martes, 17 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 37


Arévalo iba en la moto con Pedro a toda velocidad por la avenida que va pegada a la montaña y domina la ciudad, bajó por la salida de Altamira y cruzó hacia una calle.
–¿Dónde vamos?
–Ya estamos llegando.

Frenó la moto en la acera de una casa abandonada, Pedro la veía mientras se quitaba el casco.
–Da miedo esta vaina, parece de película de terror. -Pedro veía el techo de la casa que tenía matas en las tejas. Arévalo, con dos sacudidas abrió la oxidada reja que da acceso a la casa.
–¿Te vas a quedar ahí viendo el cielo? Entra.
–¿Vamos a entrar aquí? ¿Para qué?
–Mi mamá nos invitó a comer, marico vamos a tirar ahí adentro o tu quieres pagar un hotel? ¿tienes plata? Yo no.
–Pero a mi me da miedo entrar ahí.
–No te da miedo la verga que te meto te va a dar miedo entrar.
–¿Y si hay gente? Malandros, indigentes.
–Estoy armado, mira y doble. Una vergota que te voy a meter y este hierro si aparece alguien.
–No, no, no, vamos a otro sitio.

Arévalo lo agarró del brazo y lo haló hacia la entrada de la casa.

La puerta de la casa estaba abierta, solo apoyada, Arévalo la empujó, rechinó por las bisagras y por el roce de la madera con el piso. Salieron volando unas palomas, un hueco en el techo sobre la sala, dejaba entrar la luz del sol. Había mucho polvo, raices de matas y escombros del techo.
–Vamos a la cocina a ver si ahí te puedo coger. Arriba ni de vaina, esas escaleras deben estar podridas.
–¿Y me vas a coger ahí? Mira como está eso, no se puede ni caminar.
–Mira un espejo, ta fino, te voy a coger para que veas como entra mi palo en este culo. -Le dio una fuerte nalgada. –Entra y bájate los pantalones.

Entraron a lo que quedaba de cocina, pisaban escombros y basura, había un fuerte olor a orina y excremento.
–Que asco. -Dijo Pedro mientras se bajaba el pantalón y el interior.

Arevalo sacó de su chaqueta un preservativo y lubricante. Se bajó el pantalón a medio muslo y comenzó  a deslizar el látex por su enorme pene. –Ponte ahí, apóyate del mesón.
–Está sucio.
–Ay marico, deja de ser jeva, ponte que voy pa dentro. –Le cogió las nalgas y las apretó y comenzó a deslizar su pene por entre las nalgas, muy despacio. –¿Sientes mi verga?
–Dale despacio. -Sonó un ruido. –¿Qué fue eso? ¿hay gente?
–Shhhh, no te muevas que te lo estoy metiendo, concéntrate. -Arévalo iba poco a poco penetrando al muchacho, se escuchaban palomas revolotear y haciendo ruido.

Pedro se aferraba al sucio mesón, la suela de sus zapatos resbalaban por el piso lleno de polvo y hojas, Arévalo ya tenía su pene completamente dentro del chico, lo agarró de los hombros y comenzó a moverse.
–Marico que culo tan rico tienes. -Metía y sacaba el pene del culo, Pedro gemía, frente a él había un hueco, vio una sombra.
–Arévalo ahí hay alguien.
–Shhh cállate, no te muevas coño. –El policía le abría las nalgas, con la luz que entraba a la cocina, veía como el culo del chico estaba dilatado, se mordía los labios y volvía a introducir todo el pene.

–Muévete, vamos al espejo, no te lo saques camina conmigo.
Se pusieron frente al espejo, aunque estaba un poco borroso y manchado por la humedad, se veía.
Arévalo le abrío una nalga. –Mira, mira, mira, te tengo clavadito, mira como tienes el culo, abierto.
–Me duele.
–Coño miraaaaa. –Le volteó la cabeza hacia el espejo, Pedro vio la imagen y le gustó, se le quedó viendo, observaba como entraba y salía aquel miembro de su culo, comenzó a masturbarse.
–No vayas a acabar que me falta, no te des. –Lo tomó de la cintura y comenzó a empujar con fuerza, Pedro gemía, se quejaba pero lo disfrutaba.

Arévalo comenzó a moverse más rápido y con fuerza, el chico no paraba de gritar, sudaba, el policía le corrían las gotas de sudor por la cara. Se detuvo, sacó el pene y se quitó el condón.
–Agåchate para que bebas leche, abre esa boca. –Arévalo comenzó a masturbarse igual que el chico. Soltó tres chorros que cayeron en su mejilla y dentro de la boca.
–AAAAAAAAH AAAAAAAH COÑOOOOO AAAAAAAAAH.

Quedó agotado, respiraba fuerte, se sentó en el piso.
–Mira, ahí hay una escoba, barre aquí para acostarnos.
–¿Acostarnos?
–Si coño, estoy mama’o

Pedro barrió un pedazo del piso y se tumbaron ahí.

–Debo confesar que tirar contigo es divino, pero coño, quiero hacer el amor de manera normal, relajados en una cama limpia, ducha limpia, todo limpio.
–Tu culo está lleno de mierda y yo te cojo y no me quejo, deja la mariquera.
–Coño Arévalo ¿pero a ti no te gusta hacer el amor así en un sitio de pinga, acomodado?
–A mi me gusta tirar, más nada, el lugar es lo de menos.
–Eres como ordinario.
–Pero te gusta como te cojo mariquito. –Sonó su celular, lo buscó y vio quien era, Pedro logró ver la pantalla <<Diego padre>>

–<Epa, ¿que más?>
–<Hola chamo, coño me tienes olvidado, te llamé hace rato y me colgaste, ¿cuándo nos vemos?>
–<Más tarde nos vemos papá, ahora estoy en un asunto y luego le damos>
–<Tengo un apartamento que no se usa, ahí podemos estar sin que nos molesten>
–<Fino, lleva unas birras y algo para comer que tengo hambre>
–<Ok, avísame y te busco>
–<Si va>

Pedro, acostado boca arriba, miraba hacia el techo por el enorme hueco, sus manos estaban detrás de su cabeza.
–¿Estabas hablando con el papá de Diego?
–Si
–¿Ese es el viejo que te estás tirando?
–Si.
–¿El papá de Diego es gay?
–Si de nuevo, me lo pego, ahora te dejo a ti y me voy con él, el tipo se pone sedita, pasivito. Hoy me lo cojo.
–¡Qué bolas! Te tengo que compartir con un viejo y encima el suegro de Orlando. ¿Dónde van a tirar?
–En un apartamento que tiene vacío. Y no es el suegro de Orlando, ellos no son novios, no lo son, ¿oiste?
–Perdón pues, no te arreches. Ah coño, con él si vas a tirar en un sitio decente, a mi me traes a unos basureros…
–¿Tú tienes sitio? ¿tienes pa un hotal cinco estrellas? Papá el viejo tiene platica y le voy a sacar, ¿tú crees que con mi sueldo vivo? Yo me rebusco revendidendo vainas, y ahora me salió este viejo, me lo cojo y que pague. Esos reales nos sirven para nosotros.
Pedro se quedó pensando.
–¿En serio? ¿Vamos a usar ese dinero para compartir tú y yo? -Se le acercó a la cara y le dio un beso en la mejilla. –Que lindo eres, estás pesando en nosotros.
–Bien bello pues, cuando te pones jeva me revienta, esta bien que te pongas perrita en la cama pero hasta ahí.
–¿Qué cama? Yo no se ni lo que digo, aceptando un dinero mal habido.
–Ahora te vas a poner digno, verga chamo usted si es enrrollado, no sé que te vi, eres complicado.
–Entonces te gusto.

Escucharon unos ruidos de escombros cayendo y luego alguien que arrastraba los pies por el piso lleno de basura.
–Coño ¿quienes son ustedes?
Pedro se levantó de golpe y luego Arévalo.
–Coño es el paco ¿otra vez aquí? Chamo no puede estar entrando aquí cuando quieras, aquí vivimos.
–¿Vivimos? ¿Aquí vive gente? ¿más gente?
–Epa bicho, coño, me traje un culito, ya nos vamos, deja la regañadera

Salieron de la casa, afuera se sacudieron la ropa y mientras se ponían el casco, Pedro habló.
–¿Así que aquí te traes a “los culitos” para cogértelos?
–De bolas papá, gratis, y da como morbo.
–Soy otro más que traes, otro culito.
–Verga chamo ¿en serio? No eres mi novio, ni mi pareja, un coño, no me estés reclamando, tampoco te obligué a tirar.
–Vamos a ser novios y se acaba esa tiradera con todo el mundo.
–Móntate en la moto y te llevo. ¿a tu casa?
–Si, te estoy hablando en serio Arévalo, quiero ser tu novio.

El policía no abrió la boca en todo el trayecto. Pedro se agarró de la moto pero apoyó la cabeza de la espalda de Arévalo.
Llegaron al edificio donde vive Pedro, volveron a quitarse el casco.
–¿Quieres subir a hablar con mi papá?
–¿Para qué? ¿Pa contarle lo que hicimos en la casa abandonada? Yo no tengo peo, tú sabes que yo soy frontal, digo las vainas y punto.
–No chico, para decirle que vas a ser mi novio.
–¿Vas a seguir? A ti te gusta Orlando.
–A ti también, pero no nos para bolas, él quiere estar con Diego.
–Es verdad que pajúo….chamo bájale dos con el tema del novio, vamos a ver que pasa.
–¿A ti te gusta ese viejo?
–¿Que coño dices? A mi me gustas…tú…bueno, tiro rico contigo.
–¿Ves? Entonces, lánzate vale…-Arévalo miró a todos lados a ver si había gente y le dio un beso en la boca a Pedro.
–No me presiones rey, déjame que lo piense, pero no me presiones.
–Con ese beso me dijiste todo.
–Marico, de verdad que te pones jeva, jeva, chao, hablamos, cuídate por ahí, nos vemos.
–Avísame cuando llegues a tu casa.
–Me voy a ver con el viejo.
–Te odio.
–Te voy a coger bicho, chao.

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