Amanecía, apenas un tenue
rayo de sol se colaba por las persianas, Alonso abría los ojos, a su lado Diego
que dormía respirando fuerte. La habitación estaba fría, estaban tapados con la
sábana.
Alonso, se volteó y buscó
el lubricante. Su pene erecto lo bañó de gel, se acercó a las nalgas de su
sobrino y comenzó a rozarlo entre ellas hasta llegar al ano, con la ayuda de su
dedo dilataba la zona.
–¿Qué haces? No…
–Shhh sobrino, sigue
durmiendo. –Alonso comenzó a penetrarlo, Diego se movía, su tío lo agarró por
el hombro.
–Te dije que no te
muevas, deja que te coja como siempre, como te gusta.
Diego apretó los dientes,
su pene ya estaba erecto y Alonso ya lo tenía penetrado.
–Voy a llenarte de leche,
siente. –Gruñó y le mordió el hombro a Diego, que comenzó a masturbarse hasta
soltar a larga distancia tres chorros.
–Sal de mi cuarto tío,
sal de mi cuarto.
–Vamos a ducharnos.
–SAL DE MI CUARTO POR FAVOR.
-Alonso se levantó de la cama y se fue hacia el lado de la cama donde estaba su sobrino, se puso
frente a él, colocando se pene cerca de la cara.
–Quiero orinar, ¿puedo
usar tu baño o quieres otra manera de descargarme?. –Se tocó el pene
acariciándolo.
–Ve al baño y te vas.
Fue al baño y dejó la puerta
abierta, desde la cama Diego veía a su tío orinar. Mientras terminaba de
hacerlo lanzó una flatulencia, sacudió su pene, volteó y se despidió de Diego.
Diego se quedó en la
cama, tapado. Comenzó a llorar sin entender porqué con su tío no tenía reparo
en tener sexo, dejaba que ocurriera, que hiciera lo que quería, pero rechazaba
a Orlando sin darle la oportunidad de algo más que sexo.
Se levantó y se fue a la
ducha para salir a trabajar, era viernes.
Sailó vestido casual, con
una chaqueta que cargaba en el brazo, lo usaría en la noche para ir al cine.
Se fue a la cocina a
desayunar. Alonso estaba sentado con un interior puesto nada más.
–Diego quiero pedirte
disculpas por lo de antes, pero tenerte cerca me provoca hacerte…
–Tío, te pido que lo de
anoche no se repita, tú tienes tu cuarto, yo el mío, somos tío y sobrino,
tengamos una relación de familia.
–Tranquilo.
–Hoy voy a llegar tarde,
voy al cine.
–¿Quieres que vaya
contigo?
–No, no…voy con un amigo.
–¿Estás saliendo con
alguien?
–No exactamente, bueno
si, es algo raro.
–Ya se acostaron.
–No.
–Si es raro, no van a
tener nada, son amigos.
–Bueno, me voy. Por
favor, por favor, no metas gente al apartamento si yo no estoy aquí, esto es un
edificio tranquilo y todos saben quien vive aqui. Yo hablé con la junta para
decir que vivirías aquí un tiempo, no me jodas por favor.
–Tranquilo sobrino, me
porto bien, me puedes dejar dinero o una tarjeta por si salgo.
Diego sacó una tarjeta
negra y se la entregó. Anota mi cédula, no te vuelvas loco.
Durante el día compró las
entradas del cine por internet y le
avisó a Orlando. Cuadraron por donde lo buscaría para ir al cine.
–Es de 9 a 11 pm
–Perfecto, así no tengo
que pedir permiso en el trabajo, llego a mi casa y me ducho.
–¿Te busco por tu casa?
–Si, así también cuadro
quien se queda con mi mamá.
–Ah ya que me dices eso,
te quería proponer que te quedes en mi casa a dormir, el cine está cerca de
casa y así no me desvío, yo te llevo temprano.
–Me dijiste que era en
plan de amigos.
–Si, tranquilo, yo duermo
en la sala y tú en mi cama.
–Que loquito jajajaja,
bueno, lo hablamos luego. Te espero en casa, chao un beso.
–Chao…un…abrazo.
Siete de la noche, Diego
llegaba al edificio donde vive Orlando, acordaron verse a esa hora.
–Disculpa la tardanza, me
estaba terminando de vestir y acomodar el bolso.
–Tranquilo, ¿si te quedas
en casa?.
–Si, ,me traje la ropa
para que no me traigas a mi casa si no que me voy directo a la universidad.
–Ok, yo te llevo.
¿Cenamos primero? Ahí mismo en el centro comercial.
–Vale
Diego estaba comiendo,
bebía un sorbo de vino y Orlando lo miraba. Diego se dio cuenta y se detuvo.
–¿Qué pasa?
–Estaba esperando que
hicieras eso, levantaras la mirada y disfrutar de esos ojos azules. –Diego se
le encendió la cara.
–Te pusiste rooooojoooo
jejeje que lindo.
–Deja..no estoy acostumbrado
a esos piropos viniendo de otro hombre. Gracias.
Orlando se quitó el
zapato y comenzó a tocar la pierna de Diego subiendo con su pie hacia la
entrepierna.
–¿Qué haces? Nos pueden
ver, baja la pierna.
–¿No te gusta?
–Baja la pierna por
favor, no hagas eso.
–Está bien, está bien.
Gracias por la invitación, está
muy rica la cena.
–Que bueno, espero que te
guste la película.
–No me has dicho cuál es.
–Sorpresa.
Llegaron al cine.
–Fila P uno y dos pasen a
la derecha bienvenidos.
–¿Fila P? ¿ en serio? En
lo más oscuro.
-Es que no me gusta la
gente alrededor.
–Ya. Bueno…no sé como
sabías pero quería ver esta peli.
–Guillermo del Toro es
excelente, me gustan sus película.
Se sentaron en los
asientos asignados.
–La verdad que es bien
oscuro aquí.
–Si, pero se ve bien la película
desde aquí
Luego de 10 minutos de
película, Orlando le tomó la mano a Diego que al principio no la apretó pero
luego entrelazó sus dedos con los del muchacho, se vieron a los ojos,
sonrieron. Luego de un rato las manos le sudaban, se separaron y Orlando se
secó en el pantalón de Diego, le acarició la pierna y ahí se quedó.
Comenzó a mover la mano
hacia la parte interna del muslo de Diego, este se movía para acomodarse sin
decir nada, poco a poco se acercaba a la entrepierna, Diego abría las piernas y
las cerraba, Orlando no se detenía pero iba despacio.
Llegó donde quería poner
la mano y lo hizo, comenzó a acariciar el pene que ya empezaba a crecer,
Orlando sentía que el suyo lubricaba, el corazón le latía a gran velocidad,
Diego estaba nervioso pero quieto.
Orlando seguía
acariciando el pene de Diego que ya estaba totalmente rígido, lo acariciaba y
hacía presión, Diego estaba un poco alterado, temblaba sintiendo el calor de la
mano del chico, cerraba los ojos para darse fuerza para que su pene retomara su
flacidez pero llegó un momento en que pensaba en no correrse, sentía que si
seguía acariciando estallaría en su interior todo ese líquido.
–¿Me detengo? –Diego no
dijo nada, Orlando se desabrochó el pantalón, subió el apoya brazos y comenzó a
masturbarse. La mano derecha de Diego apretaba con todas sus fuerzas el apoya
brazo, tragaba saliva, abría las piernas, comenzó a respirar aceleradamente y
echó la cabeza hacia atrás.
Ya no podía retrasar lo
que venía. Contrajo el abdómen y se descargó. Sintió el líquido inundar su
interior. Orlando se detuvo y besó a Diego que respondió al beso. El chico tomó
la mano de Diego y se la puso en su pene para que lo masturbara pero este se
acercó y le hizo sexo oral al chico que se puso a acariciarle la cabeza.
Orlando veía la película,
El extraño animal acuático probaba el huevo duro que le dejó la muchacha muda
en la alberca. Orlando se mordía los labios a la vez que apretaba la cabeza de
Diego.
–Voy acabar, voy a acabar. –Cerró los ojos y dejó
salir aquel tibio semen que recibió Diego en su boca que iba tragando. Se
levantó y se acomodó en el asiento.
Buscó un caramelo en su
bolsillo y salió de la sala para ir al baño.
En el baño como pudo se
limpió, salió y se lavó las manos. Se apoyó en el mueble de los lavamanos.
Agachó la mirada.
–¿Qué estás haciendo?
¿qué estás haciendo? Carlota perdóname, no sé que estoy haciendo.
–Si lo sabes Diego, estás
descubriendo lo que realmente eres y quieres. Volvamos a la sala.
Salieron del baño. –No
sigas nombrando a mi hermana, ya está muerta Diego, ya sabe tu verdad y debe estar
feliz de que al fin te estás descubriendo, vamos.
Terminaron de ver la
película, en silencio. Al finalizar salieron de la sala.
–Quiero que esta noche
duermas conmigo, sé que te dije que dormiría en el sofá pero quiero que estés a
mi lado.
–Con todo gusto lo haré.
–En casa está mi tío pero
tranquilo, él es invitado.
Iban rumbo a casa de
Diego cuando en un arrebato de sinceridad le cuenta a Orlando lo de su tío.
Desde que era pequeño hasta ahora que apareció.
–¿Y cómo se te ocurre
darle un espacio en tu casa, con lo que te hizo y ahora hace en tu apartamento?
¡Que loco! Es un enfermo y tú, te entregas a él así como si nada y conmigo no
querías ni darme un beso.
-Lo sé, lo sé, es una locura,
pero es que con él me siento libre para hacer esas cosas sin que nadie nos vea,
pero luego no quiero ni verlo.
Diego frenó el carro una
cuadra antes de llegar al edificio.
–Sabes que eso que está
pasando no te hace bien Diego, habla con tu tío y que se busque un sitio para
vivir.
–No tiene trabajo.
–Dale un cargo en tu
empresa que se yo, tramiten la pensión, no sé algo pero tiene que salir de ahí
y tu hacer tu vida sanamente, ya sea conmigo o quien sea, otro tipo.
–Estoy confundido, tengo
un pasticho en mi cabeza, Carlota, mi papá, tú, mi tío.
–Vamos a tu casa, quiero
pasar la noche contigo. –Diego levantó la mirada y vio al chico. Este se sonrió
al ver aquellos ojos azules claros.
Llegaron al apartamento y
Alonso no estaba.
–Voy a llamarlo para
pedirle que no venga hoy
–<Tio, ¿cómo
estás?>
–<Sobrino, bien,
estaba cenando, ya voy a casa>
–<no, no, no, no,
búscate un hotel y quédate ahí esta noche, no vengas a casa>
–<¿Pero como voy a ir
a un hotel como lo pago?>
–<Tienes mi tarjeta>
Orlando escuchó eso y
levantó la mirada mirando a Diego que le hizo señas de que no hablara.
Colgó la llamada y se pasó los dedos por los ojos.
–¿Le diste a tu tío tu
tarjeta de crédito?
–Si Orlando ya, eso es asunto
mio, ahora estamos aquí tú y yo, solos, vamos a concentrarnos aquí, yo mañana
resuelvo lo demás.
–ok ok, tienes razón eso
no es asunto mio.
–¿Quieres comer algo,
tomar algo?
–¿Que propones?
–Tenerte aquí ya es suficiente
si no hacemos nada. ¿Vino?
–Acepto.
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