Error
tras error.
Luego de haber sido atendido por el golpe
en la cabeza, tuvo que inventarse una historia por haber mentido con lo del
seguro y hacer pasar a Gilberto como él. Al muchacho lo atendieron usando su
seguro pues sus padres le pagan uno así que fue atendido por intoxicación para
poder cubrir el pago.
Emilio al salir de la clínica se fue
directo a su apartamento sin acordarse de Gilberto que se fue por sus propios
medios sin saber lo que le pasaba a su novio. El celular estaba sin batería.
Emilio abrió la puerta del apartamento y
ahí estaba Gilberto nervioso.
–¡Dioos estás bien! ¿dónde estabas metido?
Te he estado llamando todo el día.
–En la clínica me caí y me di un fuerte
golpe en la cabeza no supe más nada, no me acuerdo de nada.
–¿Pero te acuerdas de que yo estuve en la
clínica? Yo recuerdo poco de lo que pasó.
–Perdona Gilberto pero yo no me acuerdo de
nada. No sé en qué momento llegué a la clínica ni como me caí. Me dijeron que
estaba en el baño con un tipo.
–¿Con un tipo? ¿Qué tipo?
–Coño Gilberto, te estoy diciendo que no me
acuerdo de nada.
Emilio se tumbó en el sofá tapando su cara
con sus manos.
–Te estas matando Emilio, el alcohol y la
droga te van a matar.
–Eso es lo que quiero, no me interesa nada.
Mi vida es un completo desastre, decir que soy gay y llegó la fatalidad, muere
mi esposa, mi bebé, me asaltan, el muchacho que amo ni me para, no he sabido de
él más, ya ni me llama como antes. Cada vez que pienso en él muero un poco.
–¿Y yo? ¿Estoy pintado en la pared? Soy tu
novio, vivo contigo. Déjate ayudar Emilio, por favor, sal de ese hueco.
–Me quiero duchar, huelo a clínica.
–Yo me duché hace rato pero te puedo
acompañar.
–Si, báñate conmigo.
Entraron a la habitación y se desnudaron.
Se abrazaron dándose un beso en la boca, ambos delataban sendas erecciones.
Entraron a la ducha. Mientras esperaban que saliera el agua caliente
continuaban besándose mientras cada uno tocaba el pene del otro.
Gilberto se agachó para hacerle sexo oral.
Mientras el agua corría por su cara, él introducía el pene en su boca y se aferraba
a las nalgas de su novio que estaba recibiendo el agua en su cabeza mientras
cerraba los ojos. En ese momento se le vienen a la cabeza las imágenes en el
baño con su alumno de francés.
Gilberto succionaba, con sus dientes mordía
suavemente el glande y volvía a meterse todo el pene en la boca, el vello
púbico rozaba en su nariz. Se puso de pie.
–Quiero que me lo metas.
–Voltéate.
–No, busca un condón.
–Pero estoy sano.
–En estos momentos no confío en tu
sensatez, andas drogado y borracho durante el día, eres capaz de cualquier
cosa.
Sin perder la erección, Emilio salió de la
ducha y fue a buscar un preservativo. Regresó con el condón puesto.
–Ahora sí, ponte. –Gilberto se volteó
apoyándose de la pared, Emilio buscó jabón para echarle entre las nalgas y en
su pene para luego comenzar a penetrarlo. De nuevo volvían las imágenes de
aquel baño. Un sexo salvaje y sin sentimiento, puro deseo y eso lo trasladó a
Gilberto que sujetó por el cabello mojado mientras empujaba con fuerza mientras
sonaba su piel al choque con las nalgas mojadas. Gilberto se quejaba del dolor,
Emilio concentrado pensando en el estudiante.
Cada empujón le halaba el cabello haciendo
que la cabeza de su novio se echara hacia atrás.
–¡Ya Emilio, para, dale despacio por fa,
para, para Emilio!
Emilio no hizo caso hasta que se corrió
empujando a Gilberto hacia la pared y le soltó el cabello.
Terminaron de ducharse sin emitir palabra.
Salieron del baño.
–¿Me puedes explicar que fue eso? Me
estabas cogiendo muy fuerte, no soltabas y eso que te dije que lo hicieras, me
estabas violando Emilio.
–Ay Gilberto, no exageres, una cogida algo
ruda, pa’ darle emoción.
–¿Algo ruda? Vaya…
–Ya recordé lo de la clínica. Estuve en ese
baño con un chamo de las clases de francés, tiramos ahí adentro.
–No quiero que me cuentes nada Emilio. Voy
a sentarme a trabajar y luego me acuesto.
–Gilberto mi amor, estaba drogado, pero
recordé.
–¡Ya Emilio! YA. No quiero saber. ¿ves
porque te dije que usaras condón? Quién sabe que habrás hecho.
Al día siguiente Gilberto se iba a casa de
sus padres a visitarlos y a contarles lo que pasó. Se llevaría la laptop para
trabajar, aunque no tenía mucho que hacer.
Emilio tenía clases de francés en la tarde,
estaba durmiendo.
Recibió un mensaje del alumno que estuvo
con él en el baño.
–<Por tu culpa me detuvieron hasta que
vinieron mis padres a sacarme. Se enteraron que soy gay. Ya no voy más a clases
contigo. Gracias por estar pendiente, imbécil>
Cerró los ojos, quiso responderle pero lo
dejó así y llamó a Jesucristo.
Estuvieron hablando por media hora y le
contó que ya estaba en la Universidad estudiando y hoy estaría todo el día
allá.
Emilio le contó todo lo que le había pasado
en las últimas semanas, se lamentó y le volvió a decir que tenían que verse
para que le contara con detalles y poder ayudarlo en lo que pudiera.
Terminaron de hablar y Emilio se levantó de
la cama. Su desayuno fue media botella de whisky y un sanduche. Entró a
ducharse y mientras se vestía buscó en su mesita de noche su bolsita de droga y
se metió un pellizco, luego otro. Se vistió y bebió un poco más. Se cepilló los
dientes y se fue del apartamento.
Entró a la Universidad y estacionó el carro
cerca de la Facultad de odontología. Tomó su licorera y bebió. Se la guardó en
el bolsillo de atrás.
Al entrar preguntó por las clases del
primer semestre y le informaron que eran al fondo.
Cuando iba caminando se consiguió con
Jesuscristo.
–Profe…¿cómo está? ¡que sorpresa! No pensé
que nos veríamos hoy, mire le presento a un amigo.
–Vente tenemos que hablar. -Lo haló casi a
rastras por el pasillo hasta salir de la facultad.
–Vamos a caminar.
–Pero que le pasa Emilio ¿usted está bien?
–No, no estoy bien, por eso quería verte.
–Caminaron por un trecho de tierra angosto en el lateral de la Facultad.
–Profesor lo veo como alterado, vamos a
sentarnos, más adelante hay un cafetín y nos tomamos algo.
Emilio lo agarró con fuerza y le dio un
beso en la boca abrazándolo. Jesucristo se apartó.
–¿Qué hace? ¿qué le pasa?.
Le dio un golpe al muchacho que lo tumbó al
piso y comenzó a forcejear mientras le bajaba los pantalones. La fuerza de
Emilio era superior a la del muchacho y aún más drogado. Le bajó los pantalones
y él se sacó por el cierre el pene.
–Vas a ser mio a la fuerza carajito, ya que
no me paras, vas a ser mio.
–NO, NO, EMILIO SUELTE, SUELTEEEE.
Otro golpe en la cara dejó atontado a Jesucristo
que por un momento se quedó inmóvil. Emilio se detuvo, abrió los ojos y apartó
sus manos. El muchacho reaccionó y lo volvió a agarrar con fuerza. Cuando ya lo
tenía boca abajo y sometido para penetrarlo, comenzaron los gritos.
–¡EPA, EPA, AYUDAAAAA, ESTAN ASALTANDO
ALGUIEN EN LA TROCHA!
Llegaron más de 20 personas, entre alumnos,
transeúntes y vigilantes.
A Emilio lo apartaron de Jesucristo y ahí
se dieron cuenta que se trataba de una violación. Lo rodearon y comenzaron a
darle patadas y golpes, hasta que Jesucristo se levantó y se acomodó el
pantalón.
–YA, YA YA DEJENLO, NO SIGAN, YO LO
CONOZCO, ES MI PROFESOR DE BACHILLERATO.
-¿Qué? Pero intentaba abusar de ti.
–No, bueno, no en realidad, yo. –Se puso a
llorar al verle la cara a Emilio que evidenciaba un fuerte estado de
embriaguez. –Estábamos ahí besándonos y queríamos hacerlo…pero nos vieron, no
le hagan nada por favor, déjenlo ir.
-¿Seguro? Mire que no se va a escapar,
llamamos a la policía y se lo llevan.
–No, no, no hace falta, yo me hago responsable.
La gente poco a poco se fue retirando
mientras Emilio intentaba levantarse. Jesucristo de pie con su morral en el
hombro veia la escena. Cuando logró estabilizarse y sostenerse en pie, vio a
los ojos al muchacho.
–Perdóname carajito, perdóname, yo no
quise…
–No quiso pero si se tardaban 5 minutos más
me violaba. –A Jesucristo le corrían las lágrimas por sus mejillas sin
esfuerzo. -¿Que le pasó al profesor Emilio que yo conocí hace 8 años? Este no
es.
–Emilio cayó al suelo. –Te amo, te amo
mucho coño. –Se lanzó a llorar desconsoladamente.
–Pero quiere obtener mi amor a la fuerza,
¿eso quiere? ¿así? Intentando violarme.
Jesucristo se agachó y Emilio volvió a pedirle
perdón. Lo ayudó a levantarse y se fueron caminando hacia el carro de Emilio.
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