viernes, 21 de septiembre de 2018

Final de Temporada. Y SI ME ENAMORO. Capítulo 70

Arévalo había salido del trabajo a las cinco de la tarde en punto para verse en el apartamento con Diego, el hombre con quien llevaba saliendo algunas 
semanas.
-Voy a aprovechar que llego antes pa echar una buena cagá antes que llegue. –Arévalo abría la puerta del apartamento y le llegó el olor a comida. –Mieeerda ya está aquí el viejo.
-Hola nené, llegaste rápido, te estoy preparando una comidita para luego darnos con todo en esa cama. –Arévalo se le acercó y le dio un beso en la boca. –Me vine en moto, por eso llegué volando. Huele rico papi.
-Ponte cómodo, si quieres desnudo.
-Coño papi, ya va, me vengo cagando préstame el baño.
-Chico usted no tiene que pedir prestado el baño, vaya y úselo, pero no hay agua.
-Cooooooño, hasta en las zonas buenas falla el agua.
-Así estamos, el tanque está lleno, si no baja, buscas un tobo o llévatelo de una vez.
-Sí va.

Tomó el tobo y se fue al baño de la habitación principal. Entró y cerró la puerta.
Se sentó y apenas lo hizo comenzó a soltar sonoras flatulencias que se escuchaban en la cocina, mientras Diego picaba unas cebollas se reía. Luego de unos segundos pujó y evacuó con fuerza que hasta lanzó un grito, unos segundos más tarde, tuvo diarrea.
-Coño de la madre no hay papel en esta mierda. –Se quitó el pantalón y siguió evacuando.
Comenzó a tener escalofríos y dolor abdominal. – Cooooñooo que dolooor ¿Con qué me limpio?
Diego se acercó a la puerta y tocó. -¿Todo bien nené?
-Siiiii, tengo diarrea, vete de ahí que esta vaina apesta. No hay papel en esta vaina ¿cómo me limpio?
-En las puertas debajo del lavamanos hay toallitas húmedas, yo no uso papel.
-Ah vaina, ahora este viejo me salió jeva, limpiándose el culito con toallitas húmedas, a ver, debajo del lavamanos, aquí no veo nada, coooño a cagar otra vez.
Se levantó de nuevo y se agachó para buscarlas pero no las vio. No le quedó más remedio que salir desnudo a preguntarle al hombre.
-Diego, ahí no hay toallitas húmedas.
-Espera yo las buscos.
-No, no, no, no entres, esto está podrido, no, no, no.
-Bueno nené calma, yo también cago y huele mal, deja la angustia, a ver. –Entró al baño y efectivamente el olor era fuerte e insoportable, tuvo una arcada pero se contuvo.
-¿Viste?
Diego se agachó y buscó el empaque revolviendo todo. -Mira, aquí están, ¿ves?
-Cooooño pero si las pones escondidas como las consigo.
-Es que sabía que se habían acabado por eso te dije que aquí habían, toma, límpiate y sal.

Arévalo volvió a sentarse y continuó evacuando. Abrió el paquete de toallitas y haló, al hacer fuerza se trajó cuatro toallitas de una vez.
-Verga pero estas vaina, siempre pasa lo mismo, ahora a usar todo esto, bueno igual tengo todo el culo cagao. Se limpió y lanzó todo a la poceta, se colocó el pantalón y cogió el tobo. Lanzó el agua con tanta fuerza que salpicó hacia afuera el agua de la poceta.
-Mierda y encima no se fue todo, que peo con el agua. Maldita sea este gobierno. – Salió del baño y se fue a la cocina con el tobo.
-Lo eché pero no se fue la mierda.
-Tranquilo, lávate las manos y siéntate a comer yo luego limpio eso. ¿Botaste las toallitas en la papelera?
-No, ¿Cómo voy a dejar esa pestilencia en la papelera y abierta? Boté esa vaina por la poceta.
-Eso tapa las cañerías.
-Bueno, cuando venga el agua bajas la palanca y se va, verga estoy mareado, dejé media vida en el baño, dame agua por fa.
-Agarra de la nevera, aquí están los vasos, ¿Quieres cerveza o vino?
-Noooo, cerveza no, esa vaina va terminar de aflojarme el barro.
-¿Por qué tienes que ser tan ordinario? Vamos a comer ahora y tú hablando así.
-Perdón papi, vamos a comer siéntate.

Diego no le hizo caso y se fue al baño para limpiarlo. Al terminar de comer se fueron a la habitación, ambos desnudos. Arévalo se acostó colocando una almohada atrás para estar derecho, Diego se puso encima de él pero a la altura de las piernas mientras el enorme pene del policía le quedaba justo en la cara. Arévalo le dijo que no iban a tirar, se sentía mal del estómago y no quería hacer esfuerzo. –Tranquilo nené, déjame disfrutar de tu pene, te lo mamo mientras hablamos.

Diego comenzó a mover su mano entre el pene del policía mientras lo veía como crecía y se mordía el labio inferior. -Tienes un pene hermoso nené.
-Tuyo, mámalo. ¿De qué quieres hablar?

Diego se metió el pene en la boca hasta donde podía, miraba al policía y sonreía.
-Quiero saber cuándo te vas a mudar definitivamente, has traído cosas pero si acaso te quedas un día o dos.
-Coño papi, es que tengo mil peos en mi casa y mi mamá está medio jodida, está enferma, con un peo en los pulmones, ella no vive conmigo entonces voy pa su casa.
-Pero me dijiste que vivían todos en el apartamento.
-Si pero ella se mudó pa un apartamento que tenía alquilado cuando por fin lo desalojaron los inquilinos, unos bichos.
Diego volvió a meterse el pene en la boca, moviendo la lengua y dejando que la saliva saliera de su boca. –Cuéntame de tus padres, quiero saber de ti.
-No joda me montaste un detective ¿y no sabes esas vainas?.
-Me enfoqué en ti, solo en ti tu entorno más cercano. Que divina tu verga, podría mamarla siempre.
-Toda tuya esta vergota. Mi papá no lo conocí, se cogió a mi mamá y se fue pal carajo, no supo ni que mi mamá estaba embarazada. La enamoró un día, un par de salidas, besos, se la cogió y desapareció, era un tipo de plata.
- ¿Y sabes quién es, lo has visto? –Volvió a meterse el pene en la boca esperando la respuesta del policía.
-No chamo, mi mamá no me dijo nunca, yo tampoco pregunté mucho, mis tios me criaron y son mis papás, mi mamá tampoco supo más del tipo, tenía plata.
Diego lamía el glande mientras escuchaba a su novio. -¿Y tú mamá es ama de casa o trabajó?
-Antes si trabajaba, bueno a veces lo hace, es costurera, cose, hace vestidos para bodas, cortejos, toda esa paja.
- Ah que bien, yo tuve una noviecita costurera hace añales, pero yo me fui del país. –El hombre mordía suavemente el pene y luego bajaba a los testículos para metérselos en la boca.
-Ah mira, que casualidad. Marico mamas guevo divino cuando te aplicas, me vas a hacer acabar.
Sonó el celular de Arévalo. –Coño, mi hermano, esto si es una sorpresa. --¿Qué pasó bicho?.
Mientras el hermano de Arévalo le contaba, Diego seguía mamando y tenía a punto al policía para eyacular. El hermano lo llamó a para avisarle que su mamá se había puesto muy mal y estaba llamándolo para verlo. –AAAAAAAAAH AAAAAAAH coñooo.
--Bueno chamo pero no se ha muerto, no te pongas así, pero ve pa casa de tu mamá chola que preguntó por ti—
-Maaaarico, me sacaste esa leche bien sacada. Me tengo que ir, mi mamá se puso mal y preguntó por mi.
-¿No te quedas conmigo?
-No sé papi, yo te aviso, pero creo que si. Voy veo que es lo que es y me lanzo para acá.
-¿Quieres que te acompañe?
-No papi, tranquilo, yo resuelvo rápido.
-Si necesitas plata no dudes en decirme.


Aeévalo se vistió rápido y se fue en su moto llegando en 20 minutos a casa de su madre.
-¿Cómo está la vieja?
-Mal Arévalo, mal
-¿Cómo que mal si la semana pasada vine y estaba perfecta.
-Estaba guapeando, lleva semanas sintiéndose muy mal.
Arévalo se estaba poniendo de mal humor y comenzó a patear y tumbar cosas preguntando porqué no le habían dicho nada.  Su tía le comentó que su madre no quería que le dijeran para no preocuparlo.
-Coño igual  estoy preocupando ahora carajo!.
-Entra a su cuarto y habla con ella, es probable que de hoy no pase.
-No me jodas tía no me digas esa vaina!

-Mami…coño ¿qué pasó viejita, como no me dices nada? -La mamá le tomó la mano y entre la tos que la tenía agotada le dijo que no se preocupara por ella, que pronto estaría mejor en otro sitio, más tranquila y descansando, a Arévalo se le aguaron los ojos.
-Vieja tú no te vas a morir.
-Cállate y déjame hablar, tengo algo importante que decirte. Tu padre.
-No me jodas que es eso, hoy hablé del tipo ese, mamá no me digas que apareció.
-No, pero lo vi hace unas semanas. Tu padre sigue teniendo…dinero…búscalo…debí decirte esto hace…-tosió.
-Ya mamá deja de tanta paja y habla ya.
-Busca…a tu padre, tiene dinero…y te puede ayudar.
-No joda, ya ni debe acordarse ni de ti para que sepa que existo. Capaz y me mete preso.
-Cállate. yo tengo…el nombre…y donde…trabaja, mi amor búscalo…tu vida tiene que mejorar…yo quiero que lo hagas, cúmpleme eso…es tu padre y tienes derecho a lo suyo.
-Mamá ya no te esfuerces, descansa.
-Me voy a morir coño, déjame hablar…yo me voy pero tú te quedas, aquí están los datos. -La mujer se dio medio vuelta para sacar un papel de la mesita de noche pero Arévalo se adelantó y abrió la gaveta preguntándole que papel era.
-¿Por qué no te llevaste esta vaina pa la tumba? A mi que me importa conocer a mi padre.
-Te estoy diciendo…que tiene dinero… ¿Tú no me escuchas? Lee…el papel…por favor.

Arévalo abrió el papel, había una foto, un nombre y una dirección. Abrió los ojos, tuvo un retorcijón y evacuó en el interior poniéndose pálido.

jueves, 20 de septiembre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 69

Diego estaba en el urinario y Orlando en el lavamanos.
-Así que ahora tienes nuevamente novia, vaya, no te bastó conmigo, luego montarme cachos con tu tío y ahora esta tipa.
-Es una amiga, de hecho, amiga de tu hermana y no me estoy acostando con ella, simplemente vinimos a conversar.
-Te la vas a coger porque a eso vinieron, a beber y a tirar, porque tú sigues metido en ese closet. -Diego se le acercó con ganas de lanzarle un golpe pero se detuvo a centímetros de su cara.
-Tú que vas a hablar, estás con ese viejo que te acaricia y te toca ¿tampoco van a tirar?
-Si vamos a tirar, luego de caernos a birras me lo voy a coger.
-A bueno, cada quien es libre de hacer lo que quiera ¿no? Ya no somos nada.
-Exacto.

Ambos se miraban a los ojos, ambos con ganas de olvidar todo y seguir juntos, ambos queriendo besarse.
-¿Por qué no me dejas que te explique?
-¿Explicar qué? ¿cómo te cogías a tu tío?
-Lo que pasó, fue un error, lo sé, grave, no debí hacerlo pero es más fuerte que yo.
-No me vengas con excusas, bien que te lo advertí, quédate con tu tío y no engañes a esa pobre mujer.
-Estoy enamorado de ti, me gustas.
-Lo demuestras muy mal.
Diego se le abalanzó y le dio un beso en la boca abrazándolo, Orlando no puso resistencia y poco a poco abrazó a Diego. Su beso fue interrumpido por un hombre que entró al baño. –Perdón, perdón. –El hombre bajó la cabeza y siguió caminando, Diego salió corriendo de ahí.

Diego se sentó en su mesa visiblemente afectado y nervioso, sudaba, a los pocos segundos Orlando cruzaba las mesas para ir a la suya

-¿Pasa algo? ‘preguntaba Jesús, Orlando se limitó a mover la cabeza y pedir otra ronda de cervezas.
-¿Pasa algo? –Preguntó Gabriela mientras le pasaba la mano por el brazo a Diego, que respondió moviendo la cabeza y sonriendo. Pidió un par de cervezas.

Luego de una hora y varias cervezas, Orlando y Jesús conversaban animados, hasta se reían, de vez en cuando lanzaba la mirada hacia la mesa de Diego  hasta que los vio besándose.
-¿Sabes qué? Sí, voy  a tirar contigo, pedimos la cuenta y nos vamos.
-Ese es mi muchacho carajo, la vamos a pasar bien, vamos a mi casa que estoy solo.
-Perfecto. Vamos a pagar a medias.
-No, no. No chico, deja la vaina, yo invito esta vaina.
Mientras Jesús iba a la caja a pagar Orlando vio como Diego y Gabriela se iban del local, sentía que se quemaba por dentro de la rabia que sentía, cogió el celular y le escribió. –Disfruta esa cuca, que es realmente lo que te gusta—

Llegaba Jesús caminando en zigzag, Orlando recibió un mensaje. –Eso haré—
-Deja que yo maneje, no estás en condiciones de manejar.
-Yo hago lo que me pidas papi, esta noche obedezco.
Se montó en la camioneta y Jesús se acostó en el asiento de atrás.
-¿Dónde vamos?
-La Castellana, llega a la plaza y me avisas.

Llegaron al apartamento, Orlando ayudó a subir a Jesús que se tumbó en la cama y se quedó roncando.
-¿Y este viejo pretende que vamos a tirar así?
El chico comenzó a quitarle los zapatos y las medias, para luego sacarle el pantalón y la camisa. A pesar de la edad, el hombre tenía un buen cuerpo sin ser atlético, lo dejó en interiores.
-Jesús. Jesús, despierta, ¿te vas  a quedar durmiendo?
-Ah, ah, no, no, no, me voy a dar una ducha, prepara un café, tenemos que tirar, ve, ve, yo me baño.

El chico preparó el café y Jesús se lo bebió mientras se secaba.
-Quítate esa ropa, quiero verte.

Diego llevó a Gabriela al apartamento, apenas entraron comenzaron a besarse. Diego ya estaba excitado, la chica le ponía la mano sobre el pantalón. –No sabes las ganas que tenía de tenerte así.
-Ya me tienes, hoy soy tuyo.
-El día que se empataron Carlota y tú me dio arrechera, te quería para mi. –Gabriel le dio un beso en la boca pero Diego no respondía, la separó.
-¿Ustedes no eran amigas pues?
-Si, pero igual, me dio rabia, quítate eso. -La chica se quitó la blusa y el sostén mientras Diego se quitaba el pantalón. Comenzó a chuparle los pezones mientras ella gimiendo le tocaba el pene sobre el interior. Se agachó y, mirando a los ojos a Diego, se lo introdujo en la boca.

Diego estaba impactado viendo a Gabriela haciendo eso. Nunca había visto a Carlota en esa postura y menos con la cara de lujuria con que lo hacía Gabriela. Lo excitó aunque en su mente estaba Orlando.

Orlando se desvistió lentamente viendo al viejo mientras le sonreía.
-¿Me vas a meter todo eso?
-Todito ¿lo quieres?
-Claro papi, lo quiero para mi.- Se acercó al muchacho y se metió de una vez el pene en su boca y comenzó a mamar moviendo su cabeza y su mano entre el pene.
Orlando lo miraba mientas posaba su mano en la cabeza del sexagenario que, mientras mamaba hacía sonidos disfrutando lo que hacía.
-Cógeme nené, anda, dime como me pongo y yo lo hago.
-Ponte en cuatro.

El hombre se montón en la cama y se colocó como le dijo el chico que le pidió un preservativo pero Jesús le dijo que no tenía pero podía penetrarlo con confianza –Estoy sano.
Orlando escupió su pene y dejó caer saliva en el culo del hombre que estaba abriendo sus nalgas con las manos. El chico apretó su pene y comenzó a penetrarlo pero el hombre comenzó a quejarse y le pedía que lo hiciera despacio, Orlando pensaba en Diego sin escuchar  Jesús y siguió penetrándolo sin detenerse.
Jesús se quejó y se echó para adelante sacando el pene.

-Me duele nene, hazlo despacio, vamos a buscar lubricante. – El chico comenzó a masturbarse para no perder la erección.

-Cógeme como si estuvieras cogiéndote a una puta, dale. Mételo.
Gabriela abría los labios de su vulva con los dedos mientas extendía sus piernas a los lados. Diego estaba impresionado de la actitud de Gabriela. Se acercó a ella, tomó su pene y comenzó a penetrarla, ella comenzó a gritar, excitada, lubricaba en exceso. Diego veía aquel líquido y el pene se le bajó.
-¿Qué pasó? Mételo.
-Ya va, que se me bajó.
-Coño, páralo y mételo, estoy excitada. – Gabriela hablaba entrecortado, su respiración estaba acelerada y apenas Diego la penetraba.
Volvió intentarlo, la tenía penetrada por unos segundos, Gabriela comenzaba a lubricar de nuevo y de nuevo el pene perdió erección.
-¿Qué pasa vale? ¿No te gusto?
-No, no es eso…no sé…deben ser las cervezas.
- ¿O será que lo que dicen de ti es cierto?, que eres gay. Porque ningún tipo se le baja conmigo y la gente comenta que eres marico, yo creo que sí.
-¿De dónde sacas eso?
-Lo comentan y punto. Gabriela se levantó de la cama y comenzó a vestirse.
- O sea que tú me llamaste para vernos y tomarnos algo para corroborar que soy gay y ahora decirle a todo el mundo por el hecho que se me bajó el guevo.
-No mi amor, yo te llamé porque me gustas y quería salir contigo y terminar en la cama pero tenía esa espinita, esa duda y ya creo que la aclaré y tranquilo, que no diré nada a menos que me lo pregunten, no vaya ser que otra estúpida como Carlota o yo caigan. ¿Me puedes llevar a  mi casa? Si es que eres un caballero y no me vas a dejar tirada en la calle.

Orlando penetraba a Jesús luego de varios intentos, entre el dolor y que el pene perdía erección cada vez que al hombre se le ocurría moverse y retirar el pene.
Se escuchaban gemidos mientras Orlando se movía sosteniéndose de las caderas del hombre. Jesús ponía su mano en el muslo del chico como intentando detenerlo y no siguiera, no paraba de quejarse. Orlando veía como entraba y salía su pene del culo del hombre que ya lo tenía dilatado.

De repente Jesús soltó un quejido más fuerte, se había corrido sobre las sábanas, estaba exhausto, sacó la mano del muslo  del chico y apoyaba sus brazos al colchón mientras Orlando continuaba moviéndose, a veces despacio y otras más fuerte. Hasta que llegó el momento.
-Voy a acabar, ¿la quieres adentro?
-No, no, échamela en el pecho papi, en el pecho. -Jesús se voleó y se acostó boca arriba esperan do que le cayera el semen encima, miraba el pene del chico hasta ver el líquido salir. Cuando Orlando estuvo a punto, Jesús levantó la cabeza para ver. Un primer chorro llegó hasta su cuello y los siguientes sobre su pecho y barriga. Las últimas gotas caían sobre el flácido pene del hombre que ahora pasaba sus dedos sobre el tibio líquido para luego saborearlo. Cayeron en la cama

Jesús comenzó a reírse, el chico lo vio extrañado. -¿Qué te hizo gracia?
-Disculpa, es que esta situación, tú, el hijo de mi mejor amigo acaba de estar en mi cama teniendo sexo, no me lo puedo creer y además que me encantó y mírate, esos pectorales y esos brazos, niño tú estás buenísimo y te tengo en mi cama. Ojalá tú…y yo pudiéramos tener una relación.
-No, no, no Jesús, no. Que quede claro que esto fue solo sexo, capaz y no repetimos, quizás si, pero de ahí a una relación, no creo.
-Me lo imaginé, tranquilo, entiendo, soy un viejo, los chamitos como tú se me acercan para chulearme no porque están enamorados de mi, no digo que sea tu caso, ¿pero a este viejo quien le va a parar bolas? Nadie, solo un bebé.
-No digas eso, tu te ves muy bien para tu edad, no estás mal.
-Si pero alguien de mi edad no se fija en mi, a lo mejor uno más joven, pero los chamitos como tú, esos si se acercan y me sacan fiesta pero es para que les pague sus vainas. Disculpa lo que te dije. Pero por fa quédate a dormir, yo sé que tienes a tu mami enferma ,pero quédate hoy.
-Si, mi mamá está con una de las enfermeras que mandó mi papá tranquilo.
-Voy a preparar algo de comer, tengo hambre. Ponte a ver tele, yo te aviso.

Orlando encendió el televisor y cogió su celular. Le escribió a Diego.
--¿Ya te cogiste a tu novia? ¿Qué tal te fue?—Verga que estúpido soy ¿Para qué le escribo eso?.
Diego respondió.
--Todo bien, vamos por el segundo, hablamos mañana. –Diego dejaba el celular entre sus piernas justo en el momento que estacionaba el carro ya de vuelta a su apartamento. Solo.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 68

Orlando y Jesús llegaban al local, se sentaron en la primera mesa luego de subir las escaleras. Inmediatamente llegó el mesonero y pidieron dos cervezas.

-Entonces ya te falta poco para graduarte.
-Si estoy comenzando con lo de la tesis, pero aún falta.
-Eso hay que celebrarlo.
-¿Por qué yo? ¿Por qué me está echando los perros ahora?
-Primero no te estoy echando los perros, quiero acostarme contigo, te lo dije y también te dije que desde hace unos años me gustas.
-Esto es muy extraño y muy loco, yo la verdad no sé para que accedí.
Orlando se levantó de la mesa para irse pero el hombre lo tomó del brazo. –No te vayas…disculpa a lo mejor fui brusco al abordarte hoy y confesarte eso, pero es que mírame, soy un viejo, necesito sexo, tengo mis necesidades y no todo el mundo quiere conmigo.

Orlando aún de pie, le contestó. –Y aprovechó que a mi me conoce para ver si yo caía.
-Bueno, hay algo de eso y como soy amigo de tu padre a lo mejor te sentías en la obligación, que se yo…estoy hablando tonterías.
-Yo creo. -El chico se soltó de la mano de Jesús para irse cuando voltea y ve llegar a Diego con una mujer que venía cogida del brazo de él. A Orlando se le bajó la tensión al verlo y se sentó.

-Gracias por quedarte, vamos a conversar y tomar y luego decides que hacer ¿si?
Orlando respondió moviendo la cabeza afirmando. Diego y Gabriela se sentaron a dos mesas de ellos, cuando él se sentó volteó y vio a Orlando, el corazón se le aceleró y volvió a voltear para buscar un mesonero.

-¿Te pasa algo? tienes una cara…
-No, no, es que me acordé de una cosa de la oficina que no hice pero mañana resuelvo.
-Pídeme una light de momento, no quiero emborracharme…todavía. –le guiñó un ojo, Diego se sonrió y vio a Orlando que le pasaba la mano a Jesús por su brazo, ambos se vieron.
-¿Conoces a ese chamo?
- Si...creo que fue un pasante de mi oficina…no recuerdo. –Orlando levantó la botella saludando a la pareja y sonriendo.

Diego se levantó para ir al baño, Orlando lo vio e interrumpió a Jesús para decirle que iba al baño.

martes, 18 de septiembre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 67

A pesar de no concentrarse en el trabajo y de repetir varias veces unos cálculos para la declaración de impuestos y el IVA de la empresa, Diego no paraba de teclear, quería distraerse, no pensar, no saber de Orlando aunque moría por llamarlo.
En un descanso, se levantó de la silla y miró por la ventana que da a un pequeño jardín. Sonó su celular, se asustó y se estremeció pensando que podría ser Orlando. Era Gabriela, una amiga en común con su prometida Carlota, ya fallecida.

-Hola, qué sorpresa Gabriela ¿cómo estás?
-Bien cariño y tú? Quería saber de ti, desde que hablamos días después de lo de Carlota no supe de ti.
-He estado en mil vainas Gaby han sido unos meses duros entre lo de…Carlota, mi mudanza, le debo a mi papá un dineral, el trabajo que hay miles de peos y encima me maletearon… -Se detuvo al escuchar lo que dijo.
-¿Estabas saliendo con alguien? Vaya.
-No…bueno….si pero nada serio, hubo un mal entendido y terminamos.
-Ah que bien, digo que chimbo, pero que bien porque te llamaba para ver si nos veíamos y así hablar de nuestras cosas.
-Si vale ¿qué día te viene bien?.
-Manana, mañana es perfecto.
Diego un poco sorprendido por lo directo de su respuesta le comentó que mañana saldría después de las seis de la tarde del trabajo y que loa podría buscar donde le dijera, a lo que Gabriela contestó que no tenía ningún problema. –Búscame por mi trabajo a la hora que salgas yo te espero ahí.

Colgó la llamada y recibió un mensaje. De nuevo se estremeció pero el mensaje era de Gabriela.
-Tengo ganas de verte y quiero ser franca contigo, me gustas y ahora que ambos estamos solos quiero ver que pasa.
Diego estaba impactado con el mensaje y le respondió. -¿Tú no estabas empatadísima y punto de casarte?
-Si, pero lo dejé todo, no podía casarme con alguien que no amo, estoy enamorada de otra persona.
-Ah bueno, que bien, espero que esta vez sea la persona correcta.
-Manana después de las seis pm lo sabré.

¡Esta tipa quiere algo conmigo que bolas. Bueno Diego pareces gafo, ya sabías que ella quería algo desde hace tiempo, claro ahora que Carlota no está…A lo mejor lo que necesito es salir con un mujer y olvidarme del mundo gay, de Orlando y que nadie se entere de nada.

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-No me trates de usted, te conozco desde que naciste. Yo doy clases aquí. Chico pero tú si estás grande y guapo, mira el cuerpo que te gastas ¿tú estudias o te la pasas en el gimnasio? Jajajaja
Orlando se puso rojo de la pena mientras Jesús, el director de la morgue y buen amigo de su papá, le tocaba el brazo apretándolo. –Debes tener a esos hombres loquitos, bueno, a mi ya me tienes loquito imagínate.
-¿Perdón?
-Jajaja estás sorprendido, si, yo también soy gay nené. Y me gustas desde que eras un adolescente pero eras menor, pero ahora ya eres todo un hombre y aprovechando que te vi y estamos solos te lo digo. Me gustas.
Orlando, con una risa nerviosa se echó un paso hacia atrás y veía incrédulo al hombre que podría ser su padre.
-Ya va señor Jesus…pero es que usted me triplica la edad. Yo…
-Si, ¿ tienes problema con eso? No te gustan mayores, a mi se me para todavía si eso te preocupa pero tranquilo yo soy pasivo…-lo dijo en voz baja para que no escuchara la gente pero no había nadie alrededor.

Orlando volvió a reírse y bajó la mirada. Jesús le dijo que esperaba que fuera versátil, el chico, con el rosto enrojecido le dijo que si pero que no se acostaría con él siendo el mejor amigo de su padre.
Jesús dándole dos palmadas en la mejilla se sonrió y le dijo para verse luego de las clases. Orlando le comentó lo de su madre y tendría que ir primero a casa para luego salir. El chico no estaba convencido. –Ve a darle una vuelta a tu madre y luego me llamas, anota mi número, y yo te busco por allá y nos tomamos algo y luego vemos que hacemos.
-Esto es muy loco señor…
-Eh…Jesús. ¿Qué pasa…no te gusto, estoy muy viejo, arrugado?
-No es eso…es mi papá, yo…soy un chamo, tengo nov…-se detuvo. –Tengo, siento…vergüenza.
-Vamos a tomarnos unas cervezas y luego me dices que sientes vergüenza, te tengo ganas carajito y hoy tenía que ser el día.
-Ok….yo te aviso cuando me desocupe en mi casa.

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Diego, sorpresivamente estaba entusiasmado, terminó de sacar las cuentas y le cuadró todo lo de los impuestos, eran las cinco de la tarde y decidió llamar a Gabriela para ver si se podían ver hoy mismo. Gabriela no lo pensó dos veces y le dijo que sí que la buscara por su trabajo.

Diego buscó a Gabriela por la torre donde trabaja, se montó en el carro. -¿Dónde quieres ir?
-Vamos a tomar unas cervezas, al León.
-Ok, me gusta, luego podemos seguir en mi casa y comemos ahí, yo preparo algo luego te llevo a tu casa.
-Me gusta el plan, vamos.

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Orlando le dejó instrucciones a la enfermera, cenó con su mamá en la habitación para estar más tiempo con ella.
-¿Esto que significa? ¿Sientes culpa por tanto abandono? No…es que ya no tienes novio y estás aburrido y bueno vamos a estar con mamá para que no diga nada.
-Ay mamá de verdad uno no puede tener un gesto contigo porque a todo le ves el lado malo. 
-Pero es la verdad, meses sin comer conmigo y ahora te da por hacerlo.
-¿Sabes qué? Ya comimos y ya me voy que me viene a buscar un amigo para tomar algo.
-Ya conseguiste reemplazo, que rápido, asi son todos, promiscuos buscando con quien acostarse.
-Chao mamá, espero que duermas bien, no se si venga a dormir, capaz y tiro hoy.

Llamó a Jesús para que lo buscara y de una vez se quedó abajo esperándolo para no seguir escuchando a su madre con sus reclamos.

-¿A donde vamos? -Le preguntó Jesús.
-Al León, ¿lo conoces?
-Claro, tengo años que no voy. Vamos para allá.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 66

–¿Y eso que cambiaste de opinión?
–La vida es muy corta para estar perdiendo el tiempo.
–Así se habla. Lo vamos a pasar bien. ¿bebes?.
–Si, pero mañana tengo clases.
–Y yo trabajo, nos tomamos una botella de vino y comemos algo.
–Yo quiero tirar.
–Bueno también… ¿pero no te vas a quedar a dormir?
–Si.

Llegaron al apartamento, era pequeño pero bien decorado, se notaba que había dinero.
–Bienvenido a mi casa.
–Gracias, no puedo creer que vayamos a tener sexo aquí donde vives con tu esposa. ¿traes a todos los hombres para acá?
–De hecho eres la segunda persona que traigo y luego de mucho tiempo, pero es que me gustaste mucho.
–Ah ya.
Eduardo lo abrazó y le dio un beso en la boca, Orlando que hasta ese momento estaba tenso, se relajó.
–Vamos al cuarto, quiero desnudarte.
–¿Nos podemos bañar?
–No, quiero sentir tu olor, tu sudor, eso me excita.
Llegaron a la habitación, la cama era enorme, dos camas King pegadas, sábanas blancas y un ventanal enorme que daba a la ciudad.
Eduardo comenzó a desvestirlo lentamente mientras deslizaba sus manos por los pectorales del chico que ya tenía las tetillas duras igual que su pene.
El hombre se agachó para desabrocharle el pantalón, mientras lo hacía veía a Orlando a los ojos y sonreía. Puso la mano sobre el pene aún dentro del interior y lo apretó para luego sacarlo.

Su lengua recorría el pene del chico mientras seguía viéndolo a los ojos. Orlando estaba excitado, lubricaba en exceso, El hombre recogía el líquido con su lengua y saboreaba. Introdujo el pene en su boca y comenzó a tragarlo mientras movía su lengua.
Mientras seguía mamando se quitaba la ropa, su pene no estaba completamente erecto, solo esperaba que el chico terminara de excitarlo para penetrarlo.
–Ponlo duro que te quiero coger.

Eduardo se lanzó boca arriba en la cama viendo como Orlando jugaba con el pene, a pesar de estar disfrutando esa aventura, se sentía extraño. Era como si estuviera traicionando a Diego, pero recordaba el momento que los encontró en la cama teniendo sexo y cualquier remordimiento se esfumaba. Se montó en la cama y se inspiró en la mamada, tomaba el pene con su mano y se lo introducía en la boca completamente, con su otra mano jugaba con los enormes testículos del hombre.

Orlando le bajaba el prepucio y lamía el glande rosado y suave de Eduardo que cerraba los ojos mientras emitía sonidos de placer exhalando aire.
–Déjame buscar el condón en mi billetera.
Ubicó su billetera y sacó del clóset un frasco de lubricante. –Pónmelo.

El chico rompió el empaque con lo dientes y sacó el preservativo, lo desenrolló un poco para luego estirarlo y colocarlo en el glande, una vez ahí lo desenrolló hasta cubrir todo el pene. Le echó lubricante, mucho, cogió de ahí y se colocó entre las nalgas para luego sentarse sobre Eduardo, tomar el pene y llevarlo hacia su culo.

Poco a poco iba metiendo el pene, Eduardo se mordía el labio, Orlando cerraba sus ojos y se concentraba en ir introduciendo el grueso pene dentro de él.
Una vez completamente sentado con el pene adentro comenzó a moverse pero Eduardo lo detuvo. Orlando se echó hacia delante y el hombre comenzó a levantar las caderas moviéndose rápido.
El chico veía a Eduardo a los ojos mientras sentía como el pene abría sus carnes, tenía los ojos más a abiertos de lo normal y el rostro cambiado, excitado, veía al chico con morbo mientras seguía moviéndose.
Abrazó a Orlando y sin retirar el pene se voltearon, esta vez el chico quedó boca arriba. Eduardo comenzó  a moverse de nuevo con las piernas del chico en su pecho, su respiración estaba acelerada. El muchacho con solo verlo se sabía que estaba disfrutando el sexo con el hombre maduro que no paraba de moverse.
–¿Te acabo adentro, encima, dónde? –Orlando no respondió y Eduardo sacó el pene y retiró el preservativo para luego acabara sobre el pene y abdomen del muchacho.

Orlando no acabó. Eduardo se lanzó a un lado del chico, respirando fuerte, su abdomen subía y bajaba con la respiración, pasó su mano por la frente para secar el sudor.
–Wao carajito me hiciste sudar…aguantas que jode, tienes el culo apretadito, la juventud…es lo que tiene.
–Gracias.
Eduardo se rió con la respuesta del chico. –Sigues enamoradito del tipo y estás arrepentido de haber tirado con otra persona.
–No, no es eso…bueno…si…no debí, pero.
–Nada chico, fue solo sexo, unos minutos de placer, ya, vamos a comer algo y tomarnos un vinito. Voy a  orinar.

Euardo se levantó para ir al baño y Orlando se fue detrás de él. –Ya va, no vayas a orinar, oríname a mi.
–Vaaaaya, el muchachito me salió  viciosito. Entra a la ducha.

Orlando se agachó y Eduardo se puso frente a él preguntando donde quería que lo orinara. –Donde quieras. –Eduardo comenzó por la cabeza, iba bajando a la cara, cuello y pecho. Subió de nuevo y Orlando abrió la boca mientras comenzaba a masturbarse.
El hombre no paraba de orinar, Orlando tragaba el líquido hasta que sintió que se venía y acabó. Eduardo le orinaba el pene.

–Dúchate mientras yo preparo algo, ahí tienes toalla y jabón.

Orlando se bañaba y no entendía que hacía en ese apartamento, quería irse y olvidar lo que hizo pero ya no podía hacer nada, era tarde.
Llegó a la cocina y el hombre había preparado unos sanduches con queso amarillo, salchichón, tomate, lechuga, mayonesa, pepino. Puso dos copas y sirvió el vino. –Siéntate.

El celular de Eduardo sonaba y fue a buscarlo. Era la esposa. Regresó a la cocina haciéndole un gesto al chico de que no hablara. Le comentó a la esposa que estaba cenando y ya se iría a acostar.
–<Yo regreso mañana al mediodía, ¿será que me puedes buscar?>
–<Claro mi amor, yo te busco, no hay problema>.
–<Te llevo un regalito>
–<Gracias mi amor, en casa te espera uno  a ti> -Se tocó el pene mirando a Orlando.

–No entiendo como no te da vergüenza hacer lo que haces y en tu casa, en tu cama, aquí vives con tu esposa, ya que vas a tirar con hombres hazlo en un hotel.
–No chamín, a mi me conoce mucha gente, no me puedo arriesgar a que me vean, aquí estoy seguro, además solo lo hago cuando mi mujer no está, o es en casa de ellos o aquí, normalmente en casa de ellos.
–Bueno tú verás lo que haces, es tu vida, no debo meterme.
–Exacto, tú no te metas y déjate coger.
–Está muy rico el sandwich y el vino.
–Disfrútalo, ¿quieres otro?
–Ok.
–La semana que viene me quedo solo de nuevo, te aviso y te vienes.
–No, no, esto fue hoy y ya, no voy a repetir.
–Como quieras, pero ya tienes mi número.

Se sentaron en la sala a conversar y se terminaron el vino. Se fueron a la habitación para ver televisión pero se quedaron dormidos. Eduardo amaneció abrazado al chico con su pene entre las nalgas.
La alarma de Orlando sonó y se fue a duchar de una vez mientras Eduardo dormía.

–Eduardo, Eduardo, me tengo que ir a la universidad, ¿me das la cola?
El hombre se movió en la cama se estiró, soltó una flatulencia y abrió los ojos.
–Epa carajito, coño, yo no salgo de casa hasta las nueve, son las seis de la mañana, acuéstate.
–Tengo clases.
Eduardo se levantó y fue al clóset, tomó varios billetes y se los dio al chico.
–Toma, para que tomes un taxi, bajando en la primera cuadra hay una línea, pregunta por Paco, si está que te lleve, le dices que vienes de parte mía, si no está pues le pagas al que te lleve.
Diego resopló y se fue de mal humor.

Llegó a la línea y efectivamente estaba Paco, se montó en el taxi y lo llevó a la Universidad.
Le escribió a Eduardo. –<<Me lleva Paco, cuando llegue a casa te transfiero el dinero>>.
–<<No seas gafo, quédate con eso para que vengas en taxi la semana que viene>>.

Llegó a la universidad. Mientras caminaba a la facultad revisando su celular se tropieza con un hombre.
–Coño, disculpa. ¡Caramba Orlando! Muchacho ¿cómo estás?
–Hola señor Jesús…que sorpresa… ¿qué hace aquí?

viernes, 14 de septiembre de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 65

Mientras hacía ejercicios, su mente no dejaba de pensar y dar vueltas con todo lo que había pasado.
Yo de idiota guardándome para el carajo, sin tirar con nadie, ser correcto, no ser promiscuo ¿para qué? Para que igual te jodan como un guevón.  Me voy a acostar con quien sea  y cuando me de la gana, esté empatado o no, uno no sabe si también le están montando cachos.

Orlando terminó de hacer su rutina de pecho y se subió a la caminadora unos minutos. Frente a él un tipo lo miraba, ya en otra oportunidad se habían visto en el gimnasio pero esta vez estaban frente a frente.
El hombre se bajó de la escaladora tocándose la entrepierna mientras veía al chico, movió la cabeza para que lo siguiera al baño. Orlando detuvo la caminadora y lo siguió.

Los vestuarios estaban vacíos, el hombre estaba en una de las duchas, es había bajado el short hasta donde podía sacarse el pene, se lo tocaba. Orlando se acercó y se agachó para mamarlo.
Mientras el chico tenía el pene en la boca miraba al hombre que le pasaba la mano por la cabeza y la mejilla sonriendo. Orlando le acariciaba los testículos.
–Te quiero coger. Tengo condones.
Orlando seguía mamando viendo al hombre, de repente sus ojos se llenaron de lágrimas y se detuvo.
–¿Qué pasa? Sigue, lo mamas divino.
–No puedo, disculpa.
–Tranquilo, ¿tienes pareja?
–Tenía hasta hoy.
–Yo estoy casado, me llamo Eduardo.
–Orlando. Me voy a cambiar
–Podemos ir a mi casa, mi mujer no está, es aeromoza, estaremos más tranquilos.
–¿Quieres tirar donde te acuestas con tu esposa?
–Ella no va a llegar hasta mañana en la noche.
–No mi pana, tranquilo, me voy a cambiar
–Si quieres te cojo aquí. –Eduardo le metió la mano por el short hasta llegar a las nalgas, sus dedos buscaron el ano y comenzó a jugar. Orlando lo veía a los ojos.
–Yo encontré a mi novio tirando con su tío en la cama donde hacía unas horas dormimos juntos e hicimos el amor.

Eduardo sacó la mano. –Lo siento. –Se dio la vuelta y se fue a su locker, lo abrió y buscó su billetera. –Toma, aquí están mis números, si en algún momento quieres hacerlo, llama cuando quieras.
–Gracias. -Orlando se fue a su locker que estaba del otro lado, lo abrió y sacó su bolso. Arrugó la tarjeta y la lanzó al piso, se  sentó y se quedó viendo la tarjeta doblada en el piso. La recogió y con sus manos la alisó lo más que pudo y la guardó.

Terminó de cambiarse y salió del baño para irse. Antes de salir del lugar se sentó en un banco y sacó su celular. Se puso  a revisar la decenas de mensajes de Diego.

–<<Se que la cagué y no tengo justificación, pero es algo más fuerte que yo,  mi tío lo boté de la casa aquella vez pero cuando lo veo me siento bien con él, seguro, en confianza, siento que puedo ser libre y ser quien soy en realidad, pero también sé que no me conviene, es una persona manipuladora, mala y un chulo.
Descubrimos que nos robó en uno de los locales, a lo mejor esto no te interesa pero vamos a atraparlo y lo vamos a meter preso, es cuestión de días. Perdóname, vuelve conmigo, no me dejes. Contigo me siento bien, contigo he aprendido cosas, me has abierto los ojos en varios aspectos, no me dejes solo de nuevo. Escribe>>

–<<Ya aprendiste otra lección, la fidelidad, ser sincero, honesto, respetuoso. Ya para tu próxima relación no la cagarás. Chao>> -Se limpió los ojos y se fue.
En la entrada estaba Eduardo.

–¿Te doy la cola a tu casa?
Orlando lo pensó por unos instantes, detalló al hombre, era guapo y de buen cuerpo a pesar de sus 50 años.
–¿Estás claro que tú me doblas la edad?
–Si o más, tengo 50, ¿tú? 21, 23?
–21.
–Yo no me voy a empatar contigo, yo solo quiero sexo, estoy felizmente casado.
–Ya, no, claro, supongo, acepto la cola.

Montados en la camioneta, Orlando miraba por la ventana.
–Mamas el guevo muy bien, mejor que mi esposa, es que un hombre sabe como hacerlo, yo prefiero que me lo mamen a cogerme un culo, pero me gustan ambas cosas. Lástima que no quisiste.
Hubo un silencio de varios segundos. –¿Sigues enamorado de tu ex? Vuelve con él, ¿cuánto tiempo tienen juntos? ¿Un año, dos?
–Tres meses.
–Coño ¿y ya te montó cachos? Algo falla ahí.
–Es una historia muy larga.
–Ya si, me dijiste que estaba con su tio…que fuerte eso.
–No quiero hablar de eso por favor.
–Tengo dos ferreterías en Caracas y Los Teques, mi esposa es aeromoza y no tenemos hijos, ella tiene 30 años.
–Seguro que se acuesta con otros tipos. –Orlando volteó a verlo y se disculpó por el comentario.
–Tranquilo, puede que tengas razón, a lo mejor no, pero no soy quién para juzgarla cuando yo estoy haciendo justamente eso y con hombres. ¿Vives con tus padres?
–Con mi mamá, está enferma. Ellos se divorciaron hace años.
–Estás a tiempo para venirte a mi casa y pasar la noche juntos.
–¿No te da remordimiento o vergüenza tirar con alguien en la cama donde duermes con tu mujer?
–Lo hacemos en la sala o en el cuarto de servicio.
–Orlando se rio con un tono de molestia y volvió a ver por la ventana. –Cruza a la derecha y luego del semáforo otra vez a la derecha.

–Gracias por la cola.
–De nada y disculpa lo malo, no quise hacerte sentir mal.
–Descuida, ve con cuidado.

Orlando entró a la habitación de su mamá y le dio un beso en la frente, ya dormía. Se fue a su cuarto y se tumbó en la cama, estuvo mirando al techo varios minutos y luego abrió su bolso y sacó su billetera. Buscó la tarjeta del hombre y tomó su celular.

–<Aló>
–<Hola,  soy Orlando, el del gimnasio>
–<Hola Chamo, ¿pasó algo?>
–<No, todo bien, ¿me puedes buscar?
–<Coño….estoy entrando al estacionamiento, déjame subir al apartamento, busco unas cosas y te busco, dame 20 minutos>

Orlando le preparó las cosas del desayuno a su madre y las pastillas para cuando llegara la enfermera, le dejó una nota, buscó un interior, una franela y las cosas de la universidad. Bajó a planta baja.