lunes, 30 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 41


Arévalo iba a buscar a Pedro a su casa. Le dijo que subiera para que hablara con su padre. El policía no entendía para que tanto formalismo.
–¡Coño me siento en el siglo XVII con tanta mamagevada de visitar al suegro y hablar!.
Era sábado e iban a hacer “cosas de novios” como lo definió Pedro.

Mientras Pedro se vestía, Arévalo estaba en la sala con el papá. La mamá había salido al mercado.
–Así que la cosa va en serio.
–Bueno, sí, no, tanto como en serio no, no sé que le habrá dicho Pedro, pero estamos saliendo.
–Ah caramba hace más de un mes que viniste a esta casa y me dijiste lo mismo ¿cómo es la cosa entonces?
–Ven acá suegro, no, suegro no, todavía no, Hugo, mira Hugo, Pedro me gusta que jode, culea bien, tira bien, hace el amor bien… –Hugo estaba impactado de lo que decía Arévalo pero se quedó callado escuchando. –…Pero conocí a un tipo mucho mayor que yo que tiene plata y me lo quiero chulear y coño, me resuelvo con mi sueldo y vendiendo vainas y tal y salgo con Pedro y nos divertimos con platica en el bolsillo. Ahora, el viejo está que se babea por mi, yo creo que es por el trozo que tengo, que vamos a estar claro yo tengo mi vaina aquí. –Se tocó la entrepierna.
–Ya va, ya va, ya va Arévalo, no necesito esa información. ¿Tú qué pretendes con mi hijo? ¿Que viva a costillas de el señor ese? ¿Y tú? Vas a estar toda la vida sacándole plata a ese hombre, y vas a estar entre dos amores ¿cuánto te va a durar eso? ¿Crees que eres un buen partido para mi hijo?
–¿Sonó feo lo que dije verdad? Es que yo soy así, vomito todo sin pensar, coño Hugo te voy a ser sincero. -Hugo abrió los ojos y se rió. –Me gustan los dos, coñodelamadre me gustan, ambos me dan cosas distintas y encima el amigo de Pedro, Orlando, me vuelve loco chamo, lo veo y me pongo quesúo, es una vaina arrecha, yo debo estar enfermo.
–Mira Arévalo, te voy a decir algo, mi hijo ya es mayor de edad y sabrá lo que hace pero si lo haces sufrir me va a importar que seas policía, yo te jodo.
–Hugo yo voy a ser feliz a tu hijo pero coño yo también quiero ser feliz, y si el viejo y tu hijo me hacen feliz ¿por qué coño tengo que dejar a uno de los dos?.

Hugo arrugó la frente y se encogió de hombros, se levantó y le volvió a advertir al policía que no le hiciera daño a su hijo. Arévalo se levantó y se sonrió.
–Venga acá suegro deme un abrazo. –Lo abrazó con fuerza. –Usted me cae muy bien, yo no haré nada que joda a su hijo, más bien lo haré muy feliz, ya verá.
–Eso espero.

Salía Pedro de su habitación.
–¿Nos vamos?
–Busca un traje de baño.
-¿para qué?
–Búscalo.
–Tengan cuidado, ¿van a bajar en la moto?
–Sí, vamos fino ahí.

Hugo se volteó cogió unas llaves se las lanzó. –¿Tienes licencia para carro?
–Positivo.
–Me lo cuidas, está asegurado pero no quiero sorpresitas, no se van a ir a la playa en moto, la dejas aquí y la buscas después.

–Marico tu papá vale oro, cuídalo mucho.
–¿Mi papá te prestó el carro? Y a mi ni me lo presta para ir a dos cuadras.
–Cuando te saques la licencia. Váyanse.

Se montaron en el ascensor y Arévalo tocó el botón de parar.
–¿Qué haces?
-Hablar con tu papá me puso quesúo, mámalo.
–¿Te gusta mi papá? ¿qué te pasa estás enfermo?
–No chico, es que hablamos de ti, del viejo que me cojo y bueno. Aunque Hugo tá chévere, pero es mi suegro, no, ni de vaina me lo tiro. Anda, ordéñame.
–Que ordinario eres, de verdad, no sé que te vi, y además tirándote a ese tipo.
–Cooooño agáchate, mama. -Lo bajó empujándolo por el hombro. –Va a ser un ratico, trágatelo, me dices cuando quieras parar y te echo la leche.

Pedro se arrodilló y sostenía el pene con su mano derecha mientras intentaba meterse aquel enorme miembro en la boca que estaba totalmente erecto.
El chico hacía el esfuerzo de introducírselo todo pero no podía a pesar que lo disfrutaba.
–¿Quieres que acabe? Te veo sufriendo. Ahí voy ve tragando. AAAAAAAAAH AAAAAAAAAH COOOOÑOOOOOO maricooooo.
Pedro se levantó limpiándose la boca, tocó el botón para seguir bajando mientras Arévalo se acomodaba el pantalón.
Se abrieron las puertas y dos personas mayores esperaban para entrar, al policía se le marcaba un enorme bulto en el pantalón algo que no pasó inadvertido por ambas personas. Salieron rápido del ascensor.

–Se te ve el guevo parado marico, se dieron cuenta.
–La vieja estaba con los ojos desorbitados mirándome la verga, debe llevar años que no ve una verga parada jajaja.
–Que niche eres…¿a que playa vamos?
–Marina Grande.
–Yo no tengo dinero para la entrada.
–Tranquilo papá, aquí está su macho que le va a pagar todo, usted no se preocupe.

Pedro escuchó eso y se le dibujó una sonrisa en la cara, no pudo evitar imaginarse viviendo con Arévalo, un perro y un canario, en un apartamento de dos habitaciones.

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