martes, 10 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 32


–Tío, pero…¿qué haces aquí? ¡Qué sorpresa!

Alonso, el tío de Diego, hermano de su madre sonreía. –Pues ya ves, sorpresas que te da la vida.

–Ven siéntate.



Diego estaba contento de verlo pero tenía sentimientos encontrados, con su tío tuvo sus primeras experiencias homosexuales siendo niño y adolescente y también fue el culpable del suicidio su madre.



Alonso le contó que se fue al interior del país luego que se alejó de la familia sin decir nada, consiguió trabajo y vivía en una habitación que luego de la venta de su casa compró un pequeño apartamento. Lo despidieron del trabajo, no conseguía, solo cosas pequeñas del momento, estaba endeudado, al pasar los años se complicó su situación económica y vendió el apartamento para tener liquidez, vivía arrimado en casa de un amigo hasta que lo botó de su casa cuando tuvieron sexo pero Alonso no quiso una relación estable.



–Bueno…y aquí me tienes, esa es mi historia resumida, viejo, sin trabajo y sin dinero. No sabía a quién más llamar.

–Hiciste bien en llamarme.

–Perdón sobrino.

–¿Perdón, por qué?

–Por lo que te hice, por lo de tu mamá…ella se suicidó por…

–Cállate tío, no quiero recordar eso, lo que pasó entre tú y yo fue porque quise, no me obligaste, yo también quería.

–Si pero eras un niño. Tu papá me debe odiar, no le digas que estuve aquí.

–¿No te piensas quedar aquí?

–Vine a visitarte luego de indagar mucho, pero voy a buscar donde quedarme, un hotel barato.

–Nada de eso tío, tú te quedas aquí el tiempo que quieras.

–Un mes, en un mes yo me voy no quiero estorbar.

-No estorbas tío, más bien estoy feliz que hayas regresado a la ciudad, la vamos a pasar bien juntos.



Alonso, le puso la mano en el muslo y la deslizó varias veces hasta casi tocar en la entrepierna. –Eso espero sobrino querido, eso espero. –Diego se levantó nervioso.

–¿Dónde voy a dormir? ¿contigo?

–No, no, tengo un pequeño cuarto con una cama individual y un bañito, ahí no te podrás duchar lo haces en el mío.

–Eso quiero, ducharme, ¿puedo?

–Si, ya te doy una toalla, déjame dejarte las cosas en el cuarto y te busco unas sábanas.



Alonso entró a ducharse.

Yo sabía que no me iba  dejar ir, aquí me instalo, se ve que tiene dinero, voy a aprovechar el tiempo aquí para sacarle dinero y seguro que querrá tener sexo, eso lo voy a trabajar, ese va a caer.



Diego entró en la habitación y se sentó dejando el enorme bolso en la cama, estaba contento de ver a su tío pero algo desconcertado, su mente se fue hacia atrás y recordó los episodios de sexo con él. Vio el bolso, se levantó y fue a su cuarto para ver si su tío seguía.

–¿Todo bien tío?

–Si, ya salgo, es que esto es una delicia.

–Tranquilo, tárdate el tiempo que quieras.



Regresó a la habitación y abrió el bolso, metió la mano y comenzó a revisar la ropa, se veía muy usada, unas piezas hasta descosidas o rotas, vio los interiores, sacó uno blanco. Se lo puso en la cara, lo olió y se excitó.



Volvió a meter la mano y consiguió un bolsito, lo abrió y adentro habían varios preservativos y un pene de goma de unos 18 o 20 centímetros y grueso, de apariencia real. –¿Qué hace con esto?.



–¡YA SALÍ! Diego se puso nervioso y guardó rápidamente el bolsito y cerró el bolso. Salió de la habitación.



–¿Que tal?

–Divina esa ducha, el agua sale wow, te ha ido bien ¿no?.

–Bueno sí, pero me ayudó papá a comprar esto, se lo estoy pagando. Ahí te dejé las sábanas.

–¿Por fa puedes hacerme la cama tú? No puedo agacharme.



Ambos entraron a la habitación. Diego puso el bolso en una silla y comenzó a hacer la cama. Alonso se quitó la toalla.

–Me voy a cambiar ¿aquí no te importa?

Diego volteó y vio a su tío desnudo, su pene con una media erección se movía de un lado a otro.

–Si quieres salgo.

–Todo esto ya lo has visto sobrino. –Se volteó y abrió el bolso, vio el pequeño bolso encima de la ropa y se sonrió. Sabía que su sobrino había revisado sus cosas. Sacó un boxer y una franela.

–Ya veo que revisaste mi bolso ¿qué estabas buscando?

–Disculpa tío, no fue mi intención quería acomodar tu ropa.

–Y te topaste con esto. –Sacó su mano de la espalda que sostenía el pene de goma.

–Ay sobrino, no sabes lo solo que he estado, y esto ha sido una compañía, me lo compré hace unos años, lo cuido muy bien. Espero que aquí no tenga que usarlo, por lo menos no en mi cuerpo.



Diego tragó saliva y se sonrió.



–¿Tú crees que si conozco a alguien lo pueda traer aquí sin problema? Si sabes a que me refiero.

–Bueno, al menos quiero conocerlo primero y sea de confianza tío, no puedo meter a un extraño a esta casa.

–Te entiendo, tranquilo de momento seremos tú y yo aquí juntos compartiendo.

–Si…mira tío yo tengo que salir, voy a comprar unas cosas ya que estás aquí, para que puedas comer y estar cómodo, en la nevera hay comida.

–Ay sobrino yo no sé cocinar, por qué no me preparas algo rapidito y luego te vas.

Diego lo vio a los ojos, vio tristeza y soledad en su tío y se conmovió.



Buscó en la alacena pasta y un frasco de salsa. Montó el agua, al hervir metió la pasta y calentó la salsa. Una vez lista la escurrió le dijo a su tío que la sirviera.

–Ahí tienes cerveza, refresco o vino, lo que quieras, voy a salir.

–Me voy a tomar un vinito, tengo muchos años que no tomo vino. Te espero para tomarnos una copa juntos.

–Ok, regreso como en una hora.



Diego salió del apartamento. Estaba nervioso y de repente le entraron las dudas de dejar a su tío que viviera ahí.



Una vez en el carro ya rumbo al supermercado se acordó que Beatriz iba para su aparatmento, la llamó pero no contestaba. Decidió entrar al supermercado. Llamó a Orlando.



–<Hola ¿cómo estas?>

–<Bien, aquí en casa, llegué hace 15 minutos ¿y tú?>

–<Entrando al supermercado, vino un tío de visita, bueno de sorpresa y se va a quedar unos días en casa, entonces estoy comprando unas cosas, por cierto cerca de tu casa, ¿me acompañas?>

–<Ah caramba que casualidad te viniste hasta acá para hacer mercado>.

–<Aunque no lo creas casi siempre vengo a este supermercado, pero sí, hoy vine a este para verte>.

–<Ya salgo>.



15 minutos después, Orlando entraba al supermercado. Diego cogió una caja de bombones y la abrió, al ver al chico su cara se iluminó y sonrió.

–Toma, para tí, lo abrí, come uno.

Orlando le dio las gracias y se metió el chocolate lentamente en la boca y con el bombón entre sus dientes lo mordió mientras se deslizaba por sus labios el líquido interno. Diego se lo limpió con el dedo y se lo chupó.



Aprovechando un medio pasillo pequeño que da a otra área, Diego jaló al chico y entraron. Lo tomó por la nuca y le dio un beso en la boca compartiendo lo que quedaba del chocolate que Orlando comía. Se separaron.

–Wow ¿y este arrebato de libertad que te permitiste?.

–Quería hacerlo. -Su respiración y su corazón estaban acelerados. –Salgamos de aquí, nos van a ver



Orlando se rió, sabía que tanta espontaneidad no iba a durar mucho.



–Ya por fin mañana nos dan los exámenes que le hicieron a mi mamá.

Que bien, ¿pero sigue en la clínica?.

–No, no, ya está en casa, anda insoportable y más manipuladora que nunca, me tuve que escapar literalmente para verte.

–Que vaina, bueno, yo con mi tío como te dije.

–¿Y ese tio donde estaba? ¿hermano de tu mamá o papá?

–Mamá. Vivía en el interior, lo que pasa  es que la estaba pasando mal y bueno, me ubicó y apareció.

–Mmmmm.

–Es una historia larga ya te contaré.

–Eso suena a drama.



Caminaron por todos los pasillos, Orlando impresonado de todas las cosas que compraba; embutidos, botellas de vino, aceitunas, mucho pan, muchas galletas, café, bandejas de carne, una caja de leche, champú, jabón, maní, merey, enlatados, pasta, arroz, mermeladas. No entendía muy bien para una persona que vive solo.



–Disculpa que te diga pero ¿no estás comprando muchas cosas?.

–Son cosas que le gustan a mi tío y bueno aprovecho para tener en casa y no estar comprando.

–Quieres mucho a tu tío.

–Es una persona que marcó mi vida de alguna manera. –La seriedad en la cara de Diego disparó las alarmas de Orlando. Los ojos de Diego se llenaron de lágrimas. Volt a ver al chico.

–Con el iniciaste tu vida sexual ¿verdad?



Diego arrancó a llorar. Dejaron el carrito de compras a un lado y se sentaron en las mesas del pequeño café.

–Lo vi y volví a sentir lo que sentí cuando te vi a ti en el parque. Me volvió a remover todo, todo, esto es una mierda. No quiero sentir estas vainas y el pasado regresa y de coñazo.

–¿No crees que debes hacerle caso a esas señales? Comenzar a vivir, a vivir tu vida, la real.

–Eres un buen amigo.

–¿Estás enamorado de tu tío?.

–No lo sé, muchos años sin verlo y ahora que lo vi afloraron muchas cosas.

–Si tu tío es la persona que logra sacarte de esa oscuridad en la que estás, bienvenido.

Orlando le entró una tristeza en el cuerpo al escuchar lo que decía Diego que por un instante pensó en irse del supermercado y dejarlo solo, pero se quedó.



–Yo la verdad es que no sé que hago aquí Diego, estoy perdiendo mi tiempo contigo, yo me voy a alejar y tú reacomoda tu vida.

Diego lo tomó del brazo. –No te vayas, y no digo del supermercado, no te vayas de mi vida Orlando, quiero que estés conmigo.

–¿Contigo cómo? Con dudas, con un sí pero no, con vernos y tener sexo en tu casa pero en la calle somos panas. No quiero eso, yo no soy así.

–Déjame acomodar mi vida, poco a poco, pero no me dejes, coño no me dejes, mi tío se irá pronto…por favor quiero sentirte cerca de mi. -A Diego le corrían las lágrimas por las mejillas.



Orlando tenía un nudo en la garganta.


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