viernes, 30 de junio de 2017

DE REPENTE TU 7. Capítulo 5


Más unidos que nunca.



Luego de cumplir otro mes juntos, Pablo decidió darle las llaves de su apartamento a Jesucristo para que entrara y saliera cuando quisiera. Y eso hizo.



Pablo le había pagado un traje de alquiler para la fiesta de la agencia que tendrían el viernes de esa semana.

–Sales de la Universidad y te vas a la tienda a probarte el traje para ajustarlo y te lo llevas, tomas un taxi.

Jesucristo normalmente se desocupaba a las cuatro de la tarde, así que algunas veces se iba al apartamento a esperar a su novio. Esa tarde lo hizo.

Llegó se sirvió un refresco, se quitó la ropa y se puso un bóxer. Sacó la cónsola de juego y se instaló en la sala a jugar.



Su celular repicó y repicó varias veces pero el muchacho estaba concentrado en el juego y no se percató, hasta que sonó el teléfono de la casa.

–<Aló>

–<¡Cristo! Nené te estoy llamando al celular, ¿por qué no atiendes?>

–<Ay novio es que estaba distraído jugando, ¿qué pasó?>

–<Qué tal el traje? Todo bien?>

–<¿Qué traje?> -Apenas Jesucristo hizo la pregunta se acordó que no había ido a la tienda.

–<Coño Cristo, no fuiste a la tienda vale, te dije que hoy te fueras para a allá que cerraban a las seis de la tarde, ya son las 7:30>

–<Ay novio se me olvidó por completo, me vine directo de la Universidad>

–<Siempre es el mismo peo contigo, te mando a hacer algo y se te olvida>

–<Es que la Universidad me absorbe mucho y se me olvidan las cosas>

–<A mi no, por eso te recordé ayer, mañana sin falta vas por favor, la vaina es el viernes y estamos a miércoles>

–<Esta bien, pero no se moleste novio>

–<Si me molesto Cristo, házte responsable de las cosas vale, no eres un adolescente, ya tienes 18 años> -Pablo se puso a pensar y en realidad estaba viviendo con un muchachito.

–<Siga trabajando y no tarde, ya déjeme de regañar>

–<Te voy a botar la cónsola>

–<Es suya>

–<Igual, beso, nos vemos luego>



Cuando Jesucristo colgó se sintió mal, apagó el televisor y recogió la sala. Se fue a la cocina y se puso a preparar unas arepas, ralló un poco de queso, sacó la mantequilla, puso un par de cervezas en el cogelador para que estuvieran más frías, colocó los platos, cubiertos, vasos y servilletas. Buscó un candelabro y le puso un par de velas que consiguió.

Puso en la plancha las arepas, cuando las volteó, bajó las cervezas del congelador a la nevera.



Pablo llegaba agotado de la agencia de publicidad, eran casi las 9 de la noche. Entraba al estacionamiento. Recibió un mensaje de José Arturo.

–<Nos vemos el viernes en la fiesta. Lástima que estaremos con nuestras parejas, te tengo unas ganas>

Pablo se pasó la mano por la barba y suspiró. –Este tipo no va a descansar hasta meterme en su cama. -Pensó. Recogió la chaqueta y unas carpetas y cerró el carro.



Al abrir la puerta del apartamentole llegó el olor de las arepas asadas y comenzó a salivar. El olor se mezclaba con el aroma del café recién colado. Terminó de entrar y vio en la cocina unas velas encendidas.

–Buenas noches novio, te invito a que cenemos juntos, siéntese.

Pablo se sentó y Jesucristo fue a buscar la cerveza para servirla.

–No sabes como me hace falta una de estas. Nené gracias por esta cena, que rico se ve esto.

–Disfrútelo, quiero pedirle disculpas por el olvido de hoy, mañana iré sin falta, voy en la mañana así pierda clases.

–¿Por eso me hiciste la cena, para que te perdonara? No hay nada que perdonarte mi rey precioso, simplemente quiero que estés atento a las cosas, a las responsabilidades, más nada.

–¿El viernes va a estar el señor Larrazábal?

–Si claro, va con su esposo, es la despedida. Ya se van a Panamá de nuevo.

–Que bien, menos mal.

–Deja esos celos tontos.

–Ese hombre se lo quiere coger o que usted se lo coja y eso no quiero que suceda.

–Ay nené, eso no va a pasar. Deja la angustia ¿sí?

–Esta bien.

–Mira, hablando de otra cosa, ¿que han sabido de tu amigo?

–Nada novio…estamos preocupados, no se sabe nada. Pero en el caso está trabajando el papá de Esperanza. ¡Hey! ¿usted adónde va? Deje eso.

–Voy a lavar los platos.

–No, no, no, usted se queda sentadito ahí mientras me habla del día de hoy.

El muchacho se puso a lavar los platos mientras Pablo le comentaba de lo nuevo que estaba haciendo. En el rincón del mesón vio un frasco de Nutella y lo agarró, mientras seguía comentándole.

Jesucristo comenzó a contarle de las prácticas de odontología, de los chismes. Pablo se bajó el pantalón y sacó el pene del interior, abrió el pote de Nutella y lo embadurnó. Mientras el muchacho seguía hablando, Pablo se levantó de la silla y se volteó.



–Mira, ¿por qué no dejas de limpiar los platos y te dedicas a limpiar esto que está muy sucio?

Jesucristo volteó a verlo y bajó la mirada, al ver el pene empatucado de crema de avellanas dejó la taza, se secó las manos y se agachó.

–Déjalo limpiecito.

El chico comenzó a lamer el glande y luego se lo metía en la boca mientras la lengua iba limpiando. Pablo introducía el dedo en el pote y tomaba una porción de crema y se la metía en la boca y otra la esparcía en su pene, se limpiaba el dedo con su boca y volvía a agarrar.

Jesucristo se metía todo el pene y jugaba con su lengua, Pablo volvía a echarse crema. El muchacho comenzó a mamar con movimientos constantes y su novio le sostenía la cabeza, cuando sintío que estaba a punto de venirse la sujetó con fuerza. Se corrió en la boca del chico que lo miraba con ojos de satisfacción.

–Ya puedes seguir lavando los platos.

–Pero yo sigo con mi guevo parado.

–Lava los platos, yo me encargo.



Pablo se agachó sentándose en el piso y frente a Jesucristo. Se metió el pene en la boca y comenzó a succionarlo. El muchcacho se estremecía, no podía lavar los platos y estar pendiente de la felación.

Pablo chupaba, succionaba, mordía y movía la lengua en todas direcciones.

–¡No aguanto novio, no aguanto, no aguanto, me vengo, me vengo!

–Vente pues, dame esa leche.

Y así fue. Jesucristo se corrió de inmediato al sentir la boca caliente de su novio.



Se fueron a la habitación a acostarse, desnudos. Mientras veían al techo sin hablar Pablo recordó que hace unas semanas Jesucristo le iba a contar algo y le preguntó.

Jesucristo se volteó a verlo. –Pero no se vaya a molestar. –Le dijo. ¿Se acuerda cuando le mamé el guevo en ese caminito detras de la facultad?

–Si, que nos pillaron y tuve que huir como un delincuente, aja.

–Bueno ahí intentaron violarme.

–¿Cómo es la vaina? ¿quién? ¿qué pasó?

–El que fue mi profesor de ingles…estaba borracho e intentó abusar de mi pero llegó gente y lo apartaron.

–BUENO PERO ESE MALDITO ENFERMO ME IMAGINO QUE ESTA PRESO, ¿LO MANDASTE A LA CARCEL?

–No…bueno es que es mi profesor yo lo quiero mucho pero es alcohólico novio.

–UN COÑO, ESE TIPO ES UN DELINCUENTE QUE BOLAS ESA VAINA ¿Y TU TAN TRANQUILO? ¿DÓNDE ESTA ESE GUEVON PA CAERLE A COÑAZOS?

–Por eso no quería decirle, mire como se puso.

Pablo se levantó de la cama. –¿COMO QUIERES QUE ME PONGA? INTENTARON VIOLARTE.

–Ya novio, tranquilícese, venga acuéstese.

–Voy al baño y hacer unas llamadas.

jueves, 29 de junio de 2017

DE REPENTE TU 7. Capítulo 4


Diversidad.



El trayecto al hotel al que iban era largo, decidieron, por alguna razón extraña, escoger uno discreto, lejano y poco conocido; Hotel Himalaya en El Junquito.

Llegaron a recepción, entregaron sus cédulas. Vio la de él y anotó el número y tomó la tarjeta para pasarle por el punto de venta. Cogió la cédula de ella y la observó por varios segundos y levantó la mirada para verle la cara y volvió a ver la foto.



–Soy yo señor, el de la foto soy yo. En mi cédula soy Juan Carlos pero me llamo Yovana, soy una mujer.

–Pero aquí sale un hombre, no se que chistecito es este. Aquí no aceptamos a parejas del mismo sexo, lo siento.

–Señor soy una mujer, no le haga caso lo que diga ahí.

–¿Entonces esta no es tu cédula?

–Es mi cédula señor pero… -Clemente se estaba poniendo nervioso y pensaba en lo bizarra de la situación, le puso su mano sobre la de Yovana para tranquilizarla.

–Señor, vinimos de Caracas hasta aquí, debe haber una manera que este pequeño incidente no pase a mayores y nosotros podamos estar un rato en este hotel.

–La habitación son 8 mil 3 horas, dame 15 mil y los dejo pasar.

–¡Mire señor, usted lo que pasa es que es un retrógrado ignorante y homofób…!

Volvió a ponerle mano esta vez en el hombro. –Pásela por 15 mil por favor.

–Tome, firma y cédula.

–Gracias. –Le dio la tarjeta a Yovana y caminó hacia la habitación.

–Nos vamos a quedar 4 horas mi pana. –Le dio 2 mil en efectivo.

–Mosca con lo que hacen allá adentro.



Alcanzó a Yovana y entraron a la habitación. Sencilla pero limpia y confortable. El baño pulcro e igual de sencillo, con lo esencial.



–Ya estamos aquí, tengo que confesarte que estoy nervioso.

–Yo arrecha, déjame un momento que me calme ¿si?.

–Te entiendo, voy a ducharme.



Mientras se duchaba no dejaba de pensar en la persona con la que en unos minutos iría a compartir la cama.

Es un hombre Clemente, por más mujer que se vea por fuera, para ti es un hombre tiene un guevo entre las piernas, ¿para qué dijiste que sí para venir acá? Es que hay algo en ella que me atrae y no sé que es. -Al bajar la mirada se dio cuenta que su pene estaba erecto.

Tocaron la puerta del baño. –Clemente, ¿todo bien?.

-Si, si, ya salgo.



Se puso la toalla en la cintura tratando de disimular la erección, Yovana estaba bajo las sábanas tapada, al ver al Clemente desnudo y algo mojado le gustó lo que vio y tragó saliva.

­­–¿Podemos apagar la luz? –Dijo él.

–Como quieras, ven.

Clemente llegó al interruptor y lo tocó. Al quedar todo a oscuras se quitó la toalla y se fue a directo a la cama. Apenas un reflejo que entraba por la ventana dejaba ver la silueta de Yovana que ya se había despojado de la sábana.

Sus pechos bañados de aquella suave luz, resaltaban sus pezones que Clemente no les quitó la mirada y en eso se enfocó, los tomó en sus manos y los acarició acercando su boca hasta tocar la aureola. Su lengua apareció para jugar con el pezón que ya delataba la rigidez por el contacto.

Se paseó por ambos pezones y luego se besaron. El joven evitaba llevar sus manos más abajo de la cintura y volvía a tocar su pecho.

–¿Me lo quieres mamar?

–¡Nunca he hecho eso!.

–¿Lo harías?

–¿Me lo harías tú a mi?

Clemente optó por besarla, pero ella lo apartó y bajó a su entrepierna para comenzar, por vez primera, a hacerle sexo oral.

Despacio lo introdujo en su boca que sentía seca, tuvo tragar y mover la lengua para activar las glándulas y segregar saliva y así comenzar a lamer. Clemente cerró los ojos y se dejó llevar.

Ella algo inexperta pero se manejaba bien, una mano sostenía el pene y la otra jugaba con los testículos que los sentía grandes. Tomó confianza e introducía todo el pene en su boca que de vez en cuando rozaba con sus dientes y Clemente brincaba ligeramente pero no le decía nada.

–Házmelo tu a mi.

–No sé…yo…nunca lo he hecho.

–¿Ni siquiera a un primo?

Clemente se puso a pensar y su mente echó hacia atrás 15 años. Su primo 3 años mayor que él, dejó que se lo hiciera. Tanto fue el tiempo que estuvo haciéndole sexo oral que su primo se corió en su boca y eso fue lo que hizo que repitieran cada vez que se veían.

Regresó a la habitación.

–Esta bien.

Yovana se acostó en la cama y Clemente bajó a su entrepierna. Era un pene mucho más pequeño que el de él. Sin tocarlo lo introdujo en su boca y comenzó a humedecerlo bajando y subiendo suavemente. Así estuvo unos minutos hasta que se detuvo.

–Voltéate. –Le dijo, ella giro sobre sí misma dejando sus nalgas expuestas hacia él que buscó un condón y lubricante.



Yovana con sus brazos por arriba de su cabeza esperaba el momento de ser penetrada, iba a ser su primera vez en muchos años, estaba tensa, sus ojos cerrados, obligados a estar así, sintío el frío del gel entre sus nalgas y unos dedos que jugaban alrededor para luego erizarse al contacto del pene y el látex rozando su piel.



Clemente movía su pene entre las nalgas antes de decidir penetrar, retiró su mano y comenzó a hacerlo. Cuando sintió que ya entraba fue bajando, bajando, bajando hasta estar casi sobre Yovana.

Se acercó al oído de ella y le susurró. –Se siente muy bien ahí adentro, me gusta.



Yovana estaba aguantando, pero más pudo la excitación y se corrió mientras Clemente aún la penetraba. La tomó por la cintura y la levantó. Le abrió las nalgas y continuó moviéndose, esta vez más rápido. La chica gemía sosteniendo sus pechos a causa del vaivén. Clemente se detuvo, con sus manos apretó las caderas de ella mientras sentía como su semen brotaba de su pene. Tres espasmos le hicieron moverse y empujar más hasta que un gruñido de él cerró el acto y retiró su pene.



Ambos, tumbados en la cama boca arriba, se mantuvieron en silencio varios minutos. Yovana volteó a verlo, él hizo lo mismo.

–No sé que decir, no entiendo qué pasó, cómo pasó y porqué pasó pero me siento muy bien. -Dijo Clemente que la veía a los ojos mientras sonreía.

–Todo esto es un descubrimiento para mi también, no era algo que estaba esperando en mi vida, me gustan las mujeres, pero tú…no sé Clemente, no sé.

–¿Qué vamos a hacer con Esperanza?

–Eso es algo tan complejo como lo que hoy pasó aquí. Me gusta Esperanza, mucho.

–Yo estoy enamorado de ella y no quiero dejarla, pero me gustas tú y esto me tiene confundido porque yo no manejo estas cosas, esta diversidad sexual que hay ahora, yo soy hombre/mujer y ya, no es que esté en contra de la homsexualidad o de la comunidad, simplemente es como un tema que está ahí y no pensé que me tocaría tan de cerca, wao, Yovana me acabas de abrir una puerta y sí, entré, pero no hay luz y estoy tanteando pero me gusta ese sustico.

–Dejemos que las cosas tomen el camino y nosotros vayamos caminando y veremos que pasa, pero me gustaría hablar con Esperanza, los tres.

–Estoy de acuerdo.



_______



Un mes después luego de tantos sí y no, compromisos de estudio y trabajo, lograron cuadrar la fecha para reunirse.



–Bueno, ya estamos aquí los tres, ¿ahora será que vamos a aclarar las cosas?.

Clemente y Yovana se vieron a los ojos y la vieron a ella.

miércoles, 28 de junio de 2017

SÉPTIMA TEMPORADA. De RepenteTú. Capítulo 3


Cuando tocas fondo pero aún falta.



Abría los ojos, su visión estaba nublada y el dolor de cabeza no lo dejaba moverse, tocó su frente y sintió una gasa que envolvía su cabeza, subió la mano para seguir tocando pero dolía.

­–Ya, ya, tranquilo, no te toques ahí, no te muevas.

Aún sin enfocar bien, preguntó dónde estaba y que había pasado.



–Te encontraron en la calle, tirado en el piso con una herida en la cabeza, estabas borracho Emilio.

Al escuchar su nombre levantó la mirada y trató de enfocar. Frente a él estaba Gilberto

–¿Dónde estaba?

–En San Bernardino, pero no sabemos que hacías por ahí, tu carro no aparece por ningún lado. Por suerte cargabas el celular y me contactaron.

–¿Qué estaría haciendo?

–No sé pero seguro tomando, solo o acompañado tampoco sabemos.

–Estoy mal Gilberto, ¿verdad?

–Si, pero solo tú puedes tomar la decisión de salir de esto y eso solo puedes decirlo tú Emilio.



Un mes después entre tragos y droga decidió internarse en un centro de rehabilitación. Le dieron reposo, de momento por 3 meses, así que en el trabajo seguiría cobrando su sueldo. Tenía deudas con el banco, sin carro y unas semanas por delante muy duras.



Al mes de estar internado, le dieron permiso para recibir visitas. Solo fueron a verlo su primo Fernando, Jesucristo, Esperanza y Gilberto.



Gilberto lo acompañaba por un paseo en el jardín.

–¿Cómo te has sentido?

–Mal, necesito alcohol, necesito meterme algo, ahora estoy dopado pero esto ha sido horrible.

–Tienes que ser fuerte, desde que entraste te dijeron que no sería fácil.

–Lo sé… hace 2 días vino Jesucristo, me trajo unos libros, me revisó los dientes , tan lindo, pero me dejó mal, verlo me hizo daño, hubiera preferido que no le dijeran.

–Eso forma parte de tu terapia amor.



Llegaron a una parte del jardín donde no había nadie. Emilio vio hacia un frondoso árbol, veía las raíces, comenzó a temblarle las manos y sudar frío.

–¿Te encuentras bien?

–Sí, sí. Vamos a hacerlo aquí.

–¿Qué? No chico , estás loco ¿y si nos ven?

–Aquí no viene nadie, anda, bájate el pantalón, rápido, eso me calma, me calma, dale.



Antes de bajarse el pantalón, Gilberto vio a todos lados buscando a alguien que estuviera escondido y los estuvieran viendo. Se bajó el pantalón a medio muslo.

Emilio sacó su pene que ya estaba erecto, el cuerpo le temblaba.

Escupió varias veces su mano y la pasó por su pene, volvió a escupir y metió la amno entre las nalgas de Gilberto.

–Esto no está bien Emilio.

–Cállate, ábrete las nalgas.

Lo hizo y Emilio comenzó a penetrarlo, de pie apoyados en el árbol. Empujaba con fuerza mientras Gilberto se agarraba del tronco aguantando la molestia de estar de pie y  con poco lubricante.

–Que rico, que culo tan rico, como me hacía falta esto, estás cerradito.

Gilberto lo estaba disfrutando pero le dolía. Abría sus nalgas mientras Emilio ya con los pantalones en los tobillos seguía empujando. Veía como su pene entraba y salía mojado mientras Gilberto gemía.

Cuando ya estaba a punto, retiró el pene, se masturbó y se corrió entre las nalgas de su novio.

–Nooooo, ¿Qué haces? ¿Ahora cómo me limpio?

Emilio se agachó y comenzó a lamerle las nalgas hasta limpiar todo. –Listo, vístete.

–¿Cómo se te ocurre hacer esto? ¿y si nos descubren?

–Nadie vino. Vamos para que te vayas.

–La semana que viene vengo.



Acompañó a Gilberto a la salida y regresó donde habían tenido sexo, se puso frente al árbol, se agachó. En un trozo de grama que había ahí lo levantó y comenzó a retirar tierra hasta llegar a lo enterrado; su licorera. La tomó y bebió de ella lo que quedaba que no era mucho y se desesperó. Volvió a enterrarla y como pudo se limpió las manos.

Regresó a la casa y buscó a un camillero.

–Consígueme una botella por favor, cómprame una, anda.

–Ahora no puedo.

–Te cojo ahora, anda, anda y en la noche otra vez, toma la tarjeta sal y cómprame una botella.

–Te dije que ahora no puedo salir, tengo que quedarme, mañana te la compro.

–No, no, no, no, ahora, ahora coño, la quiero ahora, te doy dinero, te cojo pero búscame una.



El camillero tomó a Emilio y lo llevó a su cuarto en medio de una crisis pero cuando se puso agresivo pidió ayuda.

Emilio quedó encerrado y comenzó a hacerse daño en la piel con las uñas y a rascarse la cabeza hasta quitarse varias hebras de cabello, el cuerpo le temblaba y comenzó a gritar y gritar y golpear la puerta de aquella pequeña habitación.



Ya en la noche cuando se había calmado y dormía, el camillero entró y lo levantó empujándolo con la pierna.

–Toma, tu botella. Me debes 15 mil y la cogida. –Se soltó el cordón del mono y lo dejó caer.

martes, 27 de junio de 2017

SEPTIMA TEMPORADA. De Repente Tú. Capítulo 2


De nuevo el amor.



Como siempre que se veían, Tom y María Corina, era a escondidas. Él le entregó un celular para comunicarse por ahí ellos dos y otro más que usaría Tom.



–Se mudaron, cambiaron de lugar.

–¿Pero será que lo descubrieron?

–No creo, normalmente hacen eso para despistar.

–Tengo miedo que lo maten.

–No lo harán. Tranquila.

–¿Usted como sabe?

–El chico es conocido, es el huérfano de oro de este país.

–Tengo miedo hasta de mi, que me hagan algo.

Tom le tomó la mano que la tenía en la mesa. –No te angusties yo estoy aquí para protegerte.

–Pero usted también está en peligro ¿y si lo descubren?

–Nos vemos siempre en mis días libres



_________



–¡Entra de una vez vale!. –Lo empujaron para que entrara al cuarto. –Este es tu nuevo cuarto chamín, no te acostumbres mucho.

–Este el cuarto sitio que nos mudamos en un mes o más, ya no tengo ni idea en que fecha estoy. ¿Seguimos en Colombia?

El hombre que custodiaba a Fabián volteó a verlo y lo agarró del cabello.

–¿Tú cómo sabes que estamos en Colombia? ¿Quién te lo dijo?

–Nadie, lo supe, por el celular de uno de ustedes.

El hombre lo empujó al piso y le dio dos patadas en el estómago.

–Lo encierran y lo dejan sin comer y sin salir por dos días.

–El jefe dijo que lo cuidaramos y que no tuviera inconvenientes.

–El jefe aquí soy yo y les ordeno que lo hagan. Punto.



_________



Tom invitó a María Corina y a Jesucristo a Galipán a comer y a pasear por el pueblo.

Mientras, Jesucristo chateaba con su novio Pablo. Su madre y el escolta caminaban por un camino de piedra que llevaba a una terraza.



–Ya han pasado 2 meses Tom y no sabemos nada.

–Ha sido difícil la búsqueda, pero seguimos.

–Ojalá termine esto pronto.

Tom la tomó de la mano y cuando María Corina fue a hablar de nuevo, él la interrumpió con un beso en la boca. Ella se apartó unos centímetros de él.

–Esto no está bien.

–Me gustas María.

–Yo estoy con Fabián.

–Lo sé, pero estoy cerca de ti y me pongo nervioso. –Seguían hablando tan cerca que sentía el aliento entre ellos. Ahora fue ella quien lo besó.



Jesucristo se acercó tosiendo e interrumpiendo el beso.

–¿Y ustedes que? ¿Son novios y no lo sabía?

–¡No hijo por Dios! ¿qué cosas dice?

–A mi me gusta, me parece bien madre usted tiene que rehacer su vida.
–Eso no me decía hace 3 meses.

–Estaba reciente lo de mi papá y usted estaba de amoríos con Fabián, pero Tom me cae bien, aunque no me han dicho aún donde se conocieron me gusta verlos juntos.



María Corina vio a Tom a los ojos y él le hizo un gesto de aprobación.

–Ven hijo vamos a sentarnos para contarte.

–Pero que misterio, hablen.

Entre María Corina y Tom le contaron lo del secuestro y de dónde había salido Tom.

–¿Pero mamá por qué no me contó esto antes? ¡Es mi amigo, mi mejor amigo!

–Pues no quería que se angustiara como lo está ahora.

–Pues claro que me iba a angustiar antes y ahora ¿ya le avisaron a la policía, que han dicho los captores?

–¿Mi amor no escuchó que quien lo secuestró fue su tio?

–¿Y si lo mata?

–No, eso no va a ocurrir, tu amigo está a salvo con su tío, esperemos que la guerrilla o las Farc no se enteren y lo secuestren ellos. Vamos a caminar hacia esa montañita que está allá para que vean el paisaje.

María Corina se levantó y tuvo un fuerte dolor en el vientre, tuvo un mareo y se desvaneció.

Tom la sujetó para que no cayera al piso y la levantó, cargándola.

Jesucristo a pesar de lo nervioso que estaba por ambas cosas, lo de Fabián y ahora lo de su madre, no le quitó la mirada a los brazos de Tom que eran grandes y fuertes.



Pidieron a uno de los choferes de los Jeeps para bajar de una vez del pueblo e ir a una clínica. Al bajar se montaron en el carro de Tom rumbo a la primera clínica que consiguieran en el camino.



Ya en la emergencia, la estaban chequeando mientras su hijo y Tom esperaban.



–No tienen de que preocuparse, la señora López está perfectamente.

–¿Entonces que tiene, ese dolor que el dio y el mareo?

–Ella está embarazada, tiene12 semanas. Es normal en los primeros meses, el dolor pudo haber sido por estrés, tiene que estar relajada.

Jesucristo se llevo las manos a la boca y Tom se paralizó.

–Permiso, ya pueden entrar a verla.

–Voy a tener un hermanito o hermanita y usted va a ser papá.

–No Cristo, yo no soy el padre…es Fabián

–¿Ustedes…no han…no se han acostado?

–No, no. Vamos a ver a tú mamá



Entraron y al ver a Tom arrancó a llorar.

–Voy a ser mamá, mamá, ay Tom y su padre secuestrado.

–Ya, ya tranquilia que no estás sola, está tu hijo y yo. -Se le acercó y le dio un beso en la boca, Jesucristo volteó.

–¡Mami, está embarazada, estoy emocionado, un hermanito!

Le escribió a Pablo para contarle.



–Mami, mientras usted se viste voy a hablar con Tom un momento, de hombre a hombre.

María Corina se sentó en la cama. ¿hablar, de qué?

–Usted acomódese que nos iremos pronto.



Mire Tom, yo le voy a decir algo, como ya sabemos mi madre está embarazada y es viuda y ella no puede estar por ahí con una barriga y soltera eso está mal visto, yo no quiero que nadie señale a mi madre y hable lo que no es.

–Ajá ¿y que me quieres decir con eso?

–Bueno que vaya pensando como me va a pedir la mano de mi madre, porque usted se va a casar con ella.

–Ya va Cristo, yo ni soy novio de tu madre ni tampoco el padre de ese niño o niña, no quiere decir que no quiere ser la pareja de tu mamá, pero es que vas a prisa papá.

–Yo quiero que usted sea el padre de ese bebé Tom, ¿si me entiende?.

–¿y si aparece Fabián?

–No tiene porque saber que ese hijo es de él.

–No Cristo, eso no es así, hay que hacer las cosas bien.

–¿Y si no vuelve Fabián?

–Hablas como si no quisieras a tu amigo.

–Lo adoro, pero no lo quiero como novio de mi mamá.

–Si eso llega a ocurrir pues ya veremos Cristo, solo seré el padre de ese niño si así lo quiere tu madre, yo encantado de la vida.

–Cásese con ella, pero primero me pide su mano.

–Ya estoy lista, ya me dieron el alta



Ya al final de la tarde, Tom dejó a Jesucristo en casa de su novio y fue a llevar a María Corina a su casa.

–¿Usted puede quedarse aquí en mi casa hoy? No quiero pasar la noche sola, Cristo no viene hoy.

Tom la vio a los ojos por unos segundos y se sonrió. Estacionaron el carro y subieron.

Cenaron algo ligero y se fueron a la habitación.



–¿Usted como duerme? Digo es que no tengo ropa para usted, la de mi esposo la doné y la de Cristo no le va a quedar.

–Duermo en interior, no te preocupes, yo duermo en el cuarto de Cristo y listo.

–Yo pensaba que iba a dormir aquí en mi cama.

–¿Estas segura?

–Tan segura como que estoy embarazada.

–Es mucha tentación.

–Usted dormirá vestido.

–Es que yo suelo dormir desnudo. -La tomó de la cintura y la besó apasionadamente. Se desnudaron mutuamente y entraron a la cama.

–Aunque ya estás embarazada, quiero hacerte el amor y sentir que ese bebé que viene es mio.

–No me diga eso.

–Ya es tarde quiero estar dentro de ti.

Y, ya encima de ella, hizo un movimiento y su pene se deslizó hasta penetrarla. Sus movimientos suaves y profundos mantenían a María Corina en total excitación, su piel erizada y enrrojecida sudaba brillando con la luz del cuarto.

Tom movía sus caderas tratando de no ser tan invasivo con su amada que estaba embarazada. Cada ida y venida sentía como la penetraba con aquel pene grueso que nunca vio pero lo sentía cada centímetro.

–Estoy enamorado de ti María, desde que te vi ese día acompañándote a tu edificio, te vi y me hiciste feliz. –Le dio un beso sosteniéndole la cabeza. Aquel beso se intensificó cuando Tom se corría dentro de ella, que se estremecía con cada sacudida de él.



Ambos se quedaron dormidos, desnudos con la luz encendida, hasta que el sonido del celular de ella los despertó. Eran las 6:30 de la mañana.

–<Aló, jefe, ¿qué hace llamando a esta hora? ¿pasó algo?

–<Si, vente ya a la empresa, tenemos nuevos dueños>.



María Corina levantó a Tom que estaba profundamente dormido y con el pene erecto.

–Tom, Tom, despierte, nos tenemos que ir.

–Ay, si, si, ya voy. Espera déjame orinar, que pena. –Se tapó con las manos.

–¿Y usted para que se tapa? ¿no se acuerda lo que pasó aquí?

–Es verdad, ya salgo.



Se ducharon rápido y desayunaron una tontería. La acompañó hasta su auto y él se fue en el suyo, no sin antes decirle que se volverían a ver en 7 días.