Arévalo se detuvo en una
esquina para llamar a Diego padre para saber donde se veían.
–<Te voy a enviar por
WhatsApp la dirección, yo estoy en el apartamento. Cuando llegues le dices al
vigilante que eres el plomero que vas a mi apartamento>
–<¿El plomero?>
–<Si para que no
sospechen, yo no traigo a hombres para acá y llevo meses sin venir>
–<Ya, fino, pásame la
dirección>
–<No tardes chamo, no
tengo mucho tiempo y tengo ganas>
–<Tranquilo que llego
y te cojo>
Suena su celular. Lo llamaban
de la morgue.
–<Bueno gran carajo,
tú te pierdes toda la mañana y no dices nada ¿a qué hora piensas venir?>
–<Jefe se me jodió la
moto, estoy resolviendo pero no creo que vaya hoy>.
–<Te voy a descontar
el día a ver si aprendes>
–<Plomo, mañana nos
vemos>
–<<Calle Los
Mangos, Edif. Cantaura, Alta Florida, PH 1>>
–Bicho, por allá bota’o –<<Fino, ya voy para allá, prepara ese
culo, lávate>>
–Cuando llegues avisa
para mandarte el ascensor, te montas y lo llamo.
Arévalo llegó al
edificio, dejó la moto justo al frente del edificio.
–Buenas, soy el plomero
que va al Pent House uno.
–Donde el señor Diego
Hernández.
–Si.
–Mmmmmm pase, ¿y no trae
nada para reparar lo dañado?
–La herramienta la cargo
encima papá. -Se puso la mano en la entrepierna acomodándose el pantalón. –¿El
ascensor?
–Al fondo a la izquierda.
Se montó en el ascensor y
esperó unos segundos hasta que se cerraron las puertas. Llegó al PH, en el piso
13, se abrieron las puertas y se encontró con la sala. El apartamento olía a
encerrado, habían pocos muebles.
–VEN AL CUARTO, PASA.
Arévalo siguió caminando
guiado por la voz de Diego. Llegó a la habitación y entró.
Diego estaba acostado
boca abajo, desnudo, colocándose lubricante entre las nalgas.
–Ven, quítate todo y
acuéstate.
Arévalo comenzó a
desvestirse, se quedó en interiores. La diminuta ropa interior desafiaba la
gravedad aguantando el enorme pene que ya comenzaba a crecer. Arévalo se tocaba
el pene sobre la tela mirando al hombre que se colocó de lado y su pene
comenzaba a lubricar abundantemente.
–No puedo con ese pipí, no se le ve.
–Mételo despacio nené,
mira que eso que tienes es muy grande y grueso.
–Esto que tengo va a
entrar como yo quiero que entre papá, usted aguante, usted quería llevar guevo,
aguante. –Se quitó el interior y se montó en la cama.
–Ponte boca abajo
Tomó el condón que estaba
en la mesita de noche y el lubricante, se lo colocó y se puso sobre el hombre.
Sin abrirle las nalgas comenzó a introducir su pene. Diego ya apretaba las
sábanas y apenas el pene rozaba el ano. Bajó la cadera y comenzó a penetrarlo.
Diego enterró la cabeza
en la almohada, se quejaba y apretaba el ano y le dolía más.
–Afloja el culo coño, te
voy a hacer daño, suelta, suelta.
–Me duele coño, sácalo.
–No papá, afloja, se me
va a bajar el guevo coño, si quieres luego aprieta pero ponte flojo.
Arévalo le abrió las
nalgas. –No joda, ahí voy. –Empujó y el pene entró hasta la mitad. Diego
retorcía la sábana mientras su cara seguía entre la almohada, terminó de
penetrarlo.
–Levántate, ponte en 4.
Diego se levantó, sentía
dolor pero igual se colocó como le dijo. El policía retiró el pene
completamente y volvió a introducirlo.
–¿Ves? Ya estás
dilatadito, coño papea no te me pongas duro, ahora relájate que lo que vas es a
gozar.
Arévalo comenzó a
moverse, cogió al hombre por el cabello halándolo hacia atrás.
–¿TE GUSTA MARICON, TE
GUSTA QUE TE COJAN?
–¡Si, papi, si, cógeme!
-Se apoyó en los hombros y empujaba con fuerza, con cada empujón Diego gruñía y
gemía.
–No te toques marico, que
a mi me falta por acabar, yo tardo.
El policía no paraba de
moverse. Acostó a Diego y lo puso de lado levantándole una pierna, volvió a
penetrarlo. Diego se quejaba con los ojos cerrados.
–Para, para, no aguanto.
–Shhhh, aguanta coño. Ven
párate.
–¿Que vas a hacer?
–Te voy a coger en el
balcón de pie.
–No, no, nos van a ver.
–¿Que nos van a ver?
Vamos te agarras de la baranda.
Diego se puso de pie
frente a la baranda mirando hacia el edificio que tenían de frente.
–Nos van a ver.
–Cállate. –Le abrió las
nalgas
Diego se agarró con
fuerza de la baranda mientras miraba hacia todos lados viendo si alguien estaba
asomado. Arévalo se agachaba para que sintiera el pene dentro del ano. Tocaba
la próstata y a Diego le dieron ganas de orinar, algo que hizo sin esfuerzo. Se
orinó ahí de pie mientras el policíaseguía moviéndose.
–No aguanto voy a acabar,
me vengo. –Arévalo continuaba empujando con fuerza, vio al hombre correrse y
retiró el pene, se quitó el preservativo y acabó sobre las nalgas de Diego.
–AAAAAAAAH, AAAAAAAH,
AAAAAAAH.
–¡Coño no grites que nos
van a ver y oir! –Arévalo le dio tres golpes a Diego en la espalda mientras
tenía los espasmos luego de eyacular.
Algunos vecinos del
edificio de enfrente se asomaron al escuchar el grito pero ambos ya habían
entrado a la sala. Se fueron a la habitación. Arévalo se tumbó en la cama y
Diego fue a la ducha.
–¿Te quieres bañar
conmigo? -Le dijo Diego desde la regadera.
Entró a la ducha.
–Todavía tengo el guevo parado.
–No me lo vas a meter de
nuevo, me duele el culo.
–No, me lo vas a mamar,
agáchate.
Diego los sostuvo entre
sus manos pero tan solo se metía en la boca el glande y un poco más.
–¿Te dijo algo el
vigilante?
–Si, que si iba al
apartamento sin las herramientas.
Diego mamaba y se sacaba
el pene de la boca. -¿Que le dijiste?
–Que cargaba mi
herramienta conmigo y me toqué el guevo.
Diego se levantó.
–¿Tú te volviste loco?
¿cómo coño le dices eso? Esa gente es chismosa y lo cuenta todo.
–Relájate papá, esa gente
es echada pa’lante, de todas maneras cualquier vaina le echo un susto.
–Coño que peo vale, esas
vainas no me gustan, yo me cuido mucho.
Terminaron de ducharse y
se tumbaron de nuevo en la cama.
–Discúlpame esa papi,
seré más discreto.
–Te lo agradezco quiero
que este sea nuestro lugar de encuentro.
Diego se le acercó a Arévalo y le dio un beso
en la boca.
–¿Y eso?
–Nunca he besado a un
hombre en la boca, pero es que tú me gustas mucho.
–Que bueno papi. Quería
pedirte un favor, un favorsote.
–Dime, si está a mi
alcance, lo hago con gusto.
Arévalo lo miró a los
ojos. –Necesito arreglar la moto y no tengo plata ahora, ¿tú me puedes prestar
y yo te lo devuelvo pa fin de mes?
–¿De cuánto estamos
hablando?
–Coño papi le tengo que
pedir el presupuesto al pana que me arregla la moto en el bloque y te digo.
–¿Por qué mejor no lo
llevas a mi taller. –Estiró el brazo hasta su pantalón y sacó su billetera y
sacó una tarjeta. -Lleva la moto aquí, él es mi mecánico y también arregla
motos, no lo lleves a gente que trabaja en la calle, busca repuestos originales
y buenos, que la vaina te dure.
–Coño que vaina con este viejo, lo que quiero es
plata ¿y ahora como hago? –Gracias papi, lo llevaré ahí, ¿que hago? ¿Voy y
le digo que te cobren a ti?
–Si, yo le digo que tú
vas para allá. ¿Por cierto y tu uniforme de Guardia Nacional.
–Hoy estoy de permiso, pa
la próxima lo traigo pa cogerte con el puesto. Mira papi aparte de la moto,
resulta que….necesito plata, me da pena contigo…es que estoy pega’o.
–¿Cuánto quieres?
–Lo que tú consideres
papi, tú pon el monto yo me adapto.
–¿Tienes Pago móvil?
–Si
–Dame tu nombre completo,
banco y cédula.
Arévalo le dio los datos
y le hizo la transferencia. –Listo, ya tienes el dinero en tu cuenta.
–¿Cuánto me depositaste?
–Luego revisas, abrázame,
quédate conmigo un rato aquí.
Se abrazaron. Diego, en
un arranque de romanticismo, comenzó a besar a Arévalo por toda la cara
mientras sus manos jugaban con el pene de este.
–Yo traje cosas para
comer aquí, ¿quieres comer?
–Si va.
–Me duele el culito nené,
mira como lo tengo. -Diego se agachó en la cama y abrió sus nalgas. Arévalo al
verlo se volvió a excitar, no aguantó y se acercó para lamerlo.
–Marico, te quiero coger
de nuevo, tienes ese hueco divino.
–Déjame que se me pase el
dolor un poco.
Diego fue a la cocina y
Arévalo aprovechó para meterse en su banco y ver la transferencia. –<<30
millones>> –Maaaarico este viejo se pasó.
Fue a la cocina y vio al
hombre desnudo en la cocina, las nalgas las tenía velludas y escurridas, cerró
los ojos y se acercó, lo abrazo por la espalda y le dio un beso en el cuello.
–Upa estamos cariñosos.
–Gracias por la
transferencia, te pasaste, te lo iré pagando.
–Es un regalo nené.
Diego preparó una
ensalada y sirvió vino.
–¿No tienes cerveza?
–Si, pero chico, vamos a
tomarnos un vinito, más sabroso así, la cerveza cuando vayamos a la playa.
–¿Vamos a ir a la playa?
–Claro, te voy a invitar
un fin de semana, para pasarla juntos.
–Que fino papi.
–Quiero que te mudes para
este apartamento para yo venir todos los días a visitarte y follemos.
Arévalo abrió los ojos
sorprendido, agarró la copa y se bebió todo el vino.
–Tú me estás jodiendo.
–No nené, luego te doy
las llaves.
–Paaaanaaa, este viejo está loooco, no me conoce y quiere que me mude.
Bueno papi, eso hay que hablarlo, no es tan fácil, vivo con mi familia, yo mantengo
esa casa.
–No se hable más, usted
se viene a vivir aquí, su sueldo se lo entrega a su madre integro. Aquí no te
va a faltar nada.
–Se tostó, este pana se tostó.
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