y haces esta mierda.
Marico, ¿qué pasaba por tu cabeza?
–Una arrechera muy grande, muy grande
marico, esta puta me engañó, tenía que morir. Teo no es mi hijo, verga ese
chamo no es mi hijo ¿puedes creer?
Su compadre no le hizo caso al comentario y
comenzó a hablar.
Victor armó un plan que podría funcionar
por un tiempo.
Le dijo a Ricardo que comprara un pasaje a
Miami, buscarse a una persona parecida a Rebeca para que viajara por ella
anunciándole a la prensa que se instalaría en la ciudad unos meses para
relaizar audiciones, y esa persona estuviera unos días en Estados Unidos, tres
meses después fingir un accidente de tránsito y anunciar que Rebeca había
fallecido en ese accidente dentro del país norteamericano.
Ricardo escuchó el plan con sus manos
apoyando su cabeza mientras estaba sentado en el borde de la cama.
–¿Qué vamos a hacer con el cuerpo?
Victor se quedó pensando mirando a la
pared. –¿Tú no tienes abajo un congelador grande?
–¿Y tú pretendes que yo tenga a esa mujer metida en un congelador mientras
yo hago mi vida de gobernador?
–Tuviste las bolas de caerle a coñazos y
dispararle hasta matarla, ¿te vas a preocupar por tener un cuerpo congelado en
tu casa? ¿Tienes un plan mejor?.
–Deshacernos del cuerpo.
–Hay que repatriar el cuerpo de USA y
enterrarlo, la prensa querrá ver eso.
–¿No podemos fingir una fuerte depresión y
está internada?
–Bueno, Ricardo haz lo que quieras, te di
mi plan, tengo mucho sueño y me quiero ir a acostar.
–¿Qué lo voy a decir a Teodoro?
–Creo que esa debería ser la menor
preocupación, preoceupate por el pasaje, la mujer, el viaje y el congelador, ve
desalojando eso y ponlo en otro congelador.
Ricardo mandó a los escoltas a vaciar el
congelador para meter el cuerpo ahí.
–¿Cómo le voy a decir a Teo que no soy su
papá?
–Él sabe que no eres su papá, tranquilo.
–¿Cómo es la vaina?
–Lo sabe de hace tiempo, ¿cómo lo sabe? No
sé, pero él está claro.
–Seguro me odia.
–No te odia, odia a su madre.
–Guevón, tú estás muy tranquilo con esta
vaina, yo estoy rascao pero ando cagao.
Victor estiró la pierna para no pisar el
charco de sangre donde había estado el cuerpo de Rebeca y se sentó en la cama.
–He visto en mis narices varios muertos y
cómo mataban a Carlos frente a mi, ¿tú crees que a estas alturas algo me
sorprende? No duermo en las noches por las pesadillas, pero en este momento me
preocupan otras cosas, como tu nuevo cargo.
–Yo me quiero desaparecer.
–Tú te vas a arreglar porque en un rato
tienes una rueda de prensa, que si te preguntan por tu esposa dices lo que te
dije hace un rato. Voy a contratar a un equipo de limpieza para que arregle
este desastre.
–Eso es sangre guevón.
–Deja que yo te resuelva la vida y teu ve a
generar dinero, que hay que pagarle a mucha gente para que salgas otra vez bien
librado de esto.
Ricardo se levantó de la cama y se le quedó
viendo a Victor.
–Yo no sé que haría sin ti, eres el mejor
amigo y compadre del mundo. Te voy a decir algo, si fuera gay no dudaría en
estar contigo y hasta casarme.
Victor lo vio a los ojos y se le acercó
dándole un beso en la boca mientras sus manos se posaban en sus mejillas.
–No olvides nunca que te amo cabrón, que no
voy a dejar de hacerlo como tampoco de ayudarte las veces que sean necesarias,
pero por favor no me vuelvas a decir si tú fueras gay, ahórrate ese discurso
falso. Eres viudo, ya nada te impide que seas verdaderamente feliz y no me
digas que está Ana. Vive tu verdadera vida.
–Estás desquiciado Victor, no sabes que
hacer para que yo salga del closet de donde no estoy metido PORQUE NO SOY GAY.
–Ve a lavarte la boca, hueles a borracho de
la calle, yo me voy a mi casa a dormir, tranquilo que yo dejo todo sobre
ruedas, preocúpate por ser un buen gobernador.
Victor volvió a esquivar el charco de sangre
y salió de la habitación. Ricardo se quedó de pie mirando como su amigo se iba
y comenzó a llorar cayendo de rodillas sobre la sangre en la alfombra, cerró
sus ojos y en su mente aparecieron las cientos de golpizas que le dio a Rebeca,
los escasos abrazos y besos para Teodoro, el episodio de la ducha con Victor al
igual que el sexo oral en el carro con él. Su triunfo en la gobernación. La
última golpiza, los dos disparos. Cayó al suelo y quedó dormido en el piso.
4 horas después…
Ricardo estaba sentado en una larga mesa,
con su equipo de trabajo más cercano. Varios micrófonos de los medios de
comunicación apenas dejaban verlo. Ana, a su lado, estaba feliz pero se le
acercó a Ricardo y en el oído le habló.
–Tienes una cara de destruído, ayer tomaste
demasiado.
–Anoche pasó algo que no puedo contarte
ahora, lo que escuches en esta rueda de prensa que no te sorprenda, quédate
inmóvil.
–¿Qué pasó? ¿que hiciste?
–No puedo hablar ahora.
–Ricardo dime.
–Maté a Rebeca. -Le dijo al oído esta vez
más bajo aún. A Ana le recorrió un escalofrió pero no movió ni un músculo,
simplemente se acomodó en la silla para escuchar lo que iba a decir el nuevo
Gobernador
Antes de comenzar la rueda de prensa,
Ricardo pidió disculpas por su aspecto y entre bromas le echó la culpa a la
celebración de anoche por la ciudad capital. Habló de los resultados, que
volvió a repetirlos y aunque ya era el ganador, aún faltaban papeletas por
contar para dar el resultado final.
Habló de lo que había prometido si ganaba
y dijo que a partir de la semana que
viene comenzarían a notar la diferencia en el estado.
–El gobernador anterior se va a sorprender
al ver todo lo que vamos a lograr en tan poco tiempo.
Vino la ronda de preguntas.
–Gobernador, su antecesor no pudo cumplir
sus metas porque no le bajaban los recursos y estaba limitado con algunos
aportes de la empresa privada y lo poco que había en la gobernación. ¿Usted si
v a obtener todos los recursos para realizar todo lo que nos acaba de decir?
–El exgobernador miente, hay pruebas de que
ese dinero se entregó y entró en las cuentas de la gobernación, ese hombre va a
tener que rendirle cuentas a la justicia.
–Él entregó pruebas.
–Él mostró unos papeles a la cámara y nadie
vio lo que decía. Yo vine a trabajar por mi estado y eso lo van a comenzar a ver
el próximo lunes.
–¿Quién maneja sus empresas, sabemos que usted
es un exitoso empresario de la noche, pero, usted ahora no puede dedicarse a
eso.
–Voy a contestar preguntas relacionadas con
mi nuevo cargo público, gracias.
–¿Dónde está la primera dama? No la vimos
en el comando ni en la celebración
A Ricardo se le nubló la mente y quedó en
blanco por unos segundos mirando fijamente al frente. Ana le dio un golpe en la
pierna y este reaccionó.
–Mi esposa como ustedes saben es la actriz Rebeca
Montenegro, ella no le gusa el tema politico aunque me apoya 100%, en estos
momentos está viajando a la ciudad de Miami cumpliendo unos compromisos
laborales, casting, audiciones, esas cosas de actores y actrices, queiere abrir
su campo de acción y que mejor lugar que Miami, pero en unos meses la tendremos
de vuelta.
–¿Pero eso surgió de repente? Llevamos semanas
que no al vemos.
La mujer que se chequeaba en el aeropuerto
como si fuera Rebeca entregaba el pasaporte.
–¿Usted es la actriz Rebeca Montenegro?
–Si, pero por favor, no digas…
–Epa muchachas, aquí está la actriz, la
esposa del gobernador nuevo.
–Aaay una foto, una foto, sin lentes, sin
lentes.
La mujer se quita los lentes, los escoltas
a varios metros de ellas se ponen alerta.
–Aaaay pero no te pareces en nada a como te
ves en televisión. –Vieron la foto del pasaporte.
–Esta tipa no es la actriz. –Le dijo una de
las trabajadoras de la línea, se acercaron los escoltas y pidieron que
terminaran de chequear a la mujer. No se tomó fotos con nadie y siguieron su
camino para pasar a inmigración.
–Si surgió de repente, pero como dijo el
Gobernador, pronto la primera dama estará en el país para cumplir sus
compromisos como lo que es, la Primer Dama del estado. -Comentó Ana saliéndole
al paso a Ricardo que quedó en blanco de nuevo.
Varias preguntas más relacionadas con las
elecciones y con el estado y se levantaron de la mesa saliendo rápidamente
ayudados por seis escoltas que no dejaron que ningún periodita se acercara.
–¡Ahora me vas a contar que es eso que
mataste a Rebeca!
Ricardo le contó lo que había sucedido y lo
que tenían pensado hacer, de hecho el plan ya estaba caminando. Ana terminó de
recoger sus cosas una vez que llegaron a casa y se fue de la casa rumbo al
aeropuerto a buscar el primer vuelo rumbo a España, pero antes de irse con el
chofer pasó por el refrigerador, el morbo de ver a su enemiga congelada pudo
más.
–Tú hijo tenía razón, morirías antes que él
regresara. Que vida tan triste tuviste Rebeca. –Cerró la puerta del congelador
y un escalofrío le recorrió el cuerpo. La puerta del congelador se abrió sola.
Ana corrió despavorida del sótano.
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