Tres meses después…
Teodoro regresaba al país luego de casi
cuatro meses en España alejado de la familia por el accidente que tuvo donde
hubo un muerto y en plena campaña electoral para escoger a los gobernadores de
los estados del país, donde Ricardo Sucre, a pesar de la campaña sucia, los
problemas familiares, los actos de corrupción cometidos cuando era diputado,
ganó la gobernación con una amplia victoria. Una victoria que días después fue
puesta en duda, pero no pasó de un par de días de denuncias mediáticas.
–¿Tú si me vas a contar lo que realmente
pasó o tengo que averiguarlo yo? –Le decía Teodoro a Victor mientras este le
acomodaba la corbata. –De verdad que tener que disfrazarme para el funeral de
esa mujer…
Victor suspiró, terminó de acomodarle el
nudo y se apartó del muchacho dándole
una palmada en la mejilla.
–Como sé que no te va sorprender lo que te
cuente, te lo voy a decir sin tantos rodeos. Tu papá la mató.
–NO JODAAA YO SABÍA, sabía que eso no iba a
tardar mucho, ¡que bien!
Victor lo miraba con incredulidad pero
siguió contando. –Tu papá llegaba borracho de la celebración por la victoria,
subió a ver a tu madre. -Teodoro cerró los ojos y negó con el dedo índice
apuntando donde Victor. –En fin le contó una historia de una vez que Cienfuegos
Jr. y otro hombre enmascardo se acostaron con ella, eran los días que ella
quería volver a entrar a la televisión.
–El otro hombre era Ricardo, naguevonada,
el tipo es un duro, se cogió a la esposa y ella sin saberlo, que puta, ajá.
–Ella se arrechó y aprovechó y le dijo que tú no eras hijo de él, sino de Francisco
Teodoro se sonrió y se volteó hacia el
espejo para peinarse.
–Supongo que Ricardo anda arrecho y me va a
botar de la casa para que viva con mi verdadero padre.
–No creo, no te ha dicho nada en todo este
tiempo, no creo que lo haga.
–Va a haber un gentío en ese cementerio…Le
voy a avisar a Lucas.
–Yo le dije hace dos días, tranquilo.
–Ya te hablas con él y todo, son amiguitos
¿ya te lo cogiste?
–¿Por qué hablas tantas tonterías? España
no te hizo madurar.
–Debe ser que llevo tres años en España.
–Ya tienes 16 años y creo que eres más
maduro que tu papá, aunque a veces se te sale el niño que tienes dentro.
–¿Te cogiste a Lucas o no?
–No me he cogido a Lucas.
Teodoro se agachó y le bajó el cierre del
pantalón a su padrino, sacó el pene aún flácido y lo introdujo en su boca.
–Tenemos que irnos.
Teodoro se sacó el pene de la boca. –La que
se murió fue mi mamá y no estoy angustiado, relájate.
–Puede entrar alguien a tu cuarto y nos
pueden ver. –Decía eso y su pene ya estaba totalmente erecto mientras Teodoro
lo disfrutaba mientras movía su mano entre el pene.
Victor apretó su mano entre el cabello del
chico mientras soltaba los chorros de semen que Teodoro iba tragando.
–No debiste tragarlo.
–Deja la mariquera con el VIH. –Se levantó
limpiándose la boca mientras la puerta del cuarto se abría y Victor sin voltear
se arreglaba a toda prisa el pene dentro del pantalón.
–¿Qué pasa aquí?
–¿De qué?
–¿Qué hacen?
–Mi padrino me estaba arreglando el nudo de
la corbata y yo lo estaba ayudando a alisar el pantalón que tenía un pliegue
raro en la entrepierna.
–Ah…ya…esta bien, ¿Victor por qué no
volteas? Salúdame.
Victor volteó mirando a Ricardo a los ojos
pero este los bajó y vio el cierre del pantalón de su compadre que estaba
abajo, su pene aún se mantenía algo erecto.
–Súbete el cierre y acomodate eso ahí. –Lo
vio a los ojos. –Nos vamos en un solo carro, los espero abajo.
–Jajaja Ricardo nos pilló.
–No, no creo.
–¿No crees? No joda Victor, tienes la verga
parada todavía, el cierre abajo yo me limpiaba la boca. Ricardo no es guevón.
–Ya vas a ver el peo que me va a formar, es
capaz de mandarme a la mierda y a ti joderte.
–¿A mi? que se atreva.
El proceso para hacer creer que repatriaban
el cuerpo de Rebeca costó millones para montar el teatro. El ataúd estaba
sellado en la funeraria. El cuerpo lo cremarían.
En el cementerio había mucha gente del
medio; artistas, cantantes, actores, músicos, también politicos, amigos de
Rebeca, que algunos no entendían lo que pasó porque nunca se enteraron de su
viaje a Miami. Padres y representantes del colegio de Teodoro.
Se acercaban a Teodoro a darle el pésame y
él solo sonreía, estaba aburrido de fingir dolor. Se fue a caminar, vio un
bebedero y tomó agua, mucha, siguió su camino hasta que se tropezó con un
hombre.
–Sabía que ibas a estar aquí.
–Hola papá, ¿cómo estás? Bueno, ya veo que
no muy bien.
–Eso me lo hicieron los matones que tiene
tu papá de escoltas. –De la golpiza le habían dejado un ojo malogrado que aún
no sanaba.
–De Ricardo, mi papá eres tú.
–Deja todo y vive conmigo.
–No vale, como decía Rebeca, tú eres un
dañado y vives de los reales de tu familia, eres un vago, ¿qué voy a hacer
contigo?
–Tengo mucha plata.
–Si guevón pero Ricardo está podrido en
plata y es Gobernador papá.
–Él no te quiere, te va a botar.
–Cuando lo haga hablamos.
–Puedo reclamarte en un juicio.
–Ay Francisco, házlo, vas a salir
perdiendo.
–Eres menor de edad, es más fácil.
–Hazlo y te mato.
–Saliste a tu padre y eso que no te
engendró.
–Las buenas cosas se pegan. Atrévete a
demandar la paternidad y vas a salir jodido por partida doble.
Teodoro dejó a Francisco parado en medio de
la grama, se quedó viendo como el chico se alejaba.
De regreso, Teodoro se encuentra con Lucas
que lo abraza efusivamente, aunque no así Teodoro pero sí se alegraba de ver a
su mejor amigo.
–¿Cómo has estado?
–Bien bichito ¿y tú?
–Extrañandote un montón.
–¿Si? Pero ahi me dijeron que te acostaste
con Victor, no me extrañabas tanto.
Lucas se quedó sorprendido, tragó saliva y
se puso pálido.
–¿Quién te dijo eso?
Nadie guevón, no me lo dijo nadie, pero por
la cara que pusiste seguro te cogió.
–Siento mucho lo de tu mamá. –Lucas lo fue
a abrazar.
–¡Ni se te ocurra darme el pésame por esa
basura que está en esa caja!
–Disculpa. No me acosté con Victor.
Teodoro agarró por el cuello a Lucas y lo
despeinó, le dio un beso en la boca. –Luego que pase esto, te quiero coger.
El chico se acercó a su padre que hablaba
con un hombre del partido que también había ganado una gobernación.
–Permiso, ¿papá puedo hablar contigo?
–Dame un chance Adolfo y seguimos, ¿qué
quieres campeón?
–Ya sé todo.
–¿Todo? Todo ¿qué?
–Ay papá, no tengo cinco años. Sé lo que
pasó con Rebeca y sé que ya sabes que no soy tu hijo.
Ricardo abrazó con todas sus fuerzas a
Teodoro y se puso a llorar. El chico no entendía y quería soltarse.
–Yo no quise hacerlo mi amor, pero estaba
borracho y tú mamá me lanzó esa bomba.
–Ya, ya, ya papá, tranquilo, deja la culpa,
esa tipa se merecía morir y peor de como murió, era mala, una perra, si tú no
la matabas , la mataba otro o yo.
Ricardo se le tensaron los músculos al
escuchar a su hijo hablar tan tranquilo sobre Rebeca.
–En cuanto a lo otro, bueno, como te dije,
mi mamá era bien puta, capaz ni soy hijo de Francisco, ahora si me quieres
botar de tu vida bueno, sigo siendo tu hijo legalmente, pero me voy a casa de
mi padrino.
–No, no, no, yo no he hablado de botarte,
eres mi hijo hasta que yo me muera, te quedas conmigo.
Teodoro se le quedó viendo a su padre unos
instantes.
–¿Tú tienes peo que yo sea gay? –Ricardo
abrió los ojos. –Lo digo porque nos pillaste a
Victor y a mi en una posición rara y tu cara era de matarnos. Si, el
guevo lo tenía afuera, se lo acomodaba en el pantalón y en el interior porque se le marcaba buurda
y le dije que parecía un sádico. Le agarré el guevo, si, para acomodarlo hasta
le di un beso, eso fue todo no hubo nada.
–Deja la vaciladera con eso carajito, a mi
no me jodas mi gestión.
–Miles de maricones deben haber en la
Gobernación.
–Esos son ellos, a mi no me importa lo que
hagan con su culo. Mi hijo no, mi hijo es un hombrecito, ya va a ser hora que
te busques una carajita.
–Mira te busca el del crematorio, ve a
hablar con el para que achicharres a la mujer tuya.
–TEEEEEOOOO.
Procedieron a la cremación del cuerpo.
Luego de la espera, las pocas personas que quedaban se acercaron para ver la
entrega de las cenizas colocadas en un cofre que había comprado Ricardo para
guardarlas ahí y luego ver que hacer con las cenizas.
Le entregaron el cofre a Teodoro por ser el
hijo. Victor al ver que Teodoro tenía el cofre cerró los ojos. El chico se
quedó viendo el cofre mientras el padre y los demás presentes rezaban el último
padre nuestro.
Al finalizar Teodoro puso el cofre en el
piso y abrió el cofre. La gente atenta a lo que el muchacho iba a hacer, el
cura no entendía, Victor no quiso ver. Ricardo estaba ahí pero su mente no.
Teodoro levantó la mirada y vio a los
presentes.
–Hoy que ya mi madre no está con nosotros
quiero hacerle un merecido homenaje a esta mujer que fue una madre bien
particular.
–Que hermoso gesto de este muchacho. -Dijo
susurrando una mujer entre los invitados.
El muchacho se soltó el cinturón, bajó el
cierre y dejó caer el pantalón, la gente murmuraba, sacó el pene y apuntó dentro
del cofre orinando el contenido. La gente comenzó a murmurar más alto incluso
unas gritaron. Victor apartó a la gente y se abalanzó hacia Teodoro tumbándolo
en el suelo.
–¿Qué coño estás haciendo?
–Retrinbuyendo el amor que me dio mi madre.
Victor le dio una fuerte cachetada a
Teodoro y lo levantó por el cuello de la camisa.
–¡Te vas ahora mismo hasta el carro y me
esperas ahí carajito. Esto que hiciste no se hace!.
–Padrino, me pegaste.
–Y lo volveré a hacer si es necesario, yo
no soy tu papá que me vas a amenazar con golpes o a matarme.
–Ve a pedir perdón a esta gente ahora
mismo.
Ricardo se acercaba
–Vete de aquí Ricardo, vete. -Le dijo
Victor.
–Estás como loco si piensas que le voy a
pedir perdón a esta cuerda de jalabolas.
Victor le apretó el cuello. –Lo vas a hacer
carajito. –Lo soltó.
–Señores, quiero pedirles perdón por la
interrupción, me hubiese encantado seguir orinando hasta ahogar a mi madre pero
ya vieron que este señor me interrumpió.
Un fuerte golpe en la cara tumbó a Teodoro
al piso, dejándolo casi inconsciente. Victor se sacudió la mano del dolor y
Ricardo cargó a su hijo montándolo en su hombro para llevarlo al carro.
Victor se disculpó con la gente y la
despidió, el cura se fue del lugar casi corriendo. Se agachó y tomó el cofre.
Ana se le acercó.
–Deja, yo me encargo, ve con Ricardo yo me
vine en mi carro acuérdate.
Ana tomó el cofre y lo tapó. Se fue
caminando para ir a su carro, pero en el camino pasó por un barranco y lanzó el
cofre.
–Listo, se terminó esto.
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