lunes, 9 de julio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 31


–<¿Adivina quién está en el sauna? vas a quedar loco>

–<Al final si fuiste…>

–<Coño marico te estoy diciendo un bomba y te pones con eso>

–< ¿Quién está ahí? ¿Tu amiguito del colegio o tu jefe?>

–<Tu suegro guevón, el papá de Diego>



Orlando se quedó con el celular en la mano leyendo de nuevo el mensaje.

–<¿Y que vas a hacer?

–<Me lo voy a coger, esto no me lo pierdo a este viejo lo voy a joder>

–<Mosca con lo que haces>

–<Bueno tú no querías joderlo?>

–<No, eres tú el que quería hacer algo>

–<Bueno, te dejo que voy a enamorar al viejo>



Arévalo regresó al vapor a buscar a Diego padre. Estaba saliendo del cuartico donde lo había visto y se dirigía a las duchas internas del vapor.



El policía se colocó detrás del hombre esperando que saliera de la ducha. Diego se volteó y vio a Arévalo.

–¿Está fría? –Se tocó el pene y pasó a la ducha rozando a Diego que se puso nervioso al verlo y verle el pene nuevamente.

–Si, algo.



Diego cruzó a un pasillo donde habían dos cuarticos. Arévalo lo siguió, habían dos hombres sentados y Diego se quedó de pie sin entrar a ninguno de los cuartos. El policía se le plantó frente a él y le tocó la nalga.

–Baja a mamarlo.

–Hay gente.

–No importa mámalo.

–Es la primera vez que vengo.

–También es la primera vez que te mamas una verga así de grande.

–Vamos a otro sitio.

–Te espero en mi cabina. 132 voy subiendo.

–Ya va, ya va…yo, yo no he hecho esto.

–Te espero en la cabina y yo te enseño.



Arévalo llegó a su cabina y dejó la puerta entreabierta. Pasaron cinco minutos hasta que llegó Diego, tocó la puerta y la abrió. –Pasa.



Diego entró y miró a todos lados vio el arma.

–¿Y eso?

–Mi arma.

–Yo me voy.

–Tranquilo, que no te voy a matar, voy a hacerte otras cosas, cierra la puerta y quítate el trapo ese.



Diego se quitó el paño, una barriga sobresalía, su pene pequeño, estaba cubierto de vellos, casi oculto. –Coño pero este tipo tiene una miseria de guevo, con razón se puso a salivar cuando vio el mio.

–Agáchate y mámalo.

–Yo nunca he hecho esto, no estoy…acostumbrado.

–¿Quieres agacharte y mamar? Ya viniste, termina



Diego se agachó y tomó el pene entre sus manos, lo veía grueso y lo sentía pesado. Abrió su boca y torpemente lo metió, moviendo su lengua.

–Cuidado con los dientes.

Diego comenzó poco a poco introducirse el pene hasta donde podía, miraba a Arévalo a los ojos y este se mordía los labios.

–Te quiero coger.

–Nunca me han cogido, lo tienes muy grande.

–Te lo hago suavecito, tengo lubricante.

–Eso debe doler.



Diego se quedó agachado disfrutando el enorme pene del policía.

–Quiero cogerte, montáte aquí y ponte en cuatro.

Diego se levantó, su pene ya erecto apenas se asomaba entre los vellos, se montó en la pequeña cama colocándose de rodillas.

Arévalo sacó el tubo de lubricante y se echó una cantidad considerable en su mano y lo restregó en el culo del hombre que lo tenía velludo. El policía comenzó a introducir un dedo. –Despacito, despacito.

–Calma que te estoy abriendo el culo, te tiene que entrar todo esto. –Iba metiendo otro dedo, a Diego le dolía pero estaba aguantando, Arévalo masajeaba el ano para que dilatara.



Buscó el preservativo, lo abrió y lo estiró. Se lo colocó y lo embadurnó en lubricante.

–Por favor hazlo despacio, despacio, eso es muy grande.

–Cálmate, deja el estrés, te va a gustar.

–No chamo, mejor no, no, no, no, yo no me voy a meter eso.

–Este marico se va a ir, ¿que hago , que hago?



No se le ocurrió otra idea que tomar su arma y apuntarlo.

–No se te ocurra irte porque te dejo seco aquí.

–Epa, epa, ya va no te pongas así, baja eso.

–¿Que coño estás haciendo? -Bajó el arma y la dejó en la cama.

–No te vayas pana, te lo voy a hacer despacio, lo vas a  disfrutar.



Arévalo se acomodó el preservativo y se disponía a penetrarlo cuando Diego tomó el arma y lo apuntó, el policía lo penetró de una vez.

–AAAAAAAAUUUUUU. –Soltó el arma cayendo al suelo. Arévalo lo tomó de los hombros.

–Ya, ya, ya, afloja un poco ya entró, afloja el culo que entra todo.

–Me duele coño.

–Te duele porque estás tenso, relájate, relájate.

Diego se fue quedando tranquilo y relajó el cuerpo, el pene de Arévalo fue entrando poco a poco y, aunque dolía soportaba las dimensiones del miembro.

–¿Ves? Ya lo tienes todo adentro, has quedado desvirgado papá.

–Duele.

–Esooo, muévete así que rico se siente, tienes ese culo apretao.

–Me duele.

–Ya, ya, aguanta que ahora viene el disfrute. -Lo volvió a tomar de los hombros y comenzó a moverse, iba y venía moviendo las caderas, subió una pierna en la cama y siguió moviéndose.



Diego estaba apretando el colchón, tenía los ojos cerrados y los dientes apretados, gemía pero ya no se quejaba del dolor, Arévalo le daba nalgadas. –¿te gusta? ¿te gusta? Dime.

–Si, si, si, sigue.

Arévalo retiró por completo el pene, Diego se estremeció. –¿Ya acabaste? Sigue, mételo.

El condón tenía sangre y algo sucio pero igual volvió a penetrarlo.

–Vamos a rematar esto, aguanta.



Arévalo comenzó a moverse más rápido y con más fuerza, lo sujetaba de las caderas, esta vez Arévalo gruñía, Diego se quejaba mientras su cabeza chocaba en la pared.

–Voy a acabar, voy a acabar. –Sacó el pene y se quitó el condón. –¡AAAAAAAAH, AAAAAAAAH, AAAAAAAH COÑOOOOOOO!



Descargó todo el semen entre las nalgas del hombre que estaba casi tumbado en el colchón, estaba adolorido.

Coño, que cogida más buena, coño, tú aguantas pela y eso que estás nuevo en esto.

–Me duele todo…

–Vamos a las duchas y tomamos algo en la fuente de soda.

–Yo bajo antes, nos vemos allá.



Diego mientras se bañaba, al lavarse atrás vio que su culo sangraba, se echó agua fría,  se lo tocaba y le dolía. Arévalo se colocó en la ducha de al lado.

–¿Te di duro no? te dejé sangrando.

–Chamo, baja la voz, te van a oir.

–ok, ok, te espero allá afuera.



Diego pidió dos cervezas, se la invitó a Arévalo.

–Discúlpame por lo del arma, mi intención no era dispararte, es que coño me ibas a dejar con el güevo prensa´o y con el condón puesto y no joda, no.

–Me cagaste con eso chamo, yo también me pasé tomando tu arma, pero coño, me dolió cuando lo metiste así de una, nunca me habían penetrado, yo penetré a un hombre una vez pero fue una cosa rápida y me lo mamaron.

–Pero tü tienes un güevo…eh…pequeño…

–Bueno al lado del tuyo todo es pequeño.

–Si…bueno.

–Te voy a decir algo, es la primera vez que vengo acá, yo estoy casado y tengo un hijo.

–Yo sé.

–¿perdón? ¿Lo sabes?

–O sea que te vi y supe que eras casado además tienes el anillo.

–Coño, verdad.

–Tranquilo, no hay rollo.

–Me gustaría volverte a ver en otro sitio, no aquí.

–Plomo.

–Eres guapo. Y chamo tienes un güevazo –Lo dijo bajando la voz para que no lo escucharan los que tenía cerca.

–Cuando quieras te lo meto de nuevo.

–Nunca he tenido una relación con un tipo, yo tengo mi vida de casado y ya, pero es que ahora estoy pasando por una etapa un poco extraña, revelaciones.

–Tu hijo es gay.

–¿Cómo sabes?

¿Ah si?, no, bueno, pensando en voz alta, se me ocurrió.

–Bueno, si, es algo complicado, no me gustaría hablar de eso ahora.

–No hay peo, en estos momentos somos tú y yo. –Le tomó la mano pero Diego la retiró.

–Aquí todos somos iguales. Por cierto ¿como te llamas?

–¿Diego y tú?

–Arévalo coño pa que le di mi nombre parezco bolsa. Tengo 30 años

–Yo 52 Soy empresario.

–Yo soy Guardia Nacional Guardia nacional, con lo rayados que están y tu vas a decir Guardia Nacional, que conejo eres Arévalo.

Diego escuchó eso y se le estremeció el cuerpo, se imaginó teniendo sexo con Arévalo con el uniforme puesto.

–Vaya, que bien. Te voy a confesar algo, tengo una fantasía, estar con un tipo con uniforme y tirar con él así uniformado.

–Eso lo haremos, claro que sí. Ahora a parir un uniforme de la Guardia Nacional.



–Eres guapo.

–No me des la charla que lo que te gustó fue esto. –le mostró el pene que salía del paño por debajo.

–Tápate eso coño. Quiero repetir, pero chamo dale despacio.

-Coño, eso iba a ser pero cuando te vi con la pistola en la mano, rá, rá, te clavé de una. ¿tienes sitio par ir o vamos a un hotel?

–¿Hotel? No, yo tengo un apartamento en la playa, yo cuadro y vamos, ahí vamos a estar tranquilos.

–Fino, playita.



Siguieron conversando un rato más y luego cada uno se fue a cambiar. Diego pasó por la cabina de Arévalo para despedirse.



–Ya me voy chamo, un placer de verdad.

Arévlao lo jaló hacia adentro de la cabina y le plantó un beso en la boca, le metió la lengua, lo tomó por la nuca y así estuvieron varios segundos.

–Un placer para mi conocerte y follarte.



Diego se había quedado petrificado. –No me habían besado nunca así. –Arévalo lo volvió a besar, Diego le puso la mano en el pene, de nuevo estaba erecto.

–Me tengo que ir.

–Yo te quiero coger.

Diego cerró la puerta y se desabrochó el pantalón.

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