miércoles, 18 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 38

Arévalo se detuvo en una esquina para llamar a Diego padre para saber donde se veían.

–<Te voy a enviar por WhatsApp la dirección, yo estoy en el apartamento. Cuando llegues le dices al vigilante que eres el plomero que vas a mi apartamento>
–<¿El plomero?>
–<Si para que no sospechen, yo no traigo a hombres para acá y llevo meses sin venir>
–<Ya, fino, pásame la dirección>
–<No tardes chamo, no tengo mucho tiempo y tengo ganas>
–<Tranquilo que llego y te cojo>

Suena su celular. Lo llamaban de la morgue.
–<Bueno gran carajo, tú te pierdes toda la mañana y no dices nada ¿a qué hora piensas venir?>
–<Jefe se me jodió la moto, estoy resolviendo pero no creo que vaya hoy>.
–<Te voy a descontar el día a ver si aprendes>
–<Plomo, mañana nos vemos>

–<<Calle Los Mangos, Edif. Cantaura, Alta Florida, PH 1>>
–Bicho, por allá bota’o  –<<Fino, ya voy para allá, prepara ese culo, lávate>>
–Cuando llegues avisa para mandarte el ascensor, te montas y lo llamo.

Arévalo llegó al edificio, dejó la moto justo al frente del edificio.

–Buenas, soy el plomero que va al Pent House uno.
–Donde el señor Diego Hernández.
–Si.
–Mmmmmm pase, ¿y no trae nada para reparar lo dañado?
–La herramienta la cargo encima papá. -Se puso la mano en la entrepierna acomodándose el pantalón. –¿El ascensor?
–Al fondo a la izquierda.

Se montó en el ascensor y esperó unos segundos hasta que se cerraron las puertas. Llegó al PH, en el piso 13, se abrieron las puertas y se encontró con la sala. El apartamento olía a encerrado, habían pocos muebles.
–VEN AL CUARTO, PASA.

Arévalo siguió caminando guiado por la voz de Diego. Llegó a la habitación y entró.
Diego estaba acostado boca abajo, desnudo, colocándose lubricante entre las nalgas.
–Ven, quítate todo y acuéstate.
Arévalo comenzó a desvestirse, se quedó en interiores. La diminuta ropa interior desafiaba la gravedad aguantando el enorme pene que ya comenzaba a crecer. Arévalo se tocaba el pene sobre la tela mirando al hombre que se colocó de lado y su pene comenzaba a lubricar abundantemente.

No puedo con ese pipí, no se le ve.
–Mételo despacio nené, mira que eso que tienes es muy grande y grueso.
–Esto que tengo va a entrar como yo quiero que entre papá, usted aguante, usted quería llevar guevo, aguante. –Se quitó el interior y se montó en la cama.
–Ponte boca abajo

Tomó el condón que estaba en la mesita de noche y el lubricante, se lo colocó y se puso sobre el hombre. Sin abrirle las nalgas comenzó a introducir su pene. Diego ya apretaba las sábanas y apenas el pene rozaba el ano. Bajó la cadera y comenzó a penetrarlo.
Diego enterró la cabeza en la almohada, se quejaba y apretaba el ano y le dolía más.
–Afloja el culo coño, te voy a hacer daño, suelta, suelta.
–Me duele coño, sácalo.
–No papá, afloja, se me va a bajar el guevo coño, si quieres luego aprieta pero ponte flojo.
Arévalo le abrió las nalgas. –No joda, ahí voy. –Empujó y el pene entró hasta la mitad. Diego retorcía la sábana mientras su cara seguía entre la almohada, terminó de penetrarlo.
–Levántate, ponte en 4.
Diego se levantó, sentía dolor pero igual se colocó como le dijo. El policía retiró el pene completamente y volvió a introducirlo.
–¿Ves? Ya estás dilatadito, coño papea no te me pongas duro, ahora relájate que lo que vas es a gozar.
Arévalo comenzó a moverse, cogió al hombre por el cabello halándolo hacia atrás.
–¿TE GUSTA MARICON, TE GUSTA QUE TE COJAN?
–¡Si, papi, si, cógeme! -Se apoyó en los hombros y empujaba con fuerza, con cada empujón Diego gruñía y gemía.
–No te toques marico, que a mi me falta por acabar, yo tardo.

El policía no paraba de moverse. Acostó a Diego y lo puso de lado levantándole una pierna, volvió a penetrarlo. Diego se quejaba con los ojos cerrados.
–Para, para, no aguanto.
–Shhhh, aguanta coño. Ven párate.
–¿Que vas a hacer?
–Te voy a coger en el balcón de pie.
–No, no, nos van a ver.
–¿Que nos van a ver? Vamos te agarras de la baranda.

Diego se puso de pie frente a la baranda mirando hacia el edificio que tenían de frente.
–Nos van a ver.
–Cállate. –Le abrió las nalgas

Diego se agarró con fuerza de la baranda mientras miraba hacia todos lados viendo si alguien estaba asomado. Arévalo se agachaba para que sintiera el pene dentro del ano. Tocaba la próstata y a Diego le dieron ganas de orinar, algo que hizo sin esfuerzo. Se orinó ahí de pie mientras el policíaseguía moviéndose.

–No aguanto voy a acabar, me vengo. –Arévalo continuaba empujando con fuerza, vio al hombre correrse y retiró el pene, se quitó el preservativo y acabó sobre las nalgas de Diego.
–AAAAAAAAH, AAAAAAAH, AAAAAAAH.
–¡Coño no grites que nos van a ver y oir! –Arévalo le dio tres golpes a Diego en la espalda mientras tenía los espasmos luego de eyacular.

Algunos vecinos del edificio de enfrente se asomaron al escuchar el grito pero ambos ya habían entrado a la sala. Se fueron a la habitación. Arévalo se tumbó en la cama y Diego fue a la ducha.
–¿Te quieres bañar conmigo? -Le dijo Diego desde la regadera.

Entró a la ducha. –Todavía tengo el guevo parado.
–No me lo vas a meter de nuevo, me duele el culo.
–No, me lo vas a mamar, agáchate.

Diego los sostuvo entre sus manos pero tan solo se metía en la boca el glande y un poco más.
–¿Te dijo algo el vigilante?
–Si, que si iba al apartamento sin las herramientas.
Diego mamaba y se sacaba el pene de la boca. -¿Que le dijiste?
–Que cargaba mi herramienta conmigo y me toqué el guevo.
Diego se levantó.
–¿Tú te volviste loco? ¿cómo coño le dices eso? Esa gente es chismosa y lo cuenta todo.
–Relájate papá, esa gente es echada pa’lante, de todas maneras cualquier vaina le echo un susto.
–Coño que peo vale, esas vainas no me gustan, yo me cuido mucho.

Terminaron de ducharse y se tumbaron de nuevo en la cama.
–Discúlpame esa papi, seré más  discreto.
–Te lo agradezco quiero que este sea nuestro lugar de encuentro.
 Diego se le acercó a Arévalo y le dio un beso en la boca.
–¿Y eso?
–Nunca he besado a un hombre en la boca, pero es que tú me gustas mucho.
–Que bueno papi. Quería pedirte un favor, un favorsote.
–Dime, si está a mi alcance, lo hago con gusto.
Arévalo lo miró a los ojos. –Necesito arreglar la moto y no tengo plata ahora, ¿tú me puedes prestar y yo te lo devuelvo pa fin de mes?
–¿De cuánto estamos hablando?
–Coño papi le tengo que pedir el presupuesto al pana que me arregla la moto en el bloque y te digo.
–¿Por qué mejor no lo llevas a mi taller. –Estiró el brazo hasta su pantalón y sacó su billetera y sacó una tarjeta. -Lleva la moto aquí, él es mi mecánico y también arregla motos, no lo lleves a gente que trabaja en la calle, busca repuestos originales y buenos, que la vaina te dure.
–Coño que vaina con este viejo, lo que quiero es plata ¿y ahora como hago? –Gracias papi, lo llevaré ahí, ¿que hago? ¿Voy y le digo que te cobren a ti?
–Si, yo le digo que tú vas para allá. ¿Por cierto y tu uniforme de Guardia Nacional.
–Hoy estoy de permiso, pa la próxima lo traigo pa cogerte con el puesto. Mira papi aparte de la moto, resulta que….necesito plata, me da pena contigo…es que estoy pega’o.
–¿Cuánto quieres?
–Lo que tú consideres papi, tú pon el monto yo me adapto.
–¿Tienes Pago móvil?
–Si
–Dame tu nombre completo, banco y cédula.
Arévalo le dio los datos y le hizo la transferencia. –Listo, ya tienes el dinero en tu cuenta.
–¿Cuánto me depositaste?
–Luego revisas, abrázame, quédate conmigo un rato aquí.
Se abrazaron. Diego, en un arranque de romanticismo, comenzó a besar a Arévalo por toda la cara mientras sus manos jugaban con el pene de este.
–Yo traje cosas para comer aquí, ¿quieres comer?
–Si va.
–Me duele el culito nené, mira como lo tengo. -Diego se agachó en la cama y abrió sus nalgas. Arévalo al verlo se volvió a excitar, no aguantó y se acercó para lamerlo.
–Marico, te quiero coger de nuevo, tienes ese hueco divino.
–Déjame que se me pase el dolor un poco.

Diego fue a la cocina y Arévalo aprovechó para meterse en su banco y ver la transferencia. –<<30 millones>> –Maaaarico este viejo se pasó.

Fue a la cocina y vio al hombre desnudo en la cocina, las nalgas las tenía velludas y escurridas, cerró los ojos y se acercó, lo abrazo por la espalda y le dio un beso en el cuello.
–Upa estamos cariñosos.
–Gracias por la transferencia, te pasaste, te lo iré pagando.
–Es un regalo nené.

Diego preparó una ensalada y sirvió vino.
–¿No tienes cerveza?
–Si, pero chico, vamos a tomarnos un vinito, más sabroso así, la cerveza cuando vayamos a la playa.
–¿Vamos a ir a la playa?
–Claro, te voy a invitar un fin de semana, para pasarla juntos.
–Que fino papi.
–Quiero que te mudes para este apartamento para yo venir todos los días a visitarte y follemos.
Arévalo abrió los ojos sorprendido, agarró la copa y se bebió todo el vino.
–Tú me estás jodiendo.
–No nené, luego te doy las llaves.
Paaaanaaa, este viejo está loooco, no me conoce y quiere que me mude. Bueno papi, eso hay que hablarlo, no es tan fácil, vivo con mi familia, yo mantengo esa casa.
–No se hable más, usted se viene a vivir aquí, su sueldo se lo entrega a su madre integro. Aquí no te va a faltar nada.
Se tostó, este pana se tostó.

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