martes, 31 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 42


Llegaron a la playa y se estacionaron.
–No trajimos ni bronceador ni toallas.
–Deja el peo, vinimos nosotros que vamos a disfrutar.
–Si pero si luego nos bañamos como nos secamos.
-No nos bañamos, nos vamos saladitos, te cojo lleno de salitre.
–Todavía no sé como mi papá te prestó el carro.
–Porque tu papá es pana, me quiere como yerno.
–Gafo, vamos pa' la taquilla.

–¿Cuánto es?
–Dos adultos 200 mil cada uno.
Pedro abrió los ojos al escuchar al cajero, Arévalo sacó su tarjeta de débito y la entregó.
–Que cara está la entrada.
–Tranquilo papi, ya te dije que yo invito, relájate, pide lo que quieras

Se acomodaron en un toldo con dos sillas y comenzaron a quitarse la ropa.
–Yo tengo que ir al baño a ponerme el traje de baño.
–Vamos pues, yo te lo pongo nené.
–¿Qué es? ¿Me lo vas a poner tú?
–Sí, quiero consentirte

Dejaron las cosas en las sillas y se fueron al baño, no había nadie. Arévalo le quitó la franela y le pellizcó ambas tetillas, le dio un beso en la boca. –Te voy a coger luego aquí adentro. –Se agachó para quitarle los zapatos, El chico se sentó, le quitó el zapato derecho y lentamente le quitaba el calcetín mientras lo miraba a los ojos, le levantó el pie y comenzó a chuparle los dedos metiéndoselos en la boca mientras le pasaba la lengua entre ellos, seguía viéndolo. Pedro se estaba excitando, su pene comenzaba a lubricar, contraía el abdomen cada vez que Arévalo se metía los dedos en la boca. Siguió con el otro pie e hizo lo mismo.
Se levantó y puso de pie al chico para desabrocharle el cinturón, le aflojó el botón y le bajó el cierre. Comenzó a deslizar el pantalón hacia abajo dejando al descubierto un interior blanco que ya estaba mojado.
–Me encanta tu pipí, es chiquito pero es lindo. –Le quitó el interior y comenzó a hacerle sexo oral.
–No es chiquito, lo que pasa que el tuyo es enorme.
–No importa, tampoco me lo vas a meter, déjame que lo disfrute mamándolo.
–Me vas a hacer acabar como sigas haciéndo eso. Arévalo le succionaba el pene y se lo mordía suavemente.
–Voy a acabar, voy a acabar, aaaaay, aaaay, para, para, para. –Arévalo seguía mamando mientras tragaba el semen del chico.

Se puso de pie, le acarició la mejilla a Pedro y le dio un beso en la boca.
–Sabe a leche.
–Tu leche, ven dame para quitarte el pantalón. –Se agachó y terminó de quitarle el bluyín, Pedro le dio el traje de baño.
–Esta vaina es demasiado gay papá, voy a tener que comprarte algo de hombrecito jejeje. –Se lo colocó y comenzó a verlo, le dio la vuelta. -No se te ve mal, se te ve un culito rico, por delante no se te marca el paquete pero está bien.
–Tú si eres básico, yo uso estos para quemarme bien y no me quede esa marca del bermuda como te pasa a ti, bueno a ti se te ve un bulto mijo, pero no es pa' menos, tiene una pierna ahí, no sé cómo haces para guardar eso.
–Se guarda, se guarda, luego la guardo en tu culo, ¿quieres? Vamos a la playa.

Llegaron al toldo y Arévalo ya quería comenzar a beber, le ofreció a Pedro pero le parecía una locura tomar cerveza tan temprano pidió un refresco. Arévalo si pidió una cerveza.

Regresó al toldo y se sentó.
–¿Tú puedes sentarte de otra manera para que no se te vea el guevo?
–Pero si no se ve.
-Se marca, mira eso, eso se ve vulgar.
–Cuando lo tienes metido en el culo no me dices que se ve vulgar, deja la mariquera, salud.

–¡Hoooola Arévalo! Mijo, ya no se te ve la cara en el bloque, estás perdido y ya no me llamaste más, me tienes olvidada.
–Hola Yulvany ¿cómo estás preciosa? –Arévalo se levantó y le dio un beso mientras le rodeaba el brazo por la cintura.
–No tan bien como tú.
Pedro los veía y sentía un calor que le invadía el cuerpo, la chica era una morena de cabello crespo abundante, con un traje de baño amarillo, un trasero voluminoso pero bien formado y duro y una dentadura perfecta y blanca.
–Te presento a un amigo, Pedro

Pedro se puso de pie y le dio la mano sonriendo forzadamente.
–Por ahí dicen, diiicen, que ahora sales con carajitos.
–No sale con carajitos mi amor, sale conmigo que es distinto.
–Ah entonces es cierto, con razón ya no me paras bolas. -Se le acerca al oído. –Con lo que me encanta esa verga que tienes.
Arévalo se puso nervioso, miraba a Pedro que estaba visiblemente molesto y vio a la chica. –¿Y con quién viniste?
–Con Yerson, unas amigas y el novio de una de ellas.
–¿Con el mamaguevo ese?  ¿Te está cogiendo ese bicho? Ese es un dañado.
–Deja los celos papi. –Se le acercó al oído. –Lo tiene chiquito. –Arévalo se sonrió.
–Bueno los dejo, encantada novio de Arévalo.

–¿Y esa bichita?
–Una carajita que me pegaba pero hace tieeempo.
–Pero tiene ganas de repetir.
–Yo no, vamos a bañarnos.
–Te pusiste nervioso.
–Coño nené, ¿no le viste el cuerpazo y el culo ¿cualquiera se pone nervioso con ese mujerón.
Pedro se levantó y se fue al mar sin esperar a Arévalo. Se metió al agua y el policía lo alcanzó.
–Ya papi, no te pongas así, esa jeva es una equis.
–¿Equis?  No se te paró el guevo porque estaba yo.

Arévalo se le acercó y lo abrazó.
–Arévalo, me estás abrazando y hay gente. –El policía miró hacia los lados y se separó del chico lentamente.
–A mi no me importa pero tú te pones con eso…
–Bueno ya, ven, tócame el guevo, lo tengo duro, toca, toca, debajo del agua no se ve.

Pedro acercó la mano y apretó. –Marico a ti se te para el guevo a una velocidad y eso que lo tienes grande y grueso, tienes un corazón noble.
–Todo tuyo ese trozo nene.
–Y de la bicha esa.
–Deja la guevonada con eso, me voy a arrechar.
–Hay dos cosas que no me gustan de ti.
–Ajá.
–Bueno varias cosas. Eres policía, estás armado, eres medio malandro, eres puto, te acuestas con mujeres, hombres, con todo lo que camine, hablas de más y tienes el guevo demasiado grande chamo, esa vaina duele, voy a terminar con el culo jodido.
–Coño, si quieres me lanzas pal barranco, no te gusta nada, marico te pongo a gozar con esta verga y te quejas, lo tuviera chiquito entonces me dices que no te sirve, la gente es incorforme.
–Marico es que tú tienes de más. Bueno quitando eso, estás con el viejo ese también, coño, te tengo que compartir.
–Ay vale, la otra vez me dijiste que no te importaba ser la otra con tal de estar conmigo, te quejas del guevo y quieres que te coja, chamo revísate, no me voy a calar mariqueras de esas.
–Yo quiero estar contigo.
–Dime lo que no te gusta de mi.
No eres Orlando -pensó mientras lo veía a los ojos.
–Yo sé que te gusta Orlando, pero dime que no te gusta, no me pongo bravo por ninguna de las dos cosas.
–Me gusta que aguantas palo, pero no me gusta cuando chillas y gimes pareces una jeva, te quejas como jeva por todo, eres cuaima, celoso, a veces eres demasiado gafo, de resto me gusta todo.
–¿Soy muy jeva?
–Si, bueno, no tanto, más o menos, pero tampoco es que me molesta, relaja’o.

Pedro le echó agua en la cara y se hundió en el agua, no salía. De repente, se acerca a Arévalo y el chico le deshace el nudo del bermuda y le suelta el cierre mágico, comienza a hacerle sexo oral debajo del agua pero Arévalo se pone nervioso, Pedro se sujeta de las caderas del policía y sigue pero no aguanta sin respirar y sube.
–Marico, que rico, pero aquí no chamo, nos van a ver, vamos al baño.
–Vamos, quiero que me cojas, ponerme a gemir y ser una jeva.
–Si va.

lunes, 30 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 41


Arévalo iba a buscar a Pedro a su casa. Le dijo que subiera para que hablara con su padre. El policía no entendía para que tanto formalismo.
–¡Coño me siento en el siglo XVII con tanta mamagevada de visitar al suegro y hablar!.
Era sábado e iban a hacer “cosas de novios” como lo definió Pedro.

Mientras Pedro se vestía, Arévalo estaba en la sala con el papá. La mamá había salido al mercado.
–Así que la cosa va en serio.
–Bueno, sí, no, tanto como en serio no, no sé que le habrá dicho Pedro, pero estamos saliendo.
–Ah caramba hace más de un mes que viniste a esta casa y me dijiste lo mismo ¿cómo es la cosa entonces?
–Ven acá suegro, no, suegro no, todavía no, Hugo, mira Hugo, Pedro me gusta que jode, culea bien, tira bien, hace el amor bien… –Hugo estaba impactado de lo que decía Arévalo pero se quedó callado escuchando. –…Pero conocí a un tipo mucho mayor que yo que tiene plata y me lo quiero chulear y coño, me resuelvo con mi sueldo y vendiendo vainas y tal y salgo con Pedro y nos divertimos con platica en el bolsillo. Ahora, el viejo está que se babea por mi, yo creo que es por el trozo que tengo, que vamos a estar claro yo tengo mi vaina aquí. –Se tocó la entrepierna.
–Ya va, ya va, ya va Arévalo, no necesito esa información. ¿Tú qué pretendes con mi hijo? ¿Que viva a costillas de el señor ese? ¿Y tú? Vas a estar toda la vida sacándole plata a ese hombre, y vas a estar entre dos amores ¿cuánto te va a durar eso? ¿Crees que eres un buen partido para mi hijo?
–¿Sonó feo lo que dije verdad? Es que yo soy así, vomito todo sin pensar, coño Hugo te voy a ser sincero. -Hugo abrió los ojos y se rió. –Me gustan los dos, coñodelamadre me gustan, ambos me dan cosas distintas y encima el amigo de Pedro, Orlando, me vuelve loco chamo, lo veo y me pongo quesúo, es una vaina arrecha, yo debo estar enfermo.
–Mira Arévalo, te voy a decir algo, mi hijo ya es mayor de edad y sabrá lo que hace pero si lo haces sufrir me va a importar que seas policía, yo te jodo.
–Hugo yo voy a ser feliz a tu hijo pero coño yo también quiero ser feliz, y si el viejo y tu hijo me hacen feliz ¿por qué coño tengo que dejar a uno de los dos?.

Hugo arrugó la frente y se encogió de hombros, se levantó y le volvió a advertir al policía que no le hiciera daño a su hijo. Arévalo se levantó y se sonrió.
–Venga acá suegro deme un abrazo. –Lo abrazó con fuerza. –Usted me cae muy bien, yo no haré nada que joda a su hijo, más bien lo haré muy feliz, ya verá.
–Eso espero.

Salía Pedro de su habitación.
–¿Nos vamos?
–Busca un traje de baño.
-¿para qué?
–Búscalo.
–Tengan cuidado, ¿van a bajar en la moto?
–Sí, vamos fino ahí.

Hugo se volteó cogió unas llaves se las lanzó. –¿Tienes licencia para carro?
–Positivo.
–Me lo cuidas, está asegurado pero no quiero sorpresitas, no se van a ir a la playa en moto, la dejas aquí y la buscas después.

–Marico tu papá vale oro, cuídalo mucho.
–¿Mi papá te prestó el carro? Y a mi ni me lo presta para ir a dos cuadras.
–Cuando te saques la licencia. Váyanse.

Se montaron en el ascensor y Arévalo tocó el botón de parar.
–¿Qué haces?
-Hablar con tu papá me puso quesúo, mámalo.
–¿Te gusta mi papá? ¿qué te pasa estás enfermo?
–No chico, es que hablamos de ti, del viejo que me cojo y bueno. Aunque Hugo tá chévere, pero es mi suegro, no, ni de vaina me lo tiro. Anda, ordéñame.
–Que ordinario eres, de verdad, no sé que te vi, y además tirándote a ese tipo.
–Cooooño agáchate, mama. -Lo bajó empujándolo por el hombro. –Va a ser un ratico, trágatelo, me dices cuando quieras parar y te echo la leche.

Pedro se arrodilló y sostenía el pene con su mano derecha mientras intentaba meterse aquel enorme miembro en la boca que estaba totalmente erecto.
El chico hacía el esfuerzo de introducírselo todo pero no podía a pesar que lo disfrutaba.
–¿Quieres que acabe? Te veo sufriendo. Ahí voy ve tragando. AAAAAAAAAH AAAAAAAAAH COOOOÑOOOOOO maricooooo.
Pedro se levantó limpiándose la boca, tocó el botón para seguir bajando mientras Arévalo se acomodaba el pantalón.
Se abrieron las puertas y dos personas mayores esperaban para entrar, al policía se le marcaba un enorme bulto en el pantalón algo que no pasó inadvertido por ambas personas. Salieron rápido del ascensor.

–Se te ve el guevo parado marico, se dieron cuenta.
–La vieja estaba con los ojos desorbitados mirándome la verga, debe llevar años que no ve una verga parada jajaja.
–Que niche eres…¿a que playa vamos?
–Marina Grande.
–Yo no tengo dinero para la entrada.
–Tranquilo papá, aquí está su macho que le va a pagar todo, usted no se preocupe.

Pedro escuchó eso y se le dibujó una sonrisa en la cara, no pudo evitar imaginarse viviendo con Arévalo, un perro y un canario, en un apartamento de dos habitaciones.

viernes, 20 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 40 Final de temporada


Diego preparó una salsa Alfredo para comer pasta, abrió una botella de vino blanco y se sentaron en la cocina a comer.

–Aún siento que Carlota está viva y la estoy engañando.
–Te estás engañando tú. Te gustan los hombres pero sientes vergüenza admitirlo y decirlo a todos.
–Que empeño en tener que gritar que uno es gay.
–Ah mira ya vamos avanzando, ya admites que lo eres.
–No, no, no…¡Orlando no…me llenes la cabeza de dudas!
–¿Dudas? Yo puedo entender que sientas remordimiento por mi hermana, te ibas a casar con ella, hasta yo lo siento, tanto por…-Se le quebró la voz  –…por Vicente, como por mi hermana, estoy saliendo con el prometido de mi hermana, pero no porque soy gay, yo lo tengo claro y quiero que tú lo tengas claro, lo asumas y una vez que eso suceda serás feliz.

Diego se levantó de la silla y se acercó a Orlando para darle un beso en la boca. Un beso que se prolongó varios segundos, abrieron los ojos y Orlando vio los ojos a Diego.
–No puedo con tus ojos, los veo y se me olvida todo.
–Son tuyos. –Se sonrió y volvió a sentarse. –Quiero ir contigo a un bar gay, nunca lo he hecho y me llama la atención.
–¿Tú me estás hablando en serio? Yo no soy mucho de ir a esos sitios pero podemos ir.
–Si, bueno, me da curiosidad, quisiera conocer aunque sea uno.
–Ok, ok, lo haremos.

Terminaron de cenar y se fueron a la habitación, Diego se quitó la ropa en el baño para colocarse un bóxer y una franela, Orlando lo hizo en la habitación. Se sonrió al ver salir a Diego del baño.
–¿De qué te ries?
–Que te cambiaste en el baño, estás en tu casa, tu cuarto, somos dos hombres gais.
–Me siento incómodo desnudándome delante de otro hombre…no sé.
–Tonto, ven.

Se acostaron en la cama y vieron televisión un rato. Al terminar, Diego apagó el televisor y se volteó a ver a Orlando. –Hoy no quiero tener sexo contigo, discúlpame, no me siento preparado.
Orlando iba a decirle que no entendía esas disculpas cuando ya había tenido sexo cn su tío, pero se quedó callado. –Tranquilo, dormiremos juntos, tan solo déjame dormir abrazado a ti.
–Es lo que necesito en este momento, un abrazo tuyo.

Y así se quedaron casi toda la noche, abrazados.

Cinco de la mañana, sonó el despertador, el primero en brincar de la cama fue Orando que se asustó al escuchar la emisora que sonaba en el despertador. Diego estiró la mano, apagó el ruido y encendió la lamparita.
–Buenos días. –Dijo Diego, que al voltear evidenció una erección.
Orlando lo vio y su mano se fue directo a la abertura del bóxer y se acercó para hacerle sexo oral.
Diego se acostó de nuevo mientras acariciaba la cabeza de Orlando que succionaba el pene y estiraba el prepucio, algo que a Diego lo enloquecía y se retorcía en la cama pero no pudo aguantar mucho y se corrió en la boca del chico.
–Waoooo…que amanecida más buena.
–Tu semen sabe delicioso, uf como acabaste.
–Quisiera un despertar así todos los días.
–Ya sabes lo que tienes que hacer, invitarme más a menudo.
–O que vivieras conmigo.
–Vamos despacio, primero resuelve tu confusión, nos conocemos y vemos que pasa.
–Así lo haré.
–¿Y que harás con tu tío?
–No he pensado en eso hasta que lo nombraste, vamos a ducharnos, yo primero.
–O juntos.
–Yo primero.
Un momento de placer y viene a echarlo a perder con su chocante respuesta.

_________

Silvia había cuadrado todo, sus padres tenían un viaje pendiente y se quedaría sola en el apartameto, era el momento de organizar el trío entre su novio Nelson con su amigo Esteban.

Silvia preparaba la cama de su habitación, era matrimonial, puso sábanas nuevas, recogió un poco y lavó el baño que está a la salida, estaba nerviosa, en cualquier momento llegaba Nelson y Esteban iba en camino.
Bajó a la cocina y sacó unos vasos, una botella de vodka y revisó en la nevera a ver si había algún jugo. Necesitaba alcohol para calmarse o desinhibirse, no sabía que era mejor. Llegó Nelson.

–Mi amor, ¿cómo estás?
–Cagada ¿y si ese tipo nos roba? Nos droga y nos roba?
–¿De qué hablas? Deja la paranoia, te dije que es mi amigo.
–Si pero tenías años que no lo veías, a o mejor tiene mañas. ¿quieres beber algo? Yo sí, necesito un trago.

Se sirvió en un vaso con hielo un poco de vodka y jugo de naranja, Nelson hizo lo mismo. –¿él querrá?
–No sé mi amor, cuando llegue le preguntamos, a lo mejor quiere cerveza, vamos a calentar motores que tengo ganas de cogerte.
–¡Ya vaaaa no me pongas más nerviosa! –Se bebió todo el vaso.
–Hey Silvia bájale dos, te va a dar algo, cálmate tampoco es que vas al paredón, es sexo.
–Estás muy tranquio, tú como que has hecho esto otras veces.
–Ay Silvia ya, ¿suspendemos esta vaina? -Silvia lo vio. –No, no, no, ya estamos en esto, yo lo hago, yo lo hago, no me dejes sola.
–Vamos a estar los tres tonta.

Tocaban el timbre. Nelson fue a abrir.
–Epa mi pana.
–¿Que más bicho? ¿Y la jeva?
–En la cocina, está nerviosa.
–Vamos a darle chola, que tengo un cliente a la una de la tarde.
–Plomo, SILVIAAA, VEN

Silvia salió de la cocina y saludó a Esteban estrechado la mano. El escort miró a Nelson. –¿Puedo, besarla?
–Si, dale
Esteban la estrechó entre sus brazos y le dio un beso en la boca, Silvia se relajó, Nelson se tocaba el pene sobre el bluyín mientras los veía.
–Vamos al cuarto y empezamos a disfrutar. –La tomó de la mano y ella lo guió a la habitación, Nelson iba detrás de ellos.

Esteban comenzó a desnudarla, lo ayudaba Nelson, ella, visiblemente nerviosa, estaba quieta mirando a todos lados menos a Esteban que se había quitado la franela. Fijó la mirada en los pectorales. –Tócalos, disfruta de ellos.
Nelsón se quitó la ropa quedándose en interiores

–Bájame el pantalón. –Le dijo Esteban a Silvia que cogió el cinturón y lo desabrochó, quitó el botón y bajó el cierre.
–Uuuuf, mete la mano para que veas lo que te consigues. –Silvia con su mano temblorosa metió la mano entre el interior hasta tocar el enorme pene. Bajó el pantalón.

Nelsón no le quitó mirada a la entrepierna de su amigo hasta ver el pene. Al verlo abrió los ojos, pensó que su novia disfrutaría más con aquel miembro que con el suyo, pero eso no lo desanimó, más bien lo excitó, su pene ya estaba erecto.

Los tres estaban desnudos, se fueron a la cama.
–Cógetela tú primero que eres el novio, yo le hago otras cosas.

Ella se arrodilló en la cama mientras Nelson se puso detrás de ella para penetrarla por la vagina, Esteba se puso debajo de ella para que le hiciera sexo oral mientras él se lo hacía a ella y aprovechaba y mamaba el pene de Nelson.

Silvia no hacía más que gemir al ser penetrada mientras Esteban pasaba su lengua por el clítoris y jalaba los labios, ella intentaba mamar el pene pero no le cabía en la boca. Nelson la penetraba, la tomaba de las caderas, se movía, sentía la lengua de su amigo, sacó su pene y se lo metió en la boca Esteban mientras sus dedos jugaban en la vulva de la chica que disfrutaba del enorme pene apretando los testículos.

Volvió a penetrar a su novia. Esteban estiró su mano, sus dedos llenos de lubricante y saliva buscaron el ano de su amigo y comenzó a introducir los dedos. Nelson brincó algo en su culo pero siguió en lo suyo.

Silvia estaba gritando de la excitación, no sabía si seguir mamando el pene o disfrutar de lo que hacían los hombres en su cuerpo. Esteban salió debajo de la chica y la besó en la boca mientras su novio seguía penetrándola. Salió de la cama y fue a buscar un condón.
Se lo colocó frente a Silvia.
–Tú no me vas a meter eso. –Esteban se acercó al oído de la chica.
–Tranquila, esto se lo voy a meter a tu novio. –Se levantó y se fue detrás de Nelson, besó su espalda, tocaba sus nalgas y su pene mientras salía y entraba de la vagina de Silvia.
Le colocó lubricante entre las nalgas y volvió a introducirle los dedos.
–¿Qué vas a hacer?
–¿Tú que crees? –Puso su pene entre las nalgas y comenzó a empujar. A Nelson le dolió el primer empujón y dejó de penetrar a su novia, mientras se recuperaba del dolor, pero antes que reaccionara Esteban lo penetró y le dio un beso en la boca.
Silvia se retiró un poco y los veía, estaba excitada y con la respiración entrecortada. Se tocaba viendo a su novio gemir.

Esteban lo tumbó en la cama y lo penetró boca abajo. Silvia se acercó a Esteban y le tocó las nalgas y los testículos.
–Voltéate y súbe las piernas que te voy a dar duro.
–Me duele coño
–Aguanta.
Se volteó y levantó las piernas. Esteban lo volvió a penetrar y Silvia se acercó para hacerle sexo oral a su novio que no aguantó y le dijo que se detuviera.
–No me lo mames, no me lo mames sal. Au, au, coño, marico, me duele, despacio, deeespaaaciooo.
–Aguanta coño.
Lo puso de lado levantándole un pierna. Silvia se levantó de la cama y los veía.
–Esteban ¿y a mi? ¿cuándo me toca?

Esteban no le respondió, estaba concentrado penetrando a su amigo.
–Ponte en cuatro que te voy a reventar ese culo.
Nelson se arrodilló en la cama, el pene de Esteban se deslizó por completo, entrando todo, tomó por los hombros  a su amigo y empezó a moverse con rapidez.
–AY, AY, AY, AY, AY Coñooooo, ay, ay, ay.
Varias nalgadas recibió Nelson mientras gritaba. Esteban le abría las nalgas y volvía a pegarle, sacaba el pene completamente y lo volvía a meter y así varias veces para luego volver a moverse rápido.

Se detuvo y retiró el pene para acabar en las nalgas de Nelson que cayó agotado sobre la cama.
–¿Acabaste? Coño guevón que culo tan rico tienes.
–Siii…acabé hace rato, marico que cogida, me dejaste mal. ¿Y Silvia?...se supone…que nos la íbamos a coger a ella.
–Si, pero yo quería cogerte a ti y no me arrepiento. Aguantas palo.
–No chamo, pero no me tenías que coger, ¿qué es esooo? No, no, no.
–Deja la vaina, que te gustó, te quedaste quietico llevando palo. Me tengo que ir pana, ¿tienes una birra?
–En la nevera, yo te la busco.
Nelson se puso el interior y salió a buscar la cerveza mientras Esteban se vestía. Le entregó la cerveza.

Despidió a su amigo en la puerta. –Te quiero volver a coger, ese culo me gustó.
–Deja la vaina, eso fue por hoy, fue un desastre, la vaina era con Silvia, los dos cogiéndola.
Esteban le dio unas palmadas en la mejilla y se fue.
Nelson se fue a la habitación principal y ahí estaba Silvia durmiendo.

–Mi  amor, mi amor, ¿estás despierta?
–Ahora sí…
–¿Qué pasó, por qué te fuiste del cuarto?
Silvia dio media vuelta, encendió la lámpara y se levantó.
–¿Y todavía me vas a preguntar eso? Te quedaste con ese tipo y te…
–Mi amor, pero es que…verga…no sé…el pana se me puso atrás y yo…
–Y tú te dejaste, te dejaste…¡aaaaay vete de aquí! Déjame sola.
–Vamos a tu cuarto a dormir conmigo.
–No voy a dormir contigo Nelson.
–¿Me vas a hacer que duerma en el sofá?
–No, te vas a tu casa, no te vas a quedar aquí.
–Coño mi amor, pero fue sexo entre amigos, los tres, lo habíamos hablado.
–No, íbamos a ser tres pero ustedes conmigo no sin mi, ya no sé ni lo que digo, esto nunca debió pasar, vete de mi casa, vete, vete ya.

Nelson se montó en su carro y apoyó la cabeza en el volante, el sol arreciaba y encendió el carro para poner el aire, se recostó del respaldar echándolo hacia atrás, cerró los ojos y recordó el momento en que su amigo lo penetraba, no podía creer que había permitido eso.
–No, no, marico, eso no debió pasar, yo no soy gay coño, ¿cómo me dejé coger coño? Mierda la vaina me gustó, que mierda todo, ahora esta jeva no quiere nada conmigo. Sin novia y cogido por un tipo y peor, me gustó la mariquera.

Se quedó pensando, volvió a ver en su mente como lo penetraba Esteban y tuvo otra erección. Metió el embrague, puso primera y arrancó. Manejaba y se reía, recordaba lo que pasó y se reía, golpeó varias veces el volante y la rabia se apoderó de él. Frenó en el hombrillo y le marcó a su novia, pero no atendió. Recibió un mensaje.
–<<No me escribas ni me llames más, adiós>>

–¡Marico ese Esteban, marico, marico, marico. Coño de la madre me cogieron no joda!

jueves, 19 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 39


Amanecía, apenas un tenue rayo de sol se colaba por las persianas, Alonso abría los ojos, a su lado Diego que dormía respirando fuerte. La habitación estaba fría, estaban tapados con la sábana.

Alonso, se volteó y buscó el lubricante. Su pene erecto lo bañó de gel, se acercó a las nalgas de su sobrino y comenzó a rozarlo entre ellas hasta llegar al ano, con la ayuda de su dedo dilataba la zona.
–¿Qué haces? No…
–Shhh sobrino, sigue durmiendo. –Alonso comenzó a penetrarlo, Diego se movía, su tío lo agarró por el hombro.
–Te dije que no te muevas, deja que te coja como siempre, como te gusta.

Diego apretó los dientes, su pene ya estaba erecto y Alonso ya lo tenía penetrado.
–Voy a llenarte de leche, siente. –Gruñó y le mordió el hombro a Diego, que comenzó a masturbarse hasta soltar a larga distancia tres chorros.

–Sal de mi cuarto tío, sal de mi cuarto.
–Vamos a ducharnos.
–SAL DE MI CUARTO POR FAVOR. -Alonso se levantó de la cama y se fue hacia el lado de  la cama donde estaba su sobrino, se puso frente a él, colocando se pene cerca de la cara.
–Quiero orinar, ¿puedo usar tu baño o quieres otra manera de descargarme?. –Se tocó el pene acariciándolo.
–Ve al baño y te vas.

Fue al baño y dejó la puerta abierta, desde la cama Diego veía a su tío orinar. Mientras terminaba de hacerlo lanzó una flatulencia, sacudió su pene, volteó y se despidió de Diego.

Diego se quedó en la cama, tapado. Comenzó a llorar sin entender porqué con su tío no tenía reparo en tener sexo, dejaba que ocurriera, que hiciera lo que quería, pero rechazaba a Orlando sin darle la oportunidad de algo más que sexo.
Se levantó y se fue a la ducha para salir a trabajar, era viernes.

Sailó vestido casual, con una chaqueta que cargaba en el brazo, lo usaría en la noche para ir al cine.
Se fue a la cocina a desayunar. Alonso estaba sentado con un interior puesto nada más.

–Diego quiero pedirte disculpas por lo de antes, pero tenerte cerca me provoca hacerte…
–Tío, te pido que lo de anoche no se repita, tú tienes tu cuarto, yo el mío, somos tío y sobrino, tengamos una relación de familia.
–Tranquilo.
–Hoy voy a llegar tarde, voy al cine.
–¿Quieres que vaya contigo?
–No, no…voy con un amigo.
–¿Estás saliendo con alguien?
–No exactamente, bueno si, es algo raro.
–Ya se acostaron.
–No.
–Si es raro, no van a tener nada, son amigos.
–Bueno, me voy. Por favor, por favor, no metas gente al apartamento si yo no estoy aquí, esto es un edificio tranquilo y todos saben quien vive aqui. Yo hablé con la junta para decir que vivirías aquí un tiempo, no me jodas por favor.
–Tranquilo sobrino, me porto bien, me puedes dejar dinero o una tarjeta por si salgo.

Diego sacó una tarjeta negra y se la entregó. Anota mi cédula, no te vuelvas loco.


Durante el día compró las entradas del cine por internet  y le avisó a Orlando. Cuadraron por donde lo buscaría para ir al cine.
–Es de 9 a 11 pm
–Perfecto, así no tengo que pedir permiso en el trabajo, llego a mi casa y me ducho.
–¿Te busco por tu casa?
–Si, así también cuadro quien se queda con mi mamá.
–Ah ya que me dices eso, te quería proponer que te quedes en mi casa a dormir, el cine está cerca de casa y así no me desvío, yo te llevo temprano.
–Me dijiste que era en plan de amigos.
–Si, tranquilo, yo duermo en la sala y tú en mi cama.
–Que loquito jajajaja, bueno, lo hablamos luego. Te espero en casa, chao un beso.
–Chao…un…abrazo.

Siete de la noche, Diego llegaba al edificio donde vive Orlando, acordaron verse a esa hora.
–Disculpa la tardanza, me estaba terminando de vestir y acomodar el bolso.
–Tranquilo, ¿si te quedas en casa?.
–Si, ,me traje la ropa para que no me traigas a mi casa si no que me voy directo a la universidad.
–Ok, yo te llevo. ¿Cenamos primero? Ahí mismo en el centro comercial.
–Vale

Diego estaba comiendo, bebía un sorbo de vino y Orlando lo miraba. Diego se dio cuenta y se detuvo.
–¿Qué pasa?
–Estaba esperando que hicieras eso, levantaras la mirada y disfrutar de esos ojos azules. –Diego se le encendió la cara.
–Te pusiste rooooojoooo jejeje que lindo.
–Deja..no estoy acostumbrado a esos piropos viniendo de otro hombre. Gracias.
Orlando se quitó el zapato y comenzó a tocar la pierna de Diego subiendo con su pie hacia la entrepierna.
–¿Qué haces? Nos pueden ver, baja la pierna.
–¿No te gusta?
–Baja la pierna por favor, no hagas eso.
–Está bien, está bien. Gracias por la invitación, está
 muy rica la cena.
–Que bueno, espero que te guste la película.
–No me has dicho cuál es.
–Sorpresa.

Llegaron al cine.
–Fila P uno y dos pasen a la derecha bienvenidos.

–¿Fila P? ¿ en serio? En lo más oscuro.
-Es que no me gusta la gente alrededor.
–Ya. Bueno…no sé como sabías pero quería ver esta peli.
–Guillermo del Toro es excelente, me gustan sus película.

Se sentaron en los asientos asignados.
–La verdad que es bien oscuro aquí.
–Si, pero se ve bien la película desde aquí

Luego de 10 minutos de película, Orlando le tomó la mano a Diego que al principio no la apretó pero luego entrelazó sus dedos con los del muchacho, se vieron a los ojos, sonrieron. Luego de un rato las manos le sudaban, se separaron y Orlando se secó en el pantalón de Diego, le acarició la pierna y ahí se quedó.

Comenzó a mover la mano hacia la parte interna del muslo de Diego, este se movía para acomodarse sin decir nada, poco a poco se acercaba a la entrepierna, Diego abría las piernas y las cerraba, Orlando no se detenía pero iba despacio.

Llegó donde quería poner la mano y lo hizo, comenzó a acariciar el pene que ya empezaba a crecer, Orlando sentía que el suyo lubricaba, el corazón le latía a gran velocidad, Diego estaba nervioso pero quieto.

Orlando seguía acariciando el pene de Diego que ya estaba totalmente rígido, lo acariciaba y hacía presión, Diego estaba un poco alterado, temblaba sintiendo el calor de la mano del chico, cerraba los ojos para darse fuerza para que su pene retomara su flacidez pero llegó un momento en que pensaba en no correrse, sentía que si seguía acariciando estallaría en su interior todo ese líquido.
–¿Me detengo? –Diego no dijo nada, Orlando se desabrochó el pantalón, subió el apoya brazos y comenzó a masturbarse. La mano derecha de Diego apretaba con todas sus fuerzas el apoya brazo, tragaba saliva, abría las piernas, comenzó a respirar aceleradamente y echó la cabeza hacia atrás.
Ya no podía retrasar lo que venía. Contrajo el abdómen y se descargó. Sintió el líquido inundar su interior. Orlando se detuvo y besó a Diego que respondió al beso. El chico tomó la mano de Diego y se la puso en su pene para que lo masturbara pero este se acercó y le hizo sexo oral al chico que se puso a acariciarle la cabeza.

Orlando veía la película, El extraño animal acuático probaba el huevo duro que le dejó la muchacha muda en la alberca. Orlando se mordía los labios a la vez que apretaba la cabeza de Diego.
–Voy  acabar, voy a acabar. –Cerró los ojos y dejó salir aquel tibio semen que recibió Diego en su boca que iba tragando. Se levantó  y se acomodó en el asiento.

Buscó un caramelo en su bolsillo y salió de la sala para ir al baño.

En el baño como pudo se limpió, salió y se lavó las manos. Se apoyó en el mueble de los lavamanos. Agachó la mirada.
–¿Qué estás haciendo? ¿qué estás haciendo? Carlota perdóname, no sé que estoy haciendo.
–Si lo sabes Diego, estás descubriendo lo que realmente eres y quieres. Volvamos a la sala.
Salieron del baño. –No sigas nombrando a mi hermana, ya está muerta Diego, ya sabe tu verdad y debe estar feliz de que al fin te estás descubriendo, vamos.

Terminaron de ver la película, en silencio. Al finalizar salieron de la sala.

–Quiero que esta noche duermas conmigo, sé que te dije que dormiría en el sofá pero quiero que estés a mi lado.
–Con todo gusto lo haré.
–En casa está mi tío pero tranquilo, él es invitado.

Iban rumbo a casa de Diego cuando en un arrebato de sinceridad le cuenta a Orlando lo de su tío. Desde que era pequeño hasta ahora que apareció.
–¿Y cómo se te ocurre darle un espacio en tu casa, con lo que te hizo y ahora hace en tu apartamento? ¡Que loco! Es un enfermo y tú, te entregas a él así como si nada y conmigo no querías ni darme un beso.
-Lo sé, lo sé, es una locura, pero es que con él me siento libre para hacer esas cosas sin que nadie nos vea, pero luego no quiero ni verlo.
Diego frenó el carro una cuadra antes de llegar al edificio.

–Sabes que eso que está pasando no te hace bien Diego, habla con tu tío y que se busque un sitio para vivir.
–No tiene trabajo.
–Dale un cargo en tu empresa que se yo, tramiten la pensión, no sé algo pero tiene que salir de ahí y tu hacer tu vida sanamente, ya sea conmigo o quien sea, otro tipo.
–Estoy confundido, tengo un pasticho en mi cabeza, Carlota, mi papá, tú, mi tío.
–Vamos a tu casa, quiero pasar la noche contigo. –Diego levantó la mirada y vio al chico. Este se sonrió al ver aquellos ojos azules claros.

Llegaron al apartamento y Alonso no estaba.
–Voy a llamarlo para pedirle que no venga hoy

–<Tio, ¿cómo estás?>
–<Sobrino, bien, estaba cenando, ya voy a casa>
–<no, no, no, no, búscate un hotel y quédate ahí esta noche, no vengas  a casa>
–<¿Pero como voy a ir a un hotel como lo pago?>
–<Tienes mi tarjeta>
Orlando escuchó eso y levantó la mirada mirando a Diego que le hizo señas de que no hablara.

Colgó la llamada y  se pasó los dedos por los ojos.
–¿Le diste a tu tío tu tarjeta de crédito?
–Si Orlando ya, eso es asunto mio, ahora estamos aquí tú y yo, solos, vamos a concentrarnos aquí, yo mañana resuelvo lo demás.
–ok ok, tienes razón eso no es asunto mio.
–¿Quieres comer algo, tomar algo?
–¿Que propones?
–Tenerte aquí ya es suficiente si no hacemos nada. ¿Vino?
–Acepto.