miércoles, 3 de febrero de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 24

 


-Esta es la carta Renato. Y si, me dio mucha rabia lo que hiciste, fue como un empujón más para que él tomara esa decisión, pero es una cadena de cosas que venían desde su infancia, sus ganas de encajar de tener amigos, de querer pertenecer a juro, el buillyng, las burlas, todo eso lo llevó a este desenlace.

"...No aguanto esta vida de rechazos, de lastima, los pocos que se acercan y tienen sexo conmigo se desencantan a lo minutos y no sabré de ellos más nunca. Otros me tratan por interés y una vez que consiguen lo que quieren me botan a la basura y cuando por fin me enfrento a mis demonios y demuestro algo de coraje me golpean sin piedad dejándome casi muerto. Esta vida es un asco, yo soy un asco y no merezco estar en este mundo. Hasta nunca humanos de mierda"

Renato se estremeció, se le hizo un nudo en la garganta. Abrazó a Bianca, con ese gesto se quedó perpleja y ni siquiera lo abrazó.
-Siéntate, voy a contarte algo que ocurrió después que lo golpeé. -Bianca le entró un escalofrío pero quedó atenta escuchando el relato.

-¿Y quién me mandó este ramo?
-Revisa la tarjeta amor. -David tomó la tarjeta y leyó.
<Que sea Dios quien decida nuestros destinos, yo igual estaré cerca para cuando quieras compartir tu vida con la mía. Su tiempo es perfecto. Tuyo, Jorge.>
-¿Que cosa tan pavosa es esta? Si este pretende enamorarme con estas dedicatorias, va bien mal.
-¿Pero no te gusta el ramo?
-Si mamá, es bien bonito, pero esta dedicatoria es un asco.
-Lo menos que puedes hacer es llamarlo y agradecerle.
-Si, voy a hacerlo.
Berta abrazó a su hijo. -¿Quieres quedarte solo en casa con Jorge y le agradeces como debe ser ese hermoso ramo?
-Mamáááa...
-Ok ok, tu avísame y yo arregló todo con tu papá. Llama a Jorge.

Agustín esperaba abajo en el edificio a Castro que venía a buscarlo.
-Hola. Gracias por aceptar mi invitacion. -Castro se le acercó a Agustín para besarlo pero este se echó para atrás y Castro soltó el cinturón y alcanzó la boca del muchacho. El beso transportó a Agustín al día que estaban juntos en el apartamento de Castro. Un corrientazo recorría su cuerpo y nuevamente sentía como su pene lubricaba.
-Mira como me pones con solo verte. Lo tengo duro.
-Duro y enorme.
-Hoy solo vamos a almorzar, te lo prometo. ¿Quieres ir a algún lugar en especial? Yo invito, escoge el lugar.
-Vamos a un restaurante de Poke que está en Los Palos Verdes.

Llegaron al restaurante.
-Me gustas mucho Agustín, no sé qué me pasa contigo pero desde que te vi algo pasó. Hasta discutí con mi esposa y eso que somos un matrimonio muy abierto donde tenemos sexo con hombres y mujeres, ella y yo. Pero me enamoré de ti, te lo digo sin pelos en la lengua. Mientras hago el amor con mi mujer le digo tu nombre cuando me la cojo por el culo. Y le dije que estaba enamorado de ti.
-Agustín estaba aguantando la risa pero a la vez sorprendido porque Castro hablaba con mucha seriedad y a veces sus ojos se llenaban de lágrimas.
-No sé que decir Castro, que bonito lo que dices.
-Voy a pedir más cerveza.
-Yo estoy en una relación desde hace tres años, aunque desde hace unas semanas no estamos pasando por nuestro mejor momento.
-¿Será una señal de que algo bueno nos espera a ambos?
-¿En que trabajas tú Castro, que edad tienes?
-¿Otra?
-Si. 
-Soy ingeniero civil, tengo 45 años, 10 años de matrimonio y una niña.
-¿Y desde cuándo tienes este tipo de relaciones así hombres, mujeres, todos a la vez.
-Desde los 15 años, un primo me insitó, me gustó y desde ahí me acuesto con el que quiera, claro y me guste.
-¿Y si hipotéticamente yo te dijera que sí, que quiero algo serio contigo...
-Me harías el hombre más feliz.
-Pero yo no puedo estar en una relación con alguien que quiere a acostarse con todos y conmigo. -Bebió un buen trago de cerveza y comió ensalada.
-Es que si me dices sí, yo dejo todo, todo mi pasado lo lanzó por la ventana y me quedo solo contigo. Es en serio. Por ti cambio toda esa vida loca, la única persona que será la dueña de esta enorme verga, quítate el zapato y sube la pierna. -Agustín se quitó el zapato y puso el pie sobre el duro pene. -Vas a ser tu Agustín, ese guevo va a ser tuyo nada más.
-Voy a pedir dos cervezas más.
Siguieron conversando, hablaron de Renato, de su trabajo, pidieron dos rondas más de cervezas.
-Quiero tirar contigo Castro, hoy, ahora.
Castro pidió la cuenta y se fueron.

-Mi amor me tienes abandonado.
-Pero si nos hemos visto casi toda la semana.
-Sabes a que me refiero, no me has dado culo coño. ¿Sigues con diarrea?
-Si.
-Mañana en la misa me lo vas a mamar como te dije, te escapaste la otra vez. Coño no me cojo a más nadie esperándote, he dejado lo que me gusta porque me lo pediste y me tienes seco ¿Me quieres volver loco?
-Te quiero libre y no preso. Aguanta, ya se me va a quitar el malestar.
-No me he hecho la paja, tengo leche para llenar una jarra.
-Te dejo ahora papi, besos, nos vemos mañana.
-Verga lo tengo quesúo. Mientras que me coja Jorge para agradecerle las flores.

Llegaron al apartamento y desde que entraron Castro abrazó a Agustín y comenzó a besarlo apasionadamente. Sin saber cómo ya le habían quitado la ropa, el beso seguía, Agustín no paraba de lubricar y Castro tenía el pene a punto de estallar de lo erecto que le tenía. Se quitó el pantalón, cargó a Agustín y se fueron a la cama.
-Te amo Agustín te amo. -Se puso boca abajo y montó al muchacho sobre él, boca abajo. Mientras Agustín intentaba mamar el enorme pene, Castro se dedicó a chuparle el culo como solo el sabía. Agustín gemía sin poder concentrarse en mamar el pene que le pasaba la lengua por los lados y lo besaba o chupaba el glande
Castro se volteó e hizo lo mismo con Agustín, buscó el lubricante.
-Voy a hacerlo muy despacio porque no quiero darte Popper, pero tienes que ayudarme, relájate, no aprietes los efínteres, puja como si fueras a evacuar cuando sientas que el güevo va entrando y verás que pronto lo tendrás dentro y me pedirás que siga. -Volvió a besar a Agustín y de nuevo lubricaba, la lengua recorría cada rincón de su boca. Embadurnó de lubricante el culo del muchacho y luego dejó caer un chorro sobre su pene. Comenzó a meterle un dedo, lo movía, lo sacaba y volvía a meterlo. -Ahora voy a meter dos, ¿Sientes?
-Si, sigue.
-Voy a meter tres, dime si duele.
-Un poco pero sigue.
-No, espera. -Puso más lubricante y fue metiendo cada dedo lentamente. -Voy a meter un cuarto dedo, avisa si duele.
-Agustín tenía los ojos cerrados, aguantaba el dolor pues lo disfrutaba. Castro le vio el pene como lubricaba y chupó el glande empujando un poco más los cuatro dedos.
-Voy a mover los dedos dentro de ti suavemente, dime si duele. -Agustín soltó un gemido. -¿Los saco?
-No, déjalos ahí, ya va. Sigue.
Castro siguió moviéndose, cuando vio que Agustín ya no arrugaba la frente, era el momento de penetrarlo.
Volvió a echar más lubricante al culo y a su pene, le levantó las piernas y poco a poco fue apoyando el pene.
-Relájate papi, sin miedo, relaja el culo, mientras no lo hagas no comienzo, vamos...ooook, ahí voy. -Poco a poco iba entrando. -Puja. -Cada vez que pujaba el pene entraba cada vez más, seguía empujando, siguió, siguió, siguió hasta no ver su pene, solo el culo dilatado a Agustin.
-Ya lo tienes todo adentro papi, te portaste como un varón. ¿Quieres sentir la gordura de mi verga?
-Agárrate a a mi cuello.
Castro movía sus caderas a una velocidad increible. La rapidez enloquecía a Agustín que no paraba de gritar y Castro tampoco. Era probable que los vecinos estuvieran escuchando pero a ninguno de los dos le importaba. Castro se detuvo.
-¿Por qué te detienes?
-No sé ah ah ah ah. ¿Te duele?
-No vuelvas a detenerte.
Castro volvió con su fuerza y así estuvo varios minutos, levantaba a Agustín, lo volvía a acostar, lo ponía de lado y de nuevo los movimientos rápidos.
Agustín estaba igual o más agotado que la otra vez, pero Castro no tenía intenciones de terminar, volvió a cargar a Agustín que se sostenía del cuello de Castro, lo pegó a la pared. Ambos sudaban, pero Agustín estaba visiblemente agotado, ya no sentía el culo, aunque lo tenía dilatado e inflamado. A Castro le caía el sudor pero su fuerza estaba intacta, ponía a brincar a un Agustín que ya ni gemía, apenas sonreía. Bajó a Agustín pero las piernas no le respondían y volvió a cargarlo para tumbarlo en la cama.
-Quiero seguir, pero estás cansadito.
-Sigue. -Volvió a penetrarlo y el dolor fue intenso luego de estar segundos sin el pene dentro de él. Gritó cerrando los ojos, sus manos se aferraban a las sábanas cuando recordó lo de las tetillas de Castro. Los pellizca y el hombre se tensa y retira el pene eyaculando sobre Agustín que va sintiendo lo caliente del semen sobre su piel.
Volvió a cargar a Agustín y se ducharon juntos, lo acostó, pero dos horas después volvía a la carga.


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