Llegó el día de la boda entre Ana y Ricardo, el gobernador del estado. La boda más eperada en el ámbito político sobre todo entre la gente porque para todo el mundo ella es la amante de Ricardo Sucre desde hace muchos años, incluso él casado.
Teodoro
se escapó de los escoltas y se fue bien temprano a la iglesia donde horas
después se casaría su padre. Iba a ver a Roberto, el cura. Estacionó la
camioneta y se fue a la parte de atrás de la iglesia donde estaban la pequeña
oficina/casa del cura. Tocó la puerta y le dio la vuelta al pomo.
–Caramba
¿y todavía tienes el descaro de venir para acá después de lo que hiciste?
–Jajaja
me da risa tu comentraio siendo tú cura y con novio y además te tiras a todo el
mundo y hasta menores de edad.
–¿Me
estás amenazando?
–No
chico, vine a tirar contigo.
Roberto
se levantó mirando a Teodoro, se quitó la camisa quedándose con la camiseta.
–Le jodiste la vida a una persona por el solo hecho de hacerlo, sin ninguna
razón ¿te parece justo?
–Si, su
mujer vivía engañada, le abrí los ojos. –Teodoro comenzó a quitarse la ropa.
–¿Qué
haces?
–Vine a
tirar contigo para que estés ligerito en la boda.
Roberto
se le acercó al muchacho y lo tomó del brazo para que no siguiera
desvistiéndose.
–¿A mi
también me vas a denunciar y contarle a la iglesia que soy gay y tiro con
carajitos?
–Sabes
que quieres cogerme. Quítate toda la ropa y te pones la sotana, eso me da
morbo.
Roberto
se le acercó y le dio un beso, su mano la puso en la nuca de Teodoro y su otra
mano entre las nalgas metiéndole un dedo en el culo.
–Ponte la
blanca.
Roberto
buscó la sotana y un preservativo. Todoro se acostó en la cama boca arriba
poniendo una almohada debajo de él. El cura abrió la sotana a la altura del
pene y por ahí lo sacó y se colocó el preservativo.
El
muchacho cogió sus piernas y las echó hacia atrás hasta tenerles cerca de su
cabeza, su culo abierto y expuesto hacia el cura que tenía el pene en extremo
erecto.
Se colocó
lubricante y al chico también le puso, acercó su pene restregándolo alrededor
del ano para ir dilatando. Comenzó a penetrarlo. Teodoro lo veía a los ojos
pidiéndole que lo metiera de una vez, el cura se sonreía y se detenía, acercaba
su mano y le metía el pulgar, lo movía para dilatar. Lo sacó y comenzó a
introducir su pene que se abría paso en el ya diatado culo del chico.
Deslizó
el pene, Teodoro sonreía con una expresión de morbo, haló más sus piernas para
levantar su cadera, el cura se puso sobre el chico y comenzó moverse. Teodoro veía como el pene entraba y
salía de su cuerpo, un pene grueso que brillaba por el lubricante y el látex.
Roberto
no paraba de moverse mientras Teodoro gemía y le pedía más fuerza en su
penetración, bajó las pieranas, el cura se acercó a su cara y besó al chico
mientras seguía moviéndose.
Con cada
empujón sus testículos golpeaban la piel del muchacho que no paraba de pedir
más y más.
–Voltéate.
-Teodoro lo hizo poniéndose de rodillas dándole la espalda, volvió a penetrarlo.
Se quitó la sotana, pusos sus manos en las caderas del chico y comenzó a
moverse rápido y con fuerza. Acercó su cara a la de Teodoro y volvieron a
besarse. El chico comenzó a masturbarse.
El chico
acabó encima de la cama gritando y poniéndose tenso.
–Coño
¿acabaste?
–Si, tú
sigue, no le pares.
Roberto
se bajó de la cama y le dijo a Teodoro que tomara el espejo que estaba colgado
en la pared. Era rectangular, lo puso en el piso, y, ambos de pie se colocaron
sobre el espejo con sus piernas a los lados del espejo y volvió a penetrarlo.
–Mira
como entra todo el guevo en tu culo, mira, mira.
Teodoro
bajó la espalda y veía su culo abierto siendo penetrado por un pene grueso.
Cada
empujón era un gemido del chico. El cura lo sostenía con fuerza de las caderas.
Del pene del chico colgaba un hilo de semen que cayó en el espejo, comenzó a
masturbarse de nuevo.
Roberto
sudaba, su cuerpo brillaba, las gotas le corrían por el rostro cayendo al
espejo, su respiración estaba entrecortada, sus músculos iban contrayéndose,
sacó su pene y jaló el preservativo, se masturbó unos segundos y descargó su
semen entre las nalgas de Teodoro, el líquido corría por las piernas, el chico
volvía a eyacular esta vez sobre el vidrio.
Teodoro
se enderezó y se volteó. Se puso de cuclillas y comenzó a mamarle el pene al
cura que cerraba los ojos aguantando, la
sensibilidad que tenía en el pene no la aguantaba pero el chico seguía mamando.
Comenzó a sentir la flacidez del pene y lo sacó de su boca mirando a los ojos
al cura.
–Menos
mal que no querías tirar conmigo.
–Te voy a
pedir que te vayas Teo.
Teodoro
se levantó y le dio un beso en la boca.
–No te
duches, casa a mi papá así, oliendo a sexo.
–Eres un
enfermo.
–Te
gusta. Después de la boda me vuelves a coger.
–No Teo,
–Si
Roberto, yo regreso por más.
Victor
aún dormía, estaba desnudo tapado con la sábana pues el aire acondicionado
estaba encendido.
De pronto
siente algo tibio que envuelve su pene, no sabe si está soñando o está sucediendo
pero no abre los ojos. Su pene va humedeciéndose mientras siente la calidez de
una boca que juega con su pene. El roce de la lengua hace que el pene comience
a levantarse y crecer dentro de esa boca. Dejan caer saliva sobre el glande y
vuelve a sentir como humedecen el pene. Ya en total rigidez, su cuerpo se
estremece, estira los pies y dejar correr su semen dentro de la boca. Vuelve a
estirar los pies y se quita la sábana, abre los ojos. Su respiración está
agitada y lo ve a los ojos.
–¿Te
gustó?
–Mucho.
Estuvo bueno.
–Me
tragué la leche porque me dijiste que no había problema.
–Sí. Hace
tiempo que no me despertaban así.
–Que
bueno. Me tengo que ir Victor, mi papá me va a regañar.
–Tranquilo
Lucas, yo te llevo a tu casa, le dijiste a tu papá que estabas en casa de Teo.
–Si, pero
a él no le gusta mucho que yo esté con él después de todo lo que a sucedido.
–No te
preocupes, yo hablo con tu papá y todo arreglado.
Lucas lo
vio a los ojos y sonrrió.
–¿Cuándo
vamos a ser novios? -Le preguntó Lucas.
–Vamos a
levantarnos para desayunar y llevarte
Victor se
fue a la cocina desnudo y se puso a preparar el desayuno, a los minutos llega
Lucas.
–Se
supone que tú eres el adulto, el maduro el que tiene una respuesta para todo y
no se pone nervioso y me dejaste con la pregunta sin responder.
Victor
dejó la masa que estaba preparando y se detuvo, se volteó a ver al chico.
–Lucas,
vamos a ver, prmero, eres menor de edad, tienes 16 años, esto es un delito lo
que estoy haciendo, segundo, tengo 47 años, soy un viejo para ti, tú apenas vas
a salir de bachillerato y tercero, y espero que no te lo tomes a mal, no estoy
enamorado de ti, te quiero mucho, pero hasta ahí hacemos el amor muy rico pero
ya, no estoy buscando más nada, somos a amigos, sabes que te apoyaré en lo que
necesites pero novios, no.
–¿Estas
enamorado de Teo verdad?
–No
Lucas.
–Pero te
gusta, como es tu ahijado…
–Lucas no
estoy enamorado de Teo, lo que tengo con él es…”me tiene obsesionado ese
carajito”…lo mismo que tengo contigo.
–Entonces
¿el sexo que hemos tenido no significa nada?
–Significa
lo que es chamo, sexo, muy rico, la paso bien, pero ya. Por fa te lo advertí
desde el principio.
Se me
quitó el hambre, ¿me puedes llevar a mi casa?
–Lucas,
Lucas, no te pongas así.
El
muchacho le corría una lágrima, se la limpió con la mano. –No vuelvas a
llamarme si quieres tirar, búscate a otro o a Teo pero a mi no me llames.
–Estoy
enamorado de Ricardo. -Victor no sabía si diciéndole eso era una buena idea o
no, pero se lo dijo.
–Me
alegro porque creo que no te va a parar bolas nunca, espero que sufras que
jode. ¿me puedes llevar a mi casa?
–No
Lucas, vamos a desayunar y te llevo.
–NO
QUIERO, NO QUIERO ESTAR AQUI.
Victor
guardó la masa en la nevera y se fueron a la habitación a vestirse.
Llegaron
al edificio.
–Gracias
por traerme. Te voy a pedir que borres mi número y no me llames más.
–No seas
carajito Lucas, te creía más maduro que Teodoro.
–Y tú
eres un…¿vas a subir a hablar con mi papá?
–Te dije
que sí. -Le pasó la mano por la mejilla.
–No hagas
eso.
Subieron
al apartamento.
Un
vestido sencillo sin adornos, ceñido al cuerpo color hueso fue el escogido por
Ana para casarse con Ricardo esa tarde, el novio vestido de smoking negro.
En la
iglesia no cabía más nadie, se habilitaron unas sillas en los laterales pero
igual quedó gente fuera.
Ricardo
estaba en el altar esperando a Ana que ya estaba en camino. El cura no
aparecía, Teodoro tampoco.
–¿Será
que buscas al cura? Va a llegar Ana y este carajo no va a estar.
–A lo
mejor se está arreglando, tú sabes que ellos tienen sus rituales.
–Lo que
es es marico mosca y te lo coges, porque tú eres medio enfermo.
–Deja de
hablar estupideces, a lo mejor es otro que se lo está cogiendo. –Victor dijo
eso y se estremeció pensando que metió la pata.
–¿Qué
coño hablas? ¿quien se coge al cura? Echa el cuento.
–¡Que se
yo! Algún feligrés quesúo, ya vengo.
Teodoro
estaba agachado con el pene del cura en su boca, apenas asomándose por la sotana.
Roberto ya listo para salir a oficiar la misa de boda.
–¿Me vas
a dar tu hostia líquida?
–Eres un
enfermito.
–Igual
que tú. –Siguió mamando mientras lo miraba a los ojos.
Entraba
Victor a la pequeña oficina en vista que estaba abierta la puerta. Pasó al
cuarto.
–Permiso
padre, ¿usted ya está…?
Roberto
se echó para atrás tapándose el pene, Teodoro se levantó limpiándose la boca.
–Hola padrino,
estaba a punto comulgarme.
–Sal de
aquí Teo y espérame afuera.
Teodoro
salió del cuarto mirando al cura haciéndole un gesto que después seguirían.
–Padre,
acomódese y salga de una vez
–Disculpe,
lo que vio, yo no suelo.
–No me
tiene que explicar nada, es un secreto a voces que usted es gay y le gustan los
carajitos, pero por favor, hoy no ¿sí?.
–¿Tú no
te cansas de estar tirando con cuanto hombre se te atraviesa en el camino? Ni
siquiera porque tienes…esa vaina.
–¿Estás
celoso padrino? ¿quieres solo tú me cogerme? Deja la rabia yo tengo para todos.
–Teo,
Teo, va siendo hora que te enseries y cojas el carril, no vas a terminar bien,
sigues jodiendo gente, ¿también vas a joderle la vida al cura?
–Si
me jode lo jodo, de momento va todo
bien.
–La otra
vez te fuiste de la oficina y no regresaste, no creas porque eres el hijo del
dueño vas a hacer lo que te de la gana.
–Ay
Victor, me aburres, si quieres cogerme
me dices y ya.
–No quieres
nada conmigo, lo dijiste. “¿Pero que coño estoy diciendo? Este carajitro me
hace decir unas vainas”.
–Es
verdad, ya no me despiertas ese morbo y encima ahora te da por cogerte a Lucas,
mas huevo sin sal y muere.
–Un golpe
en la cara y Teodoro cayó al piso.
Teodoro
se levantó y fue a reponderle el golpe a Victor pero este lo detuvo.
–Te lo
dije la otra vez Teo, yo no soy tu papá, a mi no me levantas la mano ni me
alzas la voz porque te respondo.
–Estás
celoso porque no te paro bolas, estás arrecho porque Ricardo no te coge, eso es
lo que te pasa, eres un marico frustrado, con mucho dinero pero no tienes amor.
–Victor
soltó a Teodoro se apoyó en la pared y el chico siguió su camino. Se detuvo.
Retrocedió
y se puso frente a su padrino de nuevo.
–Discúlpame,
no quise decir eso, perdón.
–Anda,
déjame solo Teo
Teo le
levantó la barbilla y le dio un beso en la boca.
–La boca
te sabe a guevo.
Teodoro
se sonrió y apoyó su frente a la de Victor.
–Te va a
gustar ese cura, tira divino.
–Teo por
favor, cambia, no sigas por ese camino de maldad por favor. -Comenzó a llorar.
–Tranquilo
padrino, todo va estar bien. Dale una oportunidad a Lucas, él quiere ser tu
novio, no lo hagas esperar, ese carajito está enamorado de ti.
–Vamos a
la iglesia.
–Ricardo
casándose, él no aprende.
Luego de
dar el sermón y la misa llegó el momento cumbre de la boda. Declararlos marido
y mujer.
–En vista
que ambos están aquí voluntariamente y sin obligación o presión de nadie y que
tampoco nadie se opone a esta unión.
Teodoro
mira a Roberto y le señala el Cristo para que lo viera. El cura voltea y suena
un crujido. Roberto se aparta y el enorme Cristo se desprende cayendo al altar.
Estalla en mil pedazos cayendo las piezas donde estaba la gente que cayó al
piso herida. Ricardo se tiró al suelo recibiendo golpes.
Ana tumbada
en el suelo con el rostro lleno de sangre. La punta de la cruz le dio en el
hombro fracturándole el brazo. Estaba desmayada. La gente gritaba y corría
hacia la puerta, Teodoro había salido por un lateral al igual que Roberto.
–Marico,
no los casaste, verga. La maldita de Rebeca sigue jodiendo.
Dios que horror!!
ResponderEliminarque locura mano
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